EL PERSONAJE
El periodismo no era su vocación; le tomó el gustito a la profesión en el camino y, sobre todo, se enamoró de la radio. Su proyecto de vida hoy es ser un gran padre.
El José Amalfitani rugía como un león aquel jueves 2 de junio de 2011. Vélez le ganaba 2 a 1 a Peñarol pero los dirigidos por Diego Aguirre corrían con ventaja en tiempos donde el tanto de visitante valía doble (además habían conseguido un 1 a 0 en el Centenario). El juez pitó falta de Darío Rodríguez, luego mano de Guillermo Rodríguez en el área y cobró penal en el minuto 74. El corazón dejó de latir para los aurinegros: la ilusión de pasar a una final de Copa Libertadores después de 24 años se haría añicos si Santiago “Tanque” Silva convertía. El uruguayo pateó, se resbaló, cayó al piso y la pelota pasó por encima del travesaño. Juan Miguel Carzolio (42) se levantó de su butaca un microsegundo antes a festejar con el pulso aceleradísimo y una euforia sin parangón. Es que supo antes que el resto que ese disparo no terminaría adentro de la red: “Sentí la presencia de Felipe, un amigo que perdí hace 20 años, realmente encarnada, que me avisaba que no iba a ser gol. Lo sentí antes”, asegura a Revista Domingo. Gritó como un desaforado y se ahogó en llantos. ‘¿Estás bien, pibe?’, le preguntó un extraño preocupado por su emoción desmedida en la tribuna.
Atesora ese recuerdo en su retina y memoria para siempre. Y si los momentos pudieran mandarse a encuadrar seguro ese tendría un sitio privilegiado en alguna pared de su casa. Esa noche en la cancha de Vélez fue la segunda vez que Peñarol lo hizo llorar -la primera había sido de niño, cuando Racing los eliminó en una Liguilla de Libertadores- a este hombre que vive el fútbol como un lugar de encuentro y goce entre familia y amigos.
“Para mí el fútbol es mucho más que la pasión por un equipo, es lo que te genera con la gente que vas compartiendo distintas etapas. Voy al estadio y me acuerdo del partido que viví con mi mejor amigo que murió, de las primeras veces que mi tío Quique me llevaba a la tribuna Ámsterdam. Y ahora voy con mis hijos e hijos de amigos. Son momentos que te quedan grabados como te queda un casamiento, un cumpleaños, unas vacaciones”, dice el hoy periodista con emoción.
Glorias
Es muy cercano a sus hermanos, Rafael (40) y José Pedro (39), en edad y en el vínculo. “De niños éramos muy pegados, de adolescentes tuvimos nuestros conflictos pero somos hermanos y amigos los tres”, asegura. Con ellos organizó la primera fuga de la casa de sus padres con apenas 5 años: el trío agarró espadas, se colocó gorros, armó el clásico equipaje de los dibujos animados con palos y bolsas de nylon y salió por Brito del Pino. A las dos cuadras recularon. Hay fotos que documentan el momento.
Con ellos hizo su primera grabación para sus queridos tíos Graciela y Quique. Se había aprendido de memoria el relato de los goles que Peñarol hizo en la Copa Libertadores que ganó en 1987 y los de Uruguay en la Copa América de 1989 y quiso regalárselo a su tío Quique, el responsable de que sea hincha del Manya, incluso contra la voluntad de su padre, que es de Nacional. Sus hermanos, en tanto, grabaron canciones cantadas por ellos en el lado B para la tía. Si bien hoy reconoce ese registro como la primera señal que lo mostró cerca de los medios, de niño, dice, no se le pasaba por la cabeza ser periodista. En la infancia llegó a fantasear con hacer del fútbol su profesión pero la ilusión se evaporó rápido. “En la adolescencia se me fue alejando eso porque nunca empecé en inferiores y era muy chiquito”, comenta.
Eso sí, despuntó el vicio en laLiga Universitaria, donde jugó por años y resultó un ganador nato. Este delantero que salió goleador histórico de la Liga llegó a Nacional Universitario a través de unos amigos del San Juan Bautista que lo invitaron y no se pudo negar.
Atrás quedó el ruido que le hacían los colores cuando llegaron las glorias -salió tetracampeón en la serie A desde 2000 a 2003 y bicampeón en Sub 20-, los viajes soñados -se fue de gira por Europa con cinco veces, conoció México y EE.UU.- y la chance de jugar contra equipos en serio -Birmingham, Nottingham, la Sub 20 de Australia y Nueva Zelanda-.
No siente que la pelota sea un debe en su vida, al contrario, agradece que el fútbol haya quedado en el juego y nada más. Y dice que lo ayudó a forjar su personalidad, a hacer amigos, a compartir, a trabajar en equipo, a aprender a perder e incluso a mejorar su autoestima. “Para ese adolescente en construcción, que el fútbol fuera algo con lo que mis pares me valoraran me ayudó”, reconoce.
Su salida de 'Polémica en el bar': "Ya no era lo mismo"
A fin de julio se anunció que Juan Miguel Carzolio dejaría de ser parte del staff de Polémica en el bar(Canal 10) y la noticia no fue tan sorpresiva para él. “No pensé en ese momento que fuera a ser tan de un día para el otro pero era consciente de que era un ciclo que tenía un fin, que había tenido un sentido y que ya no era lo mismo. Además, desde el punto de vista familiar, las amistades y cuestiones personales, trabajar los viernes y los domingos de noche cargaba mucho el fin de semana. En cierto punto lo sentí como una liberación y lo estoy disfrutando así estas primeras semanas. El primer viernes que tuve libre (5 de agosto) fue mi cumpleaños y ahora cada viernes y cada domingo pienso, ‘me tendría que estar yendo al canal’, y te juro que lo disfruto”, confiesa. Si bien se sentía cómodo en el rol que cumplía en el programa, dice que en ocasiones percibía que “se provocaban discusiones que no llevaban a nada y a mí me gusta que en los medios las cosas que hacés conduzcan a algo, permitan al que está del otro lado llegar a una conclusión distinta a lo que pensaba antes para que tenga algún valor. Pero también es lo que pasa en un bar y es la lógica del programa”.
Periodista al andar
Estudió Comunicación con orientación en publicidad pero terminó la universidad en el fatídico 2002 y lograr emplearse en una agencia en plena crisis era casi imposible. “Conseguí trabajo como asistente de producción en Cierre de jornada, en Radio Sarandí, y a partir de ahí descubrí en el periodismo, y en la radio en particular, que lo que me gustaba, que era la creatividad, se podía aplicar al formato de la información, las historias, la investigación con música, los efectos y la forma de presentar”, enumera.
El hoy conductor de Las cosas en su sitio(Radio Sarandí) no tenía una vocación clara y definida. Tampoco se siente un periodista de raza, ni cree llevar la profesión en la sangre, pero le tomó el gustito al andar, y sobre todo se maravilló con la radio.
“Encontré una vocación en cuanto al servicio que implica el periodismo, le encontré un sentido y después me enamoré de la radio, mucho más que de cualquier otro medio”, afirma. Percibe que venir del palo rockero y la “vida libre” lo pudieron haber ayudado a ejercer su profesión desde una posición más ecuánime.
“El periodismo tiene un poco de rock and roll, por lo menos como yo lo concibo, en el sentido de tratar de romper un poco con las estructuras, no casarse con nada, no atarse a determinada línea de pensamiento, y de ser libre. Ese espíritu lo traslado bastante”, se explaya.
-¿Hay una brecha en Uruguay?
-Sí, hay y lamentablemente algunos de los protagonistas incentivan esa brecha. Creo que algunos periodistas también se están equivocando en caer en la lógica de que tenés que estar de un lado o del otro, jugar para un público segmentado y retroalimentar un discurso de los buenos y los malos, una mitad contra la otra, de que toda la verdad está de un lado, cosa que yo evidentemente creo que nada más lejos. Cuando tenés un dogma, una certeza inquebrantable, seguramente en algún momento te equivocarás.
Papá ante todo
Un lustro atrás decidió que llamaría Felipe a su primogénito en honor a su mejor amigo, que había fallecido de cáncer, y lo primero que hizo fue comunicárselo a los padres. “Llamé a Jorge y Silvia, padres de Felipe, de alguna manera para pedirles permiso porque sabía que iban a estar cerca mío y no quería que se sorprendieran con mi elección. Se recontra emocionaron y con todo lo que pasó después más emocionante fue para mí haber elegido el nombre”, revela.
Se refiere al diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA) que recibió Felipe y del queJuan Miguel se animó a hablar por primera vez públicamente en la radio este abril, con motivo del Día Internacional del Autismo, porque se sintió emocionalmente estable para hacerlo.
“Pude decir el orgullo enorme que siento por mi hijo y la alegría que me da compartir la vida con él. Es el aprendizaje más lindo que he tenido en mi vida. Felipe es la persona más linda que conocí, hasta que nació Caetano (su segundo hijo) que es tan lindo cómo él, y son el complemento perfecto”, confesó.
-¿Dónde te ves de acá a diez años?
-Lo que más me importa es ser un buen padre, en el resto de las circunstancias (laboral, profesional, el fútbol) veremos qué pasa, pero el objetivo de mi vida es estar para ellos, con ellos, disfrutarlos, jugar, estar cerca. Cuando me necesiten quiero que sepan que me tienen ahí y es algo en lo que pongo mi máximo esfuerzo. Si me preguntás de acá a diez años qué te importa, es estar para mis hijos.
Sus cosas
Su ídolo: El fanatismo por Peñarol se lo debe a su tío Quique. Su ídolo máximo es Pablo Bengoechea y lo atribuye a una cuestión generacional. “Soy adolescente del quinquenio (de 1993 a 1997) así que le tengo que agradecer todo a Pablo, además de todos los goles que le hizo a Nacional”, asegura entre risas.
Su medio favorito: El periodismo no era su primera opción pero la radio lo enamoró. “Compartís con la persona que está cocinando, estudiando, trabajando; te escucha un poco y otro no, pero no requiere esa atención de la mirada que requiere la tele. Es una compañía permanente”, dice. Y confiesa estar en contra de las cámaras en el estudio.
Sus grandes amores: Felipe (4) y Caetano (1) son sus personas favoritas. Dice que la relación entre sus hijos es increíble y que son muy compinches. “Se disfrutan mucho el uno al otro”, asegura Carzolio, que también puede dar fe de que la frase del Martín Fierro (’los hermanos sean unidos’) es muy veraz, porque tiene dos hermanos que son amigos.