¿Dónde se encuentran el arte y la ciencia?

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Científico trabajando en un laboratorio. Foto: Archivo El País

CULTURA

El libro Mirar la mente propone un diálogo entre científicos y artistas de distintas ramas para abordar temas que tienen que ver con el cerebro: desde el sueño hasta la memoria.

En la foto se ve esto: al artista Alfredo Ghierra, vestido de negro sentado al borde de una silla con un almohadón turquesa, con los antebrazos cruzados sobre una mesa y, frente a él, al otro lado de esa mesa ovalada y blanca, a la científica Luciana Benedetto, doctora en biología e investigadora del sueño, con una remera gris y las piernas cruzadas. Hay, también, un mueble de madera, una lámpara, algunos cuadros, unas tazas blancas, algo servido sobre una tabla de madera y un piso como un tablero de ajedrez.

La imagen es parte del libro Mirar la mente. Científicos y artistas uruguayos se asoman juntos al más misterioso de los procesos. Está en la página 45 y dos páginas antes, en la 42, el título dice: Sueños y motivos. Un poco más abajo, con una letra más pequeña, aclara: Casa de Alfredo Ghierra, agosto de 2018.

Lo que sigue es una conversación de 12 páginas entre el artista y la científica alrededor de los sueños en la que Ghierra dice cosas como esta: “Yo convivo con gatos (…) que podríamos decir que son unos cuadrúpedos peludos y noto que, entre otras cosas, sueñan. Uno los ve soñar. Y el día que yo vi que mi gato soñaba, me vino una emoción tan profunda, me sentí increíblemente cerca de él, me sentí que era un infame al considerarme su dueño (…) Me sentí horrorizado. Y a la vez feliz también de compartir la vida con un ser tan elevado, porque para mí el mundo de los sueños es de un nivel de sofisticación y de importancia absolutamente fundamental en mi vida”. Y Benedetto cosas como esta: “Lo poco que sé, desde la perspectiva científica es que (el sueño) tiene mucho contenido remanente del día, de las preocupaciones que la persona atraviesa”.

¿Qué hacen una científica y un artista conversando sobre el sueño sentados en los extremos de una mesa ovalada y blanca? ¿O qué hacen, por ejemplo, unas páginas más adelante, una neurocientífica y una bailarina en un laboratorio de la Facultad de Medicina hablando sobre el sonido y el color? ¿O, más adelante, un doctor en medicina y una fotógrafa intercambiando sobre el acto de ver y el de mirar?

Quizás hay una respuesta que los une a todos: creando sentido, reflexionando, comunicando.

De eso se trata este libro editado por Estuario y el Centro de Artes y Ciencias (GEN), que nació de una idea de las neurocientíficas Paula Pouso y Ana Silva y tiene, además de la suya, la curaduría de Pablo Casacuberta, artista al frente de GEN.

Paula Pouso, neurocientífica
Paula Pouso, neurocientífica. Foto: Tali Kimelman

Así, cada capítulo del libro consta del diálogo sobre algún proceso de la mente que sale del encuentro de un científico o científica y un artista. Además de Ghierra y Benedetto, están: Álvaro Cabana y Magela Ferrero sobre el lenguaje, Paula Pouso y Andrea Arobba sobre el sonido y el color, Matilde Campodónico y Leonel Gómez sobre ver y mirar, Patricia Cassina y Gustavo Genta sobre estructura y movimiento, Flavio Zolessi y Fernando Foglino sobre memoria y monumento, José Prieto y Rita Fischer sobre química y representación y Ana Silva y Matías Paparamborda sobre luz y tiempo.

En todos los casos hay una fotografía de ese encuentro, tomada por Casacuberta y, además, el libro está acompañado por retratos de todos los participantes, realizados por Tali Kimelman.

Dos mundos

Todo empezó en 2016, dice Paula Pouso, cuando ella y Ana Silva hicieron una muestra fotográfica en el Centro de Fotografía de Montevideo denominada Historia de los misterios de la mente. Las dos son neurocientíficas y a las dos, por distintos motivos, les interesa el arte: las distintas formas del arte.

Cuando terminó la muestra acordaron en que querían seguir investigando en esa línea: en cómo el arte y la neurociencia no son materias completamente separadas y antagónicas, en cómo pueden convivir e incluso complementarse.

Así fue como llegaron con la idea de hacer un libro al GEN y como desde allí, con Casacuberta a la cabeza, empezaron a darle forma.

Pero, ¿por qué unir a la neurociencia y al arte? O mejor: ¿por qué utilizar al arte para comunicar a la ciencia?

“Primero porque pensamos que hay una idea general que tiene la comunidad de que arte y ciencia son como polos opuestos: que el científico es estricto y riguroso, y el artista es relajado e indisciplinado”, dice Pouso. “Y en realidad tenemos muchos puntos en común: tanto en el arte como en la neurociencia o en la ciencia en general somos rigurosos, somos disciplinados, tenemos un proyecto, investigamos sobre el tema y después lo comunicamos. La diferencia es que nosotros básicamente lo comunicamos más hacia nuestra propia comunidad (aunque ahora también desarrollamos mucho la parte de la divulgación científica) y los artistas generan una obra en la cual van a comunicar un mensaje a la sociedad. Hay mucho más en común de lo que la gente piensa. Y el libro un poco trata de mostrar eso, que no son polos opuestos, que se pueden complementar”.

Ana Silva, neurocientífica
Ana Silva, neurocientífica. Foto: Tali Kimelman.

Mirar la mente se trata, entonces, justamente de eso: de viajar a través de diálogos entre neurocientíficos y artistas de distintas disciplinas reflexionando sobre temas de la neurociencia que atraviesan a la vida diaria pero abordados desde la reflexión a través del intercambio.

En el prólogo escrito por Pouso y Silva, las neurocientíficas dicen: “Artistas y científicos intuyen, sienten, interpretan, explican. Ambos exploran la frontera, ambos curiosean los confines del misterio y ambos ceden con modestia el paso cuando el límite los enfrenta al lado desconocido. Buscamos cruzar esas líneas divisorias; brindar al público la oportunidad de apreciar el cerebro visto con los ojos de la ciencia y del arte como principal motivación. Así, exponemos la belleza de algunos misterios del cerebro develados a partir de investigaciones de científicos uruguayos. También convocamos a aquellos artistas uruguayos que, con diversas miradas, encontraron inspiración en las neurociencias”.

En Mirar la mente hay dos mundos que se unen y que se funden sin perderse uno en el otro. En este libro la ciencia es parte de la cultura de la misma forma en la que deberíamos entenderla todos los días: “En la pandemia quedó en evidencia la importancia social que tiene la ciencia, en todo el mundo pero también en Uruguay”, dice Pouso. “Es importante que la comunidad pueda entender fácilmente elconocimiento científico, que sepa qué estamos haciendo y por qué es importante para la sociedad”.

Al final, más allá de todo lo que se cuenta, de las entrevistas, los diálogos y los registros fotográficos, lo que queda es eso: la idea de que el arte y la ciencia se encuentran en más lugares de los que vemos, en más formas de las que pensamos.

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