Es tan insegura que siempre piensa que nadie irá a ver sus shows o se castiga imaginándose escenarios nefastos donde el público se ofende con sus chistes o no se ríe. Leticia Cohenrepuso su unipersonal Paren, pido el 8 de junio, luego de un año -lo volverá a presentar el 30 de este mesben el Undermovie- y las dos semanas antes del estreno fueron un suplicio. ‘¿Por qué hago esto?’, se preguntaba a cada rato en modo autoboicot. Esta comediante y guionista la pasa tan mal en la previa a los shows que se brota al punto de tener que actuar de polera para que nadie note su cuello al rojo vivo.

“Todo lo que hago, lo hago de inconsciente. Cuando me llamaron para La culpa es de Colón (La Tele) acepté enseguida. Lo grabamos y el domingo antes de que saliera al aire me puse a llorar horrible y dije ‘no quiero que salga porque me va a odiar todo el mundo’. Me tuve que ir a dar vueltas a la manzana y a tomar aire antes del programa porque lo estaba padeciendo mucho”, se sincera Leticia Cohen con Domingo.

Necesita la aprobación y busca agradar constantemente. Por eso, hace lo imposible para que nadie se tome a mal sus chistes y evita leer los comentarios en redes sociales porque los negativos la lastiman. Sucedió que para escribir su último monólogo entró a una publicación donde se anunciaba que debutaría en Carnaval -salió en parodistas Los Muchachos y volverá a hacerlo en 2024-, y usó todos los insultos y las agresiones recibidas como insumo. “Me sirvieron para hacer pila de material”, dice. Aunque reconoce: “Por suerte los leí después porque sino no sé si salía. La gente es divina pero el que quiere destruir se lo toma muy en serio”.

Está convencida de que tanto a ella como Denise Casaux y Lucía Rodríguez (tres ex Colonas) las arruinaron por ser mujeres. “Hay un comentario que dice 'Los Muchachos se van a pique, ojalá pasen a la Liguilla'. Me encantó haberlo leído ahora que ganamos. Pero en el momento me re afecta”, confiesa. Y añade: “Creo que las mujeres somos un blanco fácil de criticar: ¿qué vienen a hacer estas que hacen stand up acá? Entiendo que no te guste pero la necesidad de decir cosas como que se acuestan con alguien porque sino no estarían en televisión... ¿En serio me tenés esa fe, de que me acuesto con alguien y consigo un programa?”

Nació hace 43 años en el barrio Buceo. Es acuariana, hija única y no recuerda haber pedido hermanos. De niña le gustaba tener amigos adultos: pasaba horas hablando con la abuela de su mejor amiga. Fue a la escuela N°82 y a los liceos N°10 y N°30. Era una alumna que siempre se sacaba 11, aunque estudiaba poco, y fue abanderada del Pabellón Nacional.

“Salía a bailar a Midnight e iba sin dormir al acto a llevar la bandera”, recuerda la que entraba a los boliches desde los 14 años sin que le pidieran cédula por ser “grandota”.

Es hija de feriantes. Su padre empezó vendiendo antigüedades en Tristán Narvaja, y luego se dedicó al rubro cosméticos en las ferias de Villa Biarritz y Parque Rodó.

Se anotó en la Facultad de Ciencias Económicas aunque no tenía vocación de contadora y no logró terminar tercero. “No tenía idea qué me gustaba y esto lo encontré de grande. Empecé a los 34 a hacer stand up”, comenta quien nunca se imaginó como actriz.

Su primer y único trabajo fue como administrativa y aún lo conserva. “Me gusta porque me llevo re bien con mis compañeros, ellos me dijeron que tenía que hacer un curso de stand up porque yo ni cuenta me daba”, dice.

-A pesar de salir en tele y hacer shows no te animaste a dejar tu trabajo administrativo, ¿pensás que no vas a poder vivir del arte?
-Me da miedo la incertidumbre. Lo viví de chica, que mis padres si llovía una semana no hacían feria, y aunque no me lo hacían ver, te das cuenta de que está pasando algo, no están yendo a trabajar y no tenemos plata. Somos un país muy chico, no es como Argentina que son muchos más y siempre hay un público. Me da miedo porque hoy estás y mañana quién sabe.

Reconoce ser “traumada” con su físico pero elige disfrutar la vida a salvaguardar su estética. “Podría cuidarme o ir a un gimnasio pero prefiero salir con amigas o dormir un rato más de mañana”, confiesa.

Es hiper sensible. Llora por todo y a cada rato. “Me pasa algo horrible y enseguida hago un chiste para salir de la tristeza”, dice. El humor la ha ayudado a exorcizar: “Me sirvió muchísimo para pasar el duelo de mi madre. Fue en 2011 y no lo supero”, cuenta entre lágrimas, y reconoce que le haría bien probar con terapia. “Nunca fui, me da vergüenza contar las cosas reales, aunque todo lo que digo en los shows es verdad, pero es exagerado. Me quedé en otra época donde nadie iba y me da pereza”, justifica.

Su primer contacto con el teatro resultó un fiasco. Acompañó a una amiga a un taller porque necesitaba levantar su ánimo en medio del duelo por la muerte de su madre. “Fui y lloré toda la clase porque justo había que conectar con un sentimiento triste. Me acuerdo que hubo un recreo en el medio y dije ‘voy a comprar una Coca. Y no volví más”, repasa.

Contó el episodio en el trabajo y un compañero actor la invitó a hacer un taller en la casa de un amiga suya. Aceptó, la pasó bárbaro y ese 2014 descubrió que tenía talento para los monólogos. ‘¿Te animás a hacer algo para Belquis en su despedida, que se jubila?’, le consultaron sus colegas. La rompió y otra compañera no dudó en apuntarla en un curso de stand up de tres meses que le cambió la vida.

“No hago nada si no me dicen que lo haga, por voluntad propia no me animo”, reconoce. Primero fue esa inscripción a prepo, después la invitación de Lucía Rodríguez para sumarse al elenco de Minas, donde debutó en teatro; y finalmente dos amigos (La Diega y Fede Longo) le reservaron fecha en una sala para que hiciera su primer monólogo. “Me dijeron ‘tenés que hacer tu unipersonal, animate’. Hablaron, me pidieron una fecha para el Movie y lo tuve que hacer”, cuenta sobre el origen de Zafada.

Fernando Schmidt sugirió su nombre para guionar en La culpa es de Colón, en el ínterin se bajó Manuela Da Silveiray Leticia terminó saliendo al aire. El programa marcó un antes y un después en su vida y con el público. “Empecé y metí 16 funciones seguidas. Decís ‘mirá todo lo que laburaba para tener una función y lo que precisás es exposición’”, reconoce.

Lloró sin parar el día que se enteró quebajaban la versión femenina de La culpa es de Colón. “Fue un golpe. Nos dolió a todas: esto no es una linda señal para el universo. Pero también entiendo que es un negocio y lo que no rinde o rinde menos se deja”, dice.

Si bien el balance fue súper positivo para ella, revela que les tocó pagar derecho de piso. “Al principio era ¿y estas quiénes son?; o que nos criticaran por cómo estábamos peinadas, vestidas, si estábamos gordas o demasiado flacas. A Lucía le pusieron ‘¿cómo Canal 12 permite una persona con esas orejas?’ No vi ningún comentario de esos a los varones”, se queja.

Hacer Disculpadas con ese hermoso grupo humano fue, según Leticia, “un abrazo maravilloso”. Se sintió agradecida y confiesa que todo el elenco tiene ganas de reponer la obra.

La tele, además, le regaló la chance de debutar en Carnaval y ganar el premio Revelación. “Todavía no caigo. Salí con mis amigas, me sentí segura y me divertí un disparate”, afirma.

-¿Te quedan sueños pendientes?
-Me gusta todo lo que hice y lo volvería a hacer, pero que suceda lo que tenga que suceder porque hasta ahora nunca me propuse nada y todo lo que fue pasando me encantó. Que me sorprenda porque lo disfruto mucho así.