Desde muchos de los actuales recorridos de ómnibus, hasta dichos como “expreso” para referirse a las unidades que viajan sin detenciones, pintorescos puentes, estadios de fútbol y estaciones que se transformaron en oficinas, hay muchas huellas del pasado tranviario que pueden verse en la ciudad de Montevideo.
“El fútbol, la playa y el carnaval generaban grandes movimientos de masas sociales. Por eso hay estadios de fútbol, como el Gran Parque Central o la cancha del Albion, que tienen un origen vinculado a las compañías de tranvías. Con respecto al estadio de Nacional, por ejemplo, el terreno estaba en una zona rodeada de quintas y pertenecía a la Empresa de Tranvías a la Unión y Maroñas”, comenta a Domingo Andrés Barrera, dueño del Archivo Tranviario Uruguayo. “Además, muchas estructuras de las viejas estaciones y subestaciones eléctricas aún se conservan y han sido intervenidas”, añade.
En este sentido, Barrera destaca los predios de estaciones que se han convertido en lugares de esparcimiento público (Agraciada, Goes y Central), los viejos edificios administrativos utilizados por la administración pública, como las estaciones de la Unión (hoy municipal), Reducto (UTE) y Artigas (Udelar), así como las sub usinas Prado (otra dependencia municipal) y Médanos, donde hoy funciona Tevé Ciudad.
Son muchos los edificios y espacios que pertenecieron a las empresas tranviarias que hoy están en la órbita municipal. Uno de ellos es la sede del Municipio B, donde se ubicaba la Estación Central de Tranvías, junto a la actual Plaza Líber Seregni. Se encuentra en el barrio Cordón, en la manzana que rodean las calles Eduardo Víctor Haedo, Joaquín Requena, Daniel Muñoz y Martín C. Martínez.
El inmueble fue construido en 1908 por la Sociedad Comercial de Montevideo, para albergar a la principal estación de la compañía. Funcionó como tal hasta el 14 de abril de 1957, cuando el servicio de tranvías fue estatizado y posteriormente sustituido por trolebuses. Entonces la edificación se convirtió en los talleres centrales de la Administración Municipal de Transporte (Amdet).
En 1975, se llevó a cabo la desmunicipalización del ente y los trolebuses pasaron a manos de la Cooperativa de Trolebuses (Cooptrol), quedando los talleres abandonados. Fueron utilizados como dependencias municipales hasta el año 2007, para dar paso después a una de las principales plazas de la ciudad.
Otros edificios emblemáticos
El escritor Werther Halarewicz, realizó una investigación sobre los vestigios que subsisten del antiguo sistema de transporte, que publicará próximamente. En un adelanto que facilitó a Domingo, el investigador enumera una gran cantidad de edificaciones y espacios que hoy tienen otros usos.
Allí están los inmuebles que pertenecieron a la Sociedad Comercial de Montevideo -entre ellos algunos vinculados a la generación y distribución de la energía que hacía posible el funcionamiento del sistema- como la Estación Unión (8 de Octubre y Villagrán), Estación Central (Plaza Líber Seregni), Estación Reducto (San Martín y Rivadavia), ex usina Sayago (28 de Febrero entre Elías Regules y Batlle y Ordoñez, hoy Gimnasio Sayago), ex usina Maroñas (8 de Octubre 4599, actual Montecuir), sub usina Pocitos (Bartolito Mitre y Guayaquí), sub usina Médanos (Tevé Ciudad), sub usina Prado (Luis A. de Herrera entre Millán y el arroyo Miguelete, actual Centro Comunal), el Edificio Sede (Rincón 508 esquina Treinta y Tres) y el Tranvía Uruguayo (de caballo) en la intersección de Colombia y Cuareim.

Un edificio multiuso
Con respecto al edificio sede de la Sociedad Comercial de Montevideo en la Ciudad Vieja, Halarewicz explica que se construyó sobre tres lotes adquiridos por la empresa en 1911.
El proyecto fue del arquitecto Adams y se inauguró en 1913. En los primeros años, la sociedad solo utilizaba el segundo y el cuarto piso, siendo la Planta Baja y el primer y tercer piso para arrendamiento.
Para 1935 ocupaba la totalidad del inmueble, que a partir de su venta al municipio, en 1947, pasó a ser propiedad de la Amdet, empresa que lo mantuvo como su sede hasta su desaparición en 1976. Desde entonces fue propiedad del BPS, del MTSS y de la Dirección de Loterías y Quinielas del Estado, permaneciendo desocupado desde hace varios lustros.
Halarewicz, autor de un libro previo llamado Montevideo al trote, sobre la historia de los tranvías a caballos, destaca otros bienes que pertenecieron a La Transatlántica, entre ellos la Estación Agraciada (Agraciada y Rondeau, actual plaza de las Pioneras), Estación Goes (General Flores y Domingo Aramburú), Estación Artigas (Maldonado y Eduardo Acevedo) y la Usina Arroyo Seco (Rambla Baltasar Brum y San Fructuoso).
Uno de los inmuebles representativos de esta compañía fue la citada Estación Agraciada, originalmente construida por el Tranvía al Paso del Molino y Cerro en 1883, pasando a ser denominada “Arroyo Seco” y deviniendo en la principal de la empresa, que en 1907 cambió su nombre por La Transatlántica-Compañía Alemana de Tranvías Eléctricos. Desde 1905 la firma venía tramitando su transformación a la tracción eléctrica y en 1907 resolvió la demolición de toda la vieja estación, a fin de adaptarla a la nueva tecnología.
Durante 1926 y 1927 se negoció y concretó la venta de La Transatlántica a la Sociedad Comercial de Montevideo. Y en 1947 el predio que hoy ocupa la plaza Las Pioneras pasó a ser propiedad de Amdet. “Suprimidos los tranvías urbanos en 1956, la Estación Agraciada fue el último alto de los tranvías previo a su viaje postrero hasta la usina de Arroyo Seco para su demolición”, dice Halarewicz.

Pasos en altura
Con respeto a los puentes que utilizaron los viejos trenes, todavía quedan algunos muy pintorescos, como el que se encuentra en Luis Alberto de Herrera sobre el arroyo Miguelete. O los situados sobre la calle Galicia: en Tristán Narvaja, Fernández Crespo y Arenal Grande, que sirvieron al llamado “tren de los patos”. Los “burreros” lo tomaban los fines de semana para llegar al Hipódromo de Maroñas. Y lo más común era que volvieran sin un peso, tras haberlo apostado todo, por lo cual, de acuerdo al lunfardo de la época, adoptó ese apodo que hoy equivaldría al de “tren de los pobres”.
El verdadero nombre del servicio era Ferrocarril Uruguayo del Este y funcionó entre 1878 y 1938. Nació con la intención de llegar hasta Río Branco y Brasil, aunque no fue más allá de Minas. “Ese ferrocarril nació mal, vivió pobre y quedó como un ramal secundario que finalmente fue levantado, pero tiene importancia histórica porque fue el único tren urbano de Montevideo”, afirmó Fabián Iglesias, historiador ferroviario, en una entrevista con El País de noviembre de 2016.

Pasión de multitudes (y de pasajeros)
En tiempos en los que tener un auto era un lujo, los tranvías tuvieron mucho que ver con el desarrollo de varias actividades sociales y deportivas. Como los fines de semana la venta de boletos caía, las empresas apostaron a crear atracciones para seguir trasladando al público. Una de ellas estaba “ahí nomás” (aunque no todos le prestaban atención): la playa. Fue así que La Comercial y La Transatlántica desarrollaron “balnearios” en Ramírez y Pocitos. El Gran Hotel Pocitos, inaugurado en 1912 sobre la propia playa, pertenecía por ejemplo a La Comercial.
En tanto, detrás del impulso al Parque Capurro estuvo La Transatlántica. Otro gran imán del tranvía fue el fútbol. Las compañías ofrecieron a los clubes terrenos para sus campos de juego con la idea de llevar a los hinchas. Así, el Tranvía al Paso Molino creó el primer estadio del país, cuando en 1899 cedió al club Albion un predio en 19 de Abril y Berro en el que se armaron un palco y gradas de madera.
Un año más tarde, La Transatlántica impulsó el Gran Parque Central, que en su origen albergaba al Deutscher, el equipo de la colectividad alemana. Poco después se instaló Nacional, gracias a un acuerdo con la empresa. Más adelante, la firma promovió el estadio de Belvedere, originalmente de Wanderers, y vendió a Peñarol el predio de Las Acacias. Finalmente, en 1921, La Comercial alquiló a Peñarol los terrenos a los fondos de su Estación Pocitos para que construyera un estadio.
Para promover la concurrencia, las empresas confeccionaban carteles publicitarios de los encuentros que pegaban por toda la ciudad. También el club Racing tiene influencias en los tranvías. Adoptó los colores blanco y verde para su camiseta que eran los que identificaban al tranvía del barrio (Reducto). Posteriormente, el club trasladó su sede e influencia a Sayago.