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El carnaval, las murgas y algunos programas como Telecataplúm marcaron sus bases pero en la actualidad es muy difícil delimitarlo. ¿De qué nos reímos en Uruguay?
Alguien diferenciaba el humor británico del español diciendo que los ingleses se ríen de la muerte, mientras que los españoles se ríen del muerto. Yo creo que el uruguayo es el que va a contar chistes al velorio”, dice sobre el humor nacional Fernando Schmidt, guionista y autor.
Tiene que ver con la inmigración, con que estamos hechos de retazos de identidades. Tiene que ver con los ingleses, pero también con los españoles. Tiene que ver con Telecataplúm, el de la primera época, el de los 60. Tiene que ver con Juceca y con Cuque Sclavo. Tiene que ver con la melancolía, con las retiradas de las murgas que celebramos como un gol. También tiene que ver con los goles. Tiene que ver con el fútbol. Y con ser “chiquitos”. Con compararnos siempre con Argentina y descubrirnos siempre —por lo menos— menos intensos. Tiene que ver con que no seamos ni tan blancos ni tan negros como suponemos. Tiene que ver, también, con la negación, con ese grito de guerra que dice ¡Uruguay que no ni no! Tiene que ver con nuestros inicios como nación, con valores que nos han atravesado y que compartimos.
¿Existe un humor uruguayo?
Definirlo es como armar un puzzle gigante en el que las piezas pueden acomodarse de diferentes maneras, pero que tiene un recorrido y unas formas que lo construyeron y que ahora, en tiempos globales, lo hacen difuso.
Primero, ¿qué es?
Hay definiciones, formas de entenderlo, de vivirlo, de enseñarlo y de transmitirlo. Está el humor negro, el humor blanco, el humor absurdo, el sarcástico, el humor confrontativo, el de imitación, el autorreferencial. Está el humor de cada uno de los humoristas, el de los comediantes, el de los comunicadores y está el humor de cada persona. Por eso para definirlo hay matices, aunque más cerca o más lejos todos se rocen.
Es una forma de sobrevivir, dice María Rosa Oña, comediante, autora del libro El comediante en su laberinto. “El humor es un arma para enfrentar el mundo. No puedo concebir la vida sin humor, la mía por lo menos. Con él se puede decir todo, es una manera de quebrar barreras que nos separan y de conocer al otro, para bien o para mal. Deberíamos tenerlo en cuenta y darle la importancia que le damos a los demás sentidos que tenemos, cultivarlo y conocerlo mucho más”.
En la misma línea habla Ernesto Muniz, comediante y creador, junto a Juan Pablo Olivera, de Club de Comedia. Él dice que el humor es una postura, una manera de pensar la vida. O que eso fue siempre para él. “Cuando sos chico en este país te podés destacar socialmente jugando bien al fútbol primero, siendo el más lindo entre tus pares, o el más fuerte después. Yo no cumplía con ninguno de esos requerimientos, así que el humor cumplía con el cometido de destacarme en el barrio y en la escuela”.
Para explicarlo, a Manuela da Silveira, comediante y comunicadora, le gusta utilizar una definición que no es suya pero que la identifica. “María Mendive dice que es sintetizar en una acción un universo expresivo para generar una provocación”.
¿El humor es una provocación? ¿Requiere de generar una provocación en alguien más? Pablo Aguirrezábal, comediante, tallerista, al frente de la plataforma Caí, cree que sí. “La provocación sin dudas tiene que estar porque el humor se trata de husmear en algún tipo de sombra, personal y colectiva, y tiene que ver con colocarse en un lugar distinto al que nos tenemos que colocar. Como adultos cuando hacemos las cosas que debemos hacer, tenemos que tener una especie de comportamiento medio sistemático, metodológico, serio. El humor nos pone en un lugar donde vale la pena romper con eso”. De descolocar, de eso también se trata el humor.
“En definitiva es una forma de poder. El humor desestructura al otro, lo saca de lo establecido. Nadie puede seguir en la misma posición de poder luego de reírse. La risa te evidencia en tu esencia”, sostiene Muniz.
Al respecto, Gustavo Perini —el Gran Gustaf, actor y comediante que el próximo 19 de diciembre celebra 25 años de carrera en el Antel Arena— cree que la esencia del humor es, justamente, “lo que se sale del pensamiento tradicional”. Lo inesperado, lo prohibido, lo que se dice de pronto sin que nadie lo espere.
“Adhiero a la definición de Luis Piedrahíta que sostiene que el humor es un arma de construcción masiva”, dice Fernando Schmidt. “Igual me conformo con que sea el sabor frutilla que nos permite soportar los remedios, como decía el genial Fontanarrosa”.
No es solo el chiste. Ni el chiste por el chiste. No es solo la risa. Ni la risa sin ningún motivo. No es inocente. Ni cómodo. Ni esperable. En el humor, agrega Schmidt, “siempre hay un interés superior a la comicidad. El humor es un punto de vista, por eso se propone ejercitar las neuronas, no las mandíbulas”.
Uruguayos mundiales
Entendiendo al humor también como una manifestación cultural que, dice Schmidt, requiere de la complicidad del receptor y busca empatía, necesariamente existe un humor identitario, un humor uruguayo que se construye —se viene construyendo— a partir de una sensibilidad en común. Valores, momentos, historias, personajes, gustos, figuras, medios y publicaciones configuran las bases de lo que podría denominarse humor nacional.
Existe, en este sentido, una identidad colectiva y grupal del humor que genera que cada país pueda tener el suyo más o menos desarrollado.
El humor uruguayo, dice María Rosa Oña, está hecho de retazos: “Por la inmigración tenemos mucho del humor español, también del humor inglés. Todavía tal vez no encontramos cómo armar con todo eso nuestro verdadero sentido del humor, el uruguayo. Somos tan jovencitos como país, que todavía estamos presos de todo eso”, dice la comediante.
Por su parte, Schmidt cree que hay algunos aspectos que pueden hablar del humor identitario. “Esa negación de la realidad que define al humor según Freud nos queda pintada a los uruguayos, porque la negación es nuestro lema. No en vano la banda más exitosa se llama No Te Va Gustar y nuestro grito de guerra es ¡Uruguay que no ni no!”, apunta.
Todo tiene que ver con lo que fuimos, con los valores que nos determinaron como uruguayos. “Como nación, Uruguay surgió en el siglo XX en tanto el batllismo ayudó mucho a una identidad nacional, con algunos parámetros y valores que nos han marcado a todos. El humor en Uruguay también nace a comienzos de ese siglo con la murga, que si bien no es de origen uruguayo, sí es totalmente adaptada y es uruguaya”, y refleja muy bien esos valores, explica Muniz.
En la segunda mitad del siglo XX el humor llega por primera vez a la televisión y en ella se sientan las bases que configuran la identidad del humor nacional. En 1962, Canal 12 empezó a emitir Telecataplúm, un programa humorístico guionado por Jorge y Daniel Scheck, con una visión influenciada por el cine de Hollywood y con un elenco que incluía a grandes figuras del teatro y la radio nacional. “A mí me gusta sentir que si hay un humor uruguayo es ese, el del Telecataplúm de los 60, un humor blanco”, dice Pablo Aguirrezábal.
Lo mismo cree Gustaf: que el humor uruguayo tiene que ver con grandes nombres del país. “Wimpi, Juceca, Cuque Sclavo, Los Lobizones (los Scheck), los uruguayos que hicieron escuela a nivel televisivo en América del Sur como Espalter, D’Angelo y Almada (de Telecataplúm). Ni que hablar de los artistas de carnaval como Jaime Urrutia (El niño Calatrava), Miguel Pendota Meneses”.
Después de Telecataplúm vinieron otros programas cómicos como El show del mediodía o Plop. Para Schmidt “la gran mayoría de aquellas humoradas hoy han perdido vigencia. Curiosamente la etapa más antigua, la del primer Telecataplúm guionado por Los Lobizones, es la que mantiene sus cualidades. Ocurre que cuando el humor está al servicio de un arte, perdura (...) La comicidad es más efímera que el humorismo. El humor es transgresión, por eso no existe el humor inofensivo y por eso digo que la televisión uruguaya ha tenido programas cómicos, no humorísticos. No es una crítica, hubo excelentes comediantes que nos hicieron más felices y les debemos una enorme gratitud. Lo que no tuvimos en nuestras pantallas es un Tato Bores o un Gasalla o un Gila, que usaran la risa como un medio y no como un fin”, sostiene .
Telecataplúm, en tanto, no solo fue un éxito a nivel nacional sino que además llegó con sus cómicos a Argentina. Y se quedó. De hecho, para 1967, siete de los integrantes del elenco inicial se abrieron y decidieron quedarse del otro lado del río, donde hicieron Jaujarana, con un formato similar.
“Luego del siglo XX creo que hay un cambio por el reflejo de los medios masivos, por mirar constantemente a Argentina. A partir de ahí nuestra forma de hacer humor empezó a transformarse en algo más parecido a lo que hacían los argentinos que tenían sus formas pero que a su vez imitaron nuestro humor, lo transformaron y nos mandaron eso nuevo para acá”, explica Muniz. A partir de entonces, con la explosión de los medios masivos y las nuevas tecnologías, la concepción de un humor particularmente uruguayo se ha hecho -se hace- cada vez más difusa. ¿Qué chistes nos hacen reír solo a los uruguayos? ¿De qué está construido nuestro humor? Responder a esas preguntas en tiempos en los que los mejores comediantes del mundo están a un clic del living de nuestra casa, parece cada vez más difícil.
Tiempos de corrección política
El humor es políticamente incorrecto, dice Gustaf. Por otro lado, el humor también acompaña coyunturas: sociales, políticas, económicas, culturales. Y, en este sentido, hay determinado tipo de humor que por estos tiempos no se tolera, no da gracia.
“Los chistes machistas ya no son tolerados, pero también hay chistes que antes no daban gracia y que ahora funcionan. Este año, por ejemplo, los chistes políticos funcionaron muy bien. El humor tiene que ver con lo que le está pasando a la sociedad y a los momentos históricos”.
En este sentido, Manuela da Silveira cree que hay una sensibilidad “nueva” respecto a ciertos temas entre los que, por supuesto, está el humor sobre y de las mujeres. “A mí me han hecho interpelarme desde mi forma de hacer humor. A veces me preguntan si yo escribo para las mujeres, pero la verdad es que ya no trato de hacer un monólogo para mujeres o femenino, pero reconozco que en parte de mi discurso había chistes que hablaban de la manera de engriparse de un hombre y de una mujer y ahora lo pienso y es como... no”.
Tarariras for export y el humor en las redes
“En las redes sociales el único objetivo (del humor) es la risa. La síntesis e inmediatez que se requiere convierte este contenido en una especie de acto reflejo, esto lo hace tan efectivo como fugaz. Es un buen ejercicio y, seguramente, de los mejores usos que se le da a las redes sociales”, dice Fernando Schmidt.
Tarariras For Export, la cuenta de Twitter de Fernando Dias, tiene casi 27 mil seguidores. La abrió en octubre de 2011 y es uno de los tuiteros más activos de Uruguay.
Su cuenta, dice, se volvió popular en 2014. "Creo que fue a partir del #BookJulioRios. Durante el repechaje para el Mundial del 2014, Uruguay estaba en Jordania y Julio Ríos se sacó un par de fotos en una pose muy particular. Lo recorté en Photoshop y lo pegué en distintos lugares como el Corredor Garzón, Cerro Norte, Villa Española o en el Borro. Se hizo viral enseguida con un montón de gente que se sumó. Después vinieron otros casos como Lacalle Pou haciendo la bandera, #ElMaestroEnLugares, #GriezmannEnLugares o #SalleEncadenadoenLugares. Ahora cada vez que sale una foto 'graciosa' hay gente que me escribe: 'Che, ¿esto no merece un book?', pero ta, a veces tengo que trabajar también".
Cree que, para hacer humor en redes, “suma mucho la inmediatez. Estar en el momento justo en que salta una noticia o un hecho destacado, para comentarlo y hacer chistes sobre eso”.
En su caso, cuenta, suele tuitear de todo: “De lo que esté pasando o de lo que me pasa a mí. Muchas cosas personales, también, que siempre trato de darles un toque humorístico”. Dice que el fútbol y la política actualmente, son “grandes disparadores del humor pero también del odio. Si hacés un chiste para “los de tu bando”, sabés que vas a tener a “los del otro bando” insultándote y recriminándote, y al revés”.
El humor está en todas las personas, dice Manuela da Silveira. Para ella el humor fue (es) una forma de sanarse. En enero de este año estrenó Crecer o reventar, un monólogo de humor.
Esa obra, que presentó cada jueves durante varios meses, es la evidencia de que el humor salva, o de que al menos es su forma de salvarse: cuando lo estrenó su mamá se enfermó y vivió todas las funciones de la temporada atravesando el proceso de la enfermedad. Subirse al escenario era como una tregua, una forma de alejarse del dolor y reírse de él y con él.
“En ese rato (el de la función) algo va a pasar que va a permitir rearmarse un poquito”. A veces la gente le agradece por las risas.
Lo mismo cuenta Pablo Aguirrezábal, comediante: “En mi caso hay una búsqueda de un humor que conecte, que sea singular. Mucha gente está acostumbrada al humor desde el bullying, desde el golpe, y cuando ven a alguien que se ríe de sí mismo les impacta y lo agradecen”.
Páginas para la risa
Hace tan solo unos días en la sede de la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) Antonio Dabezies fue homenajeado y declarado Ciudadano Ilustre de Montevideo.
Buena parte de su trayectoria periodística, empero, estuvo ligada a una de las mejores tradiciones editoriales como fueron las revistas de humor gráfico. Fundador junto al periodista y escritor Milton Fornaro de la revista semanal El Dedo en 1983 fue, en el tramo final de la dictadura, una verdadera “arma” de resistencia a través de las inefables caricaturas. Por allí desfilaron firmas como las de Roy Berocay, Tunda Prada, César Di Candia, Cuque Esclavo, Lizán, entre otros artistas y escritores.
La lucha contra la censura del régimen llevó a que la revista tuviera sucesoras como Guambia y Berp, que continuaron publicándose ya en plena restauración democrática hasta bien entrada la década de 1990. Lo cierto es que el humor gráfico, hoy prácticamente inexistente, cuenta con una larga tradición editorial en Uruguay. De hecho, a principios de la década de 1950 una página de humor en diario El País fue el origen de una publicación autónoma de enorme prestigio como la revista Lunes, en el mercado desde 1957 y dirigida por un jovencísimo César Di Candia, con el respaldo de dos hombres de la casa como Jorge y Daniel Scheck, quienes además de codirigir el diario fueron bajo el seudónimo de Los Lobizones los creadores de Telecataplúm.
Un capítulo aparte merecería en este rubro Peloduro, el seudónimo de Julio Emilio Suárez. A este periodista y humorista uruguayo se lo considera un pionero de la historieta vernácula, pero fue, sobre todo, el creador de un estilo de humor único. Suárez publicó sus afiladas viñetas en El País, El Popular, Marcha, La Mañana, Época y El Diario, pero en la década de 1940 tuvo su propia revista llamada Peloduro. El humorista fue el creador de personajes inolvidables como El Pulga, cuyos comentarios de política internacional o de política local dichos en el aparente habla popular eran de una agudeza y lucidez digna de los mejores analistas. O los comentarios de La Porota, otro de sus personajes de antología, aquella enorme ama de casa que era el contrapeso necesario de Peloduro en las viñetas semanales de la publicación.