Hanan Rasheed, una palestina que apuesta a la diplomacia a través de la comida

La madre de la actual embajadora palestina en Uruguay ofrece cuando tiene la oportunidad los sabores y aromas de su tierra y cultura. Y llama a esa tarea “diplomacia hummus”

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cocinera
La madre de la embajadora palestina en Uruguay cocina para agasajar e intentar acercar posiciones muy distantes.
Juan Manuel Ramos/Archivo El Pais

La pasión de Hanan Rasheed por cocinar nació, en gran parte, de la necesidad de conectarse con su origen como mujer palestina. En 1967, con 9 años, la familia de Rasheed tuvo que refugiarse en Jordania (ese año fue uno de significante expansión territorial de Israel). Ella y su familia estuvieron dando vueltas sin patria un tiempo, pero en 1973 se radicaron en Estados Unidos. Poco tiempo después, Rasheed se casó. Su marido regenteaba negocios de alimentos primero y luego se metió en el mercado inmobiliario. Ella, en tanto, era ama de casa. Y ahí empezó a querer traer algo de la Palestina que había dejado atrás a la mesa familiar.

Como sentía que en su vida los “años palestinos” iban a ser muy pocos, Rasheed comenzó a intentar recrear algo de lo que tuvo que abandonar. Iba a ser más práctico llevar a Estados Unidos aromas y sabores que personas o tierras. El problema es que, por un lado, ella no era una cocinera. Y que todavía faltaban más de 20 años para que Internet irrumpiera en las vidas de todos. Además, dice Rasheed, ni siquiera en la cosmopolita costa occidental de Estados Unidos era fácil conseguir los ingredientes y las especias típicas del Medio Oriente. “No era como ahora, que hay un carrito de falafel en todas partes”, dice Rasheed en un coqueto café de Carrasco mientras charla con Domingo.

Aunque no tenía muchos elementos para poder consultar, persistió. Recordaba ciertos olores y sabores de cuando era niña y trataba de recrearlos en sus platos. Le llevó años llegar a un nivel que considera acorde a las exigencias que se pone a sí misma. Y durante tiempo tenía cierta aprensión cuando invitaba a gente a su casa, en particular si eran parientes, porque sabía que las expectativas casi siempre eran altas y las críticas podían llegar en cualquier momento.

Hace un par de años que llegó a Uruguay para cuidar de sus nietos. Su hija (una de cinco vástagos) es la embajadora palestina en Uruguay y ella le está dando una mano. Desde que llegó, ha tenido pocos contactos con uruguayos, pero los que sí ha tenido le han dado impulso para realizar un viaje multinacional: ella, un chef uruguayo (Martín Campbell, del restaurante Verne, en Ciudad de la Costa), y chefs estadounidenses viajarán a Palestina en julio, para conocer in situ la cocina de Medio Oriente.

Musakhan, plato nacional palestino
Musakhan, plato nacional palestino
Juan Manuel Ramos/Archivo El Pais

“Desde que llegué, organicé varios pop ups para diferentes grupos de personas, para que conozcan la comida palestina”, cuenta sobre los eventos culinarios que prepara durante varios días para agasajar a los comensales. Acuerda con el dueño de algún restaurante y se encarga de todo: preparar los platos, llevarlos hasta el lugar y servirlos.

Pero para Rasheed, la cocina no es únicamente una manera de confraternizar con otros y divulgar su cultura. Ella también ve el acto de cocinar y comer juntos como una posible forma de llegar a mayores entendimientos entres palestinos e israelíes. Ella, a veces, llama a eso “Diplomacia hummus”, por la pasta de garbanzo típica de su tierra natal.

En Estados Unidos, organizó y participó de varias instancias formales de diálogo entre palestinos e israelíes, para poder hablar sobre aquello a aqueja a ambos pueblos. Según su manera de ver, cuando la gente se sienta a comer algo rico, preparado con esmero y pasión, es más probable que se llegue a algún tipo de entendimiento y comprensión. “Tenemos muchas cosas en común, entre ellas la cocina. Deberíamos poder ponernos de acuerdo. Seguridad para Israel y libertad para nosotros. Eso es fundamental”, sostiene.

EL VALOR DE LA LIBERTAD
Los años en Estados Unidos, además, la hicieron comprender el valor de la libertad y del trabajo. “Nosotros llegamos sin nada a Estados Unidos. Pero vimos que si uno quiere hacer algo, si realmente apuesta a eso y trabaja mucho, nadie te detiene. Estoy muy agradecida a Estados Unidos, y me gusta vivir ahí. Pero también extraño Palestina, y como muchos deseo que el conflicto pueda solucionarse y podamos vivir un pueblo al lado del otro.

En una charla TED que dio hace tres años, titulada La mesa que sana, contó cómo fue que a través de la cocina y la comida pudo establecer ese diálogo entre palestinos e israelíes. “Imaginen a israelíes y palestinos que se sientan a una mesa. No es una mesa de negociación, sino una mesa para cenar. Para una familia disfuncional, una familia que tiene muchas fallas y carencias (...) Por desgracia, la diplomacia de los gobiernos involucrados no ha logrado, hasta ahora, llegar a una solución con la que ambos pueblos se sientan satisfechos, una solución viable y justa para ambas partes”, dice al comienzo de la charla y luego sigue: “Yo pienso que somos nosotros, el pueblo, la gente común que tiene el poder para cambiar las cosas. Nunca hay que descartar la paz, y siempre tenemos que entender el dolor y sufrimiento de ambos lados (...) Mi necesidad de conectar a gente distinta, y mi amor por compartir la cocina palestina, me dio una idea que vale la pena diseminar: una mesa con llena de platos, de diferentes sabores, con historias y emociones humanas, una mesa que pueda sanar. Sé que tal vez no lo logre, pero mi esperanza es que alguien se inspire y se una”.

Con todo, es cauta cuando se adentra en temas políticos. Uno imagina que como su hija es diplomática, ella tiene cierta responsabilidad cuando hace declaraciones sobre un tema tan cargado de conflictos como el que se da desde hace muchos años en Israel y los territorios ocupados. Tiene sus postulados y opiniones, pero dice que prefiere hablar de cocinar. “Mejor así. Es mucho más grato”, dice entre risas. Pregunta a menudo cuándo la van a invitar a un asado. Hasta ahora, no ha podido asistir a esa costumbre uruguaya, pero confía en que en algún momento va tener la oportunidad.

Pero lo que más la entusiasma es el viaje que está planificando con Martín Campbell para ir a Palestina a conocer las tradiciones culinarias de Medio Oriente en general y palestinas en particular. Ella y Campbell invitan a Revista Domingo a Verne para charlar un poco sobre lo que puede llegar a pasar en ese viaje. Campbell conoció a Rasheed cuando ella fue a Verne y rápidamente hicieron buenas migas. Aunque el inglés de Campbell está un poquito oxidado, igual se siente el entusiasmo entre ellos al hablar de ingredientes, recetas, especias y lo que pueden llegar a encontrar en Palestina, cuando conozcan a chefs locales y degusten lo que estos preparan. “Pero también te voy a llevar a que conozcas la comida que se hacen en las casas, y en los puestos ambulantes, no solo las que se preparan en los restaurantes”, le dice Rasheed a Campbell. Porque una cultura culinaria es más que lo que se le presenta al turista o invitado. Y ella, a través de la comida, quiere dar a conocer también la cultura de su patria, no únicamente lo que se come.

Campbell se imagina grandes mercados de condimentos, donde hay de todo para cocinar. Él todavía no cumplió 30 años, pero tiene bastante experiencia en esto de cocinar. Durante años trabajó en Argentina en el rubro catering. Pero hace unos años se animó a poner su propio restaurante, donde conoció a Rasheed. Ahora, se prepara para viajar a Palestina. “El primer contacto lo hizo ella con mi madre, nos escribió por Instagram que le había gustado mucho la comida. Enseguida nos caímos bien, entre otras cosas porque vemos la cocina y comer de manera muy similar, como algo que se hace entre amigos y familiares, con gente. A mí siempre me gustó cocinar para los demás, y también me di cuenta que esos momentos son por lo general muy disfrutables para los comensales. Es muy lindo ver cuando alguien sonríe porque está comiendo algo que le gusta. Eso siempre me motivó, y cuando conocí a Hanan congeniamos rápidamente en torno a cocinar y compartir la comida con familia y amigos”.

Dice que la idea de Rasheed de hacer un viaje como el que se proponen le fascinó de entrada. “Primero por cómo es Hanan, con quien tengo muy buen vínculo. Y luego por conocer una cultura que hasta ahora siempre fue a través de lecturas. Ahí voy a poder verlo in situ”, comenta. Mientras preparan los platos para degustar, ríen y comentan lo que van a hacer, a dónde van a ir. “Tenés que conocer Belén, Jerusalén y otros lugares que son sagrados tanto para el judaísmo como para el Islam”, le dice Rasheed y él asiente. Pero antes de viajar hay que seguir cocinando y compartiendo lo preparado, para generar un estado de ánimo que predisponga positivamente. Quién sabe. Tal vez la diplomacia hummus de Rasheed surta algún tipo de efecto en un conflicto que ha causado dolor y tragedia. Tal vez, esa pasta de garbanzos pueda aportar algo de sanación.

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