NOMBRES
La comuicadora del medio Russia Today es una referente entre el público hispanoparlante.
Nació el mismo año en el que cayó el Muro de Berlín, 1989. Cuando tenía dos años, la Unión Soviética dejó de existir. En estos días, sin embargo, es para no poca gente una suerte de remanente de esa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y se le endilga ser una “propagandista” del actual gobierno ruso (al que también muchos definen como soviético pero camuflado). ¿Quién es esta periodista, que tienen millones de seguidores hispanoparlantes en distintas plataformas y gracias a esa repercusión es una influencer?
No es fácil saberlo. Inna Afinogenova parece ser sumamente cuidadosa con la información personal, porque al recorrer internet no es fácil encontrar algo más que los contenidos en los que es protagonista. Y esos contenidos nunca se apartan de lo estrictamente informativo y profesional.
Si uno pone “Inna Afinogenova entrevista” en YouTube, por ejemplo, lo que aparece son varias charlas en las que los datos biográficos de la periodista son muy escasos, y la mayoría de esas instancias son conversaciones sobre su metier. En los pocos videos que hay en los que parecería que lo profesional no sería lo medular, hay comentarios de usuarios lamentando la poca información personal sobre Afinogenova.
Según Wikipedia, la periodista nació muy lejos de Moscú o San Petersburgo. Fue en la república de Daguestán, al sur de Rusia y sobre parte del Mar Negro, lindante con Georgia, Armenia y Azerbajián. También según esa enciclopedia, en esa república (que tiene más o menos la misma cantidad de habitantes que Uruguay), los rusos son minoría étnica: apenas 3,6% de sus habitantes son étnicamente rusos. Aún así, el idioma ruso es la “lingua franca”, aunque también se hablen otros idiomas.
En la entrada de esa enciclopedia, además, se informa que se trata de una república étnicamente muy diversa y que desde la década de 1990 ha habido tensiones políticas, con atentados terroristas incluidos, a raíz de los enfrentamientos entre distintas corrientes islámicas. En particular, el enfrentamientos que involucran a los más laicos sufíes y a los salafistas (la corriente predominante en Arabia Saudí), más ortodoxos y con propensión a la violencia como herramienta política. Eso probablemente contribuyó a que la familia de Afinogenova abandonara Daguestán cuando ella aún era una niña.
Cuestión que esa niña empezó a estudiar español en sus años de preadolescente. En una de las pocas entrevistas disponibles en YouTube donde ella habla de temas personales, le cuenta al conductor argentino Beto Casella que a los 11 o 12 años tuvo una profesora particular de español argentina. “Ella me inculcó el amor a ese país. Y luego tuve la oportunidad de ir a Argentina en 2008. Fui varias veces, y pasé largos tiempos en Buenos Aires”.
Casella, en otra parte de la entrevista, dice: “Acá hay un productor que quiere fundar el club de fans de Inna Afinogenova, por su trabajo pero también porque es muy bonita. La típica belleza rusa”. Ella se ríe un poco y acota: “Eso sobra un poco”. Casella acusa el impacto y luego abre el paraguas: “Se considera muy osado preguntarle a la entrevistada si está comprometida. ¿Es mucho preguntar eso?”. “No tengo problemas en responder eso: estoy casada desde hace bastantes años”.
Más allá de su biografía personal, Afinogenova es una referente porque ha logrado posicionarse como una periodista carismática, que en un castellano impecable y sin acento específico (a veces, pronuncia a lo español, otras tiene una entonación neutra) desgrana sobre todo temas de política internacional, en videos realizados con alto nivel técnico y sólidas bases periodísticas.
El tema, claro, es que lo hace desde Russia Today, un medio que claramente amplifica la visión del Kremlin. Eso lo diferencia de equivalentes occidentales como MSNBC o Fox. En los casos de estos medios (y otros), se trata de empresas que eligen voluntariamente amplificar la visión del gobierno estadounidense de turno, ya sea para apoyar invasiones como la de Irak o para no insistir todos los días con la agresión que está llevando a cabo Arabia Saudí en Yemen desde hace varios años. Para mucha gente, es aceptable aceptar o promover imperialismo estadounidense desde los medios justamente porque nadie obliga a dichos medios a hacerlo. En cambio, no es aceptable hacer la vista gorda con el imperialismo ruso a través de un medio masivo de comunicación si este es propiedad o de alguna otra manera está ligado al gobierno o Estado ruso. Tal sería la lógica que explica algunas de las posturas ventiladas en redes sociales y otros foros.
Sin embargo, cabe preguntarse si los editoriales o los enfoques de Afinogenova no son más prorusos que proPutin. En su canal de YouTube, llamado Ahí les va, la periodista y su equipo parecerían tener una mirada de mayor alcance (en particular, histórico) que rendirle pleitesía a la más reciente medida del actual mandatario ruso (Ahí les va fue censurado por YouTube, ver más abajo). Pero en este punto las percepciones son importantes, y así como hay millones que la perciben como una periodista que, aún tomando partido, es intelectualmente honesta, así también hay millones para quienes ella reproduce lo que el gobierno de Putin le ordena.
Lo mismo podría decirse de decenas de “pundits” (expertos) que aparecen frecuentemente en pantallas de países como Estados Unidos, España o Inglaterra, y esa división en cuanto a la percepción que se tenga del otro lado de la pantalla habla de una de las crisis por las cuales atraviesa el periodismo, tal vez la más importante: la de la credibilidad.
Censura
En YouTube, el canal que ella encabeza (es la figura central de un equipo), tiene algo más de un millón de suscriptores. Hasta hace poco, ese canal estaba disponible para todo el mundo pero la Unión Europea primero y luego YouTube, tomaron la resolución de censurarlo (en Uruguay, la señal RT también fue sacada de la grilla de señales de televisión por cables). En Twitter tiene casi 350.000 seguidores y en Instagram, casi 100.000.