Giuseppe Garibaldi (1807-1882) ha pasado a la historia como el principal impulsor de la unificación de Italia. Pero también trabajó como fabricante de velas en Nueva York y profesor de matemáticas en Uruguay, donde ganó fama por luchar -como lo hizo en otras fronteras- por la libertad de los pueblos. Su ingreso a la masonería, en la cual alcanzó el máximo grado y prestigio, ocurrió en nuestro país. Y se encuentra bien documentado en el archivo del Palacio Masónico de Montevideo.
Su llegada a Uruguay se registró en 1841 durante la Guerra Grande que protagonizaban Manuel Oribe, apoyado por Juan Manuel de Rosas, y el gobierno de Fructuoso Rivera. Este hombre que nació en Niza (Francia) y que luego se transformará en militar, revolucionario, patriota y político italiano, comenzó desde lo más bajo al llegar a Montevideo: dio clases de matemáticas y se incorporó a la logia Les Amis de la Patrie. Antes había estado en otra logia, Asilo de la Virtud, antecesora de la masonería como hoy se la conoce en Uruguay.
El gobierno de Montevideo puso a Garibaldi al mando de la flota, pero fue vencido por las fuerzas del almirante Guillermo Brown. Armó después una nueva escuadra naval con la que evitó la ocupación de la bahía de Montevideo y el bloqueo de la ciudad.
Cuando Oribe sitió Montevideo hasta 1851, Garibaldi organizó la Legión Italiana (ya existía una Legión Francesa), con la que participó del combate de Tres Cruces. Poco después y con el apoyo de las fuerzas navales de Francia e Inglaterra, ocupó sucesivamente Colonia del Sacramento, la isla Martín García y la ciudad de Gualeguaychú en Entre Ríos.
También es en Montevideo que se casa con Ana María de Jesús Ribeiro (después conocida como Anita Garibaldi), con quien tiene su primer hijo, Menotti, otra figura destacada de la masonería. “Garibaldi fue un luchador por la libertad; por la libertad de los pueblos, del pensamiento, de lo que fuere. Para nosotros, dentro del tríptico que es muy conocido de Igualdad-Libertad-Fraternidad, eso es muy importante”, comenta Mario Pera, Gran Maestro de la Masonería Uruguaya, en entrevista con Domingo.
Todavía existe una logia llamada “Garibaldi” en Uruguay (y en otros países), la cual se reúne en el Palacio Masónico de Montevideo (cuyo ingreso es por Mario Cassinoni 1481 y abarca varios padrones), una propiedad que tiene 19 templos en su interior.
En ellos trabajan las dos ramas de la masonería: la Simbólica, que va de los grados 1 al 3 y la Escocista que comprende los grados 4 al 33. Para los escocistas hay tres templos a disposición todas las noches de lunes a viernes y algunos sábados. A su vez, hay 12 logias simbólicas que trabajan de lunes a jueves (lo que hace un total de 48) y ocho los viernes. Esto completa las 56 logias que existen en Uruguay.
“La Garibaldi organiza lo que se llama Encuentro Garibaldino, que se reúne con otras logias de las cercanías más que nada (Argentina, Brasil, Paraguay), porque también hay una logia Garibaldi en Italia. Se reúnen una vez por año o cada dos años, aunque la pandemia interrumpió estos encuentros y en algunos casos costó retomar la cadencia”, señala Pera.
Ingreso a las logias
Álvaro Zunino, integrante de la Comisión de Patrimonio Histórico Masónico del Uruguay, explica a Domingo que Garibaldi se inició en agosto de 1844 en la logia Les Amis de la Patrie, dependiente del Gran Oriente de Francia.
“No existía la masonería como la conocemos hoy, con la característica de ser oriental o nacional. Sí existían dos logias previas. Una de ellas, que consideramos ‘madre’, era Asilo de la Virtud (a partir de 1830) y la otra Constante Amistad (desde 1831). Ellas habían recibido cartas de funcionamiento desde Filadelfia, EE.UU., pero después se desvincularon. La masonería más integrada o permanente era Les Amis de la Patrie”, cuenta Zunino.
El alma mater de la Comisión de Patrimonio Histórico Masónico destaca la existencia de documentos que revelan que Garibaldi era un masón activo. “Aparece todos los meses presente en las actas firmando los libros de asistencia”, destaca. Y agrega: “Cuando él se va a luchar en la primera guerra de independencia de Italia, en 1848, hace un petitorio a la logia para que le den la documentación necesaria para continuar vinculado a la masonería en Europa, algo que en esa época no era frecuente”.
En la cúspide de la masonería
Mientras lucha en Lombardía contra los austríacos y es derrotado en Cerdeña, Garibaldi hace un viaje a Estados Unidos y visita una logia llamada Tompkins, donde recibe el segundo y tercer grado de la masonería. Pero no termina allí su historia.
“En 1861 se proclama Víctor Manuel II como primer rey de Italia, y empieza a consolidarse la masonería en ese país. A Garibaldi le dan un título muy particular: lo nombran Primer Masón de Italia y Gran Maestro de todas las logias”, destaca Zunino.
Luego de una vida aventurera, el llamado “héroe de dos mundos” es convertido en un símbolo masónico y unificador. En 1862 se le conceden todos los grados restantes del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Se lo eleva del grado 3 al 33, algo excepcional. “También se lo nombra Soberano y Gran Comendador del Gran Oriente de Palermo. En ese momento ingresa a todos los garibaldinos de su Estado Mayor e inclusive a su hijo Menotti a la masonería”, señala Zunino.
Según Pera, este ascenso de un grado 3 a uno 33 hoy no sería posible. “Hasta hace pocas décadas era frecuente el pasaje de grados rápidamente para figuras especiales. Incluso se aplicaba por casos de amistad. Hay historias de hermanos que ingresaron a la masonería y fueron maestros el mismo día. Hoy por hoy eso no es normal en Uruguay. Los grados se van ganando a lo largo del camino que hay que desarrollar”, destaca el Gran Maestro de la Masonería Uruguaya.
En 1864, Garibaldi vista Inglaterra y es recibido por el Gran Maestro del Rito Escocés, regresa a Italia e intenta unificar la masonería en el país. Pero al no lograr hacerlo, renuncia a los cargos de Gran Maestro y Soberano y Gran Comendador. “Ganó la gloria por ceder todos los honores en pro de la unión y de un proyecto único”, dice Zunino.
Sobre el final de la vida de Garibaldi, casi in extremis, recibió una distinción más: el grado 99, que no pertenece al Rito Escocés Antiguo y Aceptado (el más común y en el que se basa la masonería uruguaya, que tiene 33 grados).
Una capilla ardiente que terminó con 21 muertos
Tras la muerte de Garibaldi en 1882, un homenaje que se le realizó en Montevideo terminó en tragedia. Se hizo una capilla ardiente en el local de la Logia Garibaldi, en la calle San José casi Paraguay (se había intentado hacerlo en el Teatro Solís) y según explicó Álvaro Zunino, la mezcla de velas y estandartes en un sitio cerrado fue fatal. Se inició un incendio que se propagó rápidamente, lo cual generó pánico en los asistentes que comenzaron a correr, pero la puerta estaba cerrada y muchos perecieron aplastados o sofocados. Nadie quemado. “El Gran Maestro logró abrirlas junto a otros hermanos pero ya era tarde. La situación fue horrible, fueron 21 víctimas”, anota. En el Palacio Masónico quedó como memorial un objeto que contiene el estandarte quemado de la logia Les Amis de la Patrie.