El rabino que pudo ser una estrella de Peñarol lleva su método para curar la ansiedad al cine

Gabriel Benayon es uruguayo, se curó a sí mismo la ansiedad y el pánico y usó esa técnica para ayudar a otros. Escribió un libro y ahora estrena un documental titulado "De mi ansiedad a tu felicidad"

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El rabino Gabriel Benayon es uruguayo, tiene 43 años y vive en Miami.
El rabino Gabriel Benayon es uruguayo, tiene 43 años y vive en Miami.

Se lo conoce como un rabino poco ortodoxo porque no elige enseñar desde los libros, la teoría o la perfección, sino desde sus sombras y sufrimientos. Gabriel Benayon fue víctima de ansiedad 23 años atrás a raíz de un triste episodio familiar (más adelante ahondaremos en él), encontró la cura de forma fortuita y entendió que su misión en la vida era ayudar a otros a luchar contra este flagelo devenido en pandemia mundial.

“No creo que encuentres un líder religioso en el mundo que enseñe desde su propia experiencia. El receptor dice ‘a este lo quiero escuchar porque se presenta de forma súper diferente, se está bajando del pedestal’”, comenta Benayon a Domingo.

Desarrolló su técnica de forma paulatina y los propios pacientes lo ayudaron a redondearla: a medida que les curaba los ataques de pánico y la ansiedad, se convertían en sus maestros. Lleva 20 años aplicando este método y ha ayudado a cientos, entre ellos jugadores de fútbol -es motivador del CAI La Chorrera de Panamá hace cuatro años y desde entonces salieron campeones dos veces- y políticos -“José Domingo Arias, el presidente casi electo de Panamá que terminó yendo a la cárcel por algo que no hizo, tenía ataques de pánico y acudí a ayudarlo”, repasa-.

Primero escribió el libro De mi ansiedad a tu felicidad para comunicar al mundo la existencia de esta herramienta con poder sanador y ahora presenta un documental con el mismo nombre con el fin de masificar el mensaje. Lo exhibió en Panamá ante 400 personas, luego en Buenos Aires con una función a beneficio y su meta es proyectarlo aquí: “El deseo más grande que tengo siendo uruguayo es poder estrenarlo allá. Estamos hablando con algunas fundaciones para tratar de lograrlo”, confiesa el rabino radicado en Miami.

Casi futbolista

Nació hace 44 años en Montevideo, estudió en el colegio Ariel, jugó al baby fútbol en el Intermezzo Pocitos y pudo haber sido una promesa de Peñarol. Un dirigente aurinegro amigo de su padre lo vio atajar cuando tenía 13 años y fue categórico: ‘Tiene que ir a Peñarol’. Estuvo a punto de probarse en Los Aromos pero su padre le truncó la carrera. “Yo estaba emocionadísimo, soy fanático de Peñarol, lloraba cuando perdía, pero mi papá me dijo ‘no te voy a dejar’. Me enojé mucho y por una semana no le hablé”, cuenta. Y aunque no se detiene a pensar en lo que no fue, sabe que su vida sería opuesta a lo que es hoy.

La historia lo llevó por otro lado. Además del fútbol, disfrutaba de participar en actividades sociales en la escuela, de visitar enfermos y tenía muy desarrollada la empatía. “Si otra persona se ponía a llorar, me dolía y sufría”, acota. Era un niño sensible y profundo y la invitación a una boda con 15 años signó su vida para siempre.

En ese casamiento vio una danza típica de la comunidad jasídica por la que bailan hombres por un lado y mujeres por otro y sintió algo especial. “Dije ‘tengo que entender qué comen estos, qué estudian, que viven para poder expresar una alegría tan genuina y auténtica’. Al otro día empecé a estudiar e involucrarme y me di cuenta de que había un tesoro espiritual muy profundo allí que satisfacía las necesidades y las preguntas que yo tenía”, expresa.

Fue un despertar y con 16 años tomó la decisión de ser rabino. Y, al igual que su hermano había hecho tres meses antes, se mudó a Buenos Aires para estudiar en el seminario rabínico Lubavitch. “Conecté mi personalidad sensible con todas las herramientas de la religión, que te obliga a salir de vos mismo y ayudar a otros, y fue el combo perfecto”, asegura.

La cura

Gabriel Benayon
Gabriel Benayon

Nunca había sufrido ataques de pánico hasta los 20 años. Sucedió apenas supo que su hermana Sabrina tenía un bulto en la garganta: “En seguida me di cuenta de que era un tumor y hasta que la operaron no dejé de tener pensamientos catastróficos: la pérdida, que mis padres iban a sufrir”, cuenta. Con ellos aparecieron los síntomas -palpitaciones, insomnio, visión borrosa, falta de apetito- y se preguntó ‘¿me estoy volviendo loco?’

Siguió el consejo de un amigo de su padre y se hizo un análisis para revisar su tiroides. La endocrinóloga dijo ‘bingo, la tiroides está funcionando mal’. Empezó a tomar la T4, dejó de preocuparse porque tenía un diagnóstico, espantó los pensamientos negativos y al mes se sintió espectacular.

Al tiempo se puso de novio, se comprometió y decidió volver a hacerse un chequeo: “El doctor que me revisa en Panamá me pide los exámenes de Uruguay y me dice ‘nunca tuviste un problema de tiroides’. Me enojé con él y le dije ‘gracias a la pastilla me curé los ataques de pánico’. ‘Fue tu cabeza, el efecto placebo’, me explicó. Y era como que Dios me estaba diciendo: ‘Sufriste duro, te curaste muy fácil con tu cabeza y descubriste un método sin querer para poder ayudar a la gente. Esa es tu misión en la vida”, recrea la escena.

El Método Benayon mezcla elementos de la religión con herramientas de la terapia cognitivo conductual -el rabino tiene un diploma en esta materia- y se basa en la razón: “No es milagro. Trato de que la persona entienda que todo lo que está haciendo para desarraigarse de la ansiedad es lo que la está retroalimentando”, explica.

El documental recoge el testimonio del rabino y otros que han superado el pánico y la ansiedad gracias a esta técnica. Es también una invitación a hablar de salud mental. “Para Uruguay, que tenemos tasas de ansiedad y de depresión tan fuertes, hay que tratar de buscar métodos para que la gente se abra y entienda que la vulnerabilidad es fortaleza y no debilidad”, indica. Y augura una gran repercusión para el filme: “Hoy publicás un reel y podés impactar positivamente en muchas personas, imagino que con una película pueden ocurrir grandes milagros”.

Las claves del Método Benayon

Lo primero que el rabino le dice a quienes lo buscan para sanar es: ‘Si sufriste ansiedad es porque sos un alma sensible y empática’. “Siempre se creyó que la vulnerabilidad es sinónimo de debilidad y yo planteo lo contrario, que es sinónimo de profundidad”, afirma quien entiende la ansiedad como un tesoro oculto a comprender y no como una maldición. Por regla, no da más de 10 sesiones a sus pacientes: en cinco se aprende todo lo necesario para combatir la enfermedad y en las restantes se reafirma la técnica. “No quiero que nadie se quede conmigo porque soy un soporte, quiero que salgan adelante. Una vez que la persona empieza a poner en práctica las técnicas, en tres semanas cambia la página”, asegura.

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