Heavy metal, cosa de mujer: las uruguayas que se destacan en la escena local y rompen con estereotipos

Las etiquetas que el heavy metal carga como género musical y tribu urbana han hecho que, durante mucho tiempo, se lo viera como un género reservado a los hombres, sin embargo, hoy el escenario es distinto.

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Lucía Dematteis
Lucía Dematteis, guitarrista de la banda fernandina Razaplaga.
Foto: Piojo Pereira

Oscuro, ruidoso, agresivo. Las etiquetas que el heavy metal carga como género musical y tribu urbana han hecho que, durante mucho tiempo, se lo viera como un género reservado a los hombres. Y, es cierto; desde sus orígenes, allá por los años 70, esta música ha sido dominada por el sexo masculino. No fue hasta la década de 1980 que nombres de mayor proyección, como la alemana Doro Pesch o la norteamericana Lita Ford, comenzaron a resonar. Luego vendrían Sean Yseult, Tarja Turunen, Angela Gossow, Cristina Scabbia, Alissa White, por mencionar solo algunas. La lista de mujeres desarrollándose en el rock pesado empezó a ser cada vez más larga. Y si hablamos de las subcategorías del género, se extiende aún más.

Sin embargo, al día de hoy, si el lector se pone a pensar, ¿qué le viene a la mente cuando se habla de heavy metal o rock pesado?. Quizás piense en bandas como Black Sabbath, Metallica o Iron Maiden (acá también hay una lista larga). Pero ¿y si hablamos de heavy metal en Uruguay? Y si, aún más específicamente, ¿hablamos de mujeres en la escena local de este género?

“Me ha pasado que cuando le digo a alguien que soy cantante de una banda, lo menos que se esperan es que sea una banda de rock o metal. Cuando se dan cuenta que la música es pesada, ¡se quedan en shock! Hasta me preguntan cómo me da la voz para cantar, y si no me lastimo”, cuenta Sofía May.

Sofia May
Sofia May, vocalista de Regina.
Foto: Leonardo Curbelo

La joven de 29 años es cantante de la banda montevideana Regina, fundada en 2017. Y es una de las pocas —si comparamos a la cantidad que hay en otros géneros— cantantes de rock pesado y heavy metal en Uruguay. En Regina, May comparte proyecto con Valeria Sarro (25), guitarrista y corista del grupo, que también está conformado por Agustín Sogliano e Ignacio Hourcade. Para Sarro, si bien el escenario ha ido cambiando, aún se siente una diferenciación e incluso un cierto ninguneo hacia las instrumentistas e intérpretes femeninas.

“Es triste y a veces gracioso. Nos pasó de recibir comentarios como ‘las mujeres no pueden hacer metal’ o ‘quiero ver que es este experimento de mujeres en el metal’. Por un lado, nos da gracia, y a su vez nos reafirma la importancia de que sigamos haciendo lo que hacemos y visibilizando nuestra música”, dice la guitarrista.

Valeria Sarro
Valeria Sarro, guitarrista de la banda Regina.
Foto: Cristian Montes de Oca

Victoria Menker (40), guitarrista de la banda de trash metal Oriental, también ha escuchado comentarios de comparación y casi incredulidad con su trabajo, pero entiende que cada vez más hay un cambio de mentalidad y actitud por parte del público en general. “Todavía hay gente que te dice ‘ay, tocás rebien, casi como un tipo’. O, ‘parecés un hombre tocando’. Pero bueno, es cada vez menos, por suerte”.

Victoria Menker
Victoria Menker, guitarrista de la banda Oriental.
Foto: Bruno Conti

Una de las características del género es el canto gutural, técnica vocal que produce un sonido grave y profundo. Es otro elemento que, a primera vista, se distancia de las voces femeninas, pero es una percepción que, dicen, de a poco va quedando en el pasado.

“Se dice que cuando una cantante de guturales es buena, no te das cuenta de si está cantando un hombre o una mujer. Es decir, si suena masculino, entonces está perfecto. Y a mí me pasó de intentar lograr eso. Después me di cuenta de que mi sonido es lo que soy. Yo soy mujer y así tengo que sonar. Entonces no hay que darle muchas vueltas con eso”, comparte Paola Mastrangelo, fundadora y vocalista de la banda de metal progresivo Solarcodex, que tiene, además, a David Pérez en la batería y a Sebastián Castañares en guitarra y se formó en 2015.

Paola Mastrangelo
Paola Mastrangelo, vocalista de la banda Solarcodex.
Foto: gentileza

Nos pasó de recibir comentarios como ‘las mujeres no pueden hacer metal’. Por un lado, nos da gracia, y a su vez nos reafirma la importancia de que sigamos visibilizando nuestra música

También lo apunta Florencia Castelar (36), vocalista de Hija Única, banda formada en 2019 y conformada por la baterista Majo Z, el guitarrista Nico Corrales y la bajista Luisina Chavarría.

“Es menos que antes, pero todavía hay una sorpresa cuando ven a una mujer o a una persona disidente haciendo rock, sobre todo si implica técnicas como el canto gutural. Muchas veces te preguntan cosas tipo: ‘¿Eso realmente lo hacés vos o es un efecto?’ Pero, por otro lado, también hay un público que lo recibe con admiración y entusiasmo. Siempre hubo y cada vez hay más referentes que rompen con esas estructuras y son excelentes artistas”, anota. Y reflexiona: “Históricamente, el espacio del metal ha estado muy masculinizado, y eso hace que el hecho de estar ahí, ocupando ese espacio, tenga también un peso simbólico. Hay algo de romper con la idea de lo femenino como algo delicado o dócil. En ese sentido, el escenario se convierte en un territorio de resistencia”.

Un mundo aparte

Al igual que otros tipos de música, el metal tiene subgéneros que derivan de fusiones entre estilos. Así es como hay un abanico grande de variaciones como el metal melódico, el nu (o new) metal, caracterizado por la fusión con géneros como hip hop o la música industrial; o aun el thrash, que se destacada por su ritmo acelerado y los vocales guturales, por mencionar solo algunos.

Jenn Berrospe (30), por ejemplo, surfea estos estilos como guitarrista de las bandas Lyra, de death metal, y Dr. Rocka, de metal alternativo. La música la acompaña desde chica, pero a los 20 años, cuando se acercó al mundo metalero, supo que allí había algo que la movía.

“Si bien he transitado muchos géneros, siento que el metal fue el que más me acompañó, me sentí muy identificada con muchas bandas. Las armonías entre instrumentos siempre me cautivaron. Y si bien es el género menos redituable, sigue siendo con el que más me identifico y con el que siento que me puedo expresar mejor”, cuenta a Domingo.

Jenn Berrospe
Jenn Berrospe, guitarrista de la bandas Dr. Rocka y Lyra.
Foto: Bruno Conti

Habitando los escenarios desde hace una década, siente que la escena se va abriendo y que hay cada vez menos resistencia a que las mujeres ocupen espacios, aunque aún queden barreras por derribar.

“Aún nos encontramos con la sorpresa de que haya una mujer en la banda y una mirada de ‘a ver cómo tocás’, o comentarios que intentan crear rivalidad entre mujeres de bandas. Sin contar los grupos en las redes sociales que hacen comentarios machistas. Pero confío que en un futuro cercano se va a minimizar a un punto en el que ninguna mujer se sienta excluida, incómoda o denigrada”, expresa.

Hay algo de romper con la idea de lo femenino como algo delicado o dócil. En ese sentido, el escenario se convierte en un territorio de resistencia

Por otro lado, hay un cierto imaginario colectivo sobre la comunidad metalera y el género heavy metal como tal, que perdura en el tiempo. Una visión clásica de que a este círculo solo pertenecen hombres de negro con largas melenas.

“El que no está en la movida, primero piensa que es un género más bien para hombres. Y si te vas más para lo pesado, ya la gente piensa que tenés algún problema con los excesos o básicamente que sos un roto, o perdés el tiempo. Y lo que no saben es que nosotros nos cuidamos bastante, tratando de dar lo mejor, metiendo mucha cabeza para exponer nuestra música lo más profesional posible”, manifiesta Mastrangelo.

Eso es algo que Yanet Fernández (32), bajista de Efímera, banda integrada por Tina Couto en los vocales, también observa. “Para las personas que no consumen este género es bastante polémico. Piensan que es muy ruidoso y hasta violento”.

Yanet
Yanet Fernández, bajista de la banda Efímera.
Foto: gentileza

May, a su vez, siente que también dentro de la escena hay un cierto prejuicio entre subgéneros. “En nuestro caso, el ser una banda con integrantes femeninas te hace caer en otro gran grupo de prejuicios, de que sí o sí sos gótica, o cantás lírico, que la audiencia va a ver a tu banda solo porque sos linda, o que algún miembro masculino de la banda es tu novio”, afirma.

Para Berrospe es comprensible que al público menos familiarizado con la movida le cueste deshacerse de algunos prejuicios. “Lo primero que dice una persona que desconoce la escena es que nos drogamos, somos violentos o satanistas. Mucha gente no da el tiempo ni el espacio para conocer, porque es un género ‘difícil de digerir’ si no estás acostumbrado”, dice.

Por otro lado, muchas y muchos también manifiestan que hay compañerismo, respeto y ambiente familiar en esta comunidad. “Hay un prejuicio que el público metalero es más ruidoso o enojado (se ríe). Pero sé y siento que son de los mejores, más organizados y fieles de los que he visto”, puntualiza a su vez Betina Sánchez (46) , de la banda Nameless.

Sánchez fue una de las primeras cantantes de rock pesado en la escena local. En su casa, la música fue una constante desde muy chica: es nieta de un contrabajista, hija de un trompetista y su hermano toca el teclado.

En 2005 fundó Nameless, la banda de nu metal que en 2025 celebrará dos décadas de trayectoria. En 2021, el grupo fue reconocido con el Premio Graffiti de Mejor álbum de Metal y Hard Rock por el disco De acá venimos.

Betina Sánchez
Betina Sanchez, vocalista de la banda Nameless.
Foto: Natalia Zucco

“Somos la única banda de Metal o Hard Rock que tiene una mujer trabajando por 20 años ininterrumpidos en la escena”, remarca Sánchez a Domingo. Junto a sus compañeros de Nameless (Martín Silva, Leonardo Romero y Juan Pérez), la cantante y vocal coach creó en 2009 el primer festival que celebra a las mujeres del rock y del metal en el país (ver abajo).

A lo largo de su carrera, ha interpretado diversos géneros, pero el metal representó un desafío que la llevó a definirse como cantante.

“Tengo la cabeza muy abierta, he escuchado todo tipo de música durante mi vida, al igual que con mis alumnos de canto. Me gusta mucho el soul, el pop y el rock en todas sus versiones, pero considero el metal muy rico, tanto en lo musical como en las líricas. Son obras pensadas, poéticas, estructuradas y tienen un gran proceso de composición y riqueza, que a diferencia de la música más actual y masiva (y sin desmerecer) las siento bastante más armadas”, comparte.

Música visceral que desafía roles de género

No está de más señalar que las entrevistadas para este informe son solo algunas de las que hoy se destacan en la escena. La representación femenina en este ámbito —que abarca desde la composición de canciones hasta los arreglos y la interpretación— continúa en crecimiento.

Lucía Dematteis (29), por ejemplo, es fundadora y guitarrista de la banda fernandina Razaplaga y nota como hay toda una comunidad que se mueve para que el género prospere colectivamente.

“La escena local va creciendo año a año. Hay muchas bandas muy buenas y, sobre todo, hay un compromiso entre todos de que la escena del metal crezca y eso genera un ambiente muy lindo a la hora de ir a los toques o festivales porque se vuelve un ambiente muy familiar y hay un apoyo muy grande entre los músicos”, comenta.

También encargada de la composición de las canciones de Razaplaga, un rol poco frecuente para las mujeres en las bandas del género, siente que allí logra expresar cosas de una manera única.

“El metal tiene el poder transmitir emociones y energía. Creo que la música pesada tiene esa inyección de poder en el sonido que te transporta un poco a la hora de escucharlo o estar en un show. Muy pocos géneros musicales transmiten esa fuerza”, opina.

Una percepción que Castelar, de Hija Única, comparte: “El rock pesado me atraviesa de una manera muy visceral. Siento que me permite expresar emociones intensas, canalizar la rabia, la potencia y la fuerza, de una forma que pocos géneros permiten. Hay algo liberador en eso: en poder gritar, en hacer sonar la voz más allá de los límites que culturalmente se nos imponen a las mujeres. Desafía lo que se espera de ciertas corporalidades y voces”, sostiene.

Banda Hija Única
Banda Hija Única.
Foto: Joaquín García

Festival con las mujeres de la escena

Desde 2009, la banda Nameless organiza el festival Rock and Metal Ladies con el objetivo de visibilizar la presencia femenina en el metal y el rock de Uruguay. A lo largo de ocho ediciones, el evento ha crecido notablemente, alcanzando escenarios como la Sala Zitarrosa y la Hugo Balzo, donde se realizó la última edición en julio del año pasado.

“Ha sido muy satisfactorio para nosotros ver el festival crecer desde el under en sus primeros años, y llegar a salas destacadas de Montevideo como la Zitarrosa y la Balzo”, comenta Betina Sánchez a Domingo.

En las últimas ediciones también se abrió el abanico de géneros para que artistas del pop, tango y rap pudieran sumarse. Así, se presentaron intérpretes e instrumentistas locales como Fer O Smith, Pamela Cattani (La Tabaré), Agustina Giovio, Agustina García (Cuatro Pesos de Propina), Tina Souto (Efímera), Clipper, Mar Payseé, Kiki Silva, Jenn Berrospe, Lorena Albornoz, Jimena Crujeira, Patricia Banchero, Ana Clara Fleitas, Michelle Viquez, y Mila Blois.

“La consigna fue invitar incluso chicas que no fueran del género metal en sí, pero que sí quisieran cantar o tocar algo en este estilo. Incluso también en una de las ediciones contamos con una traductora de Lengua de Señas (LSU), para traducir las canciones para la comunidad de sordomudos y hacer verdadera inclusión”, suma la cantante.

Gracias al festival y a la reunión de talentos locales, han podido observar una evolución tanto en la calidad musical como en la representatividad de las mujeres en la escena. “A lo largo de 15 años no solo tenemos más presencia femenina, sino más variedad musical, algo que enriquece mucho nuestro universo rockero”, finaliza.

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