El surrealismo de Albacete

De Alcalá del Júcar a la cinematográfica Ayna pasando por edificacaciones medievales: ocho sitios imperdibles de esta magnífica provincia española.

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Albacete

Siempre pensé que el humor es una buena manera de que los humildes y sin mucho presupuesto ganen a los Goliats de la industria. Por eso, si me tengo que quedar con un mensaje de los miles que vi estos días en la feria internacional del turismo que se celebró en Madrid y en la que participaron unos 8.500 destinos y empresas, me quedo con el de una provincia que nunca juega la Champions del turismo, pero que se ha inventado una campaña de lo más original: Albacete, que no es poco. El mensaje hace referencia a la película de José Luis Cuerda Amanece que no es poco (1989), rodada en dos pueblos de la provincia de Albacete (Ayna y Liétor) y convertida en filme de culto para los amantes del humor surrealista. Y está dentro de una campaña mayor ideada en torno al cine por Turismo de Castilla-La Mancha en la que cada una de las cinco provincias castellanomanchegas tiene una referencia cinematográfica. Las otras cuatro son: Memorias de Ciudad Real (donde el parque nacional de Cabañeros es el Serengueti español); Jurassic Cuenca (un guiño a los yacimientos paleontológicos de la provincia); Bajo el cielo de Guadalajara (considerada La Toscana española) y Vacaciones en Toledo.

Pero, ¿qué tiene para ver Albacete? Mucho. Además de un paseo por la capital, donde hay que ir de compras por la calle Ancha, tapear en La Zona (calles de Concepción y Tejares), admirar el Pasaje de Lodares y visitar la catedral y el museo de la Cuchillería, la provincia tiene un montón de encantos. Les dejo mis favoritos.

Nacimiento del río Mundo. Los nacimientos de los ríos suelen ser lugares poco espectaculares, pero no el de este afluente del Segura, ubicado en la sierra de Alcaraz. Después de recorrer uno de los sistemas cavernarios más importantes de España, las aguas filtradas por el parque natural de Los Calares salen a superficie a través de una gigantesca gruta de 25 metros de diámetro abierta en medio de un circo de piedra cortado a pico, formando una catarata de 82 metros de altura que se estrella contra las rocas y crea un escenario de pozas y resaltes de extraordinaria belleza. La caída vaporiza el agua, sumiendo el lugar en una fina y constante lluvia que ayuda a mantener las paredes cubiertas de musgos y líquenes a la vez que facilita el crecimiento de numerosas especies de árboles. Se le conoce como Los Chorros del río Mundo, una estampa que rompe ese tópico de La Mancha como tierra de horizontes planos y llanuras cerealistas.

Riópar. La capital de la cabecera del valle del Mundo la conforman dos poblaciones. El Riópar viejo se ve arriba, encaramado a un cerro cercano y tan escondido que cuesta distinguir desde la carretera un ápice de sus murallas, su iglesia o sus caserones. Era el núcleo original, pero cuando en el siglo XVIII se abrió una fábrica de bronces abajo, en la llanura, los pobladores se fueron a trabajar y a vivir a esa zona más cómoda. El pueblo llegó a quedar casi deshabitado. Pero el turismo rural y las segundas residencias lo han recuperado y vuelve a tener mucho encanto. Abajo, en el Riópar moderno hay hoteles, restaurantes y más servicios.

Alcalá del Júcar. Para muchos, es el pueblo más bonito de la provincia de Albacete. Hay que dejar el coche al otro lado del puente que salva el Júcar y adentrarse a pie en una de esas ciudades laberínticas que ha sabido conservar su legado histórico y sobre todo, su urbanismo medieval. Alcalá no es lugar de grandes monumentos ni de edificios singulares. Todo lo contrario. Su encanto radica en lo sencillo, en lo popular. En su estampa encaramada sobre la hoz del río Júcar, en uno de los rincones más puros y más desconocidos de la comarca de La Manchela. Tiene restos de un castillo de origen árabe, una iglesia barroca, como tantos otros. Sus habitantes siempre vivieron de la agricultura, pero el turismo rural ha transformado el pueblo. Encontrarás muchas actividades al aire libre en torno a los ríos Júcar y Cabriel, que pasan por el municipio.

Alcaraz y Ayna. Esta pequeña localidad es inconfundible: dos altas torres que compiten por alcanzar las nubes se sobreponen a un mar de tejas. Alcaraz asienta sus cimientos en lo alto del cerro de San Cristóbal, donde despliega un amplio conjunto histórico, digno de ser visitado con mucha calma. El punto más bonito es la monumental plaza Mayor. Es aquí donde dos torres de estilo renacentista -una perteneciente a la iglesia de la Santísima Trinidad y Santa María, y otra a la Torre del Tardón- ponen la guinda a un conjunto de edificios históricos tan interesantes como el Ayuntamiento o la Lonja del Corregidor. Ayna es el pueblo donde se rodó la mayor parte de la surrealista Amanece, que no es poco. Una Vespa roja con sidecar, como la que conducía Antonio Resines en la película, da la bienvenida desde un mirador al entrar al casco urbano. Arquitectónicamente, Ayna no es gran cosa, pero está llena de recuerdos y homenajes a la película. Hay un museo donde se conservan recuerdos del rodaje y docenas de paneles explicativos repartidos por los rincones del pueblo donde se rodaron las escenas más famosas. Forman parte de la Ruta Amanecista, que atrae a miles de fans hasta Ayna.

Almansa. Es uno de los grandes núcleos urbanos de Albacete. Y tiene uno de los castillos más bellos de la región, una gran mole rocosa que se domina el horizonte. Es de origen almohade, época de la que quedan muros y tapiales, y su elemento más reseñable es la torre del Homenaje con su escalera de caracol; una de las grandes obras del gótico manchego. Está abierto al público, y la información se puede encontrar en la oficina de turismo, junto al castillo.

Yeste y el valle del río Segura. Yeste es la capital de la zona albaceteña de la sierra del Segura. Además de su interesante casco monumental, tiene el atractivo de ser el punto de entrada a una de las zonas más remotas y desconocidas de la comunidad castellanomanchega: la cuenca alta del río Segura, que comparte con la provincia de Jaén. Una comarca de pinares y roquedos con pequeñas aldeas y rincones maravillosos para los amantes del senderismo y la naturaleza como los valles del Zumeta y el Tus -dos afluentes del Segura-, las Juntas de Miller o el embalse de Anchuricas.

(Paco Nadal - El País de España)

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