RELIGIÓN
Mantienen presencia en ollas populares, centros de recuperación de adicciones y trabajo en cárceles, entre otras acciones sociales. Aclaran que nada tienen que ver con los neopentecostales.
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La semana pasada el presidente Luis Lacalle Pou se reunió en la residencia de Suárez y Reyes con el titular de la Alianza Evangélica del Uruguay (CREU), Louder Garabedian, quien ha venido manteniendo en los últimos tiempos encuentros con distintos representantes políticos. Estas acciones apuntan a dar a conocer el trabajo que hace la Iglesia Evangélica, que por lo general tiene “menos prensa” que la Iglesia Católica. La fuerza espiritual y de trabajo de este movimiento cristiano (aunque sea minoritario) es enorme: en Uruguay hay más de 50 corrientes evangélicas con unos 300.000 adeptos. Y 1.400 templos distribuidos en todo el territorio.
Garabedian informó a Lacalle Pou sobre las tareas sociales que realizan los voluntarios evangélicos y que incluyen la gestión de comedores, refugios nocturnos y centros educativos, el trabajo en la recuperación de adictos y el apoyo a las personas privadas de libertad, entre otras. Y puso a disposición del gobierno las instalaciones que tiene la CREU en las zonas más carenciadas, para que sean utilizadas como vacunatorios contra la COVID-19.
“La Iglesia Evangélica es como si fuese un gran bricolaje. En el centro está nuestra fe en Jesucristo, dogma y principio no negociable. Y arraigado a eso se entiende que hay otros grupos heterogéneos, con diferentes matices pero con una misma fe, algunos basados más en las emociones y otros más en lo escritural o en los dogmas y principios”, explica Louder Garabedian a Revista Domingo.
La Alianza Evangélica del Uruguay tiene más de 85 instituciones afiliadas, entre las que se encuentran centros de salud como el Hospital Evangélico (ver nota aparte), clínicas de rehabilitación, residenciales de ancianos y colegios privados como el Bet-el, el Bethesda y el Maranatha. También contrata un espacio en la Radio Transmundial (610 AM) los sábados de 20:00 a 0:00, en el que difunde la Biblia y las acciones comunitarias. Y tiene algunos connotados feligreses (aclara que no son representantes) en el Parlamento Nacional y el Poder Ejecutivo, como el senador colorado Luis Pintado Sabini, el diputado Álvaro Dastugue y el subsecretario del Ministerio de Ambiente, Gerardo Amarilla (estos dos últimos del Partido Nacional). Según Garabedian, entre el 9% y 12% de la población uruguaya se define como cristiana evangélica.
Diferencias con los católicos
La Iglesia Evangélica o Protestante nació en el siglo XVI a partir de la reforma de Martín Lutero, un fraile y teólogo alemán que exhortaba a la Iglesia Cristiana a regresar a las enseñanzas originales de la Biblia, lo que determinó una reestructuración del cristianismo primero en Europa y después en el resto del mundo.
Tiene varias diferencias con respecto a la Iglesia Católica Romana. Una de las principales es la que tiene que ver con la figura del Papa: los protestantes no la reconocen, ya que según ellos el rol del pontífice contradice las sagradas escrituras. A su vez, mientas la Iglesia Católica se considera a sí misma la única institución verdadera y universal, los evangélicos entienden que todas son igualmente válidas. “La Iglesia Evangélica no es vertical, sino horizontal”, anota Garabedian.
Y mientras la Iglesia Católica coloca a la Virgen María como “Reina de los Cielos”, y la considera en muchos aspectos equiparable a Jesús, los protestantes no le otorgan ese rol, ni veneran o adoran a otros santos. Este es el motivo por el cual no existen figuras religiosas en los templos evangélicos.
Según la reforma luterana, cada individuo puede y debe dirigirse a Dios directamente a través de la oración.
En cuanto a la autoridad doctrinal, para los católicos la tradición tiene la misma validez que la Biblia. Los evangélicos, en tanto, solo reconocen al texto sagrado como guía, considerando que no precisa interpretaciones. “Cualquier libro que quiera interpretar o cambiar las sagradas escrituras pasa por una cuestión sectaria. Y nosotros somos auténticamente bíblicos”, señala el presidente de la CREU.
En lo que tiene que ver con la salvación, la Iglesia Católica considera que se llega a ella por intermedio de las obras y a través del ministerio sacerdotal. Y que los mandamientos de la institución son necesarios para lograrla. Los evangélicos piensan diferente: entienden que la salvación es un regalo de Dios, que se recibe por el arrepentimiento y la fe en Jesucristo. Y que las obras son consecuencia de esa salvación, no una causa de ella.
De todos modos, católicos y evangélicos están de acuerdo en algunos temas de debate, por ejemplo condenando el matrimonio homosexual y el aborto. Respecto a eventuales casos de abusos sexuales por parte de pastores, la Iglesia Evangélica no tiene una comisión que los trate y opta por trasladar los antecedentes directamente a la Justicia.
Por otra parte, entre los evangélicos el celibato no es obligatorio. Sus pastores se pueden casar y tener hijos, como lo ha hecho, por ejemplo, Louder Garabedian, un empresario maderero conocido en la comunidad armenia. El presidente de la CREU comenzó haciendo cajones para frutas y verduras con dos máquinas antiguas. Hoy tiene una fábrica en la que se montan 400 bases para sommier por mes para una conocida mueblería de plaza.
Distintas denominaciones
Hay muchos grupos de evangélicos en Uruguay, algunos muy grandes como la Asamblea de Dios, con 250 iglesias. También hay pequeños templos independientes en diferentes rincones del país. “Hace 140 años la denominación Hermanos Libres vino desde Argentina y levantó la primera iglesia evangélica en Uruguay. Después se sumó la Convención Bautista, hace 110 años, la Asamblea de Dios y otras denominaciones”, explica Garabedian.
“En lo personal me ha causado una muy buena impresión ir a varios lados de América Latina y ver esta cantidad de iglesias. En la Amazonía boliviana, por ejemplo, fui a un sitio en donde el piso era de tierra, los palos de monte y el techo de hojas de palmera. Apenas si había una lamparita para reunirse a cantar, leer y escuchar la palabra de Dios. Y eso es una iglesia. En contrapartida, me tocó ir a lugares residenciales en donde se alababa a Dios que eran de alto poder adquisitivo. En este marco heterogéneo, está lo fascinante de la Iglesia Evangélica”, dice el presidente de la CREU, quien también asesora a la Cooperación Misionera Iberoamericana (Comibam), una alianza que reúne a grupos o redes de 25 países.
Separando las aguas
Si bien para el imaginario popular bajo el paraguas de la denominación “Iglesia Evangélica” se encuentran también los templos neopentecostales, con todo su folclore abrasilerado, mantos de la descarga, aguas y jabones purificadores, el presidente de la CREU aclara que “no tienen nada que ver”.
“Somos totalmente antagónicos desde el punto de vista doctrinal, de comportamiento y de que nosotros rechazamos toda clase de manipulación”, subraya Garabedian.
“En todos los campos sociales hay buenos y malos, pero estas denominaciones son neopentecostales, no son evangélicas. No se trata de cuánto vale Jesús, ni de que cuando vos más das, Dios más te recompensa. No es un trueque, no enfatizamos en el dinero ni hacemos del evangelio una industria religiosa. Juegan con los sentimientos y la dignidad de las personas. Y subestiman su inteligencia”, opina.
Según Garabedian, la Iglesia Evangélica se financia por las ofrendas y el aporte de sus feligreses, a los que no les pide un diezmo específico y mucho menos un porcentaje de sus ingresos. “Para nosotros el diezmo no es una obligación, es una guía. Yo doy por amor, no lo hago esperando recibir. Jesucristo es rico, no necesita mi dinero. Nuestra Iglesia se sustenta a través de ofrendas, pero no hacemos hincapié en ellas”, aclara.
Acciones en varios campos
Tener unos 300.000 seguidores y 1.400 iglesias distribuidas por todo el territorio nacional le permite a los evangélicos participar en distintas acciones sociales. Una de ellas es la que se desarrolla en los centros de reclusión y que tiene como referente al pastor Pablo Vignoli.
“En lo particular estoy trabajando en la Cárcel de Canelones, Chacra Policial, Cárcel de Mujeres y de madres con niños pequeños. En primera instancia, lo que ofrecemos es una ayuda espiritual con la lectura de la Biblia, que es la palabra de Dios. A lo que apuntamos es a un cambio de vida, a una nueva oportunidad”, explica Vignoli a Revista Domingo. “También atendemos algunas necesidades básicas como puede ser la alimentación, la vestimenta o los artículos de higiene. En la Cárcel de Canelones también hemos estado ayudando en la remodelación edilicia de algunas barracas en las que están alojados”, complementa.
Otra de las acciones sociales que desarrolla la Iglesia Evangélica es el proyecto Operation Christmas Child, conocido en Uruguay como Cajitas de Esperanza. “Comenzó en nuestro país en el año 2001. Y hasta el momento se han repartido gratuitamente casi 700.000 cajitas de regalo a niños y niñas de entre 2 y 14 años en los 19 departamentos”, comenta el pastor Vignoli. Por más de dos décadas, Operation Christmas Child ha recolectado y entregado cajas de regalos, llenas de útiles escolares, artículos de higiene y juguetes divertidos a niños de todo el planeta.
Daniel Madrazo, presidente de las Asambleas de Dios del Uruguay y vicepresidente de la CREU, fue uno de los que se reunió la semana pasada con el presidente Lacalle Pou. Cumple un papel fundamental para la Iglesia en la rehabilitación de personas con adicciones.
“Tenemos tres lugares: uno en el Pinar (donde también hay un hogar para mujeres), otro en Salto y el tercero en Villa Soriano. En cada uno hay un equipo de trabajo de gente preparada. En el Pinar, que es el lugar que más años tiene, se ha alcanzado un porcentaje cercano al 70% de recuperación”, explica. Según Madrazo, muchas de estas personas lograron recomponer sus vínculos familiares y también se han volcado al trabajo pastoral, ayudando a otros que pasan por los mismos centros de los que ellos salieron.
Otro de los referentes en estas acciones sociales es el pastor Sidnei da Silva, en este caso en lo que tiene que ver con la asistencia alimentaria, que ha sido muy demandada durante la crisis sanitaria.
“La pandemia ha complicado la vida de muchas personas y la Iglesia ha podido compartir lo poco que tiene con gente que a veces no tiene nada. En Montevideo entregamos comida a las personas que están en situación de calle, lo cual hacemos con un grupo de voluntarios que reparten las bandejas. Son unos 70 platos que entregamos, los sábados por la noche. En el interior tenemos una iglesia en Río Branco en la que se hace una olla popular a la que concurre mucha gente. Ahí atendemos a más de 150 personas”, señala da Silva, quien es brasileño y vive desde hace 27 años en Uruguay. “Soy brasiguayo”, bromea. El pastor comenta que también en Caraguatá, en el departamento de Tacuarembó, funciona los sábados al mediodía una olla popular y un merendero para niños. Igualmente atendido por voluntarios, que siguen la palabra de Jesús transformada hace nueve décadas en el eslogan del Hospital Evangélico: “No he venido para ser servido, sino para servir”.
Muy pocos practicantes dentro del cristianismo
Según un artículo publicado por el licenciado en Filosofía Miguel Pastorino, el 38% de la población de Uruguay se define católica, aunque solo el 5% es practicante. Ateos y agnósticos suman 20 % y los creyentes sin afiliación religiosa alcanzan el número más alto del continente: 25 %. “Los cristianos evangélicos no pasan de un 15 %, de los cuales el 75 % son pentecostales y neopentecostales. Las iglesias evangélicas no crecen como en el resto de América Latina, en gran parte debido a una cultura profundamente laicista, en la que los católicos no practicantes pasan a las filas de los creyentes sin afiliación religiosa antes que a las de los pentecostales”, sostiene Pastorino. Y agrega: “El fenómeno de la incursión de líderes neopentecostales en partidos políticos también ha llegado, pero no es tenido en cuenta por la mayoría de los analistas”.
Hospital Evangélico: más de 90 años de historia
En 1929 un grupo de jóvenes cristianos fundó la Mutualista Hospital Evangélico. Con gran esfuerzo y nucleados por el doctor Rafael Hill Barnes, procuraron fondos primero para el terreno y luego para las obras de la institución. Fue así que apareció en publicaciones religiosas el primer artículo propiciando la iniciativa para levantar un centro de salud. A aquellos muchachos los convocaba un gran espíritu de servicio que plasmaría como un lema del hospital las propias palabras de Jesús: “No he venido para ser servido, sino para servir” (Marcos 10:45). Recién el 2 de abril de 1949 se hizo la ceremonia de colocación de la piedra fundamental. Lo que comenzó hace más de 90 años como un sueño y luego como un incipiente emprendimiento de 1.200 socios, mayoritariamente miembros de las iglesias evangélicas, es hoy una institución de salud abierta a toda la comunidad con más de 60.000 afiliados en todo el país. El Evangélico tiene filiales en seis departamentos y cuenta con más de 2.500 funcionarios, de los cuales casi 1.000 son médicos de las más variadas disciplinas. Como dato anecdótico, por mes nacen en promedio 140 bebés en el hospital.