El exsenador, excanciller y actual secretario general de la ALADI, Sergio Abreu, ha tenido la oportunidad de mostrar su lado B (el de guitarrista y cantor) incluso frente a mandatarios extranjeros, tanto en cumbres internacionales (en México con mariachis incluidos) como en su propia casa. Además, cuando era ministro grabó en Sondor un disco de música folclórica llamado Con la música en el alma.
La vida de Abreu siempre se ha desarrollado en un entorno artístico: tuvo una tía cantante y un tío pianista que llegó a tocar en Asunción (su familia es paraguaya) con Mariano Mores. También su hermano Marcial fue músico. Y sus hijos lo son. Fue amigo de Los Chalchaleros y con uno de ellos, Eduardo “Polo” Román, se juntó muchas veces a tocar la guitarra. También conoció de muy joven a Osiris Rodríguez Castillos (quedó maravillado con sus canciones “Gurí pescador” y “Salto Grande”).
“De ahí la amistad se trasladó a Julia Elena Dávalos, la hija de Don Jaime, el gran compositor. Cuando fui candidato a la vicepresidencia ella vino al lanzamiento y también a mi cumpleaños, donde cantó con todos nosotros. Después, en las bodas de plata de (el diplomático argentino) Benito Llambí y su esposa Beatriz Haedo cantamos juntos toda la noche”, comenta Abreu en una distendida charla con Domingo. La canción que más le gusta de Jaime Dávalos es “Eterno Amor”, que incluyó en su disco.
La guitarra siempre fue parte de su entorno familiar. Y cuando tenía 15 o 16 años tuvo una relación muy cercana con la pianista Beba Ponce de León (a quien le votó una pensión graciable cuando fue senador por primera vez). “Un día llegué a conocer a Atahualpa Yupanqui, que era muy amigo de ella. También a Pintín Castellanos. Todas las navidades nos íbamos a tocar la guitarra con Beba al Hospital Maciel y al Vilardebó. Ahí aprendí que la música es el idioma del alma, con el que uno puede emitir los mensajes más lindos. La guitarra y la música son constructoras de armonías, siempre lo pensé así”, destaca.
En su casa siempre hay una guitarra al alcance de la mano. Actualmente utiliza una de origen escandinavo, aunque con su hermano acostumbraba a tocar una Núñez argentina. “Siempre está sobre un sillón. Viene un hijo y toca. Y después toco yo. La guitarra es parte de nuestra vida”, concluye.
Las guitarras de Mangoré, un “prócer” del Paraguay
Hace muchos años, Sergio Abreu consiguió en Uruguay y llevó a Asunción un conjunto de partituras y dos guitarras que pertenecieron a Agustín Pío Barrios (Mangoré), las que hoy se exhiben en el museo de este prócer de la música paraguaya. “Una de sus guitarras costó US$ 15 mil”, recuerda.
Siendo canciller, Abreu cantó en México en una cumbre de presidentes (es muy admirador de Chavela Vargas, entre otros artistas de ese país). También tocó en Washington, en ruedas de “más confianza” que se hacen tras las reuniones protocolares. “Me cuido mucho de no hacer papelones”, confiesa. Y recuerda la anécdota de cuando vino a Uruguay el presidente de Costa Rica. El entonces mandatario Luis Alberto Lacalle Herrera le pidió que lo recibiera en su casa, junto con toda su comitiva. “Toqué la guitarra hasta la una de la mañana”, rememora.
El hoy secretario general de la ALADI conquistó a su esposa, Lucía Muxi, con el tema Serenata del 900 (de autor anónimo) y cantó en el casamiento de su hijo Virgen Morenita, de Jorge Cafrune.