La tortilla vs. el etanol

| El kilo del alimento básico en la dieta mexicana cuesta casi un dólar, debido al aumento del precio del maíz, que ahora se usa en EE.UU para hacer biocombustible.

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El País

EL PAÍS DE MADRID

Julia González compra cada semana dos kilos de tortillas de maíz -unas 40 unidadesque consumen invariablemente los cuatro integrantes de su familia. Los tacos de carne o de pollo, las quesadillas o los taquitos dorados -tortillas fritas en aceite- no son los únicos platos a base de maíz que se consumen en casa de los González.

El pozole, una variante de cocido a la mexicana, el atole dulce, como postre o para el desayuno, o el piloncillo, son platos preparados a partir del maíz. Este grano es elemento básico de la dieta de mexicanos, centroamericanos y buena parte de los pueblos de América Latina.

Julia compra estos días el kilo de tortillas a 10 pesos -unos 90 centavos de dólar-, tres veces más del precio habitual, un aumento disparatado para una economía modesta. Los pobres llevan la peor parte de la subida del precio del maíz en México, que el Gobierno de Felipe Calderón se esfuerza por atajar.

El aumento de las tortillas se ha convertido en tema de debate nacional, sólo comparable con las medidas para combatir el narcotráfico que han puesto en marcha las nuevas autoridades mexicanas. Las consecuencias de la subida del maíz son incalculables, y nadie duda de que ya está afectando seriamente a los bolsillos de millones de mexicanos.

Además, el 45% de los pollos y el 20% de los cerdos se alimentan del preciado grano. "Hay que poner a dieta a los pollos, las gallinas y los puercos para que no traguen todo el maíz y le dejen algo a los humanos", escribía un columnista del diario Milenio a la hora de abordar en clave de humor el aumento del precio del maíz.

ETANOINFLACIÓN. México produce 21,3 millones de toneladas de grano al año, en sus distintas variedades, y el consumo humano y forrajero demanda 39 millones. El déficit de 17,7 millones de toneladas se cubre, básicamente, con la importación de maíz de Estados Unidos, principal abastecedor. Aunque el Gobierno se resiste a aceptar que los efectos inflacionarios serán poco menos que inevitables, diversos sectores han dado la alarma. Entre ellos se cuenta el gremio de restauración, que aglutina a 280.000 restaurantes en todo el país, los que generan más de 800.000 empleos directos en una industria que representa el 28% del ingreso por turismo y supone el 2,4% del PIB nacional.

Algunos comentaristas han acuñado el término "etanoinflación" para referirse al detonante del aumento del precio del maíz: el incremento de la demanda para producir etanol como combustible en Estados Unidos. La conversión de maíz en energía se sostiene gracias a los subsidios a los productores de grano y a las refinerías de combustible.

Los efectos de la decisión del Gobierno estadounidense de apostar por el etanol ha puesto de relieve dos cosas: por una parte, la tremenda dependencia económica de una nación como México y los efectos contrapuestos en el Norte y el Sur que puede tener cualquier medida de política económica adoptada en el coloso americano.

Estados Unidos es el mayor productor y exportador de maíz. Ningún país está en condiciones de competir con el maíz subsidiado por el Gobierno norteamericano, al que tienen que recurrir naciones como México. Es imprescindible un aumento de la producción nacional de grano, claman algunas voces.

Pero el vaivén de precios es rentable para los productores de ese país, conscientes de que está en juego el alimento más importante en la mesa de los mexicanos y de las familias más necesitadas. Ha quedado demostrado que cualquier sacudida en los mercados internacionales puede provocar una crisis interna en México, a la que no son ajenos los especuladores y acaparadores que aprovechan para hacer su agosto.

El diario Los Angeles Times se pregunta cuánto tiempo puede durar la bonanza del etanol, pero las consecuencias de la sed que se manifiesta en Estados Unidos por el nuevo combustible empiezan a sentirse en todo el mundo de manera desigual: grandes beneficios para los productores de maíz y altos costes para consumidores, ganaderos y fabricantes de alimentos.

Granos que valen oro

El fuerte incremento del uso del maíz para producir etanol en Estados Unidos, está sacudiendo el mercado mundial de granos. El precio del maíz se duplicó en el último año y está en el máximo desde hace 10. Esto sucede a pesar de que cada vez hay más maíz: la última cosecha estadounidense fue la tercera mayor de la historia. Este país puede fácilmente desequilibrar el mercado mundial de alimentos. Sólo la cosecha de maíz estadounidense representa el 40% de todo lo que se recoge en el mundo y el 70% de las exportaciones globales. Con estos datos es fácil entender cómo Estados Unidos puede provocar una crisis alimentaria si destina más maíz a la producción de etanol.

Crisis en cadena

"El mundo necesita urgentemente un plan para lidiar con la gran batalla que se librará entre los alimentos y los combustibles. Como el mayor productor y exportador de grano del mundo y el mayor fabricante de etanol, Estados Unidos es el país que debe poner el mayor empeño en buscar una solución a un problema que provocará el caos en el mercado mundial de alimentos", dice tajantemente Lester Brown, director del Earth Policy Institute, y reconocido experto en temas medioambientales.

"Ningún Gobierno es consciente de la gravedad de la situación. (...) La crisis de las tortillas en México puede repetirse mañana mismo en países como Indonesia, Argelia, Nigeria o Egipto, todos muy dependientes de las importaciones de granos".

"Hay dos razones por las que un país como Estados Unidos estimula la producción de biocombustibles: para contaminar menos y, sobre todo, para reducir su dependencia de las importaciones petroleras, especialmente de Oriente Próximo", dice Andrea Athanas, analista de The World Conservation Unit (IUCN), una institución con sede en Suiza que aglutina a 82 países, 111 agencias gubernamentales, 800 ONG y 10.000 científicos que impulsan el uso sostenible de los recursos naturales.

En Estados Unidos existen 116 plantas de producción de biocombustible y hay otras 79 en construcción. El gobierno sostiene que las refinerías necesitarán 60 millones de toneladas de maíz de la cosecha de 2008, pero el Earth Policy Institute calcula que requerirán el doble. "Hay que impedir que se sigan construyendo plantas de etanol. (...) China ya ha olido el problema y ha dejado de dar permisos para que se construyan más refinerías que producen biocarburante con soja", explica Brown.

Athanas cree que aún quedan entre cinco a 10 años para avanzar en la producción de biocombustibles con materia orgánica no comestible, como las forrajeras. "Para evitar el colapso Estados Unidos debería eliminar los subsidios a la producción de maíz. Es normal que un país como México reduzca el cultivo de un producto si es más barato importarlo", dice la experta del IUCN.

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