Leo Sarro, el periodista que es tendencia en redes: “Me han tildado tanto de ‘facho’ como de ‘zurdo’”

De las coberturas de verano al periodismo político: con cuatro décadas de trayectoria en Uruguay y Argentina, informa con un estilo disruptivo.

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Leonardo Sarro
Leo Sarro.
Ricardo Figueredo/Archivo El Pais

A mediados de los 80 comenzó a mostrar una veta comunicadora rebelde y descontracturada en una pequeña emisora de Solymar, con su programa Radio Pirata. Casi 40 años después, estas mismas características identifican a Leonardo Sarro (56), quien desde entonces ha transitado por varios medios de Uruguay y Argentina. Identificado tanto con la frivolidad de las coberturas de verano como con el periodismo político, los posteos en redes de este autodenominado “cronista de calle” acostumbran a ser trending topic.

Leo Sarro (todos lo conocen por el diminutivo de su nombre) se construyó desde abajo, sin tener ningún tipo de conocimiento o experiencia en periodismo. Se inició en 1986 como operador de la radio Del Sur (que varias veces cambió de nombre y luego desapareció), donde dos años después comenzó a conducir su propio programa, Radio Pirata, un espacio en el que recibía llamados de la audiencia y discutía temas abiertos sin demasiada producción.

“Me hice de forma totalmente rudimentaria de acuerdo a cómo escuchaba radio, no teníamos ninguna escuela. Era una época de apertura y todo lo que era transgresión llamaba la atención, como en todos los países del mundo donde hubo dictadura. Pinchábamos los discos, los frenábamos, los poníamos al revés, yo que sé, hacíamos cualquier cosa. Y tirábamos alguna palabrota, algo que entonces era muy transgresor y que hoy es habitual”, comenta Sarro a Domingo. “Así sufríamos las cancelaciones de la Dirección de Telecomunicaciones; había un coronel de la época, Washington Neme, que nos tenía en la mira. Me cambiaba de radio y el hombre me seguía persiguiendo”, agrega entre risas.

Cuando estaban por despedirlo de la radio, tildándolo de “zurdo” por una entrevista que le había hecho a un frenteamplista, un día fue Jorge Batlle al programa y lo “salvó”.

“La radio estaba asociada con Miguel Sofía, que está en cana (por el homicidio del militante tupamaro Héctor Castagnetto), del Grupo del Plata. Un amigo mío, el Gordo Frete, fue a un club político al que justo iba Jorge Batlle y le pidió que viniera al programa. Vino y mató. Anunció temas de Creedence y de los Beatles y contó sus épocas de adolescencia. Fue un cague de risa. Todavía guardo esa grabación. Se llenó de gente la puerta de la radio, era el año electoral del 89”.

El primer salto

Con un cartel de “problemático” por las cosas que había estado haciendo en Radio Pirata, pasó a trabajar en CX 50 Independencia con los hermanos Berch y Aram Rupenian. Allí estuvo muy pocas semanas en un programa llamado Radio Berlín, hasta que lo echaron.

En 1991 ingresó a El Espectador, donde lo conocían “de oídas” por sus emisiones de radio. “Beto Triunfo, un gran tipo que hizo el jingle de ‘Uruguay te queremos ver campeón’, me salvó la vida. Él estaba a cargo de la programación de El Espectador, que estaba totalmente fundida y la compró Luis de María. Ahí empiezo a hacer el programa Radio Trucha, por lo que salgo por primera vez para todo el interior del país”, señala.

Y agrega: “Después viene (Emiliano) Cotelo, viene la onda Radio Mitre, y lo mío era muy transgresor. El programa dura dos años y se termina porque la radio empieza a cambiar, pero yo lo tomé bien, eso me permitió conocer el periodismo trabajando en los informativos”.

En esa época le toca foguearse con temas que hicieron historia, como los incidentes del Hospital Filtro. Y comienza a viajar a Argentina, donde hace la cobertura de casos como el asesinato del fotógrafo de la revista Noticias José Luis Cabezas y el dudoso suicidio del empresario Alfredo Yabrán, quien había sido acusado de ser el autor intelectual de la muerte del primero. “Igual la gente me seguía reclamando Radio Pirata, que siempre mató. Y en el 95, por un año, la vuelvo a hacer en La Costa FM”, anota el comunicador.

Por aquel entonces, Beto Triunfo también lo enviaba a Punta del Este a cubrir las temporadas.

“De María (que además de ser dueño de El Espectador tenía el hotel La Capilla en el barrio San Rafael) me llevaba a todos lados, me presentaba a todo el mundo. Se me abrieron muchas puertas y me encantó cubrir Punta del Este. Ya desde los primeros veranos me tocó entrevistar a distintas figuras de Argentina. También hacíamos la revista Tele Clic (por un vínculo entre la Editorial Atlántida y El Espectador), recuerdo que entrevisté a Charly García, que en esa época no hablaba con los periodistas. También tuve la oportunidad de tener un mano a mano con Paco Casal; fue un notón, él ha dado muy pocas entrevistas en su vida”, repasa.

Leonardo Sarro
Leo Sarro.
Ricardo Figueredo/Archivo El Pais

Verano del…

Los hermanos Rupenian se enteran de lo que estaba haciendo en Punta del Este y decidieron volver a contratarlo, esta vez para realizar móviles para Concierto, una FM que hasta entonces básicamente emitía música. Gracias a este trabajo, Radio Horizonte de Argentina lo contrató en 1996 para ir a Buenos Aires, donde trabajó junto a Bobby Flores y Héctor Larrea. “Luego me fui a Radio 10, que recién arrancaba, pero se venía la crisis y yo no estaba muy a gusto ahí. Me vuelvo a Concierto y entro en Canal 12, a formar parte de los programas Verano del…, recuerda Sarro.

—Con los programas ‘Verano del…’ vuelve al mundo de la frivolidad. ¿Cómo pudo sacarse esa ‘mochila’ de ‘periodista de temporada’?

—Después descubrí sí que te etiquetan y que eso te queda por muchos años. Pero me saqué las ganas de hacerlo. Era muy prejuiciosa la sociedad uruguaya en esa época y no existía la farándula, todo se hacía mirando a Argentina. Después, en el año 2000, me pongo a estudiar. Hice Preparatorio, me metí en Humanidades a estudiar Licenciatura en Historia y cursé media carrera. Seguía trabajando en radio pero cubriendo eventos empresariales, hasta que retorno al periodismo en 2003, cuando Jorge Traverso entra a Concierto a hacer ‘Tiempo Presente’.

En 2007 pasó a formar parte de la plantilla de Canal 5, en épocas en que su directora era Sonia Breccia, pero estuvo solo un año. Luego hizo el pase más largo de su carrera a Radio Monte Carlo, donde trabajó 16 años hasta que fue despedido en 2024. Paralelamente, fue un rostro habitual de Canal Once de Punta del Este.

La política y las redes. Identificado en redes sociales como Leo Sarro Press, el periodista ha sido tildado tanto de “facho” como de “zurdo”, dependiendo del momento.

No tiene pruebas para decir que su salida de Monte Carlo se debió a motivos políticos, pero sí sospechas. “Cambiaron las autoridades y yo no molestaba para nada hasta que empecé a compartir -no a opinar- noticias de cadenas internacionales occidentales como Deutsche Welle, BBC, The Guardian o New York Times; por ejemplo, sobre la guerra en Gaza. Ahí me llamaron la atención. También creo que hubo problemas con una entrevista al canciller (Omar) Paganini y con una información que compartí de una agencia de noticias, que hablaba del aumento de gente en situación de calle en Uruguay”, dice.

Hoy, Sarro hace trabajos zafrales para Concierto Punta y Aspen FM. Pero, por sobre todas las cosas, es un fenómeno del periodismo en redes, un ámbito que lo apasiona, que le ha permitido “volver a existir” y tener el feedback del público. Si para muestra basta un botón, alcanza decir que una pregunta que le hizo a José Mujica a propósito de una represión brutal del régimen de Nicolás Maduro en las calles de Venezuela (en la que el extupamaro dijo que los manifestantes no deberían ‘pararse frente a las tanquetas’) superó el millón de visualizaciones.

“Recién ahora hay algunas empresas que se interesan por lo que hago en redes y comienzan a apoyar económicamente, pero por el momento son ingresos muy pequeños. De todos modos, las redes son algo que me ha servido para amortiguar cualquier caída, para existir y estar en el candelero”, sentencia.

Desde los 8 años y hasta que se casó con 35 años, Sarro vivió en Solymar. Hoy reside en Montevideo con su esposa y dos hijas de 13 y 15 años.

“Por suerte no tengo ningún enemigo y no me mueve el odio contra nadie en el periodismo. Simplemente uno pone cosas que en ocasiones resultan incómodas. Pero muchas veces esa gente que se enoja después me felicita. Así que voy y vengo todo el tiempo”, remata el comunicador.

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