Las diarreas del verano

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DR. PABLO PERA PIROTTO

Como sucede generalmente todos los veranos, por estos días, proliferan los casos de gastroenterocolitis en nuestra población.

Se trata de una infección que afecta el estómago y parte del intestino, que se manifiesta por diarrea, vómitos y dolores cólicos abdominales, los conocidos y molestos retorcijones. En algunas ocasiones se puede acompañar también de episodios de fiebre.

Si bien se trata de una enfermedad relativamente frecuente, no por eso no deja de ser muy importante realizar un correcto diagnóstico y poner en acción un tratamiento oportuno.

Lo primero a tener en cuenta es que puede ser causada por un virus, pero también pueda deberse a la agresión de distintos tipos de bacterias, e incluso de parásitos.

El contagio puede darse a través del contacto directo entre las personas, pero es frecuente que se produzca por la ingestión de alimentos o bebidas contaminadas por estos gérmenes.

Lo primero que debe hacerse en caso de comenzar con la sintomatología relatada, es evitar la deshidratación producto de la excesiva pérdida de líquidos (lo que se exacerba por la sudoración debido al calor).

Las personas en los extremos de la vida, es decir, los ancianos y los niños más pequeños, son los más propensos a ello.

Se debe, entonces, ingerir más líquido del habitual, siendo lo ideal tomar agua mineral sin gas. En muchas ocasiones, es necesario administrar suero de rehidratación oral, para garantizar una reposición adecuada de las pérdidas que se producen tanto por la diarrea como por los vómitos.

Normalmente, estos cuadros de gastroenteritis ceden en un par de días, siempre y cuando se cumpla con una estricta y adecuada dieta, basada, como dijimos en tomar grandes cantidades de líquido, siempre sin efervescencia ni azúcar (por lo que los refrescos hay que suspenderlos), comer arroz sin condimentos, galletas al agua, queso magro, polenta y algo de pollo (sin la piel).

Si se trata de un bebé, los pediatras no aconsejan interrumpir la lactancia, ya que de esta forma nos aseguramos que continúe recibiendo las defensas provenientes de su madre, lo mejor para combatir este tipo de infecciones.

De todas formas, la consulta con un médico siempre es aconsejable, ya que pueden existir complicaciones, o tratarse de otras enfermedades que se presentan con similares características.

En cuanto a la prevención, es sumamente importante en los días de calor extremo mantener la cadena de frío de los alimentos congelados.

Hay que tratar de que el tiempo que transcurre entre que compramos los productos en el supermercado y los guardamos en nuestro refrigerador sea el mínimo posible.

La higiene exhaustiva de las manos también es importante para todo aquel que prepare la comida, así como el lavado y desinfección de las verduras en forma correcta con hipoclorito.

En cuanto a las mamaderas de los pequeños, lo mejor es esterilizarlas, hirviéndolas unos minutos antes de llenarlas con leche, que en caso de duda, también se puede hervir.

Lo mejor es tratar de evitar guardar en la heladera por más de 24 horas alimentos que hayan sido cocidos, siendo lo ideal consumirlos en forma completa una vez que haya finalizado su elaboración.

Y por más que nuestra predilección sea la carne jugosa, sería mejor que el asado, sobre todo el de cerdo, esté al menos a punto para asegurarnos que el calor del fuego haya logrado eliminar cualquier microorganismo que pudiera estar presente.

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