Mariel Varela
Cuando Juan José Mugni pisó por primera vez la arena de Chihuahua la playa ni miras de estar bautizada. Era, además, un lugar absolutamente distinto al que hoy se colma de turistas provenientes de todas partes del mundo. En el presente aterrizan a esta espaciosa playa de agua cristalina más de 2.000 personas por día durante la temporada estival atraídas por el naturismo, su geografía y diversidad; en el pasado el imán era similar, con el plus de la soledad: la opción de estar desnudo o desnuda sin nadie a metros de distancia era soñada.
El argentino Mugni retrocede medio siglo atrás en diálogo con Revista Domingo para ir hacia uno de los momentos más felices de su vida. Por ese entonces, la playa no solo carecía de nombre, sino que la única señalización que había sobre el kilómetro 116 de la ruta era un cartel con la inscripción ‘arenera’, y apenas unos 20 privilegiados sabían que metros adentro existía un lugar virgen, agreste, rodeado de arena, laguna, mar, con escasa huella humana y un paisaje digno de película... En fin, un sitio mágico. Descubrió ese paraíso cuando la cineasta Marie Louise Alemann y su hija, la actriz Katja Alemann, lo invitaron a vacacionar con ellas a Punta del Este, y así empezó su coqueteo con el nudismo.
“Me gustó la sensación de estar en contacto directo con el agua, sin trapos mojados”, dice sobre esta práctica. Y añade: “Era otro mundo, otra playa y una experiencia distinta la que teníamos originalmente, cuando éramos pioneros. No había nadie y era casi exclusivo para nosotros”.
Marie Louise era fotógrafa y empezó a probar con el cine en súper 8 durante esas temporadas, y así la playa se convirtió en el escenario ideal para filmar esas películas caseras, sin narración ni ficción, con el mero ánimo de expresar, y donde Mugni se lució como camarógrafo. “La primera en la que colaboré se llamó Sitio de nacimiento, sitio de poder y varias escenas se filmaron en la hoy Chihuahua, así que bautizamos el lugar como ‘el sitio’ porque era el sitio donde habíamos filmado nuestra primera película allá por 1974”, recuerda conmovido.
Guarda esos veranos en su retina y memoria como si fueran oro. Por eso, apenas se jubiló, se mudó a Ocean Park, para estar cerca de su playa preferida, poder darse chapuzones sin ropa y recordar esa época dorada.
Carlos Lucas llegó a Chihuahua en 1988 buscando una playa donde poder estar tranquilo junto a su primera esposa, sin telas ni trapos y sin molestar a otros. Ese verano habían descubierto, de casualidad, Praia Do Pinho, mientras andaban por una carretera del sur brasileño, y lo suyo con el nudismo no tuvo marcha atrás. Por ese entonces llegó a cruzarse con muchos famosos en Chihuahua. Recuerda haber visto infinidad de veces a Moria Casán, Susana Giménez (iba, aunque no practicaba nudismo), Gerardo Romano (que frecuenta la playa hasta hoy), Sergio Puglia y Carlitos Perciavalle. Cuenta que el rey del café concert tenía una seña típica: circulaba como Dios lo trajo al mundo con unas medias verde flúor porque no le gustaba el contacto directo con la arena.
La historia cambió cuando la playa ganó popularidad y varias celebridades dejaron de elegirla: “Se complicó porque iban a fotografiarlos. Dejaron de venir porque perdió lo íntimo y solitario e impidió que se sintieran tan cómodos como antes”, opina.
Chihuahua devino en un polo turístico por excelencia. Una playa hermosa por su espacio (valorada por ser larga y ancha), su diversidad (hay lugares gayfriendly, para swingers y familias), por la paz que se respira y el magnífico paisaje. Las autoridades son conscientes de que atrae a turistas internacionales que buscan practicar nudismo (es la primera playa naturista habilitada en Uruguay; la otra es La Sirena, en Aguas Dulces) y últimamente también a muchos uruguayos. “Hace muchos años que Chihuahua se transformó en un ícono, la primera playa naturista en Uruguay, y es una referencia a nivel internacional de una práctica que cada vez tiene más adeptos, que muchas veces se malinterpreta, pero, en general, es un ambiente familiar y un modo de vida, y por suerte en nuestro departamento está la posibilidad de pasarla bien”, asegura a Domingo Martín Laventure, director General de Turismo de la Intendencia de Maldonado.
Propuesta exclusiva para hombres gays con nudismo opcional
Entre los nueve hoteles registrados en Chihuahua figura Undarius, en calle La Rastrera, con la particularidad de que es exclusivo para hombres gays. Mario es uruguayo y vivía en Barcelona con su pareja Fran cuando decidieron asociarse y fundar este resort, 10 años atrás, y lo hicieron porque encontraron una necesidad insatisfecha. “En 2008 nos quedamos en una posada naturista en Chihuahua y sentimos que necesitábamos algo más exclusivo, y dijimos, ‘si alguna vez montamos algo lo haremos exclusivo para el público masculino gay’. Conectamos de una manera diferente y eso se ve en las relaciones que se crean entre los huéspedes”, afirma.
El nudismo no era nuevo en sus vidas, ambos lo practicaban en España. Undarius es nudista opcional en las áreas comunes, a excepción de la recepción y la cocina, por cuestiones de higiene. “Los huéspedes buscan algo distinto y conectar con la naturaleza. Es una forma de ayudar al que le cuesta y no lo haría frente a todo el mundo pero con un público reducido se anima”, comenta Mario, y añade que luego, muchos siguen practicando el nudismo. Al inicio, el 60% del público era argentino; hoy es una mezcla entre latinos, europeos, australianos y norteamericanos.
La lucha.
Si bien hoy Maldonado usa Chihuahua como vidriera para venderse al mundo, antaño la playa naturista no era aceptada. Existían muchos prejuicios alrededor de esta práctica tan arraiga en países como Alemania, donde la gente va a tomar sol a las plazas sin ropa.
La habilitación de la playa se logró en 2012, luego de un arduo proceso que llevaron adelante activistas del nudismo y naturismo. En el medio, debieron soportar insultos, agravios, denuncias y protestas de algunos vecinos intolerantes del balneario.
Carlos, que se define practicante, religioso y luchador por los derechos del nudismo y naturismo, cuenta que las denuncias en Prefectura eran tan frecuentes que terminaron haciéndose amigos del marinero, y que hasta llegó a haber gente detenida por estar desnuda en la playa.
“La Prefectura tenía un destacamento en Solanas y al pobre marinero lo mandaban caminando hasta Chihuahua. Lo veíamos venir desde lejos, con los prismáticos, y nos vestíamos todos, porque sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Lo mandaron tantas veces que se hizo amigo nuestro y cuando lo veíamos, ni nos sacábamos la ropa, ni nos pedía que nos vistiéramos. Inclusive se sacaba fotos con nosotros porque entendió que teníamos un derecho que nos estaban censurando”, relata Carlos.
Ricardo Rodal, que se mudó a Chihuahua con su esposa Marcela y sus hijos chicos 25 años atrás, recibió agresiones de personas (algunas de ellas religiosas) que golpeaban con violencia a su puerta para insultarlo. El momento crítico, asegura, fue cuando decidieron salir a la prensa a difundir.
“Hablé con el público que venía y nos pusimos de acuerdo en que había que mostrarle al Uruguay y el mundo que no había nada de malo en esto. En 2004 fue la primera vez que entraron las cámaras de televisión a la playa. Esa filmación salió al mediodía, de noche y de mañana en el noticiero y sin franjas porque fue la condición que puse: que salga sin censuras porque no estamos haciendo nada malo. Con la difusión, un montón de gente (inmobiliarias, empresarios) se empezó a oponer porque vieron que esto iba en serio: tenían la idea de que el nudismo hacía bajar el valor de la tierra y querían erradicarlo. Yo siempre fui partidario de que era un buen negocio y el tiempo me dio la razón: el balneario se desarrolló alrededor del nudismo”, revela Ricardo.
El reclamo de los vecinos y una edila
Hace 40 años que Lyliam Espinosa, edila del Frente Amplio por Canelones, compró un terreno en Pinamar y se instaló en este balneario, donde se hizo amiga de vecinos europeos con los que empezó a practicar nudismo en la playa ubicada entre el Fortín y Villa Argentina. “Hay varios lituanos y polacos que practican naturismo. Hace 60 años, cuando yo tenía 10, en Salinas Norte había un campamento de naturistas y nosotros íbamos a mirar entre los médanos a la gente desnuda”, cuenta a Revista Domingo sobre el origen del nudismo en la zona.
En 2014, la edila hizo una primera exposición en la Junta Departamental de Canelones donde solicitó que esa playa donde los vecinos practicaban naturismo hacía tiempo fuera habilitada y recomendada como atractivo por el Ministerio de Turismo. “Nunca ha habido ningún hecho donde tuviera que intervenir la Prefectura, los vecinos lo aceptan. Le daría impulso al turismo y generaría trabajo en la zona”, justifica Espinosa. El año pasado reiteró el pedido, pero tampoco tuvo suerte. El proyecto sigue estancado, a pesar de que varios vecinos han enviado cartas y correos electrónicos a la Junta reclamando una resolución, preguntando si hay novedades, o pidiendo explicaciones ante la negativa.
“Me han respondido que primero había que hacer una georreferenciación de dónde estaba en los mapas, y eso ya se hizo. La última noticia que tuve fue que no había caseta de guardavidas para esa zona. Nunca hubo porque la mayoría no va a bañarse, va a tomar sol”, explica. Y añade: “Lo único que yo pedía era que fuera señalizada la zona con un cartel grande en la ruta que dijera ‘playa naturista’”. Comenta, además, que nadie del Frente Amplio le ha dicho que se opone. “Incluso teníamos una directora que le había puesto nombre. Le íbamos a llamar El Águila (porque está cerca) pero a mí me dicen la Perla, porque vivo en la playa, y ella me dijo ‘le vamos a poner la Perla del Águila”, comenta. Hay, incluso, una petición hecha en la plataforma change.org con el fin de que El Fortín sea nudista que supera las 1.800 firmas. La edila adelanta que una vez finalizado el receso, su plan es volver a tratar el tema en la Comisión de Medio Ambiente, que ella integra.
La gloria.
Chihuahua ha crecido y se percibe en la cantidad de gente que decidió invertir en terrenos y construir casas para radicarse en esta zona fernandina en búsqueda de naturismo y paz. También aumentaron los servicios disponibles: hay almacenes, oferta hotelera y gastronómica. Desde la intendencia opinan que el lugar tiene potencial de sobra para seguir avanzando.
“Chihuahua es una de las zonas que más viene creciendo porque, aparte, es espectacular desde el punto de vista de su naturaleza”, reconoce Laventure. “La intendencia se ha preocupado en mejorar la infraestructura en lo que respecta a calles y servicios, acompañando el crecimiento de la demanda privada”, indica sobre la franja costera, que va de Piriápolis a la entrada de Punta del Este.
A pesar de que en un momento se negó la solicitud de extender el espacio habilitado para el nudismo (hoy son casi 2 kilómetros), Laventure señala que no se descarta analizarlo a futuro.
Carlos, por su parte, está convencido de que el auge de Chihuahua se debe, en buena medida, al “empujón” que le dio Pedro Bordaberry, en el año 2000, cuando era ministro de Turismo, con el solo hecho de mencionar la playa en una gira turística en Buenos Aires, previo al inicio de la temporada: “Nombró a la playa como un polo turístico y empezó a explotar”, indica a Domingo.
Militancia desde redes sociales
Existe un grupo privado en Facebook llamado ‘Nudismo en Uruguay’, compuesto por más de 550 miembros, donde se intercambia información sobre esta práctica y se asesora sobre playas en Uruguay donde se puede practicar nudismo, aunque no estén habilitadas. Algunas son: Miramar y Punta Espinillo (Montevideo), Fortín de Santa Rosa y Médanos del Pinar (Canelones). Uno de los integrantes del grupo, que prefirió no revelar su nombre, dice a Domingo que en Uruguay hay mucho tabú frente a este tema por ser un país conservador y de gente mayor, donde se asocia el nudismo con el sexo, con prácticas inmorales o degeneradas. “A los políticos y jerarcas no les interesa porque no da votos ni dinero, así que no es algo que recibirá apoyo del Estado o difusión alguna”, denuncia. A su criterio no prima la razón ni los beneficios que conlleva (mejora la autoestima y aceptación corporal) sino la moral y la costumbre cultural. Y añade: “El nudismo no requiere inversiones de dinero, ni infraestructura, ni cobro de impuestos, es solo tomar la decisión de habilitar más espacios”.
Camino de ida
Ricardo Rodal asegura que cuarto siglo atrás, cuando se mudó con su familia a Chihuahua y en 2001 decidió crear El Refugio (primer hotel naturista del balneario), hablar de nudismo era tabú. “Era todo medio prohibido, nadie hacía pública su preferencia por el nudismo, sobre todo los uruguayos, venían pero no le contaban a a nadie. Todo era a escondidas”, dice.
Las nuevas generaciones han pegado un salto al dejar de ocultar la práctica, porque no les preocupa que otros se enteren. “Te diría que está de moda. Ahora voy a Chihuahua y está bien”, comenta. Eso sí, los uruguayos, fieles a su estilo más pacato, fueron los últimos en ir a conocer El Refugio, aunque ahora son huéspedes asiduos. “Están viniendo; podemos decir que el nudismo se instaló en Uruguay, pero tardaron. Fue progresivo pero se pusieron las pilas y vienen a Chihuahua y al Refugio”, afirma.
Carlos está convencido de que una vez que probás el sol, la arena y el agua en tu cuerpo directo no querés ponerte un traje de baño nunca más. En una época, incluso, organizaba reuniones entre amigos nudistas y la consigna era ir sin ropa. “No traía nada aparejado de otro tipo, solo social, compartir un rato agradable tomando y comiendo. El único tema era la higiene: había que sentarse arriba del sillón con una tela”, cuenta.
Adoptó esta práctica como una filosofía de vida al punto de solo vacacionar en destinos que tienen playas nudistas. “Hemos ido a Brasil, Grecia, España, y muchas veces repetimos porque sabemos que tenemos esas playas y estamos cómodos”, cuenta Anny, esposa de Carlos. Ella descubrió el nudismo 13 veranos atrás, cuando lo conoció a él, empezó a practicarlo para acompañarlo y terminó adoptándolo como estilo de vida.
“Al mes que nos conocimos él me contó que iba a una playa nudista (creo que la propuesta venía porque si no compartía ese estilo de vida lo nuestro no iba a funcionar). Yo disfrutaba con él y dije ‘¿por qué no?’ Me adapté rápido. Inclusive él me aclaró que su círculo de amigos eran de la playa y, que así como los iba a ver en otros momentos, también iba a compartir con ellos el nudismo y no me costó para nada”, confiesa Anny.
Al principio, dice, empezó de forma tímida, y solo hacía topless, pero a la tercera ida a Chihuahua se sacó el bikini por completo y descubrió la belleza de bañarse en el mar desnuda. Y relata entre risas que se empezó a “enviciar con el bronceado sin marcas”.
Desde el día uno se lo contó a su familia y también lo habla sin tapujos en su lugar de trabajo. Pero reconoce que tiene amigos a los que les incomoda decir que van a Chihuahua y prefieren reservárselo.
“Hay gente que no se permite comentarlo porque tienen miedo de lo que pueda pensar el otro, pero los tabúes se crean en la cabeza. Vivir el nudismo es algo natural, ni siquiera en la playa estás mirando cuerpos específicamente”, opina Anny. Y comenta que Chihuahua es la playa de Punta del Este donde se ven cuerpos más reales: “Eso te hace sentir cómoda y te alienta”.
Cuando a Ricardo le preguntan por qué el nudismo, él contesta: “¿Por qué usar un pedazo de tela en una playa, donde hace calor y estás más cómodo desnudo?” Considera que se criminaliza el nudismo y es lo natural.
“No tiene nada que ver con lo sexual. Es lo más asexuado, si se quiere, porque no se busca provocar. Una persona desnuda está ahí, como es, sin aditivos; capaz que una tanga que no cubre nada es más provocativa que no usar nada”, aclara.
Arena con toda la onda europea
Agustín Etchegoimberry es uruguayo, vivía en Londres con su novio sudafricano y cuando lo trajo a conocer Uruguay quedó tan deslumbrado con Chihuahua que terminaron comprando un terreno y pasaron la pandemia allí. “Es la playa más liberal y europea que hay en Sudamérica”, opina Agustín. Dice que el parador que había antes era muy rústico, quiso ofrecer más infraestructura y servicios a los clientes, así que se presentó a la licitación, la ganó y en 2022 inauguró Chicho. La diferencia con otros paradores es que la cocina abre de 12:00 a 22:00 con todo el menú disponible. La primera quincena de enero fue un éxito: hacían 300 cubiertos por día. En Chicho está permitido sentarse y comer sin ropa. Hay cero prejuicio, nadie te mira y se respira buena onda. “Se convirtió en un club social, vienen a ver la puesta del sol, a escuchar música, a tomar un trago y charlar. De jueves a domingos hay DJ al sunset y los últimos días se ha armado baile”, comenta.