Por: Andrés López Reilly
Conoció a Nicanor Parra, Mercedes Sosa y John McEnroe. Fue un niño rebelde cuando vivía en Argentina que no quería jurar la bandera de ese país porque no era la suya. Y un joven deportista y aventurero que cruzó Los Andes dos veces en bicicleta. Viajó por varios países de mochilero y estuvo en La Puebla de Albortón, en España, investigando sobre las raíces familiares de José Artigas. Pero los años le trajeron canas y sosiego: desde hace dos décadas vive en El Pinar, Canelones, el lugar que desde niño lo enamoró y donde crió a sus hijas.
Guillermo Pellegrino (Montevideo, 1968) es periodista y escritor. Trabajó en varios medios locales y extranjeros, entre ellos El País, El Observador, Brecha, La Tercera (Chile), suplemento Radar de Página 12, Infobae y Expansión (México). Durante 14 años fue corresponsal de Clarín. Y es uno de los que más sabe sobre cantautores uruguayos.
Su obra como escritor abarca desde las biografías de Alfredo Zitarrosa, Rubén Lena, Daniel Viglietti y Osiris Rodríguez Castillos, hasta un libro sobre la actriz argentina (radicada en Uruguay) Jébele Sand y un ensayo sobre la poesía musicalizada de Mario Benedetti, que hizo junto al escritor argentino Jorge Basilago. Este último libro, Grillo Constante, ha sido publicado y presentado en España por la editorial Verbum, que entre su grilla (valga la redundancia) tiene autores como Elena Poniatowska, Mario Vargas Llosa y Leonardo Padura.
Pellegrino también ha llevado a sus libros las existencias de otras figuras de la música latinoamericana, como la peruana Chabuca Granda, Víctor Jara y la también chilena Violeta Parra (hermana de Nicanor), así como la de Atahualpa Yupanqui, el músico más importante de la historia del folclore argentino. Otros de sus trabajos, también de impronta musical, son Las cuerdas vivas de América y El cálido blues de los mediodías. Lo último que ha escrito es un texto biográfico sobre Víctor Lima, uno de los compositores más prolíficos que dio el canto popular uruguayo, del que solamente Los Olimareños grabaron 26 canciones.
A lo largo de tres décadas, Pellegrino presentó sus libros en cerca de 90 ciudades de diez países y tres continentes, entre ellos Bolivia, Ecuador, Perú, México, Cuba, España y Australia. Muchas de estas publicaciones las ha editado de forma independiente, en ocasiones con el apoyo del Fonam o de los Fondos Concursables para la Cultura. Y ha sumado varios galardones, como el Premio Anual de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura (por Cantares del Alma, biografía de Zitarrosa) y el Primer Premio Internacional de Ensayo otorgado por la Fundación Mario Benedetti, en 2011.
LA MÚSICA. No tiene familiares músicos, ni periodistas. Su padre, argentino, era médico, y su madre, profesora de francés. Pero de adulto descubrió que en algunas cartas que le mandaba de niño a su abuela en Montevideo ya hacía mención a la importancia que para él tenía un coro en el que participaba casi que en un segundo plano por su voz grave que hoy es una de sus principales señas de distinción. En aquel orfeón juvenil conoció, por ejemplo, las canciones de Alfredo Zitarrosa. “Creo que aquello me fue entusiasmando. Eran épocas de dictadura y hacíamos un repertorio de música argentina y alguna cosa uruguaya también. La profesora era muy audaz para lo que se vivía en esos años”, recuerda Pellegrino a Revista Domingo.
De joven, como muchos de su generación, fue seducido por el rock argentino. Y no fue hasta que comenzó a escribir para El País Cultural de Uruguay, en ese entonces bajo la dirección de Homero Alsina Thevenet, que se interesó realmente en las raíces folclóricas. Junto con este recordado periodista y crítico de cine, tuvo otros referentes literarios “clase A” (como suele decir Pellegrino), entre los que se encuentran Rosario Peyrou, Elvio Gandolfo y Heber Rabiolo.
La tarea de investigación que desarrolló entre 1995 y 2011 en El País Cultural fue sumamente importante para esos años en los que la información disponible sobre algunos artistas, como Santiago Chalar y Tabaré Etcheverry, era muy escasa. Hoy, aquellos artículos son fuente de consulta para quienes buscan ahondar en la historia de la música popular rioplatense.
ZITARROSA, OSIRIS Y BENEDETTI. Una de las investigaciones más importantes que hizo Pellegrino es la que tiene que ver con Zitarrosa, a quien, aunque no conoció personalmente, describe en todas sus facetas, incluso la política. “La forma de lograr el necesario cambio social y político dividía aguas entre los cantores uruguayos. Encolumnados tras el Partido Comunista Uruguayo (PCU), que pretendía crear un frente de masas para llegar al poder por la vía electoral, muchos artistas abrazaron la opción pacífica del partido, que finalmente no fue tal, porque muchos años después se supo que el PCU también disponía de un brazo armado clandestino. Al escribir “Nombra la carne horadada / de la vida más amada, la desarmada”, Zitarrosa dejaba bien clara su posición (política). Igual que lo hacían, entre otros, Marcos Velásquez, Yamandú Palacios, Anselmo Grau y algunas murgas”, comenta.
Otro de los libros que le demandó varios años de trabajo fue el de Osiris Rodríguez Castillos (que se plasmó en una primera edición de casi 500 páginas y luego en una más reducida), a quien perfiló desde niño: “Él se fundía con el paisaje y su gente en cada una de sus andanzas de niño aventurero. Montaraz, como gustaba definirse y definir a su padre. Excelente nadador según sus propios testimonios, durante las crecidas invernales del Yí solía sumarse al rescate de ovejas atrapadas en la corriente. El río, y casi en igual medida los montes cercanos, no tenían secretos para él. E iniciaron su educación en aquel asunto que desde las aulas apenas se divisa: el teatro a veces cruel y despiadado, siempre fascinante, de la vida misma. Una puesta de soledades y penas que se enhebran en la escenografía natural, como la que describe en su poema El montaraz”, describe.
Con respecto al autor de La Tregua, ha escrito: “Hasta 1985, cuando iniciaron el proyecto conjunto que se convertiría en el disco El sur también existe, Serrat y Benedetti no se conocían en persona. Pero cada uno estaba al tanto de la obra del otro. Particularmente el cantautor, quien en una entrevista con el periodista Antonio Gómez evocó sus primeros contactos con la poesía del escritor uruguayo a comienzos de los 70: ‘En cada viaje a Latinoamérica me regalaban libros. Al principio eran de Antonio Machado y Miguel Hernández, no sé si por censura o aplauso al trabajo que yo había hecho con ellos, y pronto empezaron a regalarme de Benedetti. Desde entonces me apasiona su poesía y su actitud ante la vida”’. Pellegrino agrega que la poesía de Benedetti es “la más musicalizada en la historia de la lengua castellana”.
VIVIR LA VIDA. Entre las múltiples ocupaciones que ha tenido Guillermo Pellegrino a lo largo de su vida se encuentra la de trabajador social. En Argentina, a mediados de los 90 (cuando trabajaba en Radio Libertad) participó de un programa de alfabetización en el barrio conocido como Ciudad Oculta y en Uruguay hizo tareas comunitarias en Casavalle. “Cuando llegué a Uruguay me encontré con una chica que trabajaba en una ONG, a la que yo había conocido en Honduras en uno de mis viajes de mochilero. Le comenté lo que había hecho en Ciudad Oculta y ella me propuso trabajar en Casavalle, donde estuve cerca de un año”, recuerda.
También vivió experiencias extremas, una de ellas hace pocos años, cuando protagonizó un tremendo accidente de tránsito. Después de pasar varias veces por un quirófano, quedó con secuelas físicas y con una forma diferente de valorar la vida: “Me operaron tres veces en un lapso de cuatro meses. Cuando perdí la salud me di cuenta de lo importante que era, aunque la realidad es que después volvés a las cosas cotidianas. Te quedan imágenes. Y me salió caro, la pasé muy mal. Te das cuenta de que te puede cambiar la vida en un segundo y que podés morir o quedar parapléjico. Hay que estar atento y no manejar cansado en el tránsito”, reflexiona.
Su recuperación fue asombrosa, pero asegura que eso se debió, en parte, a la genética y a la actitud positiva con la que desde hace mucho tiempo enfrenta la vida. Ya no es aquel joven que cruzaba Los Andes en bicicleta, que llegó a ser maratonista y que incluso compitó como tenista. Pero el día que hizo esta nota con Revista Domingo, caminó 21 kilómetros desde su casa de El Pinar, el sitio donde también viven, a seis cuadras de distancia, sus hijas Renata (19) e Isabella (18).
A la orilla del silencio
A la orilla del silencio, es el nombre del libro que escribió junto a Jorge Basilago sobre la vida y obra de Osiris Rodríguez Castillos. El poeta, escritor, músico, cantor, guitarrista y luthier nació en Montevideo -por “accidente”, como le gustaba decir- en 1925. Se crio en Sarandí del Yí, vivió en España y falleció en la capital uruguaya en 1996.
Zitarrosa, la biografía
Luego de concluir los estudios secundarios en una escuela nocturna, y tras desarrollar con bastante éxito múltiples vocaciones -en distintos períodos fue poeta, locutor y periodista-, Zitarrosa se transformó en cantor casi por casualidad. Zitarrosa, la biografía, es un acercamiento completo al hombre y al artista detrás de éxitos como Stephanie y El violín de Becho.
Benedetti y la música
Grillo constante, un libro sobre Mario Benedetti que se publicó en España, es un repaso histórico de la interacción música-literatura; el análisis contextualizado de la obra musical del autor de Te quiero (“.... y en la calle codo a codo somos mucho más que dos”) y el testimonio de quienes colaboraron con él o eligieron musicalizar su poesía.