Mito o realidad
No es nueva la creencia popular de que el sol mejora el estado de ánimo. Revista Domingo charló con especialistas sobre las teorías y los hechos detrás de esa afirmación.
En verano somos más felices. O eso dicen. Recuerdo, por ejemplo, una charla con una latina que vive hace 15 años en Francia: “Tuvieron suerte porque vinieron cuando los franceses son amables”. Según su teoría —validada por esos años de convivencia— cuando los días se hacen más largos, calurosos, cuando los árboles están forrados de verde y la ciudad se vacía un poco porque muchos van a la playa, los parisinos son simpáticos, cordiales, atentos. Si por lo contrario hace frío, los días se acortan, las nubes y la lluvia le ganan al sol, esa escasa sonrisa y la poca predisposición a la amabilidad aparece.
Están, también, esos que dicen que en los países con más sol la gente es más feliz que allí donde no brilla tanto. U optimista y alegre, al menos. Que la música caribeña es así de movediza y divertida porque el sol alimenta ese tipo de ritmos. Es difícil definir a la felicidad, y sin embargo la búsqueda de factores que la alimenten es incesante, eso porque ha de ser uno de los bienes más deseados por todos. ¿Pero es efectivamente el sol y el verano un aliado para sentirnos más felices? ¿Por qué? Hay diferentes teorías e investigaciones que tratan de dar cuenta a una pregunta que todavía deja cabos sueltos. Revista Domingo consultó especialistas para disipar dudas al respecto.
Los que dicen que el sol influye en el estado de ánimo
“Es una de las preguntas que se viene haciendo la comunidad científica desde hace tiempo. Sin embargo, la respuesta no es tan simple como uno podría pensar”, dice Agustina Legaz, psicóloga argentina, becaria doctoral del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias y de la Fundación INECO. “Por un lado”, añade, “se sabe que distintos mensajeros químicos cerebrales llamados neurotransmisores, se ven afectados por la exposición al sol”.
Se refiere a un estudio realizado en 2002 y publicado por la revista científica The Lancet. Según la investigación, los cambios de luz solar tienen implicancia en los niveles de serotonina, un neurotransmisor asociado al estado de ánimo al reducir la ansiedad y el estado de alerta. La especialista también menciona al National Institute of Mental Health (NIMH) de Estados Unidos, porque investigadores de ese centro encontraron evidencia de que otro neurotransmisor asociado al estado de ánimo por regular el placer, el movimiento y el aprendizaje, la dopamina, fluctuaría con las estaciones.
Otros caminos hacia la serotonina
En su libro Neurociencia para vencer la depresión: La espiral ascendente, el neurocientífico Alex Korb habla de la serotonina como un neurotransmisor fundamental para el buen estado de ánimo, ligado a la voluntad para establecer metas y evitar malos hábitos. La contracara ante la ausencia de esta hormona son sensaciones negativas como la soledad, depresión, ansiedad y falta de fuerza de voluntad. Si bien la luz solar es uno de los factores que altera los niveles de serotonina, hay otra maneras saludables de lograrlo. En su libro, Korb menciona el buen ejercicio, recibir masajes o pensar en recuerdos lindos que traigan consigo sensaciones positivas.
“Esto explicaría en parte porqué algunas personas sanas refieren sentirse más ‘apagadas’ en invierno, y más ‘activas’ durante el verano. De hecho, en una investigación de la Universidad de Southampton, al menos el 90% de los adultos encuestados refirieron experimentar cambios sutiles en su humor, energía y sueño frente a los cambios estacionales”, explica Legaz.
Por su parte, la psicóloga Mariana Alvez, directora del centro de Psicología Positiva de Montevideo, habla del impacto que tiene la luz solar en la vitamina D, esencial para evitar, por ejemplo, la fatiga, y así tener energía para el día a día. “Nos hace sentir mejor, refuerza nuestro sistema inmune, mejora el sistema nervioso, la presión arterial. También podemos ver otros beneficios, como que nos ayuda a hidratarnos y a mejorar la estructura ósea. Incluso si prestan atención, en los países más cálidos el estado de ánimo parece ser más feliz, a pesar de las complejidades de la sociedad”.
A la inversa, el invierno trae lo que se reconoce como la depresión de invierno, un trastorno afectivo estacional estudiada por la comunidad científica. Según esta teoría y un estudio específico de la Universidad de Copenhague, las personas que padecen este trastorno ven afectada la producción de serototina cuando el contacto con la luz solar disminuye.
“La falta de luz solar afecta negativamente al estado de ánimo, nos torna más perezosos, solemos comer más y peor, sentimos más sueño. Podríamos decir que los niveles de serotonina bajan y nuestro cerebro se siente más pesimista. Este tipo de depresión suele afectar más a las mujeres que a los hombres, ya que las mujeres somos más sensibles a los cambios hormonales y la falta de luz solar también nos afecta”, afirma por su parte la psicóloga Alvez.
Los que no están de acuerdo
Sin embargo, no toda la comunidad científica está de acuerdo con esas asociaciones entre los días de verano y el buen ánimo. Por un lado, consideran que el vínculo es mínimo o casi inexistente, porque los sentimientos negativos no dejan de estar presentes cuando hay sol. Al respecto, la psicóloga argentina cita como ejemplo la investigación publicada en 2008 en la revista Emotion, para la que examinaron informes de bienestar de 1600 personas atendiendo a factores como la temperatura, la luz solar, el viento y otras condiciones meteorológicas.
“Si bien más luz solar, como era de esperar, tuvo un efecto más deseable en el estado de ánimo, los sentimientos negativos (por ejemplo, sentirse nervioso, angustiado, irritable) aumentaron con las temperaturas más cálidas”, indica Legaz. Incluso hay estudios que hablan de un aumento de la agresividad ante las altas temperaturas, generando a su vez una contracara social de mayor violencia y conflicto.
Pero lo cierto es que, por lo menos en las regiones donde se viven marcadas diferencias entre verano e invierno, la estación del calor está asociada a mayor tiempo al aire libre. Surgen las caminatas más largas, los encuentros en parques, las idas a la playa, las vacaciones. Entonces, el verano brinda otro tipo de beneficios implicados en un mejor estado de ánimo, y por eso se lo asocia mucho a la felicidad. Para Legaz, “un día soleado a menudo permite que las personas salgan al exterior a hacer ejercicio, y se comuniquen más con la naturaleza y con otras personas, mejorando nuestra salud y rendimiento mental, y por ende, nuestro estado de ánimo”.
Alvez también defiende esta visión y añade que el aire libre también mejora los niveles de creatividad. Desde la psicología positiva se recomienda “disfrutar de largos paseos, el contacto con la naturaleza, pasear por la arena descalzos o disfrutar de algún parque. En cuanto a los factores que podemos mejorar para nuestro estado de ánimo encontramos que aplicar los pilares de la psicología positiva pueden darnos un muy buen empujón. Cultivemos emociones como la alegría, la diversión, el asombro, el amor, la esperanza. Concentrémonos en nuestras fortalezas e intentemos ponerlas en juego a nivel laboral”.
Las incógnitas entorno al cuerpo humano siguen existiendo, así como las que buscan develar el secreto para llevar una vida más alegre, sana, optimista. Pero mientras, habrá que seguir buscando el camino a la felicidad.
Una buena alimentación
Más allá de que el sol brinde o no más herramientas para un mejor estado de ánimo, hay ciertas decisiones que pueden ayudar en ese camino. La alimentación, por ejemplo, a partir de la cual es posible mejorar los niveles de vitaminas fundamentales para el estado de ánimo. Un estudio de 2017 realizado por la Universidad de Siena en Italia afirma que la vitamina D es fundamental para la salud mental, con resultados positivos contra la depresión.
La psicología positiva
Desde la psicología que se enfoca en el estudio de la felicidad, la especialista Mariana Alvez recomienda que entre los pasos a dar hacia el bienestar son fundamentales los vínculos. “Hay que prestarles atención para generar relaciones positivas de respeto y cuidado mutuo”. Una clave, además, es plantearse las metas a través de pequeños pasos realizables, que permitan disfrutar del proceso.