Ocho horas (o más) encerrados en una habitación con la atención puesta en un tablero o interpretando un personaje y desarrollando una historia que puede no tener fin (a veces con vestimenta incluida o impostando la voz). Las propuestas lúdicas para adultos han tenido un desarrollo interesante en el país en los últimos años, al punto que ya hay uruguayos participando de eventos en el exterior. Estas actividades tienen muchos formatos: están los juegos de caja, los de rol, los megajuegos y las salas de escape. Es un mundo infinito de fantasía en el que elfos, dragones y extraterrestres conviven con la uruguayidad del mate y el asado con amigos.
Una de las variantes más atractivas de este universo que comparten miles de personas en el mundo es el de los wargames o juegos de guerra, los “abuelos” de los juegos de rol y de todo lo que vino después de ellos. La mayoría de lo que se desarrolla en este campo es con Warhammer 40.000, un entretenimiento ambientado en un futuro distópico, en donde se mezclan elementos de la ciencia ficción con fantasía heroica. Pero también está el Warhammer Sigmar, que es más “medieval”, junto a otra variedad de batallas ilusorias. Los juegos de guerra se crearon hace unos dos siglos en Prusia, buscando modificar el ajedrez para hacerlo más atractivo y luego como ejercicio militar. Muchas veces hemos visto películas en las que figuras relevantes como Napoleón o Hitler mueven sus “ejércitos” sobre un plano o una mesa. En cierta medida, por ahí pasa el asunto.
Sebastián Baldriz (37) es auxiliar de contador y director de War Legends Games (WLG), un emprendimiento que surgió en 2013 como el primero de esta índole en Uruguay, buscando promover una comunidad local de juegos de guerra. WLG se encuentra en la Ciudad Vieja, en Buenos Aires 280.
“Básicamente, el wargaming es un hobbie que involucra armar pequeñas esculturas, pintarlas, incluso modificarlas a gusto, para luego utilizarlas en una mesa que simula un campo de batalla. Es un juego táctico, que puede estar ambientado en un mundo fantástico al mejor estilo El señor de los anillos o Star Wars”, comenta Baldriz a Domingo. Y agrega: “War Legends Games se especializa en los juegos de guerra más relevantes a nivel internacional, pero no exclusivamente, ya que hoy tenemos juegos de rol y narrativa, talleres de pintura y espacio de lectura. Es un lugar para generar camaradería, pasar un muy buen rato. La gente viene y juega gratis, aunque también vendemos ejércitos y todo relacionado al modelismo”.
En breve habrá dos encuentros nacionales sobre juegos de guerra. Uno sobre el Warhammer 40.000 el domingo 29 de setiembre, que incluye la posibilidad de viajar a competir en un mundial que tendrá lugar en Atlanta, Estados Unidos. Y otro llamado Kill Team, que se realizará el próximo domingo 22.
Además, Baldriz fue elegido por Games Workshop, la empresa creadora de estos juegos, como su representante en Uruguay, por lo que viajará a una gala en Inglaterra en noviembre. Entre los asistentes estará Henry Cavill, el actor de Superman, un fanático de esta actividad.
“Hace diez años que estoy en esto y dos que abrí el club. Estamos presentes en varios eventos del país como el Friki Fest o la Expo Convention, enseñando gratuitamente el hobby y sus pasatiempos”, agrega.
Del Ludo a la actuación
La idea de los juegos de caja la conocemos todos. Porque con seguridad, todos hemos jugado al Ludo, al War o a las Damas Chinas. Pero existe toda una camada de juegos de mesa mucho más complejos. Y que implican que sus participantes asuman un determinado rol.
“Los hay de todo tipo: basados en libros, películas, juegos de guerra, cooperativos (con participantes que tiene un objetivo común), para un jugador, para diez jugadores, de 15 minutos, de 8 horas, de engaño, de deducción... Es una industria que en los últimos 20 o 30 años explotó”, comenta a Domingo Javier Deferrari (43), portavoz de Megajuegos Uruguay,un grupo que se formó a comienzos de 2024 con el objetivo de traer esa actividad al país. Es de los pocos grupos de habla hispana en el mundo y el único en el Uruguay (ver nota aparte).
“Generalmente se dice que el del Catán es el primero que se hizo masivo. Y a partir de ahí fueron creciendo. Al día de hoy se publican cientos de juegos cada año. Como ejemplo, el año pasado salió uno llamado Frosthaven que se financió con una campaña en Kickstarter. El juego reunió 13 millones de dólares en esta plataforma colaborativa que permite financiar emprendimientos”, anota Deferrari.
Pero estos juegos que hoy pueden hallarse en el país (no todos), antes eran muy difíciles de conseguir, por lo que en general se compraban en línea o se traían directamente desde el exterior.
MaGnUs (Martín Pérez, 44 años) tiene desde hace más de 20 años un podcast llamado Perdidos en el éter, en el que abarca variantes de la cultura pop como los cómics y todo el universo lúdico.
“Arranqué con los juegos de rol con amigos cuando tenía 17 años, pero ya conocía el hobby porque mis hermanos mayores habían jugado en Estados Unidos. En aquella época había un par de lugares que los importaban. Uno era un local de software de la Ciudad Vieja, donde trabajaba una persona a la que le gustaban y traía material, libros en inglés. Después había una tienda de cómics que sigue existiendo y se llama El rincón del coleccionista, que traía material traducido en España. Otro local de historietas que todavía está, Lecturas, también vendía algo de material”, recuerda MaGnUs a Domingo.
Este podcaster heredó libros de fines de los 60 y principios de los 80 de sus hermanos, hasta que tuvo acceso a material que obtuvo de otra gente. “Hoy es infinitamente más fácil de conseguir, traer de afuera es más fácil. Hay ediciones o ha habido en su momento ediciones para el mercado hispano de los juegos de rol más importantes que existen. Y también se puede comprar material digital de manera legal. Después está todo lo que tiene que ver con el campo de la piratería de manuales en PDF, que a fines de la década del 90 y principios del 2000 es como llegaba la mayoría del material acá a Uruguay”, añade el responsable del podcast Perdidos en el éter.
De 8 horas a varios años
Pablo Silvera es el excantante de Once Tiros y actual líder del grupo Mota. Desde niño, con sus amigos de Punta Carretas, se involucró con los juegos de rol, actividad que en cierta medida debió abandonar por la música y retomó en los últimos tiempos.
“Ne es que me sumé a gente que no conocía, esto es algo que nace desde la amistad; o sea, me vuelvo a reencontrar ahora con mis amigos de la infancia, los cuales ya se perfilaban a seguir con este tipo de juegos de rol. Me alejé un tiempo pero siempre me quedé con ese costado medio friki. Mucho de lo que consumo, desde animaciones hasta la lectura, tiene que ver con ese mundo. J.R.R. Tolkien (El señor de los anillos, El Hobbit, El Silmarillion), fue para nosotros como un gran maestro. Todo el tiempo estuvo presente y nos marcó a la gran mayoría de ese grupete. Y bueno, ellos siguieron jugando toda la vida. Nos cruzamos hace un par de años, nos pusimos a hablar, a recordar viejas épocas, y vi que seguían en eso. Fue entonces que les dije que tenía ganas de volver al rol, ahora siendo todos más adultos”, comenta Silvera a Domingo.
Aquellas juntadas juveniles se prolongaban durante toda la noche. Ahora se hacen de día. Y pueden estar jugando ocho horas sin que nadie diga de irse para su casa. Para él es una desconexión total. Y por eso su pareja, su hijo y su banda saben que puede estar varias horas sin atender el celular.
“Lo que más disfruto del juego de rol es sumergirme en un mundo en el cual yo me lo creo, donde te ponés contento con los éxitos y te disgustás con las pérdidas. Entramos y salimos de ese mundo todo el tiempo: hacemos chistes, nos abrimos, a veces en el medio del juego nos ponemos a hablar de otra cosa un rato y después volvemos. Es un grupo de amigos donde no hay edad, no pasó el tiempo, está como congelado en un momento, en un happy place. Es algo totalmente analógico, para hacer vínculos, sociabilizar. Incluso hay gente que está distanciada hace años porque se pelearon en el rol”, dice el cantante y se ríe. Y enfatiza: “Se juega a ese nivel de intensidad y compromiso”.
Silvera ha llegado a estar “encerrado” un fin de semana entero en Punta del Este jugando con amigos, pero explica que hay partidas que se pueden extender muchísimo más. “Hay gente que hace cinco años viene jugando en un mismo ‘mundo’, con su mismo personaje que va creciendo, cambiando y aprendiendo. Te enamorás de tu personaje y se genera toda una historia”, anota.
Un uruguayo en las grandes ligas
Julián Pombo (48) vive actualmente en Zapicán (Lavalleja) y es el creador de Pampero, el primer juego profesional hecho por un diseñador uruguayo. Está al mismo nivel, en cuanto a calidad, que cualquier juego europeo o estadounidense. La temática del mismo es el cambio de la matriz energética en Uruguay con el ingreso de la energía eólica.
En 2015, uno de los más importantes diseñadores de juegos de mesa del mundo, el portugués Vital Lacerda, estaba buscando personas online para hacer testeos de sus creaciones. Pombo se sumó a la convocatoria y su vida cambió: hoy es el único uruguayo que trabaja exclusivamente en la creación de juegos de mesa.
“Ahí es cuando veo que (Lacerda) empieza a utilizar mis ideas en sus juegos. Y me doy cuenta de que las cosas que se me estaban ocurriendo tenían sentido, que no eran locuras mías. Ahí empiezo a trabajar con él, algo que hice hasta hace un par de años. Por 2016 o 2017, basado en un juego suyo, diseñé uno que se llama Mercado de Lisboa. Y lo lanzamos en conjunto. A raíz de eso es que empiezo a trabajar en mi propio juego, Pampero”, comenta Pombo a Domingo.
Además de la parte lúdica, Pampero lleva consigo varios mensajes. “Trata sobre el cambio de matriz energética que hubo en Uruguay, sobre toda la construcción de los parques eólicos. Y te cuenta un montón de cosas que suceden acá. De hecho tiene el mapa de Uruguay y la bandera nacional. Ahora está por salir una expansión relacionada con el tema del hidrógeno verde. Es un juego económico, sobre hacer dinero”, explica su creador, quien en breve viajará a Alemania a presentar otro juego de su creación, sobre robótica e inteligencia artificial
Curiosamente, Pampero está disponible en varios países menos en Uruguay. “Es lo más común que, por ejemplo, mis copias estén trancadas en la Aduana. Con cualquier cosa que vos quieras emprender en Uruguay tenés muchos más no que sí por delante”, se queja el creador.
Una forma de escapar…
Los jugadores ingresan en grupo a un cuarto que se cierra con llave y está repleto de acertijos, los cuales deberán resolver para pasar a otra habitación o salir al exterior. Lo normal es que se les dé una hora para resolverlos y que puedan solicitar pistas para no quedarse “atrapados”. En Montevideo hay cuatro “cuartos de escape”. Y Emiliano Duarte (41) es -junto con otros cinco amigos- dueño de uno de ellos. Se llama Claustrofobiay se encuentra en Rivera y Magariños Cervantes.
“Nosotros no fuimos los primeros, incluso hay gente que ha hecho cuartos de escape en su propia casa, algo muy loco. Tres de mis socios son médicos, uno es ingeniero y otro contador”, comenta Duarte, actor de profesión, a Domingo.
La idea de Claustrofobia se gestó luego que fueron a conocer Juegos Mentales (Canelones y Andes), una franquicia creada por un ruso que vive en Argentina, país en el que tiene varios de estos locales. Curiosamente, cuando Duarte y sus socios le pusieron el nombre y contrataron un dominio en Internet, recibieron un mensaje de una empresa dedicada a las salas de escape con sede en el país de los zares, también llamada Claustrofobia.
“Nos contactaron desde allá para vendernos los juegos. Tienen una página en español y se llaman igual. Te mandan el juego, las instrucciones, todo. Y les tenés que pagar una cuota mensual de mantenimiento. El origen de esto es Asia; Japón, Tailandia, por ahí, donde empezaron a meter gente adentro de un cuarto para que intentara escapar. Los rusos agarraron el negocio después y te lo venden”, comenta.
Tras reunirse con sus socios, evaluaron que no les era redituable abonarles un canon a los rusos por sus juegos. Y se dieron cuenta de que tampoco tenían que pagarles por derechos de autor, porque de hecho, no habían copiado sus ideas. “Había que pagarles como 1.500 dólares por mes de mantenimiento”, recuerda Duarte.
El local de Claustrofobia en Montevideo lo levantaron desde cero. Había sido una iglesia evangélica, un boliche y un galpón. Y literalmente tuvieron que construir las paredes de los cuartos. Hoy ofrecen otros servicios, como espacios para fiestas y eventos.
“Algunos piensan que estos juegos son hechos para gente a la que le gustan los juegos de rol o de caja. Pero en realidad, el público es re variado, es para jóvenes y para adultos más grandes. Van muchas parejas por ejemplo. Incluso algunas se terminan peleando adentro”, comenta y se ríe.
Las experiencias que propone Claustrofobia van cambiando con el tiempo, e incluso son utilizadas por empresas para “poner a prueba” a sus trabajadores, siendo que existe la posibilidad (a un mayor costo) de que un psicólogo haga una devolución.
“Entra el empleado, el gerente… El que gana más, el que gana menos y el que tiene más o menos poder. Entonces, se les hace después una devolución sobre sus personalidades y las cosas a mejorar a la hora de trabajar en equipo o tomar decisiones”, concluye Duarte.
Domingo 6 de octubre, una oportunidad para divertirse a lo grande
El domingo 6 de octubre Megajuegos Uruguay realizará su último encuentro del año. La humanidad se tiene que enfrentar a la amenaza extraterrestre en Vigila los cielos, un megajuego en el que pueden participar de 30 a 45 personas y que dura “todo el día”, desde las 11 hasta las 18 horas. Tiene un costo de $ 650 e incluye el almuerzo. Se llevará a cabo en la Cooperativa Cuareim del Barrio Sur (Víctor Rodríguez Andrade 1218).
“Lo hacemos por amor al arte y por eso buscamos mantener los precios bajos. En Uruguay es difícil cobrarle a la gente más de lo que ya cobramos. Incluso cuando es una jornada completa e incluimos el almuerzo. Un detalle es que en cada juego permitimos hasta cuatro personas sin pagar, para que nadie se lo pierda por un motivo económico”, comenta Javier Deferrari de Megajuegos Uruguay. Y añade: “Con esa plata cubrimos materiales, el local y la comida de todos. Si llega a sobrar algo lo guardamos para producir el próximo megajuego”.
Un megajuego es una combinación de juegos de mesa, guerra y rol para muchos participantes. La mayoría de ellos están diseñados para un número que va de los 30 a los 50 jugadores, pero se han llegado a realizar encuentros con hasta 500 almas.
Según explicó el portavoz de Megajuegos Uruguay, se trata de un “nuevo” estilo de juegos, creado en la década del ochenta por un grupo del Reino Unido. Recién hace unos años comenzaron a ser organizados fuera de ese país, a partir de un video de Youtube del canal inglés de crítica de juegos de mesa Shut Up and Sit Down.
“Usualmente duran una jornada completa de cinco o más horas y en muchos casos no hay pausas en medio. La gran mayoría de megajuegos se estructura en equipos donde cada uno tiene objetivos que pueden ir cambiando a medida que transcurre la jornada. Los equipos cooperan y compiten entre sí buscando cumplir sus objetivos”, anota Deferrari.
El objetivo principal de los megajuegos no suele ser que un equipo gane, sino más bien contar y vivir una historia. Por esto mismo es muy común que al final no se defina un ganador: se hace un resumen de lo vivido y de en qué situación terminó cada uno de los equipos.
Los mecanismos tienen mucho en común con los juegos de mesa: suele seguirse una estructura de turnos, hay cartas y fichas que representan distintos recursos, junto con tableros o mapas.
Por otro lado el principal componente es la interacción social, la comunicación y negociación entre jugadores, con lo que se rompe lo más típico de los juegos de mesa y se entra al campo de los juegos de rol. Son además encuentros abiertos, donde los participantes son libres de realizar las acciones que crean necesarias. Esto se logra a través del equipo de “control” que cumple una función similar a la de un director de juego en una partida de rol. Las acciones y decisiones de los jugadores pueden (y suelen) modificar el juego en sí mismo.
Es además muy común que exista un componente marcial en estos juegos, funcionando como una versión muy simplificada de un wargame o juego de guerra. Es usual que haya uno o varios mapas donde los equipos controlan ejércitos y otros recursos que se enfrentan entre ellos o con otras amenazas.
Todos estos puntos varían muchísimo entre un juego y otro. Un megajuego puede estar más cerca de la estructura y estilo de un juego de mesa, mientras que otro puede ser mucho menos estructurado y abierto acercándose más a un juego de rol.
“La cantidad de jugadores y el enfoque en la interacción entre ellos es el principal aspecto de un megajuego, el diseño del juego se basa en cómo los participantes se comunicarán y relacionarán, las alianzas y tratos que puedan llegar a realizar y cómo estos afectan al juego en general. Al haber tantas personas, resulta imposible que todos se comuniquen con todos, lo que resulta en que nadie puede estar realmente enterado de todo lo que sucede en el juego en un momento dado”, explica Deferrari.
Y concluye: “Los jugadores deben manejar sus tiempos y decisiones para lograr cumplir sus objetivos de la mejor forma posible. Esto mismo trae un componente de caos a cada juego que es gran parte de la diversión”.
Para inscribirse al encuentro del 6 de octubre hay que contactarse al 099 160 071 o por el instagram @megajuegosuy. Los participantes pueden inscribirse en equipo o de forma individual.