TRADICIONES
Se calcula que el 40% de la población tiene ascendencia italiana. Son 130.000 las personas con ciudadanía.
Pastas, pizzas, milanesas… la gastronomía italiana es una parte importante en la dieta de los uruguayos. Y en estos días, mientras se celebra la VI Semana de la Cocina Italiana (que va hasta el 5 de diciembre), es redescubierta o revisitada. Pero la influencia de la cultura mediterránea se refleja en muchas otras cosas: en la arquitectura de algunos de los edificios más emblemáticos, en las tradiciones y hasta en la idiosincrasia uruguaya.
En los registros consulares de la Embajada de Italia en Montevideo hay unos 130.000 ciudadanos registrados (lo cual les permite, por ejemplo, tener pasaporte o votar), aunque se calcula que los descendientes de italianos son el 40% del total de la población del país.
El embajador Giovanni Iannuzzi llegó a Uruguay en enero de 2020, pocas semanas antes que se cerraran las fronteras por la emergencia de la COVID-19. “En Montevideo y el resto del país hay muchas trazas de italianidad: en la cocina, en la arquitectura, en la forma del ser, en el arte en general. Esto nos ha llevado a organizar distintos eventos en el marco de una iniciativa que hemos dado a llamar Montevideo, una capital de cultura italiana. Gracias a la pandemia, mi esposa y yo hemos hecho recorridos por algunos barrios que nos han demostrado cuánto hay de huellas de italianidad, por ejemplo, en los nombres de las calles”, dice el diplomático a Revista Domingo.
Según Iannuzzi, incluso algunas tradiciones que perdieron fuerza en Italia siguen muy vigentes en Uruguay. “Lo que yo he visto aquí es muy interesante: hay comidas tradicionales nuestras que un poco se han olvidado en Italia. El caso más típico es la fainá, que en Italia es una comida muy regional, que se consume en una zona muy pequeña entre Liguria y Toscana. Mientas que cualquier uruguayo la ha probado y sabe lo que es, los italianos que han comido fainá no son más del 10%. Esto se explica porque muchos migrantes italianos que llegaron aquí provenían de esa región”, anota.
El diplomático dice que en algunos países como Estados Unidos se vende pizza que “nada tiene que ver” con la italiana, aunque en Uruguay la oferta es “bastante fiel” a la receta original.
Cocina itálica
Desde hace 13 años existe en Montevideo una delegación de la Accademia Italiana della Cucina, que se fundó en 1953 en Milán y tiene actualmente presencia en 150 países. Pertenece al Ministerio de Relaciones Exteriores y tiene como objetivo promover las tradiciones gastronómicas. “Hacemos sugerencias a los restaurantes que lo entiendan oportuno y promovemos los productos italianos, que enriquecen de forma importante la preparación de los platos”, dice a Revista Domingo su director, Manuel Ascer.
No obstante, el experto señala que paradojalmente hay “muy pocos” restaurantes italianos en Uruguay. “Lo que existe, de una forma muy difundida, es la cocina itálica”, diferencia.
“Aunque los cocineros o gestores de los restaurantes no son típicamente italianos, consideran que la gastronomía italiana es tremendamente evaluada en todo el mundo y que tiene aspectos muy positivos. Es muy difícil que en un restaurante que no sea típicamente italiano no exista la posibilidad de consumir un plato como la pasta o la pizza”, observa Ascer.
Por otra parte, el experto entiende que los cocineros locales han logrado algunas variaciones y misturas interesantes. “Con el fainá, algo típico de la zona de la Liguria italiana, se inventó la ‘pizza a caballo’”, ejemplificó. Y coincidió con el embajador en cuanto a que la milanesa en Italia es muy diferente a la uruguaya. Iannuzzi dijo que en su país es “mucho más fina” y Ascer, que la original no es con un churrasco, sino con una costilla empanada.
Según la leyenda, la tradición de comer ñoquis los 29 nació en Italia, cuando un joven que se pasaba sus días predicando y curando enfermos en la región de Veneto tocó ese día la puerta de una familia de pescadores que lo invitó con ese plato tan sencillo como exquisito. “Acá se mantuvo la tradición de comerlos los días 29 de cada mes, pero en Italia se perdió”, dijo a Revista Domingo la directora del Instituto Italiano de Cultura, Silvia Merlí.
Merlí tiene 29 años y es originaria de Treviso (una localidad ubicada cerca de Venecia). Llegó hace cuatro meses a Uruguay y es diplomada en lengua y literatura extranjera. “La fainá (aquí en Uruguay se le cambió de género) es una preparación de la región de Liguria, muy frecuente en Génova, y se encuentra en casi todas las pizzerías. A su vez, el tiramisú está en casi todos los restaurantes uruguayos -también en las heladerías- y es típico de mi ciudad. La pastafrola es otro plato tradicional italiano”, enumera la directora del Instituto Italiano de Cultura.
Arquitectura y tradiciones
Merlí sostiene que la influencia de la cultura italiana es visible en la vida cotidiana de nuestro país. “Algunos de los edificios más emblemáticos e importantes fueron construidos por italianos”, destaca.
Entre ellos se encuentra el Palacio Salvo (inspirado en la Divina Comedia de Dante Alighieri), obra del arquitecto Mario Palanti, y el Palacio Legislativo, diseñado y construido por Vittorio Meano y Gaetano Moretti. La sede del Banco República es una obra del florentino Juan Veltroni. Y Luigi Andreoni fue uno de los más importantes representantes de la belle époque montevideana, que proyectó edificios icónicos como el Hospital Italiano, el Club Uruguay y la Estación Central de AFE.
“Pero, además, la cultura italiana se refleja bastante en el modo de vivir de los uruguayos, en la forma de gesticular al hablar o al discutir. El hecho de compartir, como ocurre con algo típico uruguayo como el mate, también es algo influenciado por la cultura italiana”, observa Merlí.
Otro ejemplo es el de reunirse los domingos, aunque el embajador Iannuzzi observa que como ha ocurrido en todo el mundo por la evolución demográfica, el esquema típico de las familias se ha reducido, lo cual hace que estas tradiciones no se mantengan como antes.
La directora del Instituto Italiano de Cultura también destacó la figura de Giuseppe Garibaldi, el “héroe de dos mundos” que unificó Italia y luchó en Sudamérica. Hacia 1841, Garibaldi se asentó en Montevideo, donde residía una numerosa comunidad de exiliados y migrantes italianos. Y al poco tiempo se involucró en la Guerra Grande, en la que desempeñó un papel destacado. “Se casó y tuvo descendencia en Montevideo. En la Iglesia San Francisco de Asís están las actas de matrimonio y de bautismo de sus hijos. También se conserva la casa en la que vivió junto a su esposa Anita”, anotó Merlí.
La herencia cultural italiana es inconmensurable. Así como esta nota comenzó por la pizza, la pasta y las milanesas, puede perfectamente terminar con los conciertos, el carnaval o la corbata. Porque estas tres últimas palabras (como muchísimas otras) son italianismos, que han tenido un fuerte influjo en el idioma español. Lo mismo ocurre con el lunfardo, con expresiones como laburo, bacán, chanta, gambetear y un largo etcétera.
La Caruso, bien uruguaya
Muchos creen que la salsa Caruso es italiana, pero esto no es así. Su nombre es un homenaje al cantante Enrico Caruso, quien visitó Montevideo en 1915. La famosa salsa nació en la década de 1950 en el restaurante Mario y Alberto, ubicado en Tacuarembó casi Constituyente. Su cocinero, Raymundo Monti, hizo esta variación de la clásica salsa blanca con jamón y champiñones cortados en juliana, con el agregado de crema de leche y extracto de carne. Así surgió la pasta “a la Caruso”. Y aunque el afamado tenor italiano nunca llegó a hincarle el diente, hoy integra la carta de distintos restaurantes de Europa y América Latina.