EL PERSONAJE
El gerente de Grupo Magnolio, conductor de radio y TV, empresario y presidente de Defensor Sporting basquetbol nunca soñó con ocupar el lugar que hoy tiene en los medios.
Pelo largo y lacio, nariz prominente, dientes que sobresalen, brazos bien finitos, peso pluma, camiseta, short y medias de Sporting. Así luce Jorge Carlos Piñeyrúa -“Piñe” para todos los uruguayos- en su foto de perfil de WhatsApp. La imagen data de 1985 pero basta una mirada fugaz para reconocerlo entre los niños con los que compartía ese plantel de basquetbol a los diez años: está idéntico, con algo menos de pelo y de vista (ahora usa lentes), unos kilos más y un cargo de gerente en Grupo Magnolio que ese niño no hubiera imaginado tener ni en sus sueños más remotos, aunque el optimismo sea su seña típica y aunque alguna vez se haya ilusionado con ser futbolista mientras jugaba en las juveniles de Central Español.
Son las 16:30 de un martes de mayo y está sentado en su luminosa oficina con balcón y frigobar en el corazón de Cordón, donde funciona el conglomerado de medios de Grupo Magnolio (DelSol, El Espectador, Azul, Latina, 180.uy, Magnolio Podcast y Magnolio Sala), con una sonrisa dibujada que confirma otro rasgo característico suyo: el constante buen humor. El Piñe dice que si pudiera retroceder las agujas del reloj por un rato iría hasta esa época donde pasaba el día entero metido en el Defensor Sporting: practicaba en la cancha abierta y se quedaba a ver los partidos de Primera. Sporting es el club de su familia, el que frecuentaban sus abuelos, sus tíos, sus padres, sus compañeros de la vuelta y él. Aunque la máquina del tiempo aún no se inventó, el Piñe se dio maña para traer esos momentos donde fue tan feliz a su presente. Y como si el tiempo le sobrara, el año pasado sumó a sus tantos quioscos (la gerencia Magnolio, la conducción de Pasapalabra, Polémica en el bar, ambos por Canal 10, y La mesa de los galanes, por DelSol) lapresidencia de Defensor Sporting basquetbol. “Era una deuda familiar que tenía”, dice sobre este rol que aceptó sin querer queriendo.
Se la jugó porque lo tenía pendiente y porque hacía tiempo que quería moverse por el club: “Mi idea era dar una mano con los medios, tratar de conseguir sponsors, no terminar de presidente pero algunas circunstancias llevaron a que el nombre que conciliara varias partes fuera el mío y le di para adelante”, explica. Sus jornadas se volvieron eternas, el teléfono le suena sin cesar y siempre hay algo para resolver: prácticas, entradas, problemas con los extranjeros (la lista es larga). Sin ir más lejos, después de esta entrevista con Revista Domingo se reunía con un técnico de cara a la nueva temporada y llegaría a su casa tardísimo. Sarna con gusto no pica y ahora está tan cerca del club de sus amores como ese niño de la foto de perfil.
Herencia
El profesorado de Educación Física fue otra tradición familiar de la que no quiso zafar. Eso sí, fue el único que no se recibió: su padre Ricardo “Profe” Piñeyrúa, su hermana Verónica y su madre Rosario sí tienen el título. El Piñe cursó tres años pero solo terminó primero. Su gran mérito es haber entrado séptimo entre 25 en la difícil prueba de admisión.
En el interín pasaron cosas. La historia sería otra si el Piñe hubiese salvado italiano en sexto de liceo. Le debe mucho a esa materia que lo dejó un año parado. Y a Rómulo Martínez Chenlo, que por ese entonces era compañero del Profe Piñeyrúa en Nuevo Tiempo, y se le ocurrió la brillante idea de invitarlo a la radio. “Ahí empecé pero no hacía nada. Cuando nos mudamos a El Espectador arrancaron las transmisiones de fútbol, empecé a hacer vestuarios y a salir más al aire”, cuenta. El Piñe está seguro de que entró en los medios solo porque su padre es periodista deportivo: “No se me pasaba por la cabeza. Estaba enfocado en el deporte, el fútbol y la educación física. Ahí descubrí un mundo totalmente ajeno y me di cuenta de que lo que realmente me gustaba era la radio”, revela.
Supone que su padre estará contento por el lugar que se ganó en los medios, pero no tiene certezas: “No me lo dice expresamente pero lo puedo intuir”, indica.
El sueño del pibe
El Piñe se apoyó en su padre cuando decidió irse de Océano FM y emprender junto a Iñaki Abadie el proyecto de crear una radio desde cero. Tenían experiencia en medios pero estaban verdes en manejar una emisora o varias. Esa vez habló largo y tendido con el Profe porque estaba ante una de las jugadas más importantes de su vida: “Lo más duro era la incertidumbre porque nos podía ir muy bien, como nos fue, o muy mal; íbamos a todo o nada”, asegura el actual gerente de Grupo Magnolio.
Convocó a sus amigos para armar DelSol (99.5 FM) porque necesitaban rodearse de gente que se pusiera la camiseta igual que ellos para ese primer impulso. Así aterrizaron Rafa Cotelo, Diego González, Joel Rosenberg, Carlos Tanco, Pablo Fabregat y otros tantos compañeros. “Armamos una radio con gente que conocíamos de los medios, eran amigos y sabíamos lo que podían dar profesionalmente pero sobre todo humanamente. Era una parada difícil y siempre con amigos al costado es más fácil”, comenta.
Se sonroja cuando alguien lo llama gerente. Aclara que Iñaki (Abadie) es la cabeza del proyecto y que con Rafa (Cotelo) intentan apuntalarlo y ayudarlo. Lo cierto es que para “hacerle la segunda” a su amigo toman decisiones sobre programación, creatividad, logística, negocios. El mote de conductor y comunicador es el que le cierra más: “Es lo que soy en realidad, en lo otro trato de dar una mano”, agrega. Le incomoda que le digan gerente, quizás porque su gesto humilde (otra seña típica) lo hace pensar que el cargo le queda grande o porque se siente en Disney y aún no cae. “Era totalmente impensado, nunca soñado, nunca imaginado. Se fueron dando las cosas de tal manera que cuando estoy parado acá y miro para atrás digo, ‘parece mentira’”, confiesa.
-Océano FM fue tu casa por años, ¿volviste a hablar con Pablo Lecueder?
-No, pero tengo solo palabras de agradecimiento para él porque no tuve ningún problema y siempre me trató bárbaro. Las cosas que arreglamos con él siempre se cumplieron pero en un momento no nos pusimos de acuerdo. Pero no tengo nada malo para decir de él. No es casete, es real. En un momento ya no nos pusimos de acuerdo en algunas cosas, sin grandes dramas tampoco. Y también surgió esta oportunidad que para nosotros era importante, pero no significa que tenga un mal recuerdo de él ni mucho menos, todo lo contrario.
Fumarse las críticas
Evita leer los comentarios en las redes sociales porque son “picantes” y extremos: “Me afectaba mucho más antes que ahora pero recibís elogios desmedidos y gente que te odia sin conocerte. ‘Sos lo más grande que hay’ o ‘sos lo peor del mundo’, entonces ni una cosa ni la otra, trato de seguir mi camino”, dice con la simpleza y buena vibra que lo caracteriza. El Piñe, que no se la cree (o es tan buen actor que jamás lo demuestra), dice que no queda otra que fumarse las críticas. Lo une a Canal 10 un vínculo casi familiar; circular por esos pasillos lo hace feliz, pero aún no se siente una figura del canal de Lorenzo Carnelli, por más que haga más de 20 años que lo vemos en esa pantalla: “Creo que hay figuras mucho más pesadas que yo, todavía me falta”, asegura. Al Piñe, que prefiere estar en paz con todos y baja de un hondazo toda la negatividad, le cuesta responder de primera si se siente querido por la gente. Hace varias moñas hasta concluir que sí: “El que no te quiere difícil que te putee. En la calle uno recibe cariño porque es difícil que te digan algo malo. De hecho, no recuerdo que me haya pasado. Pero sí, creo que soy bastante querido”, redondea.
El plan perfecto
La gerencia le sumó responsabilidades, cambió su rutina, sus horarios, sus tiempos. Solía “picotear” en distintos bares pero dice que pasó mucha agua bajo el puente y que hoy está más diurno que nocturno. La murga, agrega, era un sueño que tenía pendiente pero siente que ya pasó el tren: “Estoy viejo”, sentencia. Eso sí, hace lo imposible por guardarse espacios para divertirse. “El escape son mis hijos y juntarme con mis amigos a hablar siempre de las mismas cosas, jugar al truco y hacer exactamente lo mismo desde hace 30 años. Cada vez que voy la paso mejor”, enfatiza.
Le gusta lo que hace en los medios y siente que podría hacerlo por muchos años más. En un momento sintió miedo de que el público se cansara y prefiriera a otra persona o apareciera alguien más joven. Y antes de quedar patas para arriba, creó junto a Iñaki y Rafa La Guitarra (produjeron Por la camiseta y Mochileros, entre otros) y luego surgió el proyecto de la radio. “Si uno ya delante de pantalla no sigue rindiendo, tener el plus de aprender la otra pata del negocio y seguir vinculado a esto que nos gusta. Uno nunca sabe cuando va a aburrir. Hay que estar preparado y tener un plan B”, asegura.
-¿Te queda algo pendiente?
-Estoy muy bien como estoy. Si me decís ‘hagamos un trato y esto queda medio perpetuo’, yo voy. Soy un agradecido, aspirar a más es demasiado pretencioso o ambicioso. Trabajo de lo que me gusta con gente que quiero y me quiere, con amigos, tengo hijos y padres con los que me llevo notable. Pedir más me parece un exceso.
Sus cosas
Defensor Sporting: El club es un legado familiar y un tesoro de su infancia. Dice que asumió la presidencia de Defensor Sporting basquetbol con mucha responsabilidad y compromiso. “Entonces, lleva mucho estrés, tiempo y laburo”, anota. Aunque figura como cara visible, señala que “hay una directiva que resuelve y mucho trabajo en equipo”.
Sus hijos: Tiene cuatro y se jacta de tener una relación formidable con todos. A los mellizos Leandro y Matías los siente cada vez más cercanos por la edad en la que están: cumplen 18 años el 17 de mayo. El Piñe disfruta cada vez más de pasar tiempo con sus nenas más chicas (Florencia de 7 y Sofía de 6): “Son divinas”, dice.
Cerrá y vamos: Este programa deportivo con tintes de entretenimiento fue la primera experiencia del Piñe en TV y una novedad para la época. Compartía equipo con Joel Rosenberg, Diego Muñoz, Gonzalo Delgado y Rafa Villanueva. “Estuvo tres años y la gente lo recuerda permanentemente, aunque pasaron 20 años. Fue un muy buen arranque”, dice.