Hace casi 20 años que juegan al tute todos los lunes, tienen reglas propias y jornadas de 29 horas seguidas

Empezaron siendo 4 o 5, hoy son 22 que se juntan todas las semanas para disputar un campeonato en el que dos o tres veces por año pasan un fin de semana jugando sin parar. Van por la personería jurídica.

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Mesa de tute.
Foto: Estefanía Leal.

“Un domingo de noche cayeron tres amigos a mi casa. Me dijeron: ‘Vení, queremos que juegues este juego de cartas’. Jugamos un par de manos y me preguntaron: ‘¿Te gustó?’ ‘Sí’, les dije. ‘Bueno, mañana hay campeonato, ¿querés venir?’ ‘Voy’, respondí”, cuenta Martín Vázquez a Domingo sobre lo ocurrido en 2006.

Pero faltaba un detalle más. “Me di vuelta, hablé con mi mujer y le pregunté: ‘¿Puedo faltar en casa todos los lunes de ahora en más que tengo campeonato de tute?’”, recuerda. Su esposa “lo autorizó” y Martín comenzó una rutina que, en su caso, está por cumplir 19 años; en el grupo al que se integró serán 20 años en unos meses.

“Arrancamos en 2005 con un inocente juego de cartas después de terminar un asado”, rememora Leo Filgueiras. “Éramos cuatro o cinco, cada partido era más divertido que el anterior. Empezamos a contar lo bien que se pasaba en esas madrugadas y los voluntarios empezaron a llegar por curiosidad, porque les gustaban las cartas o porque no tenían problema de acostarse tarde… o las tres a la vez”, añade entre risas.

Hoy llegan a 22 participantes activos de entre 40 y 60 y pico de años, de los cuales un promedio de 14 o 15 dice presente cada lunes sin importar dónde, eso incluso se llega a resolver en el día.

¿Pero qué tiene de especial que un grupo, a esta altura de amigos, se reúna cada semana desde hace muchos años a jugar a las cartas? Quizás nada, porque debe haber muchos ejemplos en torno a distintos juegos, o quizás mucho, porque lo que han logrado estos tuteros es convertirse en un cúmulo de divertidas anécdotas y transformar un encuentro informal en verdaderos campeonatos con reglamento elaborado por abogados, una copa con el nombre de los distintos ganadores y un objetivo para el 2025: lograr personería jurídica y convocar a otros grupos de tuteros para celebrar torneos más grandes.

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Mesa de tute.

Sagrado lunes

“La fecha oficial quedó los lunes y nunca se cambió en estos casi 20 años”, dice Leo. Cuenta que suele suceder que, ya desde el domingo previo, se entre a armar la lista de participantes, algo que hoy, gracias al WhatsApp, resulta muy práctico.

Tienen dos grupos de WhatsApp: uno con los jugadores que se mantienen activos y otro que reúne a todos los que han sido parte de este ritual porque, como es lógico de imaginar, ha habido tanto incorporaciones como deserciones en todo este tiempo.

“Los que se han ido es por causas ajenas al juego”, aclara Leo y detalla que las razones son, por lo general, que se han mudado al interior o a otro país o que les ha coincidido el día con obligaciones impostergables. Para el resto, el lunes es de tute y eso es sagrado.

“Los primeros años las fechas eran eternas, arrancaban a las 6 de la tarde y llegaban a terminar a las 6 o 7 de la mañana siguiente. Nos parábamos solo para ir al baño o para abrirle la puerta al delivery que llegaba con las empanadas que muchas veces se comían frías por jugar a las cartas”, señala Leo.

Entonces buscaban anfitriones que no tuvieran problema en trasnochar. “Una vez fuimos a la casa de uno que nos terminó la fecha a las 2 de la mañana y le suspendimos la sede por un par de años”, apunta Leo, a lo que Martín acota que otras veces ocurría que si el dueño de casa se tenía que ir a trabajar o lo que fuera, les daba la llave y ellos se ocupaban de cerrar y dejársela en un lugar convenido.

Hoy los horarios son más acotados, no juegan hasta tan tarde, salvo excepciones que ya veremos.

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El tute de los lunes.

Reglamento

A medida que se fueron sumando participantes, la cosa se comenzó a profesionalizar, los puntos empezaron a importar, aparecieron jugadas que no sabían cómo resolver y surgieron algunas peleas fuertes. Nada que el tiempo no curara, por lo general, de un lunes al otro, aunque hubo alguno al que el enojo le duró varios meses.

Eso llevó a crear el equipo de “Los Notables” —los abogados del grupo— para que se encargaran de elaborar un reglamento que al día de hoy sigue sumando reglas y se cumple a rajatabla.

“Hay un juego tute base y lo transformamos con algunas cositas”, detalla Martín, quien hoy es el encargado de cada semana ir completando las planillas de Excel con las que se elaboran las tablas de posiciones. Hay un Apertura y un Clausura —cada uno con su respectivo trofeo— y dos o tres másters por año, todo lo cual define el Campeonato Anual. No se juega por dinero, sino por una copa que al mejor estilo Libertadores va agregando cada año una chapita con el nombre del último ganador.

“El campeón del año se lleva la copa a su casa y los últimos cinco de la tabla pagan el asado de fin de año, más botellas de whisky para el campeón”, reseña Leo a Domingo.

Una regla no escrita es que no se aceptan mujeres, aunque puedan jugar mejor que los hombres. Y nadie lo discute; aseguran que las esposas o parejas agradecen tener un día a la semana “libre de los maridos”.

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El tute de los lunes.

Los famosos másters

En 2010, cuando ya eran unos 20 tuteros, se dieron cuenta de que nos les alcanzaban las noches de los lunes y entonces inventaron los másters. “Fue la clave de que todo esto explotara”, asegura Martín.

Entonces dos o tres veces por año dedican un fin de semana a jugar al tute. Comienzan a las 10 de la mañana del sábado y juegan sin parar hasta las 3 de la tarde del domingo. Y “sin parar” es sin parar, porque elegir irse a dormir depende de cada uno. Siempre hay mesas activas, sea la hora que sea.

Si bien varios se hacen en Punta del Este, hay una sede por excelencia a la que bautizaron La Catedral y queda en la Sierra Carapé, en el departamento de Lavalleja.

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El tute de los lunes en La Catedral.

“Es una casa que tiene más de 120 años y es una de las más altas del Uruguay, como a 400 y pico metros de altura”, detalla Guido Clerici, su dueño y miembro del grupo desde los inicios. “La compré en 1998 y la empecé a reconstruir con el tute, que es el alma de la casa”, agrega sobre lo que hoy ya es un establecimiento forestal y ganadero con todas las comodidades, pero que cuando los tuteros comenzaron a ir no estaba terminado, ni siquiera tenía electricidad y jugaban a la luz de las velas. En invierno, las temperaturas eran crueles y la mayoría, cuando elegía dormir, lo hacía incluso en el piso con tal de estar cerca de la estufa a leña.

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Un máster a la luz de las velas.

El ganador de cada máster se lleva un trofeo, botellas de whisky y no paga los gastos de ese fin de semana.

Un tema a abordar tanto en los encuentros de los lunes como en los másters, es la comida. Del delivery se ha pasado a que dos o tres del grupo sean los cocineros oficiales y que preparen desde asados hasta comidas de olla. Aún así, alimentarse es lo de menos; lo hacen a las apuradas para no salirse del juego porque, además, es regla no comer en la mesa de tute.

También existe un “estadio de tute”, el Fachas Arenas, que se usa para algunos de los encuentros de los lunes. Se trata de la casa de Rodrigo “Chiqui” Díaz, que reside en Solymar. “Como vive solo, hizo su casa en el piso de arriba y la parte de abajo la cerró para formar mesas de tute junto al parrillero”, cuenta Leo.

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Momento de dormir en La Catedral del tute.

El grupo también resolvió hace poco darse el nombre de Asociación Uruguaya de Tute y crearse una cuenta en Instagram (@tute_aut). De todas formas siempre aclaran que no son los que llevan más años jugando a este juego, saben de la existencia de un grupo que desde 1981 juega todos los jueves en el Bar del Golfista del Club del Golf y con el que incluso comparten participantes.

“El del Golf es más social, el de los lunes es más competitivo”, asegura Jorge Rossolino, uno de los dos o tres que concurren a ambos encuentros. Él comenzó en el Golf, donde son un promedio de ocho por jueves de un total de entre 18 y 20 tuteros, que también compiten por copas en jornadas no tan extensas.

“El target es más de veteranos y se va jugando y charlando de los temas de la semana, no es como el de los lunes que tenés que estar más concentrado y dedicado solo al juego”, comenta Jorge.

Concentración no significa falta de humor y gastadas. “Ya tenemos códigos como que uno es el lento para jugar, el otro es el distraído, otro es el calentón, otro pierde siempre… Y cuando viene uno nuevo, no le bajamos la intensidad del bullying, lo jodemos hasta el límite. Y al lunes siguiente seguimos. Eso está bueno porque lo termina integrando, no es que pasa desapercibido por ser nuevo”, destaca Leo.

Jorge lo resume con la propia denominación del juego: “Se llama tute cabrero porque podés embromar al otro. Hay algunos que se agarran cada calentura... Por una jugada alguien se enoja contigo y promete matarte todo el resto de la noche, pero después todo eso se olvida”.

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El tute de los lunes.

Anecdotario

Las fechas de tute van rotando entre Pocitos, Carrasco y Solymar, pero se ha dado el increíble caso de tener una mesa de 8 o 9 jugando en Uruguay y otra de 7 u 8 en Playa del Carmen, México. “Era lunes y había que cumplir con la tradición sin importar las fronteras”, justifica Leo y agrega que una vez hasta hubo fecha en un vuelo a 10 mil metros de altura.

Puede ocurrir incluso que, sacando los másters, también se juegue otros días de la semana. “La regla dice que se juega todos los lunes o, en aquellos casos en que haya quórum. O sea que si se encuentran más de cuatro del grupo en un lugar y quieren jugar cartas, eso cuenta”, explica Martín.

El fanatismo lleva hasta que el tute se cuele en los festejos de cumpleaños. Pasó, por ejemplo, en uno que celebró Leo en Parva Domus… ¡un lunes! Día de tute, había que jugar y se jugó. “Estaban, por un lado, los tuteros y, por el otro, el resto de la gente. Los tuteros jugaron, apenas se levantaron para el momento de soplar la velita”, asegura entre risas.

También hay anécdotas que, al menos en el momento en que se vivieron, no suenan tan divertidas. Una vez Martín estaba jugando y se puso muy nervioso. “Se me empezó a enlentecer el corazón y me desmayé. Cuando me desperté pregunté ‘¿dónde están las cartas?’, pero ya estaba la ambulancia. Como me volvió a pasar, me llevaron y estuve 24 horas internado”, rememora y agrega muy seguro: “El día que me entierren va a ser con un mazo de cartas”.

A este grupo no lo frena casi nada, ni las grandes tormentas. “En el último máster había alerta roja, se desató un temporal y aún así estuvo lleno de gente. Otras veces ha pasado que alguno queda estancado con el auto y le decimos: ‘Esperá que terminemos de jugar y te vamos a buscar con cuerdas’. Y nadie se calienta”, afirma Leo.

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Máster del tute de los lunes en La Catedral.

Amistad

Tantos años de cartas han ido creando fuertes lazos de amistad, pero hay que tener presente que en los inicios muchos de ellos eran simples conocidos o amigos de amigos que coincidían en un lugar para jugar cartas. Es cierto que al grupo no se ingresa sin una recomendación, pero eso no asegura que terminen siendo amigos. El tute de los lunes ha logrado eso y mucho más.

“Así como estamos para lo bueno, también estamos para lo malo”, remarca Leo. “Han pasado situaciones feas, de salud con algunos de los integrantes o con familiares y todos estamos pendientes. No es que nos vemos el lunes y hasta el otro lunes no sé nada de vos”, sostiene.

Como la mayoría son generación 72, hace un par de años se dieron muchas fiestas de 50 años y el “grupo de tute” fue parte destacada de la lista de invitados de los cumpleañeros. También han planeado viajes juntos, entre ellos dos idas a mundiales de fútbol: Brasil 2014 y Rusia 2018.

“Es un grupo etario bien variado, una mezcla difícil de encontrar en otro ámbito”, dice Martín. “Tenemos abogados, contadores, ingenieros, economistas… pero acá no importa la profesión, cuando arranca el juego todo se empareja”, acota Leo.

Así sucede que hay algunos que han sido campeones más de una vez, como Martín, que lo cuenta con sonrisa socarrona y mira de reojo a Leo, al que el triunfo le ha sido esquivo. Guido, por su parte, ha sido definido como el Defensor Sporting del grupo porque solo ha ganado torneos cortos. Y a Jorge le ha ido mejor en el tute del Golf, donde sí se ha llevado alguna copa. “En el de los lunes estoy hace poco y no he podido ganar todavía”, señala. Horacio González Mullins, por ejemplo, es de los que puede vanagloriarse de haber triunfado en ambos lados.

De todas formas cada uno de ellos recalca una y otra vez que no interesa quién gana o quién pierde, quién se lleva la copa anual o quién mastica bronca cada martes.

“Muchas veces nos han preguntado: ‘¿Y por qué juegan?, ‘¿qué se apuesta?’”, cuenta Leo, porque les resulta llamativo que este ritual de los lunes haya durado tanto y no tenga miras de detenerse. Entonces lanza la explicación en la que todos coinciden: “Es algo que va más allá del juego. Han pasado tantos años que es la mejor excusa para vernos, para hablar boludeces y a esta altura de la vida reír sin parar. Es la fórmula del éxito para empezar la semana con una sonrisa y mil comentarios de WhatsApp al día siguiente. No es otra cosa que brindar con amigos jugando a las cartas y riendo de principio a fin”.

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El tute de los lunes.
Foto: Estefanía Leal.

Lista de tuteros activos

- Martín Vázquez Goyret
- Leonardo Filgueiras
- Jorge Rossolino
- Joaquín Izuibejeres
- Andrés Martínez Esponda
- Rodrigo "Chiqui" Díaz
- Martín Ernesto Llovet
- Guido Clerici
- Marcelo Amaya
- José Cesio
- Federico Sassi
- Juan Luis Storace
- Santiago Aboal
- Rodrigo Criado
- Fede Mutilva
- Pablo Varela Gallinal
- Andrew Ellis
- Víctor García Paullier
- Juan Luis Secco
- Erico Buela
- Horacio González Mullins
- Martín Gimenez

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