NOMBRES
Le dijeron que el éxito de Netflix podría traer un huracán a su vida. Desde entonces busca el equilibrio al hacer lo que ama, pero sin perderse.
Es como si Carla Rosón tuviera algo deEster Expósito. Más que su rostro neutro y quieto, más que su mirada fría, meticulosa. Para trabajar al personaje que la lanzó a la fama a nivel internacional Ester utilizó un poder que ya conocía. Carla no podía ser impulsiva, Carla no podía actuar más allá de su cabeza y con todos los pasos previamente calculados, Carla debía ser un ser mental, racional. Era casi como hacer de ella misma, sin el asesinato, sin las intrigas.
“A mí me cuesta mucho dejarme llevar, es como que siempre estoy pensando más que hablando o actuando”, dice en una entrevista en el Instagram de Beré Lobatón. “A veces es muy esclavo y muy agotador. Pero, bueno, es una manera de reaccionar”, dice a la revista Elle. Dice, también, que Carla es completamente distinta a ella, que ha sido un personaje al que ha querido mucho, pero que ya es una etapa cumplida. Que estar en Élitede Netflix fue un paso del que salió más madura, que nunca había interpretado por tanto tiempo al mismo personaje, que le ha dado técnica, que le ha dado entrenamiento, que se ha fogueado.
Las respuestas de Ester siempre parecen las correctas, las esperables: piensa, luego habla, y así ha sido toda su vida.
La han educado para ser cortés, agradable, amable, pero, dice, no es lo mismo eso que abrirse con todo el mundo. Y así, a pesar de la fama y el interés mediático que ha conseguido, ha preferido guardarse para sus adentros aquello que la muestra más vulnerable.
“Con Élite se nos había preparado. Se nos había dicho cuidado, que esto puede ser una bomba, y vuestra vida puede cambiar completamente. Yo me agarré a eso para mentalizarme, hacerme a la idea de que podía pasar, y luego pues así fue, superó las expectativas de todo el mundo. Y me costó acostumbrarme, porque es verdad que te cambia completamente la vida”.
En 2020, después de la tercera temporada, después del anuncio de su retirada del reparto, Ester pasó a ser la española con más seguidores en Instagram —ahora tiene 26,5 millones—.
En junio será su despedida definitiva de Carla, en uno de los spin off de Elite: Historias Breves, que se centrará en la relación de su personaje con Samuel (ver recuadro), pero su carrera, con solo 21 años, ya está en el punto en el que debe elegir con qué proyectos quedarse y a cuáles decir que no. Ahora es parte de Alguien tiene que morir, una serie de época donde interpreta a Cayetana. Esta vez, un personaje movido por el impulso, que estrenará su segunda temporada este año.
Historias breves, un spin off
En junio se estrena la temporada cuatro de Élite, en Netflix. Para entonces ya no estarán personajes importantes —Carla, por ejemplo—. Sin embargo, habrá una tanda de spin off —titulados Historias breves— en los que se hará una especie de cierre, homenaje y despedida a los protagonistas. Serán pocos capítulos de pocos minutos cada uno
Una vocación que trae desde niña
Ester era una niña jugando y creciendo en un municipio gallego de horizontes pintorescos cuando se dio cuenta de que en ese momento de su vida, y quizá para siempre, quería ser actriz. Sus padres la apoyaron y la protegieron. No la dejaron trabajar hasta los 14 años. Entonces la vieron lo suficientemente firme y segura como para entrar a un ambiente que, a veces, puede ser hostil. Antes de trabajar, se formó: teatro de niña en la escuela, teatro en el instituto. Para cuando consiguió representante, ya tenía algunos escenarios y premios encima. En paralelo, su vida como estudiante “normal” no era tan feliz, la educación formal no colmaba sus expectativas, ha confesado en una entrevista con El País de España.
“No me gustaba nada el instituto y no tengo un recuerdo nada bonito de esa época. No me sentía motivada por las asignaturas. Al sistema educativo no le importa la cultura, no te hablan de la actualidad. Eché mucho en falta eso. La parte cultural y artística, así que no me sentía nada representada, no me gustaba estudiar. Yo quería trabajar de actriz desde siempre”.
Una participación en Vis a Vis, videoclips de amigos y amigas, películas y series en las que apenas tenía diálogo. Teatro, mucho teatro. Publicidades. Ester Expósito ha sido algo así como una imparable que no ha renegado ningún papel con tal de hacer valer sus intenciones como actriz. ¿Qué la mueve? Que el personaje o el equipo o la historia la conquisten. Así apareció Netflix, después de un cásting para el que no tuvo más que unas horas de preparación y la presión de que era el último papel disponible. Todo lo que vino después, ha sucedido sin que se perdiera en los humos de la fama. Lo último, por ejemplo, ha sido un papel “pequeñito” en una comedia española, Mamá o papá.
Ester cree que no hay que olvidarse que las redes son “un trozo”, “un escaparate”, que sus fotos y sus bailes —ha alcanzado millones de reproducciones bailando reggaetón— son solo aquello que ella decide mostrar. Que no son ni sus momentos más tristes —que a esos prefiere guardárselos para ella— ni los más felices —a esos prefiere vivirlos—. Cree, también, que su propia imagen puede convertirse en un arma peligrosa. Que al feminismo hay que traerlo a todas las conversaciones. Que la enoja profundamente que la usen como ejemplo de algo que hay que imitar, sobre lo que habla con El País de España.
“Lo que me jode es que utilicen mi imagen para vender una serie de cirugías estéticas, para fomentarlas o decirles a las niñas: ‘Si queréis estar como ella, tenéis que haceros todo esto”.
La popularidad ha traído sus momentos difíciles. EnConversación sin guion, del canal de YouTube de Netflix, confiesa un poco sobre sus deseos, sobre la montaña rusa que vino con ellos, y la calma que aprendió a invocar desde niña para atravesar todo sin “enloquecer”. “Yo con lo que sueño, lo que he soñado siempre, no es con ser popular o no, sino no parar de trabajar, y hacer cosas bonitas, poder vivir un montón de personajes distintos”.