Sofía Oxandabarat (30 años) no entiende muy bien por qué el fútbol la atrapó desde muy chica. “No tengo hermanos varones, soy la menor de tres hermanas, pero siempre andaba con una pelota abajo del brazo y siempre estaba con varones”, recuerda de su niñez en Salto. Cerca de su casa había una placita y mientras sus hermanas jugaban a las muñecas, ella se iba a jugar al fútbol. “Me acuerdo que siempre pedía que me regalaran pelotas”, dice y sonríe al contar que le ganó la pulseada a su madre. “No le quedó otra que decir ‘es lo que le gusta, ya está’”, acota la mejor jugadora de fútbol femenino 2024.
No fue la única batalla que le ganó a su madre en este tema. En Deportivo Artigas, el club frente a su casa en el que pasaba las tardes ni bien llegaba de la escuela, le preguntaron a sus padres si le permitían jugar al fútbol con los varones. Su madre se negó por temor a que la lastimaran, pero su padre consultó en su trabajo qué hacer y un compañero que tenía a su hijo en el club Ferro Carril le propuso llevarla ahí.
“Mi madre no quería nada y tampoco sabía mucho de fútbol, pero terminó siendo la que siempre me llevaba a entrenar. Yo salía de la escuela y ella salía de trabajar, nos encontrábamos en la casa de mi abuela y me llevaba con frío, lluvia, sol… Y después estaba en todos los partidos”, relata.
Tenía apenas 7 años y cuando cumplió 11 la convocaron de la selección de Salto. Entonces empezó a viajar con sus compañeros a otros departamentos. Fue a Bella Unión y a Rivera, donde se quedaban a dormir en cuarteles militares todos juntos. A la hora de bañarse, los niños lo hacían primero y ella entraba después o viceversa.
“Para mí era algo natural, normal. Capaz que ahora de grande digo ‘¡qué locura!’, pero bien, porque nunca pasó nada. Por suerte siempre fue muy respetuoso de las dos partes”, comenta Sofía. “Mis compañeros me trataban como uno más, pero a su vez me cuidaban sabiendo que era mujer. De los que a veces recibía algún insulto era de los padres, pero a esa edad no era consciente y no les prestaba atención. Las madres de otros equipos me trataban muy bien. Tengo muy buenos recuerdos”, acota.
Jugó al baby fútbol hasta los 13 y abandonó porque en el interior no había fútbol femenino. “Si a esa edad alguien me hubiera preguntado si soñaba con jugar al fútbol, yo le iba a decir que no porque no tenía ni idea de que existía ese mundo para las mujeres. Entonces dejé”, cuenta quien recién se reencontró con la pelota cuando se vino a estudiar a Montevideo y la aceptaron en River Plate. Pero recién llegada de Salto, sentía que todo le quedaba muy lejos y no fue más.
En el estudio, podría haber arrancado para el periodismo deportivo, una carrera que siempre le gustó. “En mi casa hay fútbol 24/7, siempre estoy mirando los canales argentinos, pero sabía que de periodista en Salto no iba a poder trabajar porque es complicado”, apunta. Entonces se inclinó por la otra carrera que la atrajo de niña, cuando vio que el padre de un compañero de Ferro Carril era laboratorista dental.
Hizo el primer año, salvó todas las materias teóricas, pero se le empezó a complicar en la parte práctica. “Entonces hablé con mi madre y le dije que me iba a cambiar de facultad, que iba a hacer periodismo”, cuenta del momento en que se anotó en la Facultad de Información y Comunicación (FIC).
En uno de los pasillos de su nueva casa de estudios se topó un día con un cartel que anunciaba que había un equipo de fútbol femenino. Entonces pensó: ‘Me meto acá que sé que el compromiso no va a ser 100%; si puedo voy y sino, no”. Eso la ayudó también a integrarse y hacer amigas que mantiene hasta el día de hoy.
Cuando comenzaron los campeonatos interfacultades, Sofía no tardó en destacarse. Siempre terminaba goleadora y finalmente en 2019 salieron campeonas ganándole la final a la Facultad de Economía. El bichito del fútbol exigente volvió a picarla y se fue a probar a Racing con la excusa de que le quedaba cerca de su casa.
“Justo fue en pandemia, lo que atrasó un poco el campeonato. Pero jugamos, ascendimos y salí goleadora con 20 goles”, recuerda de lo vivido en un equipo en el que una de sus compañeras le hizo un vaticinio que se cumplió un año después: “Te van a citar a la selección”.
“Me acuerdo que estaba en Salto, los primeros días de enero, y me llegó un mensaje de la delegada de Racing avisándome que me habían citado. ¡No podía creerlo! En ningún momento había tenido la expectativa, yo solo jugaba. Después se fue dando todo”, asegura a Domingo.
Al mismo tiempo su director técnico en Racing se fue a Torque, que estaba en la B, y como ella quería probarse en la divisional A, decidió pasar a Defensor Sporting, donde también se coronó campeona y debutó en la Copa Libertadores (disputada en Ecuador). Esa misma copa que un año antes había comentado como periodista para Antel TV y que nunca se le pasó por la cabeza que un día jugaría.
Luego llegaría un breve pasaje por Wanderers, institución de la que se fue por problemas internos. Dejó en abril de 2023 y en mayo estaba recibiendo un llamado del entrenador de Talleres de Córdoba (Argentina) para sumarse a sus filas. “Por algo pasan las cosas porque yo estaba cómoda en Montevideo; si no hubiera tenido problemas en Wanderers le hubiera dicho que no”, apunta.
Pero Argentina le costó. En los primeros seis meses llegaron a la final, que perdieron con Newell’s Old Boys. Su desempeño le permitió renovar contrato por un año más, pero no aguantó. “En Uruguay tenía una vida social activa y cuando me fui a Córdoba era solo jugar al fútbol, no hacía otra cosa. Si tenía un fin de semana libre, me pasaba encerrada en el apartamento sin mucho para hacer. Eso me hizo extrañar mucho”, cuenta.
Fue entonces que le llegó el salvador llamado del Club Nacional de Football, se volvió al Uruguay a mitad del 2024, salió campeona, goleadora y la Asociación Uruguaya de Fútbol la eligió la mejor del año.
Fútbol estancado
De su experiencia en la vecina orilla no se arrepiente, entre otras cosas le sirvió para darse cuenta de lo mucho que le falta al fútbol uruguayo femenino para poder avanzar. “Allá está todo mucho más organizado, entrenás mucho más. En Uruguay las chicas tienen que trabajar o estudiar y después van a practicar”, señala quien es una de las pocas afortunadas que vive del fútbol. “Por suerte en Nacional tenemos contrato y puedo vivir con lo que me dan”, dice haciendo referencia a lo que es un contrato de trabajo; el contrato de futbolista aún no existe para las mujeres.
No estaba en Uruguay cuando sus colegas iniciaron una campaña de reclamos, pero estaba al tanto y tenía confianza de que sucediera el cambio esperado. “Al final no pasó nada, creo que hasta retrocedimos. Pero vamos a seguir luchando para las que nos siguen. Tampoco pedimos mucho, solo las cosas básicas para entrenar o jugar un partido, que no tengamos que pagarnos la indumentaria, que haya pelotas o una cancha acorde para practicar”, remarca. Agrega que lo que necesita el fútbol femenino “es gente que de verdad quiera invertir, verlo crecer y tire buenas ideas”.
Sofía pretende jugar un par de años más donde le toque, incluso no descartaría volver al exterior porque ahora tiene otra cabeza para afrontar el desafío. Cuando cuelgue los botines será todo tiempo para su otra pasión, el periodismo deportivo, que ya supo probar participando como comentarista de transmisiones de la Copa Libertadores y los mundiales Sub-17 y Sub-20 (todo femenino) o con un programa radial de la Facultad. “Me gusta cuando se arman las mesas de debate; poder hablar y opinar”, apunta.
Tiene el título de Licenciada en Comunicación que obtuvo en 2022 con la tesis El rol de la mujer en el periodismo deportivo. Es otro ámbito en el que también comprobó que falta mucho para estar a la par de los hombres. “La mujer tiene que estudiar o demostrar mucho más para que la escuchen”, se lamenta.
Su referente en el periodismo es la argentina de ESPN Alina Moine, mientras que como futbolista siempre admiró al italiano Francesco Totti. “Hoy en día me gusta mucho la colombiana Linda Caicedo, que juega en el Real Madrid”, acota quien se puede pasar horas viendo fútbol de cualquier liga. Se confiesa hincha de Boca Juniors y seguidora también de otros deportes, como el básquetbol o el tenis con Rafael Nadal y Carlos Alcaraz como sus favoritos.
Adaptada por completo a Montevideo, es en esta ciudad en la que quiere vivir y tener familia en un futuro. Por el momento disfruta de ir a la rambla con sus amigas o del que para ella es el mejor de los planes: “Un mate e ir a ver algún partido de fútbol; cualquier partido”, subraya.