DR. PABLO PERA PIROTTO
Una de las afecciones más frecuentes entre los niños que concurren a clubes deportivos son los hongos en los pies. Estos se contagian con facilidad cuando alguien sin calzado se para en el mismo lugar en el que un portador de estos microorganismos estuvo previamente.
El ambiente húmedo y cálido es un factor que favorece la supervivencia y el desarrollo de los hongos; es por eso que el piso de los vestuarios y ducheros son los lugares en los que con más frecuencia se produce el contagio.
Esto, sumado a un mal secado por apuro o descuido y el uso de calzados muy cerrados, plantillas de goma o plástico, o medias de material sintético, son factores que contribuyen a que se extienda la patología.
El popularmente llamado "pie de atleta" se presenta como una maceración (ablandamiento) y descamación blanquecina, que puede agregar pequeños cortes a nivel de la piel, que afecta los pliegues que se encuentran entre los dedos. Los más comprometidos suelen ser los últimos, es decir, el espacio entre el cuarto y el quinto dedo, ya que ellos están más apretados y por lo tanto tienen menos ventilación.
También se puede observar como un área enrojecida, con descamación e incluso pequeñas ampollas que cubren una gran parte o toda la planta del pie, extendiéndose en ocasiones hasta el dorso. Generalmente esto se acompaña de una molesta picazón o de una sensación de ardor o incluso quemazón.
Hay otras patologías que también afectan la planta del pie que pueden confundirse con los hongos, como por ejemplo distintos tipos de alergia y hasta la psoriasis. Por eso es conveniente que sea un dermatólogo quien realice el diagnóstico, ya sea clínicamente o apoyándose en un raspado y posterior estudio microscópico, para luego establecer el mejor tratamiento en cada paciente.
Generalmente, estos hongos pertenecen a la familia de los dermatofitos y se pueden combatir con eficacia con la aplicación de antimicóticos en distintas presentaciones: crema, polvo, loción o spray.
Los fármacos más utilizados son el isoconazol, el miconazol, el clotrimazol y el bifonazol. La indicación es usarlos dos o más veces al día, lo que puede acompañarse de lavados previos con borato de sodio o permanganato de potasio, nunca demasiado concentrados para evitar irritaciones. Es raro que sea necesario administrar anitmicóticos por vía oral para combatir esta afección, salvo cuando las uñas están comprometidas.
Si bien con el tratamiento adecuado la evolución suele ser buena, desapareciendo por completo las lesiones, si se reiteran las condiciones de sudoración, calzado cerrado y contacto con pisos contaminados, puede repetirse el problema.