HISTORIAS DEL INTERIOR

La amistad entre niños de una escuela rural y el crack de Invasor

Todo comenzó con una carta: alumnos de la Escuela Rural Nº 56 Pueblo de Álvarez de Durazno van a cumplir su sueño de conocer al mejor de los caballos

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Invasor en Haras Cuatro Piedras

"Un gran caballo Invasor / brillaste siempre de correr / pingo de gran valor / que nos encantaría conocer”.

Ese poema fue escrito por los alumnos de la Escuela Rural Nº 56 de Durazno tras conocer la historia de un pelo zaino colorado que fue figura del turf mundial. Valentina, de 10 años, la más grande de la clase a la que asisten nueve niños, fue la encargada de escribirle una carta al caballo, la que llegó “con sello y todo” a las manos de Claudia Rosas, propietaria del Haras Cuatro Piedras, donde Invasor está cumpliendo con un merecido retiro y emocionó al equipo de cuidadores.

“Recibimos una carta escrita a lápiz divina y muy representativa de lo que es Invasor para nosotros y para Uruguay. Transmite mucha emoción”, cuenta Rosas a Domingo.

Ahí comenzó un intercambio epistolar entre los niños e Invasor -se les dijo que lee y responde las cartas- que llevará a conocerse en la primavera.

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La carta de los alumnos de la Escuela Rural Nº 56 Pueblo de Álvarez a Invasor

Mientras tanto, los nueve estudiantes de la maestra Claudia Bertalmío no piensan en otra cosa: aprenden sobre los caballos, repasan las glorias de Invasor y piden ayuda a sus padres para hacer resúmenes sobre su vida y sus premios (estos se han comprometido tanto o más que sus hijos y también quieren viajar para conocer a Invasor). Rosas cuenta: “Una de las nenas lo tiene de fondo de pantalla. Está por parir una yegua en su casa y quiere ponerle Invasor (a la cría) si es macho”.

En la campaña.

La Escuela Rural Nº 56 Pueblo de Álvarez participa del programa De Puño y Letra, una iniciativa de escritura cultural entre escuelas rurales y urbanas. Sus alumnos -niños de 4 años hasta 10 años reunidos en una sola clase- regularmente intercambian cartas con los estudiantes de una escuela de la ciudad de Minas y el año pasado se escribieron con niños de Estados Unidos para practicar el inglés. Pero hace unas semanas a su maestra Claudia se le ocurrió que podrían aprender más sobre caballos si le escribían al caballo más famoso de Uruguay.

“Inflé una gran cantidad de globos que adentro tenían pistas de a quien le íbamos a escribir una carta. Empezaron a sacar las pistas que decían ‘cuatro patas’, ‘mamífero’, ‘de 500 kilos’. Entonces dijeron: ‘¡Maestra!, ¿le vamos a escribir a un caballo?’ Y les conté que no era cualquier caballo sino uno famoso”, relata Claudia. No obstante, no esperaba tal respuesta desde el Haras; no sabía que la propietaria había ofrecido su espacio al programa Puño y Letra para un encuentro nacional.

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Escuela Rural Nº 56 Pueblo de Álvarez

Ninguno de los niños vio correr a Invasor. Como escribió Valentina en la primera carta, la mayor de la clase, ella nació en el año en el que él ingresó al Salón de la Fama en Estados Unidos. Pero hoy conocen toda la historia y pueden dar cátedra. Se lee en la carta: “Si en estos días se nos llena de emoción el corazón gracias a la Sub-20 por ser los campeones del mundo en el fútbol, contigo obtuvimos el título de Caballo del Año y la Triple Corona. Nos sentimos orgullosos de vos y contentos de que regresaste a Uruguay”. Uno de los objetivos de la tarea era aprender que las glorias deportivas (o las glorias en general) no solo se deben al fútbol y que pueden provenir de cualquier parte, incluso de un lugar tan familiar a ellos.

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Escuela Rural Nº 56 Pueblo de Álvarez

La escuela está ubicada en el paraje Cuchilla de Cuadra, sobre la ruta 100 y a unos 35 kilómetros de la capital departamental. El poblado más cercano es Pueblo de Álvarez, donde viven 20 personas, entre ellas, la maestra. Ninguno de los niños vive allí. Están desperdigados por la campaña y algunos recorren 15 kilómetros para llegar a clase. Algunos lo hacen con sus hermanitos menores. “Vamos bastante bien. El año que viene no se va ninguno y entra otro más”, dice la maestra con alegría. Y agrega: “Estoy acá hace siete años pero soy maestra rural de toda la vida. Es una familia que formás con los niños. Creo que me jubilaré en la escuela rural”. Mientras tanto, los niños sueñan con Invasor.

Honores para un crack

Invasor cumple 21 años en agosto. Por decisión de la familia del jeque emiratí Hamdam bin Rashind Al Kaktoum, quien compró el caballo por US$ 1,4 millones en 2006 y falleció el año pasado, este crack del turf mundial pasará a retiro y no participará de la próxima temporada de servicios.

Desde 2015 está bajo los cuidados del Haras Cuatro Piedras, ubicado en Progreso. “Ya está grande”, resume la propietaria, Claudia Rosas.

No obstante, no se retira de la vida pública. Invasor recibe visitas de locales y extranjeros que llegan al haras solo para conocerlo. “El otro día vino una nena en sillas de ruedas. No sabés cómo lloraba. Invasor muerde a todo el mundo y a ella no le hacía nada”, cuenta a Domingo.

Niños y adultos lloran de la emoción al verlo y hasta son frecuentes las producciones de fotos de quinceañeras con Invasor.

“Es muy fuerte el sentimiento que despierta para el uruguayo. Así como los niños de la escuela ven la hazaña de la Sub-20, ahora saben que con este caballo pasó lo mismo. Salió de este país minúsculo y logró ser el mejor caballo del mundo”, señala Rosas.

Invasor nació en Argentina (hijo de Candy Stripes y Quendom) pero su campaña y entrenamiento lo realizó en Uruguay, donde llegó en 2004. Al año siguiente ganó las cinco carreras que disputó incluyendo la Triple Corona (Polla de Potrillos, Jockey Club y Nacional). En Estados Unidos ganó cuatro clásicos incluyendo la Breeders Cup, una de las carreras más importantes del mundo para caballos mayores. En 2007 ganó la Dubai World Cup, que fue su despedida, pues sufrió una lesión que lo sacaría de las pistas. Fue designado Caballo del Año en Estados Unidos en 2006 (el único en ganar seis carreras consecutivas) e ingresó al Salón de la Fama en 2013. Fue tapa de revistas de turf en todo el mundo.

“Invasor va a quedar en la historia de nuestro país. No sé si algún día vamos a conocer un caballo que haga las mismas hazañas y que transmita los mismos sentimientos”, apunta Rosas.

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