En tiempos en los que la ONU es cuestionada por sus propios miembros (Argentina, El Salvador, Perú, etcétera) por no aportar soluciones a los conflictos entre países; en los que todas las naciones americanas se ven afectadas por las oleadas migratorias y en los que la principal potencia del mundo ha puesto precio a la cabeza de Nicolás Maduro, para muchos la posibilidad del derrocamiento del régimen venezolano se centra en un mercenario estadounidense. Su nombre es Erik Prince, un exmilitar y fundador del ejército privado más grande el mundo, Blackwater (luego rebautizado como Academi tras verse involucrado en una matanza de 17 civiles en Bagdad en 2007).
Mientras la dictadura de Nicolás Maduro sigue sin mostrar las actas que -según el Consejo Nacional Electoral - lo dieron como ganador en la elección del 28 de julio, y mientras continúan las detenciones arbitrarias y las torturas a presos políticos en el país caribeño, un misterioso movimiento iniciado en las redes sociales a comienzos de setiembre trajo algo de esperanza a los venezolanos. Se trata de Ya Casi Venezuela, una campaña que promete terminar con el gobierno de Maduro. “El principio del final está cerca. Los venezolanos seremos testigos y protagonistas de la caída del régimen”, puede leerse en la página yacasivenezuela.com.
Más allá de lo que en una primera lectura podría interpretarse como una campaña de buenas intenciones -una más-, algo diferencia a Ya Casi Venezuela de las otras: cuenta con el respaldo de Erik Prince, cuyos servicios han sido requeridos por el gobierno de su país para campañas militares en Afganistán y otras zonas de conflicto. Para explicarlo sin eufemismos: existe una posibilidad de que Academi, por una buena suma de dinero, haga una incursión en Venezuela y capture a Maduro y a sus principales acólitos. O que ese operativo se haga desde dentro, orquestado por Prince, con colaboración (remunerada seguramente) de los propios militares venezolanos que -al igual que el 70% de la población- no comulgan con el chavismo.
Cuando se piensa en la posibilidad de una incursión de Academi en territorio venezolano inmediatamente viene a la memoria el operativo en el que Estados Unidos movilizó a 26.000 soldados en 1990 para invadir Panamá y capturar al “hombre fuerte” del país, Manuel Noriega, quien al igual que Maduro y el número dos de la dictadura venezolana, Diosdado Cabello, estaba acusado de narcotráfico. En este caso, se trataría de una iniciativa privada, aunque con la connivencia del gobierno estadounidense.
En sus redes y en su portal web, Ya Casi Venezuela puso una enigmática cuenta regresiva que terminaba la noche del lunes 16 de septiembre. Era de suponer que algo importante podría ocurrir ese día en Venezuela, al punto que incluso el dictador y su cúpula -que se rumorea no duermen nada bien desde que perpetraron el fraude electoral y se granjearon la antipatía de casi todo el planeta- tomaron sus recaudos. Sin embargo, lo único que sucedió fue el anuncio de una campaña global de recolección de dinero para cumplir un objetivo incierto. “Venezuela, votaste el 28 de julio por la libertad. Ahora, llegó la hora de votar con dólares. La democracia prevalecerá. Estamos a punto de llegar”, dijo Prince en un video que rápidamente se volvió viral.
Para muchos fue una desilusión, pero está claro que para movilizar a un ejército de mercenarios se necesitan muchos -muchísimos- millones de dólares.
Los dólares “están”
Lo que sí llama la atención de Ya Casi Venezuela es que se puso una meta de US$ 10 millones y que celebró cuando pasó el primer millón recaudado, tomando en cuenta que el operativo militar (sobre todo por el pago de recompensas) sería mucho más oneroso. A esto se suma también que Prince tienen vínculos con el multimillonario Elon Musk (para quien esa suma de dinero es un cambio chico), un acérrimo opositor al régimen de Maduro, así como con distintos líderes políticos y mandatarios como el salvadoreño Nayib Bukele, con quien se reunió recientemente. Y que el exmilitar promovió, por sus vínculos con la política estadounidense, elevar la recompensa por el dictador venezolano de US$ 10 a US$ 100 millones.
El mes pasado, los senadores estadounidenses Rick Scott y Marco Rubio anunciaron la introducción de un proyecto de ley para aumentar la recompensa por información que conduzca al arresto y condena del heredero de Hugo Chávez. Y esto no le costaría un centavo a los contribuyentes estadounidenses: la recompensa sería pagada por el gobierno federal utilizando bienes incautados o retenidos de Maduro y de otros funcionarios del régimen.
¿Quién es Erik Prince?
Muchos se preguntan por las motivaciones que tiene Prince y algunos creen que podrían ser políticas. El fundador de Blackwater nació en 1969 en Michigan, en el seno de una familia muy acaudalada. Su padre, Edgar Prince, fue un magnate de la industria automovilística y dueño de una compañía valorada en más de US$ 1.000 millones, heredada por Erik en 1995, cuando falleció su progenitor.
Apenas un año después, el hoy impulsor de Ya casi, Venezuela vendió la compañía por más de US$ 1.300 millones, que pronto invirtió en fundar Blackwater.
Según declaró en una entrevista que le hicieron la semana pasada (Prince no tiene mucho contacto con la prensa) en el canal de YouTube Hasta que Caiga la Tiranía (HCT), el empresario tiene “muchas preocupaciones” como para hacer un fraude con la colecta virtual global que se encuentra en marcha. Y que para él, también representa “monedas”.
Prince es dueño de un sobresaliente currículum militar, debido a haber formado parte de los cuerpos de elite de la marina de EE.UU. Y, al parecer, los contactos necesarios en Washington para hacer realidad su proyecto.
Mientras tanto, con el mundo como testigo de todo tipo de violaciones a los derechos humanos en el país caribeño, los venezolanos aguardan recuperar su libertad y dignidad.
Un negocio controvertido y rentable
Según el periódico El Confidencial, Blackwater tomó especial relevancia y fue foco de mucha controversia durante la guerra de Irak, al hacerse con multimillonarios contratos estatales y ser señalada por violaciones a los derechos humanos y crímenes de guerra. Especialmente en el caso de la masacre de Bagdad en 2007, que dejó a 17 civiles muertos durante un operativo de guerra.
Las empresas militares privadas llevan años en el punto de mira de las autoridades porque no están sujetas a las mismas reglas que los ejércitos regulares y existen vacíos legales en su funcionamiento. Según el periódico, muchos militares prefieren trabajar en ellas por los sueldos elevados -Blackwater podía pagar entre US$ 500 y US$ 1.000 al día a sus soldados dependiendo de la tarea a realizar y el lugar- y porque el equipamiento y la seguridad son notablemente mejores que en buena parte de los ejércitos del mundo.