Los que mantienen las tradiciones en Uruguay

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Natalia Bariani
Nota a Natalia Bariani, de Talabarteria Las Nazarenas, Montevideo ND 20220307 foto Leonardo Maine - Archivo El Pais
Leonardo Maine/Archivo El Pais

INFORME

En el Mes de las Tradiciones Criollas: ¿Existe una generación de recambio para la cultura de campaña?

En nuestro país las tradiciones no siempre están presentes en la política de Estado, entre otras cosas porque muchos las perciben como algo “menor”, de escasa importancia. El olvido y -lo que es peor- el menosprecio a las raíces, son parte de la idiosincrasia del uruguayo. Y aunque es normal que las nuevas generaciones se interesen por otras cosas, y que miren hacia Europa o Estados Unidos, el fenómeno termina haciendo del país uno mucho más pequeño de lo que es.

Holanda cabe dentro de Uruguay. Y lo mismo ocurre con Suiza, pero jamás se hace hincapié en que estos países europeos son “chiquitos”. “Nadie habla de ‘Holandita o ‘Suicita’, pero sí de nuestro ‘paisito’”, dice a Revista Domingo el comunicador Juan Carlos López. El conductor del programa Americando, un incansable luchador por la revalorización de nuestras costumbres, ha jugado un papel fundamental para que el gobierno decretara que marzo sea el Mes de las Tradiciones Criollas en Uruguay. Este año, el festejo es en homenaje al médico, escritor y político Elías Regules y al pintor Federico Reilly (ver nota aparte).

“Al vivir entre dos colosos geográficos, como Argentina y Brasil, te sentís chico. Y por eso vivís con los ojitos puestos en Europa. Eso ocurre desde hace mucho tiempo. (El filósofo) Ortega y Gasset dijo, después de que estuvo 15 horas en Uruguay, que éramos la ‘Suiza de América’, sin tener la menor idea de lo que era nuestro país. Y eso quedó y se repite siempre. Desde hace muchísimo, el modelo cultural europeísta y el tradicionalista están en pugna, en fricción”, agregó.

Según el conductor, los uruguayos “somos lo que somos, y a partir de ahí, tenemos que ser mejores. Pero no somos ni argentinos, ni brasileros ni estadounidenses. Somos una entidad cultural, integramos lo que se llama la Región Gaucha de América del Sur, donde también hay gente de Río Grande do Sul y de la Mesopotamia argentina con la que nos parecemos. Pero acá hay una impronta, una forma de ser propia”.

Para “Lopecito”, esta forma de ser se ha reflejado por ejemplo en el modo en el que el país -más allá de su gobierno- ha enfrentado el tema de la pandemia. “No fuimos ni chilenos, ni paraguayos, ni argentinos, ni brasileños. Hay maneras de ser de acá, el tema es cuando se las niega”, anota.

Savia nueva

De todos modos, el comunicador coincide con otros entrevistados de esta nota en que existe un rebrote permanente de un árbol viejo que no termina de secarse nunca. “Si se seca el árbol, se seca el país”, sentencia. Y agrega: “Al revés de como a veces se puede percibir desde las ciudades, hay una corriente de gurisada que ayuda a mantener las tradiciones. Si la madera es buena, parece que se apagó pero el fuego está prendido. Y cada tanto viene alguien, le pega un soplidito y se vuelve a armar esa llama. Con que quede uno, la cosa sigue”.

Natalia Bariani, quien trabaja desde hace más de 20 años en la talabartería Las Nazarenas, ubicada en Avenida Italia frente al LATU, coincide con que existe una llama viva: “Aquí hay mucha gente a la que le gusta el campo, montar a caballo y desfilar cuando se puede, en Montevideo sobre todo. Y que prefiere seguir andando a caballo en vez de comprarse un cuadriciclo. La bombacha de campo es la vestimenta clásica y es cómoda. Ahora se urbanizó un poco y se la ve mucho en ciudad. La mayoría de nuestros clientes son gente que tiene un campito, una chacrita o un campo grande. Y que ama a los caballos, los cuida o los disfruta”.

La propietaria de Las Nazarenas (un negocio fundado por su padre Juan Carlos que tiene su local central en Paysandú 1033), asegura que a muchos niños les encantan las tradiciones: “Si ya de chiquitos les ponés su ponchito, su bombacha de campo y su boina, es muy probable que después eso les guste. Hay casos incluso en los que los padres, que no son necesariamente de campo, no entienden cómo los chiquilines aman tanto a los caballos. Antes acá venían niños que hoy llegan con sus hijos a comprar cosas para el campo. Es una camada grande la que sigue manteniendo la tradición”.

“Somos una talabartería de familia y se pasa el amor por las piezas de campo de generación en generación”, destaca Bariani. Y dice que hay cosas que se siguen haciendo “como antes” para mantener la calidad y el buen gusto: “Nosotros fabricamos la mayoría de nuestras piezas en un taller que tenemos. Los operarios llevan una vida con nosotros. Casi todo se hace a mano. Algunas piezas se cortan con matricería y se cosen a máquina, pero todo tiene el toque artesanal. Si nos pidieran cincuenta piezas de algo, necesitaríamos bastante tiempo para entregar el trabajo”.

Lopecito
“Lopecito”, un incansable luchador a favor de las tradiciones.

La Patria Gaucha

Tras una semana con una variada cartelera de actividades, culmina hoy en Tacuarembó la Fiesta de la Patria Gaucha, uno de los motivos fundamentales por los cuales marzo fue nombrado Mes de las Tradiciones Criollas. Esta 35ª edición llevó el nombre de “Fiesta del reencuentro”, debido a que el año pasado debió suspenderse por la escalada de la COVID-19. A su vez, el escenario principal fue bautizado “Víctor Lima” en homenaje a uno de los compositores más importantes y prolíficos del cancionero folclórico uruguayo, de quien el año pasado se cumplieron 100 años de su nacimiento. Lima fue iniciador y protagonista del movimiento que desde Treinta y Tres renovó y vigorizó el panorama de este estilo musical, siendo autor de más de veinte canciones del repertorio de Los Olimareños.

Desde 1987, la celebración transformó a la tierra de Carlos Gardel en la capital cultural del amplísimo terruño de la Patria Gaucha, que se extiende a lo largo de todo Uruguay, los estados del Sur de Brasil y el litoral Este argentino. Allí han surgido, se mantienen y crecen, las sociedades criollas o nativistas, con el objetivo de exaltar la cultura y los valores tradicionales, lo cual abarca desde la gastronomía hasta la música y el baile.

Hugo Pereda, presidente de la Comisión Organizadora de la Patria Gaucha, dijo a Revista Domingo que durante mucho tiempo estas tradiciones -y la propia fiesta de Tacuarembó- recibieron la espalda de las autoridades nacionales. “El tema de las tradiciones ha sido desplazado por distintos actores, no solamente políticos, sino también culturales. Nosotros hace 35 años que estamos en la Fiesta y creo que realmente la edición pasada y esta van a ser totalmente extraordinarias. Una de las cosas que me llama la atención es como la gente participa. Los bailes, en los que hay rancheras y cumbia fundamentalmente, se llenan”.

Pereda coincide con “Lopecito” y Bariani en cuanto a que las nuevas generaciones vienen llevando en alto la antorcha de sus antepasados. “En los días previos a la fiesta hubo una gurisada de campaña que venía por uno o dos días con un entusiasmo extraordinario. Eso demuestra que la juventud del interior sigue cultivando las tradiciones”, aseveró.

De todos modos, el presidente de la Comisión Organizadora de la Patria Gaucha dijo que las sociedades nativistas han disminuido “un poco” su número de socios. Este año, compiten 27 de estos grupos en tres categorías. “Acá es el único lugar en el que se hace el tiro de boleadora en potro, lo cual se había perdido. Otra cosa que llama la atención es el tiro del lazo, que es una cosa que se usa muchísimo en campaña. Hay muchos jóvenes que participan en esta actividad”, asegura Pereda.

La Patria Gaucha
La Patria Gaucha volvió este 2022 luego de la suspensión del año pasado por la escalada del coronavirus.

La patria a caballo

El caballo, como medio de transporte, animal de trabajo o simplemente de compañía, es un elemento identitario del Uruguay. “La patria se hizo a caballo”, reza un dicho muy popular. Y así fue, sin dudas, porque es imposible separar su figura de la del caudillo, el gaucho y el indígena.

Del viernes al domingo pasado, se realizó en Dolores la Fiesta Nacional del Caballo, con apoyo de la Comisión de Asuntos Ecuestres del Ministerio de Educación y Cultura. La subsecretaria de esta cartera, Ana Ribeiro, destacó la importancia del equino en la historia y el presente del país. “Es el epicentro natural de las actividades culturales, sociales y económicas en el interior”, destacó la historiadora. La jerarca valoró también la importancia de la equinoterapia como soporte terapéutico en el tratamiento de algunas enfermedades. “Uruguay es reconocido internacionalmente y recibe aprendices de países de Latinoamérica”, sostuvo.

Se estima que en Uruguay hay unos 500.000 caballos, y que unas 50.000 personas trabajan en tareas relacionadas con la actividad ecuestre, que para muchos activistas que defienden a los animales muestra su peor cara cada año en la Rural del Prado. La prohibición de este tipo de eventos forma parte de las 12 “medidas de emergencia de protección animal” que una serie de organizaciones sociales entregaron a todos los precandidatos durante la última campaña para la Presidencia de la República. Entre otras iniciativas, los activistas propusieron a los políticos que se reprima con prisión o penitenciaría a quienes abandonen, lesionen o maten a los animales.

Jinetes en 18
Jinetes desfilando por 18 de Julio.

La música y el baile

Grupos musicales (nacionales e internacionales) y de danzas, junto con recitadores y humoristas, jalonaron una semana de espectáculos que tuvieron lugar en los escenarios de la Patria Gaucha. Y en la que los payadores vivieron momentos de gloria.

“Hay algunos muchachos jóvenes con inquietudes y seriedad que siguen esta tradición. Yo siempre les aconsejo el tema de la lectura, que lean mucho. La guitarra tiene que ser una especie de acompañamiento; el payador toca muy sencillo, porque la preocupación debe estar en el vuelo intelectual, en lo que uno puede estar creando, que te demanda mucho esfuerzo y mucha concentración”, dice a Revista Domingo el payador Juan Carlos López (75), uno de los históricos cultores de este arte. “También uno se da cuenta, con los años, que hay que prepararse en la herramienta que uno maneja: la voz. Hay que educarla, trabajar el tema del aire, el diafragma, vocalizar”, agrega.

En cuanto al folclore en general, son muchos los jóvenes músicos que siguen la tradición, entre los que se encuentran Carlos Malo (que llegó a dar más de 100 shows en un año antes de la pandemia) y Catherine Vergnes, una sanducera que ha llevado su proyecto “Guitarreando” a varios rincones del país. “Siempre sentí que podía llegarle a la gente con el folclore y desde muy chica intenté llegarle a todo el mundo desde la identificación y no desde la imposición”, dijo la cantante enuna entrevista con El País.

Según Juan Carlos López, a diferencia de lo que ocurre en la renovación generacional que puede verse en el mundo del folclore, “no hay mucha cantidad” de payadores en estos momentos en Uruguay. Pero adelanta una primicia: hay conversaciones “avanzadas” con el Ministerio de Educación y Cultura para hacer talleres en todo el país y evitar que se pierda esta tradición.

Payador
El payador Juan Carlos López. Al fondo, un cuadro de Federico Reilly.

Homenajes a Elías Regules y Federico Reilly

El jueves 3 de marzo se hizo el lanzamiento de la segunda edición del Mes de las Tradiciones Criollas en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, que este año homenajea al médico, escritor y político Elías Regules y al pintor Federico Reilly.

Elías Regules (1861-1929) fue creador y primer presidente de la Sociedad Criolla, primera de su género en toda América, creada el 24 de mayo de 1894 y que hoy lleva su nombre. También se destacó como poeta nativista y dramaturgo. En 1892 escribió para teatro El Entenao y Los gauchitos, obras que iniciaron una nueva etapa en el Teatro Nacional. En 1894 publicó la primera edición de Versos criollos y La viveza de Juancito, en tanto en 1904 fue el turno de Pasto de cuchillas. También participó junto a Javier de Viana, Antonio Lussich, El “Viejo Pancho”, Juan Escayola, Martiniano Leguizamón y Domingo Lombardi, entre otros, de la publicación El Fogón, la más importante obra que tuvo la región en género gauchesco, y que viera la luz en septiembre de 1895.

También el pintor y escultor Federico Reilly (1922 -2013) centró su obra en la figura del gaucho, el caballo, el campo y las costumbres criollas. Fue autodidacta en el más completo sentido del término y ha sido definido como el último exponente de la escuela de Juan Manuel Blanes. En su trayectoria también ilustró varios libros del historiador e investigador Fernando Assunçao, entre ellos Pilchas Criollas (1976), El gaucho (1978) y El caballo criollo (1985).

La vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, estuvo presente en el acto que se realizó en el Palacio Legislativo junto a otras autoridades nacionales, diplomáticos y familiares de los homenajeados. Argimón expresó que “no hay futuro sin los valores de cada día, que son trasladados permanentemente, generación tras generación, y construyen lo más rico de nuestra Nación”. El lanzamiento del Mes de las Tradiciones Criollas finalizó con la música de dos jóvenes artistas: Catherine Vergnes y Santiago Soares de Lima.

Americando, la lucha incansable

A principios de 2021, Americando, a través de su director Juan Carlos López (“Lopecito”), propuso al Ministerio de Educación y Cultura diferentes acciones para jerarquizar la tradición rural. Las propuestas apuntaban al rescate de la identidad nacional y de la historia del Uruguay. Y a su origen como territorio ganadero, con los gauchos y paisanas que, con sus costumbres y herencias, fueron contribuyendo a definir buena parte de estos valores. El apoyo de esa cartera de Estado a las ideas presentadas fue inmediato, sumándose luego el Ministerio de Turismo y otras áreas del gobierno nacional.

Americando nació en Radio Rural en 1972 como un programa musical y tuvo después un período en Radio Centenario. El debut de “Lopecito” en televisión se dio cinco años más tarde en el programa Guitarreada, y en 1990 llegó la versión televisiva de Americando por Canal 5. Era un programa que funcionaba como “una reunión de amigos que se juntaban a tocar en vivo”, según ha recordado el conductor. El ciclo luego pasó a exteriores por sugerencia de su hijo Pablo, que estudiaba comunicación.

“Me dijo que tenía que salir del estudio, ir a los festivales del interior y meterme entre la gente”, anotó. Pablo falleció en 1995. Dos años después empezó a emitirse por Teledoce, donde sigue hasta hoy los domingos a la mañana.

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