El estrés laboral lleva a aumentar el consumo de comida rápida y por consiguiente, se sufre un peor tránsito intestinal, según un estudio de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, publicado por la revista Preventing Chronic Disease. Además, el hábito de alimentarse en esas condiciones genera otros problemas: se come a deshora y se reduce la ingesta de agua. Lo común es que se tome el almuerzo como un trámite durante el horario de trabajo, para el cual se apela a la comida rápida, rica en grasas saturadas. A veces incluso se come mientras se realizan otras actividades. Los malos hábitos alimenticios así como las situaciones de preocupación que pueden vivirse en el ámbito de trabajo terminan provocando una alteración de los movimientos peristálticos del intestino, debido a una reducción del aporte sanguíneo al tracto intestinal, lo cual afecta severamente la digestión. El estudio señala la importancia de una alimentación equilibrada y rica en fibra, con disciplina de horarios y complementada con ejercicio físico.