La caspa y el estrés

DR. PABLO PERA PIROTTO

La caspa surge a partir de una inflamación de la piel del cuero cabelludo que provoca una aceleración en el ciclo de renovación de las células de la zona. Esto se traduce en la fina descamación blanquecina que todos conocemos y que muchos padecen o han padecido a lo largo de su vida.

El agente causal implicado en su desarrollo es el hongo Pityrosporum ovale, del que existen millones de ejemplares habitando en las cabezas tanto de aquellos que tienen el trastorno como en los que no lo padecen.

Por eso, para que se produzca la caspa, deben existir también otros factores como, por ejemplo, una predisposición genética.

Es claro que cuando una persona está pasando por momentos de mayor estrés en su vida, la caspa aparece o aumenta, debido a que la baja en las defensas del organismo facilita el desarrollo de los microorganismos implicados.

Por eso que es frecuente ver muchos casos en estos días de inicio de clases, cuando alumnos, docentes y también los padres, notan las finas escamas blanquecinas que caen sobre sus hombros.

Algunos estudios han detectado que una dieta muy salada, picante o azucarada, así como el consumo excesivo de alcohol, y cierto déficit a nivel nutricional (sobre todo cuando falta vitamina E, B6, B12, selenio y zinc) también pueden empeorar la caspa.

Clínicamente se pueden distinguir dos tipos: la seca, que se acompaña frecuentemente de picazón, y se ve en personas que tienen el pelo también seco, y la grasa o seborreica, que se acompaña de escamas de mayor tamaño, más gruesas y de color amarillento, que se adhieren al cuero cabelludo.

Quienes padecen esta última, tienen un cabello graso y la piel de la cara también tiene estas características.

Es importante que sea un profesional el que realice el diagnóstico, ya que existen otras enfermedades más complejas que pueden manifestarse con un aumento de la descamación del cuero cabelludo, como por ejemplo sucede con la psoriasis y el lupus.

Existen muchos mitos en relación a la caspa. Entre los más comunes es el ser considerada como una infección contagiosa, que se puede transmitir por contacto directo de una persona a otra o por el uso de peines, broches, etc. Esto no es así, como tampoco es cierto que la caspa afecte a aquellos que no asean su pelo de forma correcta o con la frecuencia suficiente.

En cuanto al tratamiento, lo primero que hay que saber es que la caspa no se puede erradicar por completo en forma definitiva.

Si bien se puede obtener una rápida mejoría y control, la predisposición genética del individuo estará siempre presente, lo que determina que el brote vuelva a producirse en caso de aparecer otra vez factores desencadenantes.

La oferta de champús anticaspa es muy grande, pero dentro de las formulaciones más recomendadas por los dermatólogos están los derivados del sulfuro de selenio, el pitrionato de zinc y el ácido salicílico.

Los productos que incluyen ketoconazol al 2% son muy efectivos, ya que logran disminuir grandes cantidades del hongo Pityrosporum ovale, mejorando por ende las manifestaciones del trastorno.

En todos los casos, se indica la aplicación del champú directamente sobre el cuero cabelludo, dejándolo actuar durante algunos minutos antes de enjuagarlo.

Al comienzo, es conveniente lavarse todos los días o al menos tres o cuatro veces por semana. Una vez que se logra el control de la caspa, se puede distanciar la frecuencia de su uso hasta hacerlo semanal antes de suspenderlo por completo.

En caso de reaparecer, se debe retomar el ritmo de uso inicial o incluso evaluar el cambio de champú por otro que resulte más efectivo.

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