La uruguaya que diseña el vestuario de historias épicas: desde invasiones alienígenas a cuentos fantásticos

Lucía Gómez Bequio ha hecho del vestuario su arte, aportando a la narrativa de producciones como Los anillos de poder y El lago de los cisnes del Ballet Nacional del Sodre.

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Lucía Gómez Bequio

Que una uruguaya esté asociada a la serie más cara de la historia de la televisión, Los anillos de poder, parecería ser una noticia impactante. Sin embargo, hay algo más detrás de esa noticia. Lucía Gómez Bequio es esa persona. Para ella fue un trabajo enorme e importante, aunque tal vez no sea del todo justo presentarla solamente por ese lado. Después de todo, en esa serie de Amazon Prime fue una de las casi 200 personas del equipo de vestuario. Sobre Lucía, como artista, artesana y diseñadora, hay bastante más para contar. Y una parte muy importante de eso sucede ahora mismo en Uruguay.

Lucía estudió confección en la UTU y luego ingresó a la EMAD, pensando más en el mundo del audiovisual que en el escénico. La vida la llevó por derroteros insospechados, ya que su esposo tenía un trabajo en Austria y se trasladaron allí. Como él es inglés, el paso siguiente fue mudarse a Inglaterra.

“Fue como empezar de nuevo. Como lo que había estudiado acá no contaba para nada, me costó encontrar trabajo”, cuenta. Así que, para revalidar sus estudios, al menos en el sentido de acercarse a las necesidades de la industria local, buscó un curso británico. Así se trasladó a la ciudad de York para estudiar realización de vestuario histórico. “Me di cuenta de que era eso lo que me interesaba, no el diseño, sino la realización”, apunta en diálogo con Domingo.

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Lucía Gómez Bequio y un vestido de la época Tudor.

Con ese crédito nuevo en su currículum consiguió sus primeros trabajos, y uno de ellos fue extremadamente específico: dos meses dedicados enteramente a la realización y tratamiento de calzados para una producción televisiva. De ese modo, empezó a adquirir su especialidad, que es el envejecimiento y tratamiento textil de las prendas que se ven en pantalla. O en escena, como hizo con una reciente puesta del Ballet Nacional del Sodre de El lago de los cisnes.

“Nuestro trabajo requiere que el vestuario transmita algo del personaje, sus circunstancias y su vida. Son cosas que el espectador no tiene por qué notar conscientemente. Un puede pensar en un jean, por ejemplo, pero este puede tener determinado corte, determinado desgaste, cortes o diseño. La intención del vestuarista es que se transmita algo o que no se transmita nada, pero intencionalmente.”

La mención al jean se debe a que uno de sus trabajos en Inglaterra fue en la serie Invasion. A diferencia de Los anillos de poder, aquí tuvo que trabajar con personajes comunes y corrientes del presente que lidian con una invasión alienígena. No había armaduras ni telas deslumbrantes; solo jeans, remeras, camperas y ropa que podría parecer cotidiana. El arte de quienes tienen el oficio de Lucía radica en que lo que parece cotidiano pinte un personaje, en lugar de que en pantalla se vea simplemente a una persona vestida con ropa similar a la de los espectadores. En ese aspecto sutil están su arte y su artesanía.

“Es complicado este trabajo, porque una cosa es construir una fantasía en la que el vestuario no tiene que ver con nuestra cotidianeidad y otra es trabajar con una imagen más cercana a nuestra realidad. La fantasía te da espacio para experimentar, pero lo importante, al final, es que el vestuario sea parte de una coherencia interna de la película, sea fantasía o sea contemporáneo. Y me gustan ambas opciones”, señala.

Es lógico que lo que deslumbre sea el vestuario fantástico e imaginativo, elaborado de una manera muy vistosa, como puede suceder en películas de Tim Burton o en Pobres Criaturas de Yorgos Lanthimos. “Pobres criaturas tiene un vestuario bellísimo, hermoso de ver, pero que no me dice nada en el sentido de la película. Yo entiendo que nuestro trabajo pasa por otro lado. Porque el cine es eso, cada pieza está al servicio de una visión. Y por eso se habla de la visión del director. El vestuario puede ser bellísimo, impactante, pero tiene que estar al servicio de esa visión”, agrega.

Durante la pandemia y después de haber estado 10 años en Inglaterra, se enfrentó a los bloqueos aéreos y a la imposibilidad de viajar. Esa situación la llevó a repensar su país y su necesidad de estar cerca de su familia, así que, una vez que se normalizó la situación, convinieron con su esposo en realizar el trayecto inverso y se mudaron para acá.

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Lucía Gómez Bequio y un vestido de gala victoriano

Al llegar, encontró dos cosas muy distintas. Primero, Uruguay se había convertido en un polo de filmación inimaginable una década antes. Segundo, la pandemia había finiquitado varias casas de telas, por lo que acceder a materiales era más complicado. Y así entraron a jugar sus experiencias.

Este año las aplicó en dos trabajos muy distintos. Se filmó una nueva versión de El beso de la mujer araña, protagonizada por Jennifer López y con vestuario de la histórica diseñadora de las películas de Tim Burton, Colleen Atwood. A Lucía la convocaron porque la producción requería de una artista textil especializada en tratamiento de telas, por lo que se ocupó de dirigir ese departamento.

Y el segundo trabajo que realizó este 2024 fue escénico y, tiene que ver con lo sutil o invisible que debe ser su tarea. Se ocupó de que la indumentaria de los bailarines de El lago de los cisnes tuviera exactamente el mismo tono de piel de cada uno de ellos, es decir que cada vestuario tenía un color propio. “Fue dificilísimo, no solo porque la piel de cada persona es distinta, sino porque las calzas y los corsets son de diferentes telas y requieren distintos tratamientos para lograr el mismo color”, explica. En este caso fue un trabajo aparentemente invisible, pero esencial a la puesta en escena. Y quien la haya visto seguramente lo notó.

CARRERA ENTRE UNA MULTITUD

¿Cómo se hace carrera cuando se integran equipos de 200 vestuaristas como en una serie de televisión? “La gente que conocí en Los anillos de poder son todos grandes artesanos y no recuerdo a nadie que le interesara pasar a diseñar. El nombre te lo hacés dentro del medio, en ese lugar. Por ejemplo, la persona que me enseñó a teñir no la conoce nadie, pero trabaja desde Game of Thrones y es uno de los tres especialistas más convocados”, cuenta Lucía a Domingo.

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