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Este intrincado arte efímero reimagina el corte de pelo militar como un lienzo en blanco para cualquier expresión de individualidad; la pandemia motivó esta belleza alternativa.
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Los salones de belleza del condado deLos Ángelesestán cerrados al público desde el 3 de diciembre, pero para los estilistas expertos en redes sociales como Amanda Lyberger, una colorista conocida por sus llamativos estilos de arcoíris, la vida debe continuar.
Hace poco, en el salón Thair, su lugar de trabajo, ahora sin clientes, ubicado en el distrito de almacenes del centro de Los Ángeles, Lyberger, de 28 años, regaló a su novia, una tatuadora llamada Blue Poulin, de 22 años, un “tatuaje de pelo”.
En un proceso que duró tres horas, Lyberger utilizó tinte para el cabello para pintar un colorido gráfico (inspirado en un par de pantalones estampados de El príncipe del rap) en el cabello decolorado de Poulin y usar el corte militar de ella como si fuera un lienzo.
Tras un lavado, utilizó una máquina para perfilar y realzar las formas geométricas que había creado, por lo que Poulin pudo “vestirse” con un estampado retro en la cabeza.
El minucioso arte del tatuaje capilar es efímero. En solo una semana, el pelo crecerá y difuminará el diseño y, en cuatro semanas, los tintes azul, rosa y amarillo se habrán desvanecido. Poulin pasó horas en la silla documentando la transformación para TikTok, donde el video ya se ha visto 140.000 veces.
El video, a diferencia del estilo, no tiene fecha de caducidad. En el ámbito digital, los contenidos sobre tatuajes se han hecho virales durante la pandemia, un periodo definido por el acceso limitado a salones de belleza y estilistas. El entusiasmo en internet por estos estilos hizo que la demanda aumentara en Los Ángeles, una ciudad llena de artistas e influentes en busca de protagonismo.
Reina DeMoss, colorista especializada en cabello punk, considera que el tatuaje capilar es una actualización para la “era del internet” del peinado básico de una subcultura en concreto.
Se remonta a los estilos punk británico y estadounidense de finales de la década de 1970 y principios de la década de 1980, cuando las prácticas de belleza extremas florecieron tras la devastación económica y el malestar social.
“El corte de cabello es una forma de rebelión y de desconexión de la política, la sociedad o el trabajo de oficina”, dice DeMoss. “Andar con una cabeza casi calva es una declaración, pero añadirle arte, técnica y significado lo eleva completamente a otro nivel”.
Con tintes vivos y diseños esculpidos a máquina, el tatuaje capilar vuelve a imaginar el corte de pelo minimalista y autoritario como un lienzo en blanco para el adorno máximo y la expresión individualizada.
“El coronavirus nos ha puesto a todos los pelos de punta”, dice Janine Ker, que se autodenomina “artista que hace peinados”. “Te dan ganas de explotar, cambiar y salir”.
Ker es más conocida por haber creado el tatuaje capilar con manchas de leopardo en los colores del arcoíris que la estrella del pop latino J. Balvin lució en su actuación en Coachella 2019.
Pionera de la tendencia, Ker lleva desde 2016 compartiendo fotografías de sus peinados multicapa, que combinan complejas técnicas de esculpido del cabello con hasta tres capas de tinte y procesamiento. “Quería superar las limitaciones del cabello como medio y crear algo que realmente impactara”, comentó a The New York Times.
Ker dijo que pasaron años antes de que sus estilos de belleza alternativos captaran la atención de un público más general. Compartió una teoría sobre su popularidad durante la pandemia: “El pelo es lo único que controlamos ahora mismo. Te miras en el espejo y ves que has cambiado algo o que has marcado la diferencia en tu vida”.
Paris Helena, una fotógrafa de belleza de 26 años que describió el corte militar como una forma de “liberación capilar”, estaba ansiosa por llevar el clásico corte de cuarentena a un ámbito más artístico y se puso en contacto con Jordan Paige, una estilista y amiga que también es propietaria del salón Thair.
El resultado fue una serie de tatuajes capilares inspirados en cuadros famosos, como La noche estrellada de Van Gogh y Nenúfares de Monet.
Plasmó los estilos en una serie de autorretratos y dijo que el tatuaje capilar le proporcionó un espacio creativo vital e incitó a la conexión humana en un momento en que estaba aislada. “Era una forma de entablar una conversación con alguien al azar en la calle, a dos metros de distancia”, comentó Helena.
Las reacciones de los desconocidos fueron abrumadoramente positivas, quizá porque, según ella, “hoy en día vemos menos cosas, incluidas las caras y las personas, lo que nos hace apreciar más los pequeños detalles”.
Los peinados de inspiración punk no siempre fueron tan bien recibidos.
La estilista Kimberly Ibbotson, de 27 años, especializada en colores vivos, recuerda que en su adolescencia fue víctima de acoso por adoptar tonos poco tradicionales.
Según Ibbotson, la tolerancia a las prácticas de belleza alternativas, como los tatuajes en el pelo, es mucho mayor ahora.
“Creo que mucha gente no se arriesgaba por temor a lo que pudieran pensar los demás”, afirma. Pero en la actualidad, el cabello de colores vivos es “universalmente aceptado”, dijo.
“La gente de hoy es mucho más dueña de sí misma”.
Jessica Jewel, una colorista que ha colaborado recientemente con la barbera Charli Böll para crear tatuajes capilares para la actriz Ruby Rose y la rapera Saweetie, describió a su clientela de tatuajes capilares como “gente atrevida y fuera de serie que no tiene miedo de exponerse y de que la miren”.
Y aunque Los Ángeles es un conocido centro de tatuajes capilares, tanto Jewel como Böll se apresuraron a aclarar que estos estilos se recrean y se llevan en todo el mundo.
“La pandemia ha dado rienda suelta a las habilidades artísticas de la gente”, dijo Böll. “La gente está pintando en cualquier cosa ahora, incluyendo las cabezas. Ha convertido a todo el mundo en peluquero”.