Imagine la casa de sus sueños -o la que quizás tiene la suerte de tener- frente al mar. Si viajara 10 mil años hacia atrás y abriera la ventana estaría tan lejos de la costa “como si hoy viviera en Durazno”. Hugo Inda, especialista en paleobotánica del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de la Udelar e investigador de Pedeciba Geociencias, da otro detalle: si recorriera esos cientos de kilómetros hasta la playa no llegaría ni a aguas oceánicas ni a las del estuario del Plata sino a las de un río conocido como “Paleo Paraná Uruguay” cuya desembocadura estaba en la plataforma continental.
Para celebrar el Día Internacional de las Playas el científico que acostumbra a “hincarle el diente” a los paisajes del pasado enseña cómo se compara su foto con la del presente y, lo que es más interesante, cómo sirve para predecir la del futuro. “Si no sabemos cómo eran estos sistemas hace miles de años difícilmente vamos a poder prever para dónde van”, dice.
La costa está sujeta a modificaciones que, cuando se estudian en una perspectiva de milenios, pueden ser dramáticas. Aquí intervienen los Ciclos de Milankovtich: periodos de grandes avances y retrocesos glaciales con recurrencia de entre 10 mil y 400 mil años según la interacción del planeta y el Sol.
Entre 11 mil y 10 mil años atrás, ya terminada la última gran glaciación, los primeros pobladores humanos del territorio no solo tenían una línea de costa decenas de kilómetros “mar adentro”, sino que el mar se encontraba a 80 metros por debajo de su nivel actual y supo estar más abajo. En esa planicie -hoy el fondo del Río de la Plata y la costa oceánica- convivían con la megafauna. “Era muy distinto a lo que hoy es Uruguay. Era un clima extremadamente árido con muy pocas precipitaciones y muy mal distribuidas. El pampero nos acariciaba como una violencia tremenda... bueno, nos abofeteaba -se ríe-. De hecho, ayudó a depositar en gran parte del territorio metros de sedimentos que vinieron desde la Patagonia y la provincia de Buenos Aires.”, completa Inda.
¿Cómo lo sabe? Él, al igual que Laura Pérez, magíster en Geociencias e investigadora del CURE, examinan la evidencia en muestras microscópicas y macroscópicas en los sedimentos largamente acumulados en lagunas, lecho marino o en la plataforma continental. En este sentido, las diatomeas y los fitolitos son secretos escondidos en los suelos. Las primeras son microalgas compuestas por sílice que sirven para saber si en un ambiente había más agua salobre o dulce. Los fitolitos son minerales elaborados por las plantas que se acumulan durante siglos y permiten comprender las variaciones climáticas lo largo de las eras geológicas. Los indicadores ayudan a armar la foto: profundidad, temperatura del agua y del aire, precipitaciones y distancia de la costa. “Cuando tenés la suerte de encontrar varios indicadores tenés una foto bastante completa”, apunta.
De aquella bajada de 80 metros, el mar registró un ascenso sostenido durante milenios. Hasta que alcanzó su pico hace unos 6.000 años: cuatro metros más que ahora. En ese entonces, por la intrusión del mar, se generaron laslagunas costeras que, en realidad, eran bahías abiertas al mar. Pronto, bueno, 2.500 años después, cambió la cosa. El planeta volvió a vivir un periodo árido y se reinstalaron los vientos del pampero. Con esto, el descenso del nivel del mar dejó disponibles enormes cantidades de arena que antes eran subacuáticas. Aquellas bahías abiertas se transformaron efectivamente en lagunas y aparecieron las dunas en Cabo Polonio, La Paloma y José Ignacio. Sistemas con menos arena y más caudal dieron origen al arroyo Maldonado y al arroyo Pando que mantuvieron su conexión directa con el océano o con el estuario. La foto se empezaba a parecer a la actual.
Con tantos cambios, las ocupaciones humanas existentes en Cráneo Marcado, La Moza o Punta Coronilla fueron abandonadas con el tiempo; solo se mantuvieron en Cabo Polonio y La Esmeralda, puesto que el ambiente ya no les proporcionaba condiciones propicias para la subsistencia -al alterarse la salinidad de las lagunas ya no entraba la corvina negra a desovar-. “Ahora preferimos poner rocas o construir una rambla para quedarnos en el lugar”, apunta.
Todos los modelos predictivos señalan que es imparable el ascenso del nivel del mar. ¿Cómo la información de 10 mil años para adelante es útil? Se puede prever que rompa las barras arenosas y esas lagunas vuelvan a ser sistemas abiertos, perjudicando a los desarrollos inmobiliarios y emprendimientos productivos. La presencia actual del hombre y su urbanización, a juicio del investigador, “agrega un nuevo nivel de incertidumbre” puesto que su presencia en la costa “acelera procesos no deseados” que son totalmente inéditos en una historia que empezó hace 10 mil años.