Patrimonio Histórico
La mansión de fines del siglo XIX es una joya arquitectónica rodeada de misterios y fantasmas, pero su futuro parece ser incierto.
Doña Matilde aseguraba con absoluta tranquilidad que solía escuchar a su esposo deambulando por el piso superior. O más precisamente en la torre del castillo. Lo cierto es que su esposo nunca había llegado a trasponer el umbral de la imponente mansión en Colón. De todas formas las historias del fantasma del Castillo de Idiarte Borda se han venido repitiendo en los últimos 120 años. Un “aparecido” perseverante del que este 25 de agosto se cumplen exactamente 123 años de su desaparición física.
La mansión ubicada sobre la avenida Lezica se ve amenazada y no, precisamente, por un espectro. En breve, en poco más de dos meses, la residencia quedará a la deriva al vencer el plazo dado al municipio para su mantenimiento, pese a haber sido declarado Patrimonio Histórico de la Nación.
Tal vez lo más curioso es que el Castillo de Idiarte Borda en la actualidad pertenece a una oscura figura involucrada en uno de los mayores casos de corrupción en España. El comisario jubilado José Manuel Villarejo había comprado hace algo así como una década la lujosa propiedad como parte de una operación de lavado de activos para poner a salvo una fortuna de 15 millones de euros en activos en Uruguay. La aristocrática finca del expresidente uruguayo pasó a su propiedad desde entonces, aunque con la concesión de la comisión de vecinos de Colón que quiso convertir la mansión en un centro de actividades culturales.
Sin embargo, la leyenda negra parece cobrar giros inesperados, aunque bastante más terrenales. Fuentes de la comisión vecinal indicaron a Revista Domingo que temen que luego de todo el trabajo desplegado en la residencia -uno de los mayores atractivos en Colón durante el Día del Patrimonio- quede en saco roto. “No sabemos qué va a pasar, no hemos tenido ninguna respuesta oficial”, se lamentó una integrante de la comisión.
Para los vecinos de Colón y Lezica, una zona de Montevideo con algunas de las piezas arquitectónicas más exquisitas de la ciudad, la pérdida del Castillo de Idiarte Borda es casi una afrenta. Aún con leyenda negra incluida, la hermosa residencia sigue atrayendo visitantes y, en ocasiones, algunos especialistas fueron convocados para relatar a esos visitantes la historia del “castillo” y el aura siniestra que lo ha rodeado desde siempre.
MAGNICIDIO. Aquel lejano 25 de agosto de 1897 don Juan Bautista Idiarte Borda salía de la misa de Te Deum que se había celebrado en la Iglesia Matriz. Alguien le había dicho al mandatario que su vida corría peligro, pero no le concedió importancia. Ni siquiera llevaba a su guardia ecuestre consigo.
Salió de la Catedral junto a otros integrantes de una solemne comitiva que se encaminó a la calle Sarandí hacia la Casa de Gobierno. Pero apenas había pasado el edificio del Cabildo, cuando frente a las puertas del Club Uruguay, un hombre se plantó frente al presidente, levantó el revólver que empuñaba y disparó directo al corazón. Idiarte Borda cayó fulminado. El atacante fue más tarde identificado como Avelino Arredondo, el primer y hasta ahora único magnicida en la historia de Uruguay como república.
El mandatario nunca había llegado a trasponer, siquiera, la puerta de la mansión que había mandado construir en Lezica, con todo el lujo que cumplía a las familias patricias de la época.
Su esposa Matilde vivió allí meses después cuando la residencia quedó terminada. “Ella misma afirmaba, categóricamente, con total tranquilidad que su marido estaba en la casa y que lo oía caminar por los pisos superiores, sobre todo en la torre, y son los lugares donde más frecuentemente hasta el día de hoy se sigue diciendo que se escuchan ruidos difíciles de explicar porque la casa está completamente vacía”.
Esto lo cuenta Néstor Ganduglia, reconocido escritor, docente y psicólogo que se ha especializado en lo que se suele conocer como “leyendas urbanas”. Ganduglia fue invitado por la comisión del castillo a contar la leyenda negra de la mansión durante el pasado Día del Patrimonio. Para hacerlo debió indagar en documentos y testimonios.
De hecho, para Ganduglia, esa leyenda negra tiene su origen, precisamente, en las circunstancias históricas que rodearon a la mansión y al personaje. “En todo ese periodo estuvo Idiarte Borda en el trasfondo; de hecho, no es extraño que suceda a Máximo Santos en el poder y que se le atribuyeran muchas de las acciones y responsabilidad política de que se iniciara la guerra civil”, recuerda.
Lo cierto es que con la muerte de los familiares de Idiarte Borda el castillo ingresó en el limbo de las sucesiones y el abandono. Durante buena parte del siglo XX la exquisita casa estilo Tudor estuvo vacía. Hasta que, por fin, según las averiguaciones que hizo oportunamente Ganduglia, una empresa organizadora de eventos la arrendó para convertirla en salón de fiestas. Sin embargo, las extrañas “visitas” de la mansión parece que se hicieron notar.
Una fiesta de boda se celebraba allí hace cierto tiempo. Todo transcurría con normalidad hasta que, de pronto, la alegría se congeló. “Fue la propia novia que entró al baño y pegó un grito tan fuerte que paralizó la fiesta entera. Salió del baño corriendo, la muchacha lloraba y gritaba que había visto a una persona completamente ensangrentada mirándola fijamente”, cuenta Ganduglia.
La fiesta se suspendió en ese preciso momento y desde entonces no se volvió a celebrar ningún otro evento.
La mansión de Lezica volvió a caer en el abandono hasta que los vecinos de Colón lograron los permisos necesarios para reconvertirla en un centro cultural. No obstante, las paredes parecen seguir guardando sus secretos. De hecho, la inesperada inversión que el alto oficial español envuelto en una de las tramas de corrupción más escandalosas de España no es más que otro capítulo de la historia oscura de la mansión.
“Toda esa violencia de la época del militarismo, todo eso es lo que la casa sigue devolviéndole a la sociedad, como testigo del barrio”, asegura el autor e investigador de leyendas urbanas.
Lo cierto es que hoy la casa tiene para los vecinos de Colón un valor bien real y es la posibilidad de entrar al castillo para asistir a un taller o un evento cultural. Y el único fantasma que se cierne sobre ella parece ser el de oscuros mecanismos mediante los cuales el destino de esta hermosa construcción quede definitivamente vedado para su gente.
LEYENDA BLANCA. La noticia tomó totalmente por sorpresa a los integrantes de la Comisión de Amigos del Castillo Idiarte Borda. A partir del próximo 4 de octubre los destinos de la mansión quedarán enteramente en manos de su actual propietario. Y este, a estar por las revelaciones hechas desde España, no es otro que el comisario jubilado José Manuel Villarejo, quien cumple pena de prisión en su país.
“Nos tomó bastante de sorpresa la noticia, nos quedamos helados cuando se nos comunicó”, reconoce Lourdes De Dieu, presidenta de la Comisión de Amigos del Castillo.
Desde hace siete años esta comisión integrada en forma honoraria por vecinos de Colón y Lezica gestiona allí actividades culturales diversas. Talleres de violín, clases de apoyo escolar, cursos de pedicuría entre otras actividades. La historia que rodea al castillo lo ha convertido en una de las estrellas del Día del Patrimonio; en ese día la residencia llegó a tener más de 3.000 visitas.
“Es muy importante el castillo para toda la zona, para mucha gente que no tiene recursos significa su única oportunidad de socializar o de aprender algo”, apunta De Dieu.
A instancias de la comisión comenzó a acondicionarse la antigua caballeriza del castillo para reconvertirla en un nuevo espacio cultural. Allí se esperaba instalar una feria vecinal de artesanías, pero la pandemia trastocó seriamente los planes.
El castillo tiene un significado bien distinto para los vecinos de Colón. “La gente empieza a ir a un taller y termina involucrada con el castillo, por eso decimos en broma que realmente está encantado porque termina encantando a todo el mundo”, dice Lourdes De Dieu.
Con sus luces y sus sombras el castillo contempla ahora un futuro incierto. ¿Volverá a quedar en manos de su viejo fantasma? ¿O vendrá un nuevo espectro?
Una figura histórica olvidada
Juan Bautista Idiarte Borda y Soumastre fue un notorio líder del Partido Colorado durante el siglo XIX. Presidió la República entre 1894 y 1897, año en que fue asesinado.
Idiarte Borda tuvo una activa participación en la guerra civil que enfrentó a blancos y colorados.
En 1877 se casó con Matilde Baños, quien lo sobrevivió y tomó el castillo de Lezica como residencia.
Aunque se considera ambiguo su papel en el período militarista de ese siglo, Idiarte Borda fue un decidido partidario de la revolución educativa de José Pedro Varela y la educación fue uno de sus desvelos.