NOMBRES
El periodista argentino, realizador de dos documentales sobre el Indio Solarie, "desaparece" en su ciclo de entrevistas Caja Negra, que convoca hasta al presidente de su país.
Julio Leiva es, en el paisaje de periodistas argentinos, una rara avis. Puede que no lo sea por muchos años más, pero por ahora se halla en ese terreno difícil de definir, uno en el cual se intuye un proceso de transición y fluctuación entre lo tradicional y lo novedoso.
Con un estilo que parece traído de otra época Leiva dialoga con exponentes de esta era, protagonizada por streamers (como el españolIbai), youtubers (como María Becerra, ahora cantante), influencers y todos esos anglicismos que se nos colaron en el castellano con la misma facilidad que hacemos “copiar y pegar” y sin que la RAE —a veces tan celosa de nuestra lengua— se alterara. Y lo hace dentro del formato Caja Negra, uno de los imanes del portal Filo.news.
El proyecto periodístico, comunicacional y empresarial que está llevando adelante junto a Mariana Carpo es generar un espacio en donde algunas de las misiones del periodismo —informar, contextualizar, analizar— y las reglas del nuevo mundo digital —donde predomina la rapidez, lo efímero y lo mutante— convivan sin que las tensiones entre la tradición y lo reciente se anulen mutuamente.
Leiva es de esos porteños que, desde Uruguay, nos descolocan. No tiene esos modismos que en este lado del río asociamos a algunos de los estereotipos. Cuando vemos a algunas de las estrellas del periodismo televisado de ese país y constatamos lo que para nosotros es el agrande, la sobrada y el cancherismo, nos tranquilizamos. “Así son”, concluimos, y no hay sorpresa alguna: todo sigue como está. Y como siempre estuvo.
Lo vemos a Leiva y hay algo fuera de foco. Algo inesperado, inusual. “Mirá, no interrumpe todo el tiempo”, decimos; “Mirá, no quiere ser tan estrella como quien está en frente”; “Mirá, no hace preguntas rebuscadas”. Como si fuera uno de esos periodistas que, sin ser fetichistas de lo clásico, sigue apegándose a ciertos postulados más o menos históricos. Y aunque Filo.news exude contemporaneidad y sensación de presente, él no parece demasiado ansioso a subirse en todos los carros que circulan a miles de megabits por segundo online.
Porque no solo dialoga con las nuevas voces y caras. También tiene una larga lista de entrevistas en las que conversa con gente que ya no lleva el sabor de lo nuevo pero sí el de consagrado. En YouTube hay entrevistas con artistas como Emiliano Brancciari y políticos como José Mujica, por ejemplo. Y hace poco, llevó a Caja Negra al presidente argentino Alberto Fernández. Era la primera vez que un presidente iba a un ciclo de entrevistas de un medio digital.
En estos días, que hubo campaña electoral (hoy se llevan a cabo elecciones legislativas primarias en Argentina), se encargó de hablar con varios candidatos en la sección Filo Elecciones, un ciclo de entrevistas realizadas con otro marco formal y estético que Caja Negra.
Leiva nació hace 43 años en Isidro Casanova, una localidad de La Matanza, en el conurbano de la provincia de Buenos Aires. Según lo que ha dicho en muchas entrevistas, supo desde niño que quería ser periodista. Esa temprana conciencia y determinación lo llevó —en un camino que visto en retrospectiva siempre parece recto— a la radio y a trabajar con una de las figuras más influyentes de ese medio: Lalo Mir.
Consiguió entrar a hacer una pasantía en Radio Del Plata que iba a durar un mes. Pero consiguió extender esos primeros 30 días a 2.191, porque terminó quedándose trabajando con Mir y otros periodistas durante seis años. De esa época ha dicho que fue su universidad, que ahí fue donde de alguna manera se recibió de periodista.
Y que fue en esa época donde metió su primer gol: “Llegué a la radio y tenía que salir al aire (era el 11 de setiembre de 2001)… Son esos momentos que, para aquellos que laburamos de periodistas, en los que el mundo se detiene. No hay nada más importante que lo que está ocurriendo en ese momento. Yo recién arrancaba, era mi primer año y me acuerdo que no sé por qué tenía buena onda con un pibe de una radio en Uruguay. Lo llamé y le pregunté ‘¿Tenés algo de allá, un número o algo?’ Me pasó uno y llamando llegué a una persona que, cuando me atiende, me dice: ‘Acabo de salir de una de las torres’. Fue la primera entrevista en la radio argentina con alguien que había estado en las Torres Gemelas, con lo que eso significaba. Lalo le estaba haciendo la entrevista al aire y yo sentí en ese momento que había logrado mi primer gran nota”. Tiempo después consiguió estar al frente de su primer programa radial, “Cheque en blanco, que ha recalado en varias radios durante 20 años y sigue en el aire.
Admirador de Los Redonditos de Ricota, fue también uno de los realizadores de dos documentales sobre el Indio Solari, el cantante de esa ahora mítica banda de rock argentina: “Piedra que late” (2011, dirigido por él) y “Tsunami” (2016, que codirigió con Maximiliano Díaz).
Pero en un momento sintió que lo que venía haciendo no estaba en sincronía con lo que se estaba gestando en el ciberespacio. Lo que él había estudiado y hecho durante años, estaba desfasado de los patrones emergentes de consumo de noticias e información. Así, empezó a aprender sobre las coordenadas del nuevo mundo, para ubicarse y luego diseñar un mapa propio, con posibles caminos hacia un destino que uniera aquello que había aprendido antes y lo que estaba aprendiendo sobre la marcha.
Hoy, como uno de los directores editoriales de Filo News y protagonista de Caja Negra, se puede decir que Leiva llegó a ese destino. Y que está aprovechando esa plantada de bandera para darle voz a una todavía comparativamente pequeña (pero importante en cuanto a alcance y repercusión) legión de protagonistas. Estos, muchas veces, vienen de lo que hasta hace poco era visto como parte de la periferia cultural: gurises y gurisas que se lanzaron desde Internet para afianzarse en el mundo no-virtual.
A veces, esos gurises y gurisas provienen de las clases sociales menos privilegiadas, como el trapero L-Gante y el productor musical Bizarrap. “Actualmente, alguien desde una habitación de un barrio con acceso a Internet puede realizar una revolución cultural. Antes, ese mismo artista tenía que lograr que alguien con cierta influencia lo escuchara, apostara y acompañara para propagar su arte (…) En un punto que pone en ‘igualdad de condiciones’ a todos. Lo pongo entre comillas porque hay muchos que todavía no tienen acceso a Internet y a dispositivos tecnológicos”, escribe por WhatsApp desde Buenos Aires.
¿Cuál es la clave de su actual éxito? Posiblemente, que consigue convertirse —al menos durante lapsos temporales-—en Griffin, el protagonista del libro de H.G. Wells “El hombre invisible”. En muchas de sus entrevistas, parece desaparecer de escena. Él coincide: “Sí. Planteo la búsqueda de un entrevistador casi invisible. Que se esconda para que aparezca el entrevistado. Me parecía interesante esa búsqueda, para que recaiga todo el peso protagónico sobre el invitado. Justamente cuando aparezco es para guiar la charla y lograr que quien está en la entrevista conmigo se sienta cómodo. Sobre todo, para que suelte y pueda contar cosas que quizás hasta ahora no contó. Es un juego sutil, pero que a la vez se hace visible en la riqueza de la nota”.