El publicista Aldo Alfaro, dueño de la agencia Media Office, es conocido por haber sido distinguido durante ocho años como el mejor planificador de medios del Uruguay. Y por haber festejado su cumpleaños número 50 con una fiesta que duró 36 horas y ocupó la totalidad del Hotel Radisson. Sus pasiones son la publicidad, viajar y la música electrónica. Pero tiene una cuarta conocida por pocos: los juguetes de la marca Lego.
En el sector recreativo para los empleados de Media Office (donde hay una rockola, mesas de pool y ping pong entre otras cosas) se exhiben varias maquetas construidas por él. “Los juegos vienen de mi niñez, de cuando vivía en Turquía y viajábamos con mi viejo. Lego tuvo una gran expansión en esos años y después casi se funde. Le dieron una vuelta para salir a flote que fue la de hacer juguetes difíciles de armar, porque se dieron cuenta que si se lo hacían fácil, los niños perdían motivación. Como buen virgo que soy, busco que las cosas salgan perfectas. Y Lego representa eso: la perfección”, comenta Alfaro a Domingo.
El primer Lego se lo regalaron sus padres en 1982, cuando tenía 9 años, en una escala que hicieron en Suiza cuando se dirigían a Turquía. “Fue amor a primera vista”, dice. Y agrega: “Los empecé a coleccionar de adulto, hará unos 15 años aproximadamente”.
La evolución de estos juegos nunca ha dejado de sorprenderlo: “Abrís una caja que tiene miles de partes de diferentes formas y colores y jamás te va a faltar una pieza. Todas encastran con total perfección. El método de armado también es excelente, tiene toda una lógica desde el manual que cuando los vas haciendo te vas dando cuenta por qué es así. También me encantan las cosas ocultas, que quedan recubiertas por otra pieza (como un motor por ejemplo) y solo vos sabes que están ahí, porque la gente no las ve”, agrega.
Uno de los viajes que Alfaro recuerda con más cariño fue el que hizo al pueblo danés de Billund, donde nació la marca Lego. Se hospedó en un hotel temático en el que hasta las papas fritas tenían la forma de los emblemáticos ladrillitos. “Fui solo al hotel Legoland con 40 años (se ríe). Eran todas familias con niños porque cada espacio está pensado para ellos. En la recepción, por ejemplo, están todos los muñequitos que se han fabricado, que son miles. Y hay una bicicleta sobre una guía que va de un lado a otro. Sus ruedas son lupas y cada vez que pasan por delante de un muñeco, se ve más grande”, recuerda.
Más de 40 armados y muchos por hacer
Alfaro tiene más de 40 construcciones armadas y en exhibición en las oficinas de Media Office de la Ciudad Vieja. “Tengo varias más para hacer, lo que pasa es que no me da el tiempo”, dice y se ríe. “Entre ellas está la del Titanic, que es la segunda más grande de Lego en la actualidad”, anota.
Entre los modelos que se exhiben en la sala de esparcimiento de su agencia de medios está el primer lego que tuvo de niño. Lo rastreó por internet y lo compró, incluso cuando se trata de un modelo que no se fabrica desde hace décadas.