Ni bien llegaron guitarra en mano, Liliana les dijo: “Tengo una artrosis bárbara, no me puedo mover”. A lo que respondieron: “Bueno, pero los brazos los podés mover, podés bailar con los brazos”. ¿Resultado? Terminaron todos haciendo un trencito con Liliana al frente, bailando con sus brazos. La escena ocurrió hace muy poco, en el Hospital Piñeyro del Campo, a donde una vez por semana llega La Cantarola en Hospitales.
Verónica San Vicente, una de sus responsables, cuenta a Domingo que se trata de una iniciativa dentro del proyecto La Troupe de la Cantarola, que es un elenco de actores y músicos que trabaja en formato de intervenciones escénicas, en este caso recorridas musicales y teatrales.
“En la época de la pandemia hacíamos Teatro por la Ventana y actuábamos en las ventanas de los residenciales. Eso terminó, pero dejó una semilla que creció”, relata. Ahora lo que hacen es visitar hospitales y eligieron para comenzar el hospital geriátrico Piñeyro del Campo. Las recorridas ya llevan un año y medio.
“En el Piñeyro del Campo nos encontramos con una población particular porque es la tercera edad, donde se juegan muchas cosas. Hay sectores bastante complicados a nivel de patologías y hay otros que no tienen tantas enfermedades, pero aparece el tema de la soledad, son personas que no tienen visitas”, señala Verónica.
Cada vez que van se abocan a un sector en particular y están allí alrededor de una hora y media. La idea es dedicarle unos diez minutos a cada persona que encuentran y eso incluye desde los internados hasta el personal médico, las administrativas o quienes se ocupan de la limpieza. “Porque también se trata de cuidar a los que cuidan porque tienen un trabajo intenso”, acota la artista.
El objetivo es generar un encuentro con quienes se topen en esa recorrida que hacen. La realizan bajo la técnica del clown hospitalario, que existe a nivel mundial y está presente en hospitales de todo tipo.
“Es una técnica que trabaja mucho en base a la improvisación y al primer encuentro”, explica Verónica.
La propuesta escénica consiste en ir de a dos o de a tres artistas. Como el grupo está conformado por actores y músicos, combinan las dos disciplinas para generar las presentaciones.
“Lo primero que hacemos es una lectura del lugar y de las personas. Nunca es una imposición ‘llegamos a hacer nuestra obra’, sino que a veces entramos cantando y siempre pedimos permiso”, cuenta.
El encuentro puede comenzar con una charla, otras veces les piden una canción o la cosa puede derivar a una escena de Romeo y Julieta. “Hay una señora de 101 años fanática de Palito Ortega que nos dice que lo tiene abajo de la cama”, acota Verónica entre risas.
La artista aclara que ellos siempre están en personaje, no se trata de personas que van a charlar, sino que van con una valija de recursos a cuestas.
“Y un recurso muy importante que manejamos y entrenamos es la escucha, porque hay veces que llegás y ellos te quieren contar algo. Entonces el clown sale de su protagonismo para que realmente quienes están ahí participen totalmente. Hay que tener en cuenta que al ser adultos tienen la experiencia de la vida, entonces te encontrás con gente que escribe, que dibuja, que canta, que toca la guitarra… Se trata de generar la contención para que eso aflore y sea una posibilidad de expresión para todos”, destaca.
También les pasa de encontrarse con gente que no puede moverse de su cama o que está más vulnerable a nivel cognitivo, casos en los que la charla y el intercambio no son viables. “Ahí generamos lo que llamamos los baños o duchas musicales. O sea, conectamos con ellos desde otro lugar, generamos la música o el contacto físico. A veces se trata de darle la mano a alguien, que sienta que estamos ahí. Esas intervenciones son muy conmovedoras, te vas de ahí muy tocado”, confiesa.
Comenta que ir en duplas o tríos e intentar que haya una base del elenco que sea fija, facilita la creación del vínculo. “Por ejemplo, ya les conocemos los nombres, lo cual es muy importante. También pasa que nos están esperando”, apunta.
En busca de colaboración
La Cantarola en Hospitales es una acción puramente voluntaria que sus responsables realizan con mucho amor, pero eso no quita que haya gastos. Gastos de transporte, de horas que ellos dejan de trabajar en otros lados, de materiales a los que apelan para transformarse en clown. Por eso, desde hace un tiempo están pidiendo ayuda para poder financiar la iniciativa.
“Abrimos una colecta virtual en la plataforma uruguaya ColectaTe, donde la gente puede aportar la cantidad que quiera y pueda. Tenemos el objetivo de por lo menos cubrirnos los viáticos para que sea sobre todo un proyecto sostenible. Queremos que sea algo más serio, llevarlo a un nivel más profesional para que se mantenga”, señala Verónica.
De todas formas reconoce que el pago más importante es lo que reciben cada semana de esos pequeños encuentros. “Vas de una manera y volvés de otra”, asegura sobre unas intervenciones que en algún momento quizás puedan extender a otros hospitales. Por el momento están concentrados en el Piñeyro del Campo y muy conformes con lo que aportan y recogen semana a semana.
“Te vas de ahí sintiendo que encontramos otra cosa. El objetivo es que por unos minutos puedan salir del dolor, de la tristeza, de la soledad. Es un ratito, sí, pero ese ratito puede valer mucho”, concluye.
La Troupe lleva "La Fiesta" a toda la ciudad
Verónica San Vicente está al frente de Teatro del Revés, compañía dedicada a la creación y producción escénica. Dentro de ella el año pasado se creó La Troupe de la Cantarola, un grupo de actores y músicos dedicado a realizar intervenciones escénicas callejeras. “Aparecemos de sorpresa en la vida cotidiana. Esa es la idea”, explica la artista.
Con su espectáculo La Fiesta se presentan en cualquier parte de la ciudad (ferias, plazas, algún evento) y al final pasan la gorra. “Nos sorprende porque todo el mundo termina cantando y bailando”, comenta.
También existe la posibilidad de contratarlos para que actúen en un determinado lugar. “En ese caso es un trabajo pago”, aclara.
Instagram: @la_troupe_de_la_cantarola