EL PERSONAJE
Aunque iba a ser psicólogo, encontró la vocación en la radio y se dedica a ella desde 2001. Desde entonces su voz acompaña a varias generaciones.
El viernes 27 de marzo Gonzalo Cammarota (43) se puso la camisa rojo anaranjada con letras blancas que dicen Off! en todas partes, la gorra blanca, roja y azul que dice “Un cumbia nena para todos” y los lentes de sol. Después acondicionó el estudio-biblioteca que tiene en una habitación de su casa: sacó libros y cuadernos llenos de apuntes y puso dos computadoras, una consola, dos teléfonos. Colgó una bola de luces, se calzó los auriculares, entró a Instagram y empezó la fiesta.
Entre cumbia, plena, algún reguetón y las canciones esas que nunca pueden faltar en ninguna celebración —Yo no soy tu prisionero y no tengo alma de robot, es que hay algo en tu carita que me gusta, que me gusta y se llevó mi corazón— Gonzalo, vestido de DJ Sanata, puso canciones para que ese viernes de cuarentena fuese menos triste, mientras más de 2.000 personas le seguían la fiesta a través de Instagram Live y de Urbana FM, radio por la que se emite Justicia Infinita, el programa que hace desde 2002. Y bailó. Y bailaron. En el living, solos o con sus hijos, de pijama o con todos los brillos. Bailaron, porque, lo sabe Gonzalo, todo es menos gris si bailamos cumbia.
“Para mí hacer eso es una alegría bárbara. Yo a veces soy medio temeroso de hacer esas cosas y errarle y que la gente no se cope, pero me parecía que podía ser algo divertido, entretenido y la gente respondió re bien —dice Gonzalo al otro lado del teléfono casi diez días después de la primera fiesta de DJ Sanata en cuarentena—. A mí me rescata también, me pasa lo mismo que al resto: los fines de semana son jodidos, están bravos, entonces es como una compañía mutua, que estén del otro lado y disfrutando de algo que yo estoy haciendo con mis compañeros porque también hay un trabajo de mis compañeros de Urbana y del Grupo Magnolio (NdR: El grupo al que pertenece la radio) para mí es una gratificación muy linda. Y al otro día, despertarme y que alguien te mande un mensaje diciendo que fue una semana de mierda y que el viernes pudieron disfrutar, bailar y largar todo, que la gente te agradezca de alguna manera es algo muy lindo. Yo hago lo que hago para que pasen cosas como estas”.
Todos los días de la semana Gonzalo sale de su casa y va a la radio un poquito antes de las 12.00. A esa hora sale al aire con Justicia infinita, que después de estar 17 años en Océano, hace dos meses que va por Urbana FM. Con María Noel Marrone, su compañera en la conducción, hablan de todo menos del coronavirus. Fue una decisión que tomaron el martes 17, cinco días después de que la COVID-19 llegara a Uruguay.
“Fue la postura que tomamos porque es algo que nos iba a terminar enfermando y no creemos que el aporte nuestro tenga que ir por ahí. Ya hay mucha gente que habla del coronavirus. Nosotros entendimos que el rol del programa iba por otro lado, que iba por acompañar desde otro lugar, justamente tratar de despejar un poco la cabeza de todo eso porque llega un momento que realmente, a mí por lo menos, me termina haciendo mal y no tiene sentido. Que no se confunda, sí entiendo que es un tema importantísimo y es vital que prestemos atención. Pero hemos tratado de construir otro esquema. Me parece fundamental que la radio esté ahí y siento que la gente está mucho más del otro lado. La radio es el medio de compañía por excelencia”.
Vocación y amigos
Nació en La Mondiola, Montevideo, pero a los dos años su familia se mudó a un barrio que no es barrio. “Porque es Avenida Italia y Abacú, es como una calle rodeada de avenidas; Francisco Simón por un lado, Luis Alberto de Herrera por otro, es Blanqueada pero no es la Blanqueada, está cerca de Buceo pero no es Buceo, tampoco es Parque Batlle”. Ahí vivió toda la infancia y parte de la adolescencia.
Dice que tuvo una niñez bastante solitaria porque, por entonces, no tenía hermanos. Fue una época de jugar mucho solo o con sus amigos, de escuchar la radio porque era el único medio que había para entretenerse cuando no había más juegos. Por eso ahora también necesita momentos de soledad aunque, cree, la situación actual es demasiado extrema.
La vida de Gonzalo está atravesada por sus amigos. En los momentos importantes, esos que dejan los recuerdos más lindos y las tristezas más tristes, siempre estuvieron los amigos. Y la mayor parte de ellos los conserva desde la infancia, como a Salvador Banchero. “La verdad que he tenido la suerte de cosechar muchísimos amigos, soy un agradecido de eso, realmente. Y eso tiene mucho que ver con cómo viví mi niñez y adolescencia, estuve muy rodeado de ellos. Capaz que no tuve una familia tan grande, tenía una familia bastante mermada en cantidad, pero tuve esa familia que son los amigos. A mi hija siempre le digo esto”.
Cuando terminó el liceo se inscribió en la Facultad de Psicología de la Udelar. Hizo hasta cuarto año totalmente involucrado en la carrera: estaba en el consejo estudiantil, era delegado, daba clases. Un poco antes, Salvador le había dicho que quería hacer radio. Para Gonzalo esa no era una posibilidad de futuro. Pero Salvador insistió. Hicieron un proyecto juntos que no prosperó.
Mientras estudiaba se le ocurrió abrir un bar y trabajó como cobrador de una empresa de colchones. Después Salvador volvió a insistir. Junto a Carlos Tanco tenían un proyecto y querían que Gonzalo fuera parte. Era Arroba las manos, que al poco tiempo se transformaría en Justicia Infinita. “El que me despertó la vocación fue Salvador. Yo nunca hubiera hecho radio si no fuera por Salvador. O probablemente nunca”.
Aceptó. Empezó a trabajar también haciendo móviles para algunos programas de Radio Sarandí. Y llegó un momento en el que tuvo que decidir: o seguir con todo el trabajo o la facultad. Dejó la carrera porque en la radio había encontrado su verdadera vocación, la que mantiene hasta hoy, la que lo sostiene y lo ayuda a salir adelante en momentos difíciles.
El programa, que había empezado en la 91.9, sobrevivió a la crisis del 2002 y un año y medio se mudó a Océano. Al poco tiempo se fue Carlos. Gonzalo y Salvador siguieron juntos hasta 2017. Justicia infinita se convirtió en un clásico de la radio uruguaya y cautivó a público de todas las generaciones y durante todos los años. Cambió, paró en 2008 por un año, volvió, cambió otra vez pero la esencia siempre se mantuvo: acompañar a los oyentes desde la actualidad y el humor.
—¿Justicia infinita tiene un público fiel?
—Sí. Y que va cambiando. Hay un público fiel que ya no está más. Tiene como una cosa grupal, digamos, de gente que se siente parte. También debe haber un montón de gente que escucha cada tanto o escucha siempre y no se siente parte de nada. Pero creo que hay un público que le gusta, que disfruta de ser parte, de compartir códigos, de jugar con nosotros, digamos, y se hace sentir por las diferentes vías por las que participa. Pero claramente es un público que ha ido cambiado con los años, hay gente para la que Justicia es la del 2002, hay otros para los que es la del 2009, para otra gente es la de después de que se fue Salva y otros que capaz empiezan a escuchar ahora. Pero es un público precioso, yo lo adoro, porque eso sí que se ha mantenido con los años: que es un sostén, hay una compañía, la fidelidad que tienen, el darte siempre para adelante, yo disfruto mucho realmente compartir mi trabajo con ellos.
Aunque la salida de Salvador lo dejó “desacomodado y perdido” de a poco fue encontrando el tono que quería darle al programa. Y cuando se había encontrado, cuando fluía otra vez, de golpe todo se desacomodó más que antes. En julio de 2019 su pareja falleció en un accidente automovilístico. Después de un tiempo, Gonzalo volvió a trabajar porque era necesario regresar a lo que le hacía bien, a lo que seguía ahí, a lo que siempre había estado: los amigos y la radio.
Un cambio de frecuencia
Justicia Infinita pasó por diferentes etapas. Primero estaban al frente Gonzalo Cammarota, Salvador Banchero y Carlos Tanco. En 2004 se fue Carlos, en 2008 pararon durante un año y en 2017 Salvador se fue del programa. El cambio más significativo, sin embargo, ocurrió en 2019 cuando dejaron de salir al aire por Océano FM.
“Ya sentía que mi tiempo en Océano había vencido, había un desgaste de los vínculos humanos, creo que ni nosotros éramos lo que la radio necesitaba ni la radio era lo que necesitábamos nosotros. La radio estaba evaluando tomar determinados caminos que nosotros no sentíamos que nos hicieran bien. Yo estaba... Estoy viviendo un momento muy particular de mi vida donde necesito cierta estabilidad, rodearme de gente con la que yo me sienta bien, en ambientes donde yo me sienta resguardado y a gusto, y no sentía que eso pasaba en Océano. No digo que sea culpa de Océano, digo que eventualmente necesitaban otras cosas. Todos caminos que se abren, no es nada más traumático que eso”.
Después surgió la posibilidad de sumarse a Urbana FM, donde salen desde febrero. “Es un lugar muy lindo, me siento muy a gusto, muy contento de estar”.
Desde marzo, de lunes a viernes por TV Ciudad se puede ver Todo tiene un porqué, programa en el que Gonzalo está a cargo de la conducción junto a Majo Borges y Daro Kneubuhler. Si bien se ha mantenido haciendo cosas puntuales en la televisión, su último programa fue Sabelo, junto a María Inés Obaldía.
Dice que le encanta leer y que un día sintió la necesidad de crear historias alrededor de un personaje. También dice que la escritura de una novela ha sido uno de los desafíos más grandes de su carrera. Sus libros: Manual del perfecto votante, En carnaval todo se sabe, ¿Por qué mataron a Jonathan Núñez? y Redención.
Desde hace muchos años el público de Justicia infinita espera La bajada, esa fiesta organizada por el programa para celebrar que el año está por terminarse. Gonzalo, como DJ Sanata, es el encargado de animarla y ya se transformó en un clásico. La última edición fue en el Parque Rodó y reunió a miles de personas.