En la casa de Judy del Bosque jamás se comía asado (su madre era chef y preparaba tremendas recetas) ni se hablaba de fútbol. A diferencia del uruguayo promedio, el padre de Judy proponía acertijos a sus hijos y les enseñaba a hacer cuentas mentales durante la extensa sobremesa.

“Mi viejo es un enfermo de los números: se sienta abajo de un árbol y calcula cuántas hojas tiene. Vive haciendo cuentas y con 83 años da clases de matemática gratis a todos sus vecinos en Israel”, cuenta a Domingo la maga y profesora de matemática, su profesión menos conocida, aunque la ejerza hace 27 años.

No fue solo el empujón de su padre el que hizo que se inclinara por los números: colaboró el metejón que se agarró con Mario Goldman, su docente de matemática en 1° de liceo. “Quería levantar la mano todo el tiempo para que me registrara y me empezaron a encantar las matemáticas. Tenía facilidad y hacía cuentas mentales”, recuerda entre risas.

Arrancó el profesorado en paralelo a la carrera de Analista de Sistemas. Esto último lo estudió para dejar contento a su padre que (con mucha visión) le repetía: ‘Tenés que estudiar computación, es lo que se viene’. “Hice la carrera pero me di cuenta de que no podía estar todo el día programando, no era para mí. Me gustaba encontrarme con la gente”, confiesa. Tiempo después, advirtió que ambos menesteres (la docencia y la magia) son puentes para conocer qué le pasa al otro e incluso para ayudarlo a resolver problemas.

“En un show de magia podés darte cuenta si el espectador se siente bien o mal, si está contento. Con las clases pasa igual: de repente venía un adolescente que le hacían bullying y yo daba una cátedra con todos mis alumnos en casa”, reflexiona.

Más adelante también se convirtió en profesora de química y física, aunque en esas asignaturas se formó sola: “Soy muy autodidacta, de magia nunca tomé una clase en mi vida”, comenta la inquieta Judy, que también estudió artes marciales, chino por curiosidad y hasta llegó a pintar vitraux para venderlos en el Mercado del Puerto.

Hace 25 años fue a Londres a pasar dos meses con una amiga y cuando aterrizó los precios la dejaron en shock, así que agarró una hoja A4 y escribió en inglés 'clases de matemática de liceo': “Lo pegué en la cartelera del supermercado del barrio donde vivía, di clases en inglés y me pagué las vacaciones, así como hice magia en los puentes de París para pagarme los dos meses que viví allá. Soy una buscavidas”, cierra.