Las casas de los partidos políticos: historias, hitos y "fantasmas" de tres propiedades patrimoniales de Montevideo

Las sedes del Partido Nacional, Partido Colorado y Frente Amplio albergaron a figuras connotadas y son joyas arquitectónicas de la ciudad. Hoy preservan la memoria y continúan siendo baluartes de la democracia.

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Casa del Partido Nacional. Una de las estancias de la planta superior, con balcón hacia la Plaza Matriz. Foto: Leo Mainé.

Las casas de los partidos políticos tienen mucho que contar. Y que atañe a la historia misma del país. El Partido Nacional, el Partido Colorado y el Frente Amplio cuentan con sedes por las que han pasado connotadas figuras de la política, la cultura y la sociedad de distintas épocas. Y que han sido testigo de hechos trascendentales. Son, también, ejemplos arquitectónicos de épocas que no volverán. Y repositorios del patrimonio y la memoria de colectividades que, aún hoy, sostienen la vida democrática.

Casa del Partido Nacional

En 1884, la familia Vaeza Ocampo decidió instalarse en París, ciudad en la que falleció al año siguiente el doctor Marcos Adolfo Vaeza, a raíz de una pulmonía fulminante. Su viuda, Rosario Ocampo, retornó al Uruguay junto con sus hijos, y decidió establecer su hogar en el padrón que su familia tenía sobre la hoy calle Juan Carlos Gómez (en ese entonces llamada Cámaras), a metros del Cabildo y frente a la Plaza Matriz. Siendo una mujer acaudalada, encomendó el diseño y construcción al ingeniero italiano Luigi Andreoni, quien por entonces gozaba de un notable prestigio en el país, al que le legó obras referenciales como la Estación Central de trenes, el Club Uruguay y el canal de Rocha que lleva su nombre.

“El producto resultante del encargo efectuado a Andreoni por la viuda de Vaeza, siguiendo las tendencias de época, lo constituyó la residencia construida en tres niveles para casa habitación y con espacio independiente en su planta baja y subsuelo destinado a la actividad comercial”, señala Gustavo Bazerque Martín en su libro La Casa del Partido Nacional. Historia y anécdotas.

“La casa Vaeza Ocampo y su vecino el Club Uruguay semejaron palacios renacentistas que contaron con una muy ostentosa ornamentación en sus frentes. Destacándose por sus finas terminaciones, se vieron caracterizados por la abundante utilización de arcos de medio punto, pilastras pareadas en los frentes y balaustradas de mármol finamente acabadas en balcones que enfrentan a la plaza”, agrega.

Desde hace muchos años, la Casa del Partido Nacional forma parte de la postal más estilosa de la Plaza Constitución, un espacio público jerarquizado que fue punto de reunión y encuentro de quienes concurrían al Cabildo, los teatros, los cafés, las tiendas y -sobre todo- la Catedral Metropolitana.

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Casa del Partido Nacional. Foto: Leo Mainé.

En su planta baja y subsuelo funcionó durante muchos años la importadora Vila & Cía, la que dejó lugar al diario nacionalista El Debate, cuyo archivo todavía se conserva en la vivienda. La propiedad pertenece, en realidad, al Ministerio de Educación y Cultura pero, por un acuerdo, el Partido Nacional posee el derecho de usufructo de por vida.

“La residencia Vaeza Ocampo tiene varias virtudes que la hacen descollar entre otras muy importantes construcciones enclavadas en la Ciudad Vieja. Destaca por sus proporciones no solo en fachada, sino también por sus interiores que cuentan con materiales nobles de destacadísima elaboración. La convergencia de mármoles, carpintería, yesería, revestimientos de azulejos, vidrios finamente decorados, refinada losa sanitaria y herrería hacen del inmueble un producto final altamente sofisticado pero asimismo armonioso”, detalla Bazerque. Y agrega: “Cada elemento encaja naturalmente en el todo, generando singular presencia. La propiedad cuenta con generosa luz recibida en parte a través de sus claraboyas instaladas sobre los dos espacios interiores abiertos y a los que se enfrentan la mayoría de las habitaciones que posee el inmueble”.

Durante el pasado período de gobierno, la Casa del Partido Nacional fue intervenida desde el techo hasta los cimientos, recuperando muchos espacios que se habían degradado con el correr de los años y sobre todo durante la última dictadura. También se la hizo accesible a todo público, incorporando un ascensor que llega a todas las plantas. Al frente de esta ambiciosa reforma estuvo Felipe de Haedo.

“Arrancamos por las azoteas, por los pisos, reconstruyendo los mármoles, todos los yesos, los techos, devolviendo a su origen los marcos de madera que estaban pintados”, comenta De Haedo a Domingo. “Hoy es una casa del siglo XXI, totalmente equipada. Eso es lo que estamos intentando: darle la funcionalidad política que tiene que tener y mantener una propiedad que albergue la historia y el futuro, que es lo más importante”, agrega.

La casona conserva su estilo de origen y espacios que sorprenden al visitante, como el Honorable Directorio (otrora comedor de la residencia) con su estufa de madera exquisitamente trabajada, o la pequeña sala que utilizó Luis Alberto de Herrera como escritorio, con su baño en suite y su ornamentado inodoro de cerámica fabricado por la firma inglesa Shanks & Co. También destacan algunas reliquias que son muy valoradas por los nacionalistas, como la silla de Herrera en el Directorio (que desde su muerte en 1959 nadie puede ocupar), la bandera que llevó el coronel Diego Lamas en su cruzada de 1897, las divisas que los blancos llevaban en batallas y desfiles, y un chambergo utilizado por Aparicio Saravia en la guerra de 1904.

Macarena Rubio es la actual presidenta del Partido Nacional. “Acá sesiona el Directorio al menos dos veces al mes, pero también la Comisión Nacional de Jóvenes. Además se hacen muchas conferencias y charlas en la planta baja, donde hay una sala más moderna, con amplificación, televisores y todo lo necesario para hacer presentaciones, plenarios de agrupaciones y otros encuentros. La Convención Nacional para las departamentales, por ejemplo, se hizo en la sala de abajo”, comenta Rubio a Domingo. Y añade: “La casa la tenemos que vivir, por supuesto, pero cuidarla también. Es nuestra responsabilidad preservar este patrimonio”.

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Directorio en la Casa del Partido Nacional. En la imagen, su presidenta, Macarena Rubio, y el expresidente de la República Luis Alberto Lacalle Herrera. Foto: Leo Mainé.

Casa del Partido Colorado

En octubre de 1941, después de una campaña de recolección de fondos entre adherentes batllistas, la colectividad fundada por Fructuoso Rivera y renovada por José Batlle y Ordóñez pudo iniciar los trabajos de reciclaje de la antigua casona ubicada en la actual calle Andrés Martínez Trueba Nº 1271.

Uno de los hijos de Batlle y Ordóñez, César Batlle Pacheco, fue el abanderado de la adquisición de este inmueble, el cual se escrituró a su nombre el 8 de octubre de 1942 ante el escribano Jorge Carbonell. Luego se sumarán dos padrones linderos, que dan hacia las calles San José y Soriano.

César Batlle Pacheco (1885 -1966) fue periodista, dirigente deportivo y político. Entre otras cosas, es recordado por haber sido uno de los redactores de la ley que habilitó el voto femenino en Uruguay. Y por sus desempeños como director del diario El Día y presidente de la AUF cuando Uruguay ganó el campeonato del mundo de Brasil en 1950.

Albergando actividades partidarias, culturales e incluso deportivas, la Casa del Partido ha sido mucho más que una sede en sus ocho décadas de historia. Se transformó en centro de referencia social para venerar la memoria de las personalidades y los mártires partidarios; fue refugio de libertad para demócratas de Europa y América que sufrían persecución, y recibió la visita de conspicuas figuras de la cultura nacional y extranjera, como el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

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Casa del Partido Colorado. Patio central. Foto: Leo Mainé.

En sus salas, mujeres y hombres con vocación de servicio público participaron de los debates de las décadas del 40 y el 50; de la defensa de las instituciones democráticas ante la violencia política de los 60; y de la alegría popular de 1984, cuando Julio María Sanguinetti fue electo como el primer presidente del retorno a la democracia y comenzó a poner en cauce al país tras los años de plomo.

“Las jornadas históricas se sucedieron en la Casa del Partido Colorado. Los años fueron acumulando reuniones, asambleas, campañas electorales, festejos y días amargos. La estructura edilicia también registró el paso del tiempo, obligando a una reparación amplia y urgente. Los trabajos ya se iniciaron, y se desarrollan sin que la actividad partidaria deba abandonar el edificio. Es que sobre ese terreno, entre esas paredes, la historia no puede detenerse”, recordaba el diario El Día con motivo de las obras de recuperación edilicia llevadas a cabo en 1986.

En 2010, nuevamente se encararon obras en la sede, buscando resaltar los aspectos arquitectónicos más hermosos del edificio y, paralelamente, recrear un ambiente físico funcional adecuado para el desarrollo de las actividades partidarias.

Se ingresa a la Casa del Partido Colorado a través de un señorial acceso con mármoles nobles y dos puertas cancel de época con cristales finamente tallados. Inmediatamente, el patio central llena la vista, bajo una gran claraboya y con un pavimento en damero blanco y negro de mármol que está delimitado por columnas de acero torneadas. Bustos de Baltasar Brum, Garibaldi, Rivera y José Batlle y Ordóñez le dan solemnidad al lugar.

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Casa del Partido Colorado. Foto: Leo Mainé.

Áreas administrativas y de reunión llevan nombres de figuras del partido y rodean este espacio central. Las primeras, sobre Martínez Trueba, son la Sala José Batlle y Ordóñez que homenajea a su esposa Matilde Pacheco, y la Sala Fructuoso Rivera, donde se conserva, colgado en la pared, un primer ejemplar del diario El Día de 1886.

En el conjunto de nombres que se otorgaron a los espacios, no estuvo exento de polémicas internas el de Jorge Batlle para denominar a la Sala de la Convención, en la que el pasado jueves se hizo el acto por los 40 años de democracia. El expresidente pocas veces fue convencional y varias veces fue sancionado por este cuerpo.

Debajo de esta gran sala (que antes fue cancha de básquetbol y sirvió para practicar esgrima), subsiste un generoso espacio que hoy es empleado como depósito. Según comentó a Domingo el edil Tulio Tartaglia, antiguamente existió allí un baño turco que utilizaban los hermanos Batlle.

Entre otros objetos de valor patrimonial que atesora la Casa del Partido están las máscaras mortuorias de los expresidentes Baltasar Brum y José Batlle y Ordóñez. Y los aportes a la Constitución de 1918 escritos de puño y letra por este último.

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Máscaras mortuorias de los expresidentes Baltasar Brum y José Batlle y Ordóñez. Foto: Andrés López Reilly.

“La casa la compró César Batlle Pacheco a título personal, a los efectos de protegerla jurídicamente en tiempos de ciertas conflictividades políticas que existían en el país. Desde aquellos años 40, el partido se ha mantenido ahí. La sala donde está la Convención pasó a tener un protagonismo histórico en todas las decisiones y pronunciamientos del partido desde entonces. En el proceso de salida de la dictadura, se hicieron grandes y muy importantes convenciones”, comenta a Domingo el expresidente de la República Julio María Sanguinetti.

Hace pocos años, el viejo patio de entrada cambió su cara con un colorido mural que ostenta tres figuras de José Batlle y Ordóñez pintadas en diagonal ascendente, como expresión de su primera y segunda presidencia, y su posteridad. Se trata de una obra de 3 x 2 metros, del plástico Miguel Battegazzore.

“También se compró en remates un retrato de don Pepe Batlle que había estado en El Día, así como sus documentos de identidad y algunas de sus condecoraciones”, añade el expresidente. Y destaca por sobre todas las cosas: “La Casa del Partido tiene una enorme fuerza emocional para todos los colorados. Allí se respira, en buena medida, la historia del Uruguay político”.

Casa del Frente Amplio

Desde el retorno a la democracia, el Frente Amplio tuvo la aspiración de contar con una sede propia. Tras un primer período de gobierno colorado, en 1990 aumentó su caudal electoral y obtuvo siete bancas en el Senado. Y Tabaré Vázquez fue electo intendente de Montevideo, lo que representó el primer gobierno frenteamplista en la historia de Montevideo. A partir de 1985, el FA había alquilado casas en el centro de la ciudad para utilizarlas como sedes. Pero su crecimiento le demandaba un espacio físico propio.

El triunfo en las elecciones departamentales de 1989 constituyó el mojón que impulsó a concretar la idea: la compra de su actual casa partidaria, que se materializó al año siguiente. Por otra parte, desde hace 13 años la sede del FA sumó a su tradicional puerta de acceso por la calle Colonia 1367 una nueva entrada por Germán Barbato 1431, donde se encuentra La Huella de Seregni.

Construida en 1925, la Casa Gral. Líber Seregni también tiene una historia que contar. A fines de los 80, Carlos Baráibar ejercía la secretaría política de Seregni cuando se encontró con un cartel que anunciaba el remate de una vieja casona. Un día, caminando juntos, pasaron por allí y observaron que la puerta estaba abierta. Hablaron con María Esperanza, la encargada, quien les permitió recorrer la vivienda, de la que salieron embelesados.

Contó alguna vez el arquitecto Mariano Arana que, a pedido del general, fue a ver el inmueble “con ojo experto”, para evaluar las reformas que serían necesarias para adaptarla a los requerimientos del Frente Amplio. La respuesta que le dio a Seregni fue la siguiente: “La casa es perfecta, magnífica, pero no estoy seguro de que el FA pueda pagarla”.

Los recursos económicos surgieron de una rifa que costaba 4.500 Nuevos Pesos y de un dinero que tenían ahorrado. Así, la Mesa Política tomó la decisión de enviar a dos compañeros a ofertar en la subasta. Y los autorizó a pujar hasta la suma de US$ 180.000. “¡175.000 a la una, 175.000 a las dos, 175.000 a las tres!”, dijo el rematador y bajó el martillo, provocando la algarabía de los enviados.

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Casa del Frente Amplio. Foto: Leo Mainé.

La casa es una residencia señorial con 700 metros cuadrados construidos, distribuidos en tres plantas sobre un terreno también de 700 metros cuadrados. Perteneció al matrimonio formado Clotilde Pardo Santayana y Benigno Paiva Irisarri, quien llegó a ser intendente interventor de Montevideo en 1942. Ocupando ese cargo, fue el responsable de impulsar la construcción de la rambla desde el Hotel Carrasco hasta el hotel Miramar, donde hoy se encuentra la Escuela Naval.

Este dirigente del Partido Colorado fue, además, un hombre muy vinculado al campo, donde su nombre no ha sido olvidado. A pocos kilómetros de la ruta 6, cerca de Sarandí del Yí, se encuentra el Instituto Paiva Irisarri, una herramienta de desarrollo local que capacita a los jóvenes del medio rural.

El Instituto Paiva Irisarri, más conocido como “el Paiva”, fue la última residencia rural dirigida por los salesianos. Se creó en 1968 gracias a la donación de Clotilde, habiendo su esposo fallecido diez años antes. El matrimonio no tuvo descendencia y había resuelto donar esas tierras a los salesianos para la educación de los hijos de los peones rurales.

La casa de la calle Colonia atesora en su primer piso el escritorio que utilizaba el general Líber Seregni y la bandera que estuvo en el estrado el 26 de marzo de 1971, en el primer acto de masas del FA. También se encuentra allí, con ventanas hacia el frente, el que fuera cuarto de música de la casona y donde Clotilde acostumbraba a tocar el piano.

Donde funciona la Mesa Política se hallaba el comedor. Allí hay una falsa puerta lateral, que da hacia una habitación en la que se preparaban los platos para llevarlos a la mesa, los cuales se subían desde la cocina en planta baja con un pequeño elevador. Llama la atención que la casa fue diseñada de tal manera que el servicio doméstico podía moverse independientemente, incluso sin ser visto si se cerraban las puertas de las salas principales.

Un imponente palo borracho, catalogado como “patrimonio vivo departamental”, ocupa el centro del patio, un verdadero pulmón en medio de la manzana. Allí pueden verse murales pintados por la Brigada Andrés Di Pascua, que incluyen una manifestación del Frente Amplio, el Éxodo del Pueblo Oriental y una gran imagen de Líber Seregni. Al fondo, está la puerta que comunica con La Huella.

Alejandro Quintino es el intendente de ambos inmuebles. “Benigno Paiva fue también presidente del Jockey Club, era una persona de mucha trascendencia en aquellos años, de la alta sociedad. Falleció joven en un accidente automovilístico y la señora lo sobrevivió 30 años. Ella terminó sus días acá, en esta casa, rodeada de un pequeño grupo de gente que la asistía”, comenta Quintino a Domingo.

“Una de las tareas más importantes es mantener la sede lo más parecido a sus inicios. Hay una parte en el segundo piso donde funciona la Presidencia del Frente Amplio que está intacta, tal cual se utilizaba en la época de la familia. Después bajás por unas escaleras de madera (lleva una tarea enorme mantenerlas) por las que llegás a un primer piso donde funcionaba el comedor, que actualmente lo utilizamos para reuniones de no más de 20 o 25 personas. En su momento incluso funcionó la Mesa Política, luego el Secretariado. Y después, con la incorporación de más sectores, fue quedando chico y nos trasladamos a La Huella”, añade.

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Alejandro Quintino, intendente de la sede del Frente Amplio. Foto: Leo Mainé.

La Huella era un estacionamiento que estaba en muy mal estado, por lo que el edificio se construyó desde cero. Tiene una planta baja y un primer piso. “En ambos lugares podemos hacer reuniones de más de 200 personas. Al haber hecho esa obra, automáticamente nos quedamos acá, no tuvimos que volver a salir a alquilar. Lo hacemos únicamente cuando hacemos un congreso, que siempre arrendamos el Palacio Peñarol por una cuestión de capacidad, ya que estamos hablando de más de 2.000 congresales”, concluye.

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Jardín de la Casa del Frente Amplio.

Muchas casonas viejas tienen sus fantasmas

“Todo edificio emblemático que se precie de tal debe necesariamente albergar alguna presencia incorpórea que le dé carácter”, dice Gustavo Bazerque en su libro La Casa del Partido Nacional. Historia y anécdotas. Aunque pueda prestarse para el chiste fácil, el autor cuenta que la casa Vaeza tiene su propio fantasma. “Varios correligionarios que por sus actividades y militancia han tenido que permanecer muchas horas en la residencia nos hicieron conocer la existencia de ‘Blanquito”’, relata.

Y agrega: “Por otra parte, nos dijeron haber visto en una sola oportunidad y en la escalera de mármol posterior del inmueble, la imagen de una pareja mayor con indumentaria antigua. Pero volviendo a nuestro primer ‘visitante’, debemos decir que es un ser amigable: gran generador de ruidos de llaves y afecto a desarreglar las cortinas del inmueble, especialmente las de la sala del Directorio”.

Una peculiaridad que caracteriza a “Blanquito” es que suele hacer notar su presencia en horarios diurnos. “Inferimos que el bullicio de las actividades partidarias no le atrae, puesto que desde hace un tiempo prudencial su presencia no se manifiesta en la residencia”, concluye Bazerque.

El Frente Amplio también tiene un fantasma habitando su sede. “En el silencio de la noche, se escuchan ruidos provenientes siempre del segundo piso, donde hay oficinas y está la Secretaría. Allí eran los dormitorios de la antigua residencia. En los monitores de seguridad, se ven con frecuencia esferas luminosas. Y en la central telefónica que se encuentra en la planta baja muchas veces se reciben llamadas desde ese segundo piso, cuando ya no había nadie y estaba todo cerrado”, dice el intendente de la sede, Alejandro Quintino (foto superior).

“Las compañeras de la limpieza que ingresan ahí antes de que empiece la movida han sentido la presencia y han visto por el rabillo del ojo una figura femenina a la que se le distingue muy claramente un moño negro en el pelo muy apretado”, agrega.

Otras manos cuasi fantasmagóricas han dejado huellas en las sedes partidarias. Pero en estos casos las respuestas son completamente terrenales.

En la Casa del Partido Nacional, por ejemplo, desapareció una pesada escultura que se encontraba en la escalera y que -sin pruebas pero con certezas- los blancos creen que se la llevó un correligionario durante un acto.

En 2021, se robaron una placa ubicada en la fachada de la Casa del Partido Colorado, la cual pudo ser ubicada después en manos de una persona en situación de calle. La misma le fue comprada por un dirigente del partido.

En 2023 intentaron robar la misma placa. Los ladrones, además, quisieron romper la puerta e ingresar a la sede, pero no pudieron. Tres semanas después, delincuentes lograron entrar por la azotea; rompieron la claraboya y una puerta y revolvieron todo el lugar. Incluso abrieron una caja fuerte en busca de dinero, pero no hallaron nada.

Conservación y nuevas obras

¿Cómo se conservan y mejoran las casas de los partidos políticos? En general, con los aportes de sus adherentes, por lo cual el flujo de fondos depende mucho de la cantidad de cargos públicos que tenga cada colectividad, ya que quienes los ocupan acostumbran a entregar un porcentaje de sus sueldos. Eso explica que el Partido Nacional haya podido recuperar su casa en el pasado período de gobierno, o que el FA haya comprado la suya cuando obtuvo la Intendencia de Montevideo en 1990. También podría explicar el estado de deterioro que hay en algunas áreas de la Casa del Partido Colorado.

Sanguinetti revela que por un juicio perdido con la Intendencia de Montevideo, surgido a partir una multa impuesta por la colocación de propaganda electoral en las calles, la sede partidaria ha quedado en un brete. “Desgraciadamente, estamos embargados genéricamente. El partido no tenía contralor de lo que pasaba en la calle, donde hubo gente que infringió las normas, pero lo hicieron responsable. Perdimos el juicio y tenemos un embargo que nos pesa. Aspiramos a que en algún momento se dicte alguna amnistía a los partidos, porque realmente no podemos responder por ese tipo de cosas. Cualquiera, incluso alguien de otro partido, con intenciones de embromarte, puede colgar un cartel en un semáforo. La Justicia desgraciadamente le dio la razón a la Intendencia, nos hizo responsables. Así que bueno, hay una deuda impagable”, se lamentó.

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