Impulsado por la curiosidad y el amor al coleccionismo, Pablo Etchegaray (67) fundó en 1996 el Museo del Mar, en La Barra, Maldonado. Con unos 2.300 metros cuadrados divididos en cuatro grandes salas, en el local se encuentra una variada colección de especies marinas, objetos antiguos, textos e imágenes que narran la historia de los piratas, bucaneros y corsarios, y una sala que reproduce las profundidades del mar.

Con el tiempo, fue expandiendo el espacio y sumando nuevas piezas y colecciones que terminaron por conformar el Museo de los Balnearios, que cuenta la historia de estos lugares en Uruguay a través de fotos y anécdotas; también el Museo de los Recuerdos, que reúne colecciones de objetos antiguos; y el Insectario, que tiene el acervo de insectos más grande del país, con 38.000 ejemplares. Ahora, y tras cinco años de mucho trabajo, Etchegaray empieza a mostrar al público un nuevo lugar de culto a la historia, pero esta vez, de los libros.

“Empecé juntando colecciones que me interesaban por las tapas llamativas, las ilustraciones y las distintas temáticas en diferentes países e idiomas”, dice el fundador y director del museo en diálogo con Domingo.

“Es importante que el público sepa que este no es un lugar donde se pueden agarrar los libro para leer. No es una biblioteca, ni una librería, ni son solamente libros sobre el mar, porque al estar junto al Museo del Mar, la gente lo confunde”, advierte sobre el espacio con largos pasillos, donde los ejemplares se encuentran protegidos por vidrios y ordenados por secciones como ciencia ficción, astronomía, extraterrestres, astrología, historia de las culturas, de los genocidios y masacres, del espionaje, de países como España, Francia, Gran Bretaña y Brasil y muchas otras temáticas. Además, una de las últimas secciones incorporadas está dedicada solamente a títulos y tapas exóticas.

Foto: Ricardo Figueiredo

Otro punto importante sobre el nuevo museo es que no se propone contar la historia de cómo surgió y evolucionó el libro, este objeto que nació hace cinco milenios con el descubrimiento del papiro por los egipcios. Más bien lo que cuenta el Museo del Libro son distintas historias a través de los más de 12.000 ejemplares que alberga.

“Lo que hay acá son colecciones antiguas, rarezas que me costaron mucho conseguir. Inclusive, prácticamente la gente no las va a ver en ninguna otra parte del mundo. De repente, yo te muestro una colección de hace, por ejemplo, 120 años, que no es tan antigua, pero de esa colección podés quizás conseguir un solo libro en Buenos Aires, pero uno solo, y acá se muestra la colección completa”, detalla quien también es un aficionado a la lectura y construyó el espacio con la intención de dar a conocer escritores que pasaron a la historia. No es casualidad que una de las secciones tenga más de mil biografías de dramaturgos, novelistas, cuentistas, poetas y filósofos de todos los continentes.

Tras casi tres décadas de la apertura del primer museo que emprendió en el Este, Etchegaray percibe que la visión de los uruguayos respecto a estos lugares ha cambiado.

“Acá estaba el concepto de que el museo tenía que ser gratis y de no visitarlo casi nunca porque era siempre lo mismo y era aburrido. Por suerte, este pensamiento evolucionó”, afirma. Y reflexiona: “La gente que dice que no vuelve a un museo porque ya lo visitó es como que diga que no vuelve al cine porque ya fue a ver una película (se ríe)”.

Es así, con una percepción de los museos como lugares vivos, que se renuevan y siguen en permanente construcción, que el director del Museo del Libro piensa en seguir invirtiendo tiempo y dedicación a estos espacios.

“Para mí, la idea de hacer una visita a un museo es que te vayas sabiendo cosas nuevas. Si vos entraste y saliste sabiendo exactamente lo mismo, no te sirvió. En mi opinión, ir al museo tiene que servirte en cultura, en ciencia, en cuidado al medio ambiente, en conocimientos sobre la historia. Y veo que la mentalidad del público uruguayo mejoró mucho en ese sentido”, considera.

Foto: Ricardo Figueiredo

De momento, el Museo del Libro se abrirá a los visitantes solamente en fechas especiales, como lo fue el último fin de semana de Patrimonio. Eso se debe a que el espacio sigue en construcción —tiene lista la primera de tres partes— y se están realizando pruebas para sondear el interés del público sobre distintos temas para sus nuevas secciones. Por otro lado, la apertura se hace estratégicamente en días con mucho movimiento, porque el costo de mantenimiento del espacio, que contiene 400 lámparas y 20 deshumidificadores, es alto. “Estamos probando, viendo la reacción de la gente, porque es un trabajo único. No lo saqué de ningún otro lado, es algo bastante particular”, dice el director.

Para que el público sepa cuándo puede visitarlo, se recomienda escribir a la página del Museo del Mar (@museodelmar.uy) o llamar al 42771817.

“La idea es que el museo se vaya renovando constantemente, que cada vez que la gente venga, diga ‘uy, había una cantidad de cosas nuevas’. De hecho, ha pasado que mucha gente regresa una y otra vez porque con solo una visita no alcanzan a ver los cinco museos, siempre queda algo pendiente y, además, no se puede retener todo en tan poco tiempo, tendrían que estar una semana recorriendo los pasillos”, bromea Etchegaray, el creador de, ahora, cinco museos en el Este y alguien motivado por la curiosidad y la posibilidad de compartir con otros piezas únicas. Esta vez, eligió para acercar a la gente esto que en las palabras del filósofo español Emilio Lledó es “un recipiente donde reposa el tiempo”.

Libros, fauna marina y mucho por explorar

En este momento, el Museo del Libro posee aproximadamente 12.000 ejemplares. Su fundador estima que cuando todas las partes estén armadas, tendrá alrededor de 40.000 libros de los más variados temas. Para que el lector se haga una idea, Etchegaray cuenta que tiene cinco contenedores cerrados con libros que aún no han sido seleccionados.

Para quienes tengan interés en visitarlo, la entrada al Museo del Libro estará incluida en el ticket de entrada del Museo del Mar (ubicado en Romildo Risso, 20001, La Barra; y abierto todos los días de 10:30 a 17:30), cuesta 300 pesos e incluye el ingreso al Insectario, el Museo de los Recuerdos y el Museo de los Balnearios.

Foto: Archivo