¿Qué piensa el uruguayo promedio cuando piensa en samba? Para el músico Marcio Pena, existe en Uruguay un concepto instalado de que la música del país vecino es “cotillón, gorrito, corbata, maraca, vedette, y tres o cuatro gritando”, dice. Un concepto que, entiende, no representa la historia, la potencia, la sofisticación o el valor de este género y, por esto, trabaja para cambiarlo.
El cantante e instrumentista creó en 2022 Samba do Marcio, una de las iniciativas más curiosas relacionadas al samba en Uruguay. Desde entonces fue cobrando identidad, creció, y este 2024 dio un salto: en abril llegó al Teatro de Verano y desde julio desembarca un jueves de cada mes en La Trastienda. Y, aunque la propuesta tiene solamente dos años, esta historia se remonta a mucho antes.
Pena creció en Artigas y, como muchos fronterizos, consumió desde chico la cultura brasileña en un territorio donde los límites se desdibujan con facilidad. Creció junto a un abuelo uruguayo y una abuela brasileña, quienes al casarse hicieron un pacto: solo hablarían portugués en la casa. “Crecí conviviendo con ese portugués y con ese Brasil que iba más allá del habla, también estaba en la comida, en la televisión y las costumbres. En casa, por ejemplo, no se tomaba mate, se tomaba chimarrão. Vivía en una familia brasileña, pero del lado uruguayo”, recuerda en charla con Domingo.
Así, cuando en la adolescencia empezó a inclinarse por la música, fue natural que tuviera no solamente el gusto, sino también el oído familiarizado con el samba y el pagode. Esa familiaridad lo hizo autodidacta en el cavaquinho, instrumento de cuatro cuerdas, pariente de la guitarra.
A los 14 se metió de lleno en el carnaval artiguense y empezó un camino de profesionalización en la música. También armó algunos grupos de rock, pero, incluso ahí, estuvo la influencia de Brasil. “Tocábamos canciones del rock uruguayo y argentino, pero también músicas de Legião Urbana y Barão Vermelho”, rescata sobre dos de las principales bandas de rock del gigante norteño. De ahí que cuando Pena se mudó a Montevideo a los 19, no demoró en crear agrupaciones con otros músicos que tenían estas mismas mezclas musicales en el horizonte. Luego empezó a estudiar guitarra clásica en la Facultad de Música de la Udelar, lo que aportó técnica a una experiencia que él ya había conquistado en los escenarios.
“Cuando entro a la facultad empiezo a entender un mundo que yo creía que era solo para gente culta. Me abrió la cabeza porque ahí aprendí cómo mejorar lo que ya sabía. Todo lo que aprendí en guitarra lo llevé al cavaquinho”, comenta quien también da clases de este instrumento.
Tiempo después, precisamente en abril de 2022, la invitación para crear una roda de samba fija en una cervecería montevideana empezó a dibujar lo que hoy es Samba do Marcio. Los encuentros mensuales y con entrada libre fueron creciendo a pasos agigantados hasta que el local, con capacidad para 300 personas, quedó chico.
“Yo había tenido la posibilidad de grabar dos veces con Los Fatales. Entonces llamo al Fata (Fabián Delgado), le cuento de la roda y le invito a hacer el cierre del año con nosotros. Él acepta y el día del show viene con los vientos de Los Fatales. Se llenó de gente, fue alucinante, salí flotando de ese toque. Para estas últimas rodas de 2022 incluso dejé de cobrar, porque le pedí al dueño del local invertir para tener un sonido mejor y puse de mi plata para eso. Valió la pena”, rememora.
La fiesta, que aún no tenía nombre, siguió expandiéndose y se trasladó a distintos boliches de la ciudad. Una de estas fechas tuvo de invitado al reconocido intérprete de samba-enredo Wantuir Oliveira. Aquella noche, más que música y goce compartidos, Oliveira, sin darse cuenta, dio el empujón que le faltaba al proyecto de Pena. “Ese día, él grabó un video en vivo para sus redes sociales y dijo ‘estamos acá, invitados en el Samba do Marcio’. Le salió decir eso, espontáneo, y yo dije ‘es eso, a partir de ahora es ese el nombre’”, recuerda el cavaquinista artiguense que, concomitante a eso tocaba con el músico Nicolás Arnicho, quien considera su padrino musical. “Cuando decidí hacerme cargo por completo y llevar adelante Samba do Marcio, ya entré con la cabeza que me enseñó Arnicho, de hacer música con un propósito y de no regalar el trabajo”, complementa.
Desde ahí, la fiesta creció sin parar. Hicieron temporada en el Este y tocaron en el interior del país. En abril de este 2024 desembarcaron en el “pedregullo” del Teatro de Verano. Ese día tuvieron de invitados a Jorge Nasser, Mariano Bermúdez y Lea Bensasson, productora de esta propuesta que también integran Facundo Medeiros, Gusmán Cajtak, Brahian Ferreira, Ignacio Delgado, Santiago Acosta y Santiago Alegre. “Ahí empieza a suceder otro capítulo de Samba do Marcio, con una proyección de producción ejecutiva con gente que entiende del tema, que es Lea. Nos profesionalizó en todos los sentidos. Fue una experiencia hermosa y a su vez de mucho aprendizaje”, detalla.
En julio se establecieron con un ciclo mensual en La Trastienda. Allí, en un escenario 360°, ya recibieron a Eduardo da Luz, Martín Buscaglia, Claudio Martínez, Sole Ramírez y Agus Morales.
Un símbolo brasileño
Producto de la diáspora africana, el samba es una de las expresiones culturales e identitarias más importantes de Brasil, con Noel Rosa, Cartola, Beth Carvalho, Bezerra da Silva, Alcione y Martinho da Vila —por mencionar solo algunos— como sus mayores exponentes. En 2005, el samba de roda fue considerado patrimonio cultural inmaterial brasilero y Patrimonio de la Humanidad.
No está de más decir que en Uruguay, no solo en la frontera, hacer y consumir este género musical no es una novedad. Bafo da Onça, la escuela de samba más reconocida del país, cumplió 62 años este 2024. También grupos como Favela vienen trasladando el samba carioca a estas tierras desde hace un tiempo.
Pena entiende que hay cada vez más cercanía y apertura de los uruguayos al ritmo. Eso, sumado a un aumento de la migración brasileña en Uruguay, quizás explique porqué hoy se puede consumir el género en vivo en bares montevideanos con mucha frecuencia. Es de ese caldo de cambios y efervescencia cultural que Samba do Marcio crece a ritmo acelerado, buscando demostrar que baile y goce pueden ir de la mano con rigor musical.
“Me he llevado varias sorpresas con la respuesta del público. La gente viene a decirnos cómo la roda les cambia el día. Hay una cara emocional para muchos. Ni que hablar que hemos contado con tremendos músicos que fueron a validar lo que hacemos”, anota.
La próxima oportunidad para verlo de cerca será este jueves en el cierre del año en La Trastienda con Facundo Balta, Malena Muyala, Chole Giannotti y Lea Bensasson como invitados. El viernes estarán en Pueblo Narakan, en Punta del Este.
“Trato de hacer música de la mejor calidad posible, pero divertida. Para el uruguayo estas cosas no van de la mano: lo culto, lo lindo, tiene que ser serio, sobrio, no puede ser sudando y bailando, eso está mal visto acá. Samba do Marcio viene a romper ese molde, porque nosotros somos todos uruguayos atravesados por la música brasileña y eso nos mueve”, finaliza el anfitrión de esta fiesta y subraya que para saber realmente qué sucede allí, hay que ir y vivir la experiencia.
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