Holocausto: una historia uruguaya sobre una familia perseguida por los nazis

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Hasta que no estés en su lugar
Iliana Lamsteim, Montevideo ND 20210810 foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

LITERATURA

Ilana Lamstein presenta un libro que perpetúa la memoria y condena el olvido. Hasta que no estés en su lugar relata la historia del pueblo judío y la Shoá.

Se calcula que la población judía en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial llegaba a los nueve millones de habitantes. Al final del conflicto, seis años después, dos de cada tres de esos judíos habían sido asesinados. Entre los sobrevivientes del Holocaustohubo quienes migraron (ya sea antes o después de la guerra) para rehacer sus vidas en países distantes, en uno de los ejemplos más notables de resiliencia en la historia de la humanidad. Este fue el caso de los padres de Mónica Wartenberger, quienes desembarcaron en Uruguay con una mano atrás y otra adelante, para criar a sus hijos en una tierra de esperanzas.

Escapaban del horror de la Alemania nazi. El mismo que le costó la vida a los abuelos paternos y a una tía de Mónica. Todos fueron asesinados en guetos o en campos de exterminio. Al igual que otros amigos y familiares.

“Cada historia personal tiene un valor intrínseco intransferible. Al rescatar la memoria del Holocausto desde un enfoque individual, se logra acercar al ser humano a una mayor comprensión de los sucesos históricos”, dice a Revista Domingo la escritora Ilana Lamstein, autora del libro Hasta que no estés en su lugar (Editorial Rumbo), de reciente publicación. El trabajo aborda el tema de la Shoá (como se conoce al Holocausto judío en hebreo), teniendo como hilo conductor el testimonio de vida de Mónica Wartenberger (76), hija de dos sobrevivientes.

“El pueblo judío carga con prejuicios producto de una retórica histórica, basados fundamentalmente en la ignorancia y el antisemitismo. Al plasmar estas historias de manera vivencial y documental, se logra perpetuar la memoria familiar, conocer la historia del pueblo judío y el Holocausto”, agrega la autora.

Lamstein nació en Uruguay en 1973, es licenciada en Relaciones Internacionales egresada de la Udelar y diplomada en Periodismo en la ORT. Hace tiempo se propuso poner la historia de Mónica en negro sobre blanco, lo cual logró luego de realizar varias entrevistas con ella y buscar documentación en archivos nacionales y extranjeros. El resultado es un prolijo trabajo que mira hacia el pasado, pero que permite comprender el presente y apunta a preservar el futuro.

Cuando se le consulta a Lamstein si las nuevas generaciones de judíos en Uruguay están al tanto de estos hechos ocurridos hace 70 años, responde: “La memoria del Holocausto judío integra el programa formativo de niños y adolescentes. Es un tema que está presente en la vida comunitaria y que atraviesa las historias familiares hasta nuestros días. Hay una interconexión generacional y una responsabilidad colectiva de no olvidar”.

La escritora explica que en nuestro país se estudia lo que significó el ascenso del nazismo al poder, su política y lo que supuso la solución final a la “cuestión judía”. También señala que se pone énfasis en los movimientos de resistencia, en los ejemplos de altruismo, solidaridad y en las historias de quienes arriesgaron su vida para salvar otras. “Todos los años, en distintas comunidades judías en el mundo se recuerda a los seis millones de judíos (más de un millón eran niños), asesinados por los nazis y sus colaboradores”, agrega Lamstein.

Mónica Wartenberger 2
Mónica junto a sus padres Félix y Luisa.

Historia de amor y lucha

Los padres de Mónica, Luisa Beckermann y Félix Wartenberger, se conocieron a comienzos de la década de 1940 y vivieron una historia de amor marcada por la desdicha y un futuro que los condenó a vivir separados.

“Mi tío Heinrich Wulkan, casado con mi tía Clere, una de las hermanas de mi mamá, abrió un almacén en la calle Isla de Flores”, recuerda Mónica en el libro Hasta que no estés en su lugar. Y prosigue: “Allí se congregaban muchos alemanes que venían de la guerra escapados. Entre esos alemanes, cayó mi papá. Dijo que era electricista y que no tenía ningún problema en hacer cualquier trabajo; que si en algún momento sabían de algo, lo recomendaran. Mi mamá era modista profesional en Alemania y mi tío le dijo que tenía una cuñada que se había comprado una máquina de coser muy viejita que no andaba, si se animaba a ir a revisarla”.

Luisa y Félix, alejados pero no desprendidos de la vida que cada uno había tenido en Berlín, comienzan en Uruguay una relación afectiva regida por las ansias de vivir, como un antídoto de supervivencia ante la persecución y la muerte. Luisa era una mujer de 32 años, libre e independiente, abierta a vivir sus sentimientos y experiencias, más allá de cualquier tipo de formalismos y reglas sociales. Pero Félix era un hombre casado y con hijos que sufriría, con la llegada de los nazis, el desarraigo familiar y las vejaciones que afectaron su salud por el resto de su vida.

Pocos meses antes de la “Noche de los cristales rotos” de 1938, en la que hubo una serie de linchamientos y ataques combinados contra la comunidad judía y sus comercios, Félix fue detenido y enviado al campo de concentración de Sachsenhausen, donde recibió el número de prisionero 1.867 y lo obligaron a llevar la estrella de David con fondo verde-amarillo. Allí lo maltrataron severamente y lo liberaron dos meses después, aunque fue obligado a abandonar Alemania. En ese entonces se encontraba casado con su primera esposa, Gerda, quien junto a sus hijos tuvo que mudarse a la casa de sus padres en Berlín.

Félix había obtenido una visa para ingresar a Paraguay, pero al igual que miles de judíos alemanes, optó por quedarse en Uruguay ni bien pisó el puerto de la ciudad de Montevideo.

Ilana Lamstein
La autora, Ilana Lamstein.

Recuperar la memoria

En cierta forma, Lamstein ayudó a Mónica a reconstruir su pasado. De sus conversaciones surgen episodios que ella no recordaba, que había borrado de la memoria. Y que incluso desconocía y ahora ven la luz gracias al trabajo de investigación que la autora hizo en los archivos.

“Desde una perspectiva adulta, Mónica al narrar su historia reedita y resignifica sus vivencias. En el libro interconecto su relato con lo que la documentación demuestra, confrontando en algunas ocasiones sus creencias o lo que le fue contado por sus mayores, con la realidad de los hechos”, apunta la escritora.

La documentación fue fundamental para la construcción de la historia, brindando datos irrefutables de acontecimientos, fechas y lugares. “Permitió completar el puzzle familiar y alcanzar una mirada más amplia de los acontecimientos, ayudando a la reconstrucción afectiva de su pasado”, grafica Lamstein.

En septiembre de 1957, Félix emigró junto a Gerda (quien para entonces ya llevaba años viviendo en Uruguay) y su familia hacia Estados Unidos. Mónica siempre asumió, así se lo hicieron creer, que la primera esposa de su padre había disuelto el matrimonio para salvarlo del campo de concentración. Sin embargo, Gerda manifiesta en documentos que nunca tuvo intenciones de separarse legalmente. Y en los hechos, jamás lo hizo.

Mónica tuvo que soportar la desintegración de su hogar por un padre bígamo. Y su madre Luisa, devastada anímicamente, terminó huyendo con ella hacia Buenos Aires.

Luego siguieron otras luchas. Otras derrotas. Y otras victorias. Con 13 años, Mónica conoció a Simón Macadar, su compañero de vida. Se casaron en 1961, cuando ella tenía 18 años y él, 24, en una sinagoga sefardí. Ese día no estuvo Félix para entrar del brazo de su hija.

Desde entonces, Mónica ha vivido una vida itinerante, que hoy la encuentra tranquila en Uruguay. Pero con una herencia que no se ve a flor de piel. Y que cargan millones de judíos en el mundo: la genética de la Shoá.

Mónica Wartenberger
Mónica Wartenberger tiene hoy 76 años.

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