Corría fines de 2020, en un momento de la pandemia en que se había autorizado a hacer unas pocas actividades. Fue ahí que su amiga y colega Malena Castaldi (Telemundo) le propuso anotarse en un campamento de surf en La Paloma. “¿Te parece”, le dijo Viviana Ruggiero, quien nunca en su vida se había subido a una tabla ni creía que pudiera por sus rodillas luxadas.
Aceptó, probó y se divirtió mucho.
Al verano siguiente estaba en Punta del Este y se cruzó con las Salty Girls, una comunidad de mujeres surfistas, y eso la tentó a tomar clases con Cami, una de sus fundadoras. “Ahí ya me di cuenta de que me gustaba y me empezó además a gustar la cultura del surf. Eso de comer mejor, de cuidarte un poco más, de hacer ejercicios pensando en la ola…”, recuerda la conductora de Telenoche.
Mezcla de adrenalina y calma, así define la experiencia. “El momento en el que estás esperando la ola es de calma, me ha pasado que me salten los peces al lado. Y cuando lográs pararte en una ola es… ¡No puedo creer que me paré! Ese mix me parece alucinante”, confiesa.
Cuenta que disfruta de las salidas en grupo de amigas para surfear y en ese sentido ya tiene dos viajes en su haber (ver recuadro). Hoy se define como una surfista amateur. “Me paro, sobre todo en olas chicas, más bien izquierdas, me quedan mejor. Lo que tiene el surf es que también te das muchos porrazos”, apunta y admite que aún le falta para las olas grandes o los mares entreverados.
“Es un deporte en el que manda el mar. Lo más importante para mí es ir con cautela como para no verte en una situación que te genere un golpe fuerte y le agarres temor. Está bueno irlo haciendo de a poco, ir ganando confianza. Obviamente siempre tenés que arriesgar un poquito porque sino no avanzás”, recomienda quien siempre que puede, sobre todo en verano, sale con su tabla.
Hace apenas una semana regresó de unas vacaciones en Ilha Grande (Brasil) con su pareja, que también surfea, y probaron ir a correr olas a una zona muy conocida para eso, Lopes Mendes, pero no hubo suerte. “Ese día el mar estaba muy entreverado, hasta los surfistas locales estaban complicados para agarrar una olita”, comenta.
Viviana se siente muy contenta de haber descubierto este deporte y se felicita por haberse animado. “Muchas veces decimos: ‘¡Pah! Esto yo no podría hacerlo’, te da la sensación de que no es para vos. Yo pensaba así y probé”, señala.
Lo que más rescata hoy es haber encontrado una actividad que la conecta con la naturaleza. “Para mí es precioso porque, además, cada vez que vas a la playa vas con otra cabeza, mirando cómo está la ola. Y si lo hacés con amigas, como es mi caso, mucho mejor”, sentencia.
Dos viajes con una comunidad de surfistas
En su primer año con la comunidad de mujeres surfistas Salty Girls, Viviana viajó con ellas a Costa Rica.
“Me fui con 11 mujeres que, salvo la profe, no conocía. Estábamos todas arrancando a surfear”, cuenta sobre el origen de una gran amistad.
“Todas íbamos con la misma energía, a divertirnos y aprender, pero también cada una con sus mambos y sus historias”, destaca.
La experiencia podía salir muy bien o muy mal. Ocurrió lo primero y al año estaban haciendo otro viaje, esta vez a Perú. “Fuimos a una escuelita en una playa que se llama Máncora y estuvimos una semana aprendiendo, metiéndole al surf”, apunta.
Agrega que su idea no es salir a correr olas sola, sino que lo que le divierte es tirarse al agua con sus compañeras y agarrar alguna olita.
“No pretendo ser una surfista muy profesional, ni muy pro”, afirma, aunque está convencida de que si practicara un poco más tendría un mejor nivel.
Lamenta que este año no se haya podido concretar un tercer viaje con las Salty Girls por las actividades de cada una, pero confía en que el año que viene ya estarán en una nueva aventura.