Galletitas glaseadas que nacieron para combatir la angustia de la pandemia y son verdaderas obras de arte

Wolter Van Cookie es un emprendimiento que Marcela Girardelli comenzó para explotar la veta artística que había quedado relegada en su vida. Sus galletitas crecieron a niveles insospechados y sumaron talleres por todo el país.

Compartir esta noticia
Marcela Ghirardelli (17190320).jpg
Marcela Girardelli (Wolter Van Cookie).
Foto: Francisco Flores.

"Tiene que ser algo en lo que pueda crear, que me permita dibujar. Tiene que ser algo que tenga que ver con la fotografía. Algo en donde yo tenga que escribir y también que esté vinculado con el diseño gráfico”. Ese fue el pacto que Marcela Girardelli (47 años) hizo consigo misma en 2020, cuando la pandemia la empujó a buscar “un algo” que le permitiera canalizar la angustia que se apoderó de muchos.

Para ella no existió el “quedate en casa” porque como coordinadora de una ONG que trabaja con la familia y la salud infantil, tuvo que estar en la primera línea de atención. El trabajo no se interrumpió, pero le generó la necesidad de encontrar un escape.

“Un día, buscando y buscando por Internet, vi una galleta glaseada y me hirvió la sangre. Quedé fascinada y empecé a investigar sobre el tema”, cuenta a Domingo quien hoy provoca casi la misma fascinación en quienes ven sus creaciones en sus redes. Ella es Wolter Van Cookie y sus galletitas parecen pequeñas obras de arte.

IMG_20240218_103517_0 (17189398).jpg
Galletitas Wolter Van Cookie.
Foto: Wolter Van Cookie.

Hasta entonces Marcela solo había podido explotar una de sus dos pasiones, la que desde siempre sintió por la educación y la infancia. Por eso estudió magisterio, luego educación inicial y se desempeñó como maestra durante 14 años. Cuando buscó un cambio fue por el lado de las ONG, primero una internacional en la que estuvo cinco años y luego pasó a la que se encuentra actualmente.

La pandemia le abrió la puerta a la pasión que había relegado, pero no olvidado. La de la creación y el arte. Y entonces apareció el glaseado y supo que la cosa iba por ahí, aunque le costó un poco convencerse.

“Miraba a las grandes glaseadoras del mundo y me daba como una especie de impotencia, pensaba que nunca iba a poder hacer algo tan complejo”, recuerda. Pero Marcela es súper perfeccionista y perseverante, así que a fuerza de ensayo y error consiguió lo que se propuso: dominar la técnica.

IMG_20240607_142800_1 (17189389).jpg
Galletitas Wolter Van Cookie.
Foto: Wolter Van Cookie.

Tímidamente lo empezó a mostrar a familiares y amigos y aparecieron los “Ay, yo te compraría”. Fue el primer empujón que necesitó para lanzarse en las redes sociales “y que sea lo que Dios quiera”, pensó. Y lo que quiso fue que la cuenta comenzara a crecer, crecer y crecer (hoy en Instagram cuenta con más de 18.000 seguidores).

Aunque parezca mentira, lo que le costó más fue encontrarle nombre al emprendimiento. Pasaron dos meses hasta dar con Wolter Van Cookie. Wolter porque siempre le gustaron los conejos y llegó a tener uno real al que le puso Walter. Entonces cambió un poco el nombre y buscó un apellido, pero que fuera compuesto, por eso el Van. Y después no había otra que agregar Cookie (galletita en inglés). Tema resuelto. “Me fascina el nombre”, dice.

IMG_20231206_225947_7 (17189394).jpg
Galletitas Wolter Van Cookie.
Foto: Wolter Van Cookie.

Marcela siempre compartió su emprendimiento con su trabajo “formal” porque ama hacer las dos cosas. Pero eso determina que las galletitas queden para el tiempo “libre”. Por suerte su única hija ya tiene 18 años y eso ha hecho que cuente con más espacio para sus actividades. De todas formas es ella sola haciendo todo, incluido las redes sociales. Considera que delegar hoy no le sería posible porque debería encontrar un ayudante que glaseara a su mismo nivel. “El cliente espera lo que ve en las fotos y me parece perfecto, así es como funciona”, destaca.

Eso la obliga a trabajar con agenda y anticipación, aunque siempre le dice a sus clientes que la consulten porque puede que la encuentren en unos días en los que no está glaseando. “A veces me prometo no glasear un fin de semana para descansar, pero la persona viene con algo tan divino que necesito hacerlo”, confiesa.

IMG_20231206_183747_1 (17189393).jpg
Galletitas Wolter Van Cookie.
Foto: Wolter Van Cookie.

Lo que sí no hace son personajes comerciales, de dibujitos que ya existen. Es un principio al que se mantiene fiel y entonces deriva el trabajo a otras glaseadoras.

“Me encanta la infancia, entonces mis galletas tienen siempre algo tierno y mucho que ver con el lado infantil, aunque también me las piden para casamientos”, apunta.

IMG_20240611_201603_9 (17189390).jpg
Galletitas Wolter Van Cookie.
Foto: Wolter Van Cookie.

A la hora de soñar, le gustaría poder completar su vuelta por el interior del país (ver recuadro). “También quiero diversificarme en otras cosas dentro de Wolter, pero siempre respetando lo que me apasiona”, afirma y menciona a modo de ejemplo los cursos online que le gustaría dictar o la página web que le queda por crear.

“Alguna otra cosa todavía no la digo, me la reservo para mí porque está ‘en vías de’”, cuenta y agrega convencida: “Con Wolter encontré de verdad eso que me parecía imposible”.

IMG_20240524_205239_3 (17189386).jpg
Galletitas Wolter Van Cookie.
Foto: Wolter Van Cookie.
Glaseado

Una técnica que necesita de la teoría y la práctica

Glasear a nivel profesional es un nicho dentro de la repostería, como una especialización”, explica Marcela sobre una técnica que exige tanto el conocimiento de la teoría como el perfeccionamiento que da la práctica. “Es un arte que necesita que tengas los conocimientos, los secretos, los tips, la técnica y que además cada tanto glasees para ir dominando las mangas y los movimientos”, detalla.

Hacer un kit de unas 10 o 15 galletitas con muchos detalles, le puede llevar tres horas de glaseo. A eso hay que sumarle la hora que insume preparar las galletitas de manteca que van a lucir la decoración. “También va a variar en cuán detallista y prolija seas. A mí me gusta que queden perfectas entonces me lleva más tiempo”, apunta.

Además hay que tener en cuenta la complejidad del diseño, la cantidad de colores que se usen o la consistencia del glasé.

La emprendedora cuenta que hay tres tipos de clientes: el que sabe exactamente lo que quiere y lo detalla galleta por galleta; el que dice “quiero que aparezca esto y esto, pero después hacelo como quieras”, y el que simplemente lanza “cumple años mi hijo, hacé lo que quieras”. “Ahí es cuando te dan carta blanca total para diseñar”, acota y confiesa que lo disfruta porque le fascina dibujar o inventar cosas. “Imaginarme una ballena y dibujarla no es algo que me resulte complicado, me encanta hacerlo”, reconoce.

Otro aspecto que destaca mucho en Wolter Van Cookie es el cuidado con el que están encaradas las redes sociales. Tiene Instagram, Facebook y TikTok. “Me encanta la fotografía y me gusta mucho la estética. Sigo una línea minimalista, sutil, prolija, suave”, detalla.

Para los emprendedores a los que les cuesta tirarse al agua, les aclara que todo está hecho con su teléfono celular. “He empezado a hacer reels porque está bueno que la gente vea cómo armás las galletas, por ejemplo”, señala y se disculpa por si no salen tan bien como debería. “Hago lo mejor que puedo”, dice.

IMG_20240518_115734_1 (17189382).jpg
Galletitas Wolter Van Cookie.
Foito: Wolter Van Cookie.

Talleres

La Cookie Vuelta va por la mitad del país

A pedido de la gente Marcela comenzó a dictar talleres de glaseado. “Fue un paso que me costó porque ahí estás en vivo y en directo. Obviamente la maestra que hay en mí se sintió tocada y me dije ‘¡pero si soy docente de profesion y de alma!’”, recuerda que fue su reacción ante el miedo inicial.

Comenzó con grupos chicos en Montevideo que le fueron dando fuerza para pasar a talleres más grandes y luego animarse a viajar al interior del país. “Fue en el segundo año, en las ciudades más grandes y la gente se anotaba. En el interior está también la demanda de cosas nuevas y la gente es muy abierta a aprender, entonces siempre tuve muy buena recepción”, destaca sobre lo que dio en llamar La Cookie Vuelta.

Ya lleva recorrida la mitad del país y su objetivo es completar los departamentos que le faltan.

Comenta que procura que los lugares sean grandes, con las comodidades con las que a ella le gusta recibir a sus alumnas. “Que pueda tener un lindo espacio para un coffe break y que no solo la persona vaya a aprender, sino que vaya a compartir con otras personas con las que tiene un gusto en común”, expresa.

Los objetivos pueden ser distintos, hay quienes van porque quieren glasear para sus hijos o sus nietos, otros quieren aprender para sumarlo a su emprendimiento repostero.

Cada taller es una única jornada que empieza a las 14 horas y se extiende más o menos hasta las 19:30. “Hay una parte teórica y una parte práctica donde la persona aplica lo aprendido. Lo bueno también es que se quedan con mi contacto para que les haga asesoría online por si les surgen dudas a la hora de glasear”, apunta. “Es una comunidad para siempre”, remarca.

Marcela Ghirardelli (17190319).jpg
Marcela Girardelli de Wolter Van Cookie.
Foto: Francisco Flores.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar