Conoció la aeróbicacon 5 años gracias a una amiga del colegio Pallotti que le dijo ‘tenés que venir, es re divertido, te va a gustar’. Y fue semejante premonición: Florencia Alpuy (31) se enamoró de esa disciplina que le permitía abrirse de piernas (así descubrió su gran flexibilidad), hacer acrobacias, bailar, crear coreografías y jugar a ser distintos personajes. Terminó el liceo y se anotó en la Facultad de Derecho por descarte: Educación Física no la seducía, solo había tecnicaturas de gimnasia, ella quería hacer una carrera y eligió abogacía porque sentía que cuajaba con su personalidad. Mientras cursaba dejó de competir (aunque nunca paró de entrenar) y siempre tuvo el plan de volver entre ceja y ceja.
Aplicó a decenas de puestos de trabajo sin suerte luego de recibirse en 2016 y en una de las tantas entrevistas laborales que tuvo le preguntaron: ‘¿Abrirías un estudio jurídico?’ ‘Ni ahí, si pudiera tener algo sería un gimnasio’, respondió. “Lo solté sin pensarlo y me cayó la ficha. Salí y tenía una llamada de una ex compañera de gimnasia que les quedaba un puesto libre para ir a un campeonato internacional, si me quería sumar. A partir de ahí empecé a entrenar todos los días y a dar clases”, repasa sobre este hecho que fue más que azar.
Hizo un montón de cursos para formarse como entrenadora e instructora de baile y la abogacía quedó atrás: “Tengo el título por las dudas pero no sé ni dónde está”, asegura entre risas a Domingo.
Florencia Alpuy está entre los 10 gimnastas que en setiembre de 2024 cumplirán el sueño de representar por primera vez a Uruguay en un mundial FIG (Federación Internacional de Gimnasia) con el ánimo de abrir camino a más deportistas.
“Para mí es re shockeante poder ir a un mundial porque van a estar atletas que vemos en la pantalla y llegar a competir en el mismo lugar que ellos es pila. Así como en el Panamericano nos enriqueció ver a México y Argentina, allá nos va a enriquecer ver en vivo a Corea, Alemania, que tienen un nivel mucho más elevado”, comenta Mariana Iaci, de 18 años, a Domingo con una sonrisa de oreja a oreja.
La ilusión y la alegría reinan en el gimnasio A+, donde ocho de los 10 atletas que se medirán ante más de 30 nacionalidades entrenan cuatro horas diarias de cara a este desafío sin precedentes. Hay mucho entusiasmo y ansían que se empiece a ver a Uruguay con otros ojos: “Hoy todavía no estamos en un nivel tan reconocido para el resto del mundo en cuanto a la gimnasia”, opina Sol Carella, de 21 años.
Estos 10 gimnastas de A+ y Espacio Saj, junto a sus dos entrenadores, están muy cerca de hacer historia en la disciplina, aunque no es sencillo: todo es a pulmón y a base de sacrificio. Para poder viajar a Italia en setiembre precisan reunir unos US$ 2.500 por cabeza -US$ 1.600 de pasajes, US$ 600 de estadía, US$ 100 de inscripción, más viáticos extra para moverse- y todo sale de su bolsillo.
“La primera parte de la inscripción está hecha, los pagos se hacen en cuotas, el primero es en junio, o sea que tenemos dos meses para conseguir el 50% del alojamiento y las inscripciones. En algún momento vamos a tener que comprar los aéreos”, detalla Florencia, que compite y también entrena a sus compañeros. Hasta ahora han podido recolectar muy poco dinero, ya que solo hicieron una “rifa exprés” de un huevo de pascua y la venta de entradas para un show de Petru Valensky a beneficio. El número de cuenta para colaborar es: PREX 1760423 (ver recuadro).
Aún no saben si van a recibir algún apoyo de la Federación Uruguaya de Gimnasia -el año pasado los ayudó con los pasajes a Perú para que pudieran ir al Panamericano- o de la Secretaría Nacional de Deporte. “Ojalá suceda pero como este año Uruguay va a tres campeonatos (Panamericano, Mundial y Sudamericano) hay que dividir entre más atletas y complica el monto que uno recibe”, dice Florencia.
¿Por qué no fueron antes a un mundial? “La Federación en Uruguay arrancó hace pocos años para lo que es gimnasia aeróbica, entonces primero fue empezar a salir a los Sudamericanos y Panamericanos. Recién ahora, gracias al trabajo de entrenadores y clubes, se empieza a ver un nivel que permite ir a ese tipo de torneos”, resume Florencia.
Salieron campeonas en el Sudamericano que tuvo por primera vez a Uruguay como anfitrión en junio de 2023. Luego se sumó Diego y con él obtuvieron un tercer puesto en el Panamericano de Lima, atrás de Argentina y México. Este año sueñan en grande y quieren que Uruguay debute en un mundial. Para llegar a Italia, necesitan US$ 2.500 por persona. Por el gimnasio A+ irán: Diego Ramírez (22), Agustina Santin (22), Mariana Iaci (18), Pilar Borges (18), Sofía Santin (20), Sol Carella (21), Florencia Alpuy (31) y Manuela Díaz (18). Y por Espacio Saj: Sofía Guerra (18) y Julieta Perazza (21).
Planean hacer rifas, bailes, bingos y un evento a beneficio con Lucía Rodríguez y otros artistas que deseen colaborar. “Cualquier donación es bienvenida, todo ayuda”, dicen. Harán firmar las camisetas de Peñarol y Nacional para luego rifarlas. Ansían que más clubes y deportistas de elite se sumen y donen casacas con el mismo fin. “A veces es difícil acceder a esos deportistas. La camiseta de Peñarol la conseguimos por un conocido, la de Nacional probablemente la tengamos que comprar pero tenemos quien la lleve a firmar”, aclara Florencia.
También un número de cuenta para los que gusten colaborar: PREX 1760423. Y distintas opciones para aportar a través de mercado pago: hay bonos por 100 pesos, 500 pesos o mil pesos.
El camino
Si hay algo que caracteriza a este equipo es el abrir caminos y trazarse desafíos ambiciosos. Del 28 de junio al 2 de julio de 2023 recibieron a delegaciones de todo el continente en el Campus de Maldonado y lograron que Uruguay saliera campeón en su primer Sudamericano de Gimnasia Aeróbica como anfitrión. En noviembre se tomaron un avión a Lima (Perú) para decir presente en los Panamericanos y obtuvieron nada menos que un tercer puesto, detrás de Argentina y México, dos selecciones de primer nivel y mucha experiencia.
El Sudamericano, recuerdan, estuvo lleno de épica. Llegaron con dos integrantes del equipo lesionadas (Agustina Santin y Florencia Alpuy), y la recomendación de no competir en todas las categorías (individual, dupla, trío y grupo), pero el sueño y las ganas de llevarse el oro pesaron más. Para rematar, un virus le complicó la existencia a cuatro de las ocho deportistas durante el torneo. La semifinal fue para el olvido. A la lesión de cadera que traía Florencia se le sumó un desgarro y fiebre. “No tuvimos el mejor rendimiento, estábamos destruidos, y eso nos polenteó a salir a dar el 150% que no teníamos y lo encontramos con el grupo aerodance en ese minuto 20, que pasó como algo mágico”.
Y continúa: “El último día, competía primero en la final de trío y luego con el equipo. Salí del trío sin poder apoyar el pie. Quedaban dos horas para volver a competir con el grupo. Dos horas eternas, ignorando el dolor hasta que tocó competir”.
Estaban en su peor momento físico y mental pero sacaron fuerzas de donde no tenían sabiendo que todo se definía en esa final, sin perder de vista nunca su objetivo. A pura garra charrúa, lo dieron vuelta en ese minuto y 20. “Saber que tenías que dar más de vos porque había alguna que no podía dar su cien fue tremenda unión para el grupo. Tener hinchada nos sumó pila”, asegura Sol.
Esa noche festejaron con ibuprofeno y electrodos, y al otro día cada cual volvió a su casa. Estaban tan destruidos que la ficha les empezó a caer con el correr de los días, mientras ponían su cuerpo y mente en el Panamericano de Perú.
Diego Ramírez (22) llegó al grupo en ese ínterin y lo cautivaron las ganas que tenían de mejorar, apostar a más y encarar nuevas metas. El tercer puesto en Perú, reconoce, también lo impulsó: “Esa adrenalina de estar ahí y mirar a otros países entrenar era un plus gigante. Con el tercer puesto dijimos ‘increíble’ y nos motivó a seguir creciendo y apostando a más cosas para innovar”, comenta.
En Lima sí celebraron como se debe: hubo cena temática con degustación de comida peruana entre todas las delegaciones y un divertido baile.
Así como el Sudamericano los unió por las adversidades superadas, el Panamericano los fortaleció por el disfrute. “Llegamos mejor físicamente, con un proyecto, una coreo que estaba mucho mejor y por eso ahora nos animamos a dar el salto e ir por primera vez a un mundial. Este grupo siempre quiere llevar la aeróbica a un poco más”, asegura Florencia.
Volvieron de uno de los tantos viajes que han hecho como atletas de selección convencidos de que tenían que sumar una mascota a la delegación, ya que todos los países tenían una. Así entraron en escena Leticia y Osvaldo, una mariposa y un mono, cuyos nombres se eligieron por votación entre las alumnas del gimnasio A+.
Coincidió que se sumaba Diego, le mandaron a hacer una malla, la modista les dio una muestra en miniatura, a Osvaldo le quedó pintado y se transformó en una mascota real, con vestuario a tono incluido.
La meta
Estos 10 gimnastas están deseando conseguir el dinero y que sea setiembre para poder viajar a Italia e instalarse en un hotel hermoso en medio de la playa de Pesaro, en la costa norte, durante una semana. Está estipulado un día para la llegada, dos jornadas de entrenamiento y luego la competencia, que son dos días de semifinal y uno de final. Al cierre, habrá fiesta.
Saben que un mundial demanda mucha más preparación física -mejora en las aptitudes del atleta, trabajos de fuerza y con elementos de dificultad mediante ejercicios para aprenderlos y perfeccionarlos, ejercicios de flexibilidad y potencia, prevención de lesiones- y técnica, así como una coreografía más creativa, arriesgada y súper entrenada con miras a limpiar toda falla. Y en eso andan.
Un par de fines de semanas atrás se encerraron dos días en el gimnasio A+ con Berchy Da Silva, una entrenadora brasileña radicada en Argentina que trabaja junto a la selección albiceleste, con el fin de adquirir herramientas y estar a tono con lo que exige el deporte de elite. El año pasado habían trabajado con ella y resaltan su talento y calidez: “Es lo más desde lo humano, las ideas que se le ocurren y no para hasta que salga perfecto”, apunta Florencia. Sol destaca lo impresionante que es verla montar la coreografía: “Es cansador porque estuvimos todo el fin de semana pero vale completamente la pena”.
Para competir a este nivel y alcanzar el máximo rendimiento, los deportistas necesitan también el respaldo de profesionales como psicólogos, nutricionistas y fisioterapeutas. Y este grupo lo encuentra en el Centro de Entrenamiento de Deportes de Combate (Cedec), que se lo ofrece de forma gratuita a los atletas de selección, contribuyendo así a elevar el nivel. Les brinda, además, acceso al espacio para que puedan entrenar en el piso oficial de aeróbica y les permite usar las máquinas y aparatos.
“Crecimos un montón desde que estamos ahí. Los profes y los atletas de otras disciplinas son espectaculares. La recuperación de las lesiones fue posible en gran parte gracias a este lugar”, remarca Florencia.
Tenían como meta ser atletas mundialistas y van camino a conseguirlo. La expectativa, apunta Diego, es poder llegar a lo más alto, aunque reconoce que es complejo: “Vamos por la experiencia, y si el día de mañana surge otra vez, tener otra cabeza. También nos motiva la posibilidad de abrir caminos”.
Florencia les remarca que tienen que ir a pasarla bomba y dar lo mejor, aunque sin perder de vista que se van a medir contra potencias: “Vamos con hambre de crecimiento: estar ahí, sentarnos a ver la final (es muy difícil pasar a una final, ojalá me equivoque, pero son más de 30 países con un nivel increíble), vivir la experiencia y nutrirnos para que la próxima vez ya estemos con otros objetivos. Ahora es llegar a competir y dar lo mejor”, reconoce.
La bandera celeste, dice, sin dudas se lleva con orgullo y responsabilidad pero sin perder de vista la importancia de estar escribiendo la historia del deporte de sus amores: “Son muy pocos los atletas que lo logran. Estamos en un lugar privilegiado y eso hay que agradecerlo”, expresa Florencia.
Ella, que está en el ocaso de su carrera, disfruta cada segundo como si no hubiera mañana: desde las horas de entrenamiento, hasta la sensación de vuelo al saltar. “Soy muy consciente porque son mis últimos años y si hay algo que me ha dado la experiencia es el poder aprender a disfrutar el día a día, las sensaciones, gestionar mis nervios en las competencias, cuidarme para no lesionarme”, enumera.
Está siempre intentando motivar a los más jóvenes para que no pierdan las ganas de competir, la sed de gloria y de ir por más. Disfruta también de compartir la pasión con sus alumnas y verlas brillar como entrenadora: “Ver que algo bien hicimos porque estamos acá. La gimnasia es mi cable a tierra, mi canal de expresión máximo: si tengo un buen o mal día se va a notar en el entrenamiento”.
-No pensaban en un mundial hasta hace un tiempito, ¿qué se siente?
-Florencia: Yo pensé que me iba a retirar sin pisar un mundial. Es increíble. Va a suceder. Ese sueño del que hablábamos se está convirtiendo en un objetivo tangible, se está acercando: ya estamos inscriptos, nos separa la plata y los pasajes, nada más.
Julieta Perazza tiene 21 años y aterrizó en la gimnasia aeróbica de forma orgánica y natural con apenas 8. Sucedió cuando su madre -que hoy es su entrenadora- inauguró un gimnasio y ella empezó a practicar el deporte como una alumna más. Al principio lo hacía para entretenerse y competía solo a nivel local, hasta que en 2017 decidió apuntar al alto rendimiento, se profesionalizó y arrancó a participar en torneos en el exterior. Siguió los pasos de su madre y el año pasado se recibió de licenciada en Educación Física con mucho sacrificio: “Esos cuatro años de carrera los hice sin parar; es el primer año que voy a poder enfocarme 100% en la aeróbica”, reconoce Julieta a Domingo.
Y añade que hoy tiene toda la energía puesta en el mundial: “Es un sueño, una nueva puerta que se abre y nos vamos a preparar para dar el máximo”.
Entrena tres horas diarias de lunes a sábados y complementa la rutina perfeccionándose con la entrenadora y jueza cordobesa Estefanía Lambur. “Voy cada tanto a entrenar a Argentina y ella viene, dependiendo de las fechas de los campeonatos. Nos está apoyando con el armado de la coreografía y a mejorar los elementos de dificultad para lograr mejores resultados a nivel internacional”, indica quien trabajó todo el verano para poder costear su viaje a Italia y el de su mamá que la acompañará.
Lo que más le entusiasma de ir al mundial es conocer a los atletas, ver en vivo el nivel más alto de la aeróbica y seguir trazándose metas ambiciosas: “Siempre me hace superarme a mí misma e ir por más”, asegura sobre el deporte de sus amores.
Diego Ramírez tiene 22 años, hizo dupla con Julieta en el Panamericano de Perú y repetirán la historia en el mundial. Al igual que Julieta, también trae esta pasión en la sangre. Es hijo de una bailarina y gimnasta y, como tal, su madre siempre le inculcó el amor por la acrobacia y la danza. Se metió en gimnasia artística con 5 años pero advirtió rápido que no era la rama que le gustaba y dejó. Fue entonces que su madre le empezó a dar las primeras clases de aeróbica en su academia Aerobics Dance.
“Así estuve un par de años y después me enfoqué en estudiar, competir en otros deportes como natación y handball. A los 10 años volví a la gimnasia artística, estuve dos años más y dejé porque definitivamente no era mi rama. Soy más del elemento del suelo, bailar, y no tanto de la fuerza, y la barra”, comenta Diego a Domingo.
En 2019, se cruzó en una competencia con Gabriela Bentancur, su actual entrenadora, y motivó a su madre para que lo iniciara en la aeróbica. ‘Yo lo puedo entrenar y dar una mano’, le dijo. Él se puso a investigar sobre el deporte, le encantó y en 2021 ya estaba compitiendo. ‘Esto quiero para mí vida’, dijo.
La gimnasia y el baile son su día a día. La danza, además, lo ha ayudado a costar muchos campeonatos a través de las clases de urbano y contemporáneo que da en la academia de su madre. En febrero de 2023 debutó en Carnaval con revista Tabú, este año lo llamaron de Zíngaros, se animó a sumarse y sacó un primer premio. Ahora va por el Mundial de Gimnasia Aeróbica. “Es un sueño a alcanzar. Uruguay hace tiempo que está con la idea de participar en una competencia más grande. Si se cumple puede impulsar a que no sea solo una vez, sino marcar un precedente”, asegura con orgullo.