EL PERSONAJE
La cantante y compositora abandonó a La Tabaré para hacer su camino en solitario. Ahora, luego de la pandemia, empezó a presentar temas que estarán en su primer álbum.
Lu Ferreira abre la puerta de la casa en la cual vive por última vez. Al otro día, se habrá mudado de Lagomar a Balneario Argentino. Se irá aún más lejos de Montevideo y está contenta. No es que no le guste la capital. De hecho, es su lugar de origen (del barrio Aguada). “Me gusta Montevideo. Lo que no me gusta es vivir en Montevideo”, explica mientras sortea cajas y bártulos en el camino hacia el living de su hogar.
Antes de empezar a charlar, hace la sesión fotográfica. Ella y Leonardo Mainé, el fotógrafo, se toman su tiempo. Van del jardín al living, del living al fondo y de ahí a un patio. Cada vez que terminan una etapa, ella pide para mirar los resultados en la pantallita trasera de la cámara. “¡Esa me gusta! Borrá todas las demás”, le pide en broma a Mainé. No tiene una pose “superada” sobre cómo aparece en fotos, sean tomadas por otros o por ella misma. Es consciente del poder de la imagen, en particular la imagen de una mujer joven (tiene 33 años) que se expone públicamente en el escenario, los medios y las redes sociales.

Teniendo en cuenta esa autoconciencia, uno se pregunta cómo decidió la portada de la primera canción —“Ofrenda”— que publicó de lo que será su primer álbum. Ahí, ella está con el torso desnudo y sus senos tienen apenas unas hojitas y unos pétalos, cubriendo los pezones. “Me pasan muchas cosas con lo estético y confío en lo que me llega, no tanto en lo que pienso. Esa imagen, con el torso desnudo, me vino. ‘Tiene que ser así’, pensé y no me lo cuestioné. Ofrenda es una canción que le compuse a mi abuela y que tiene un sentido tan profundo que... En algún momento creo que dudé, pero no hay intención de seducir ni de nada, aunque si lo hubiese hecho con esa intención habría sido válido también. Cuando esa foto salió, no me llegaron mensajes desubicados. ¡Ni uno! En cambio, tengo algunas fotos en la playa, con malla, que hicieron que me pusieran cosas así... medio...”, dice dejando a la imaginación el tenor de los mensajes.
Mientras suena el disco “Xinti” (2009) de la cantante portuguesa Sara Tavares, Ferreira rememora que cantar siempre fue parte de su identidad. No fue algo, agrega, por lo que empezó a sentir un llamado en la adolescencia. Cantaba en casa, en la escuela, en el liceo (siempre la elegían para hacerse cargo de las partes solistas en los actos) y, luego, en los ómnibus. Y componía canciones.
Empezó a trabajar de moza y también a sentir que no estaba pasando demasiado en cuanto a sus expectativas de convertirse en una cantante profesional.
Pero un día la llamaron para preguntarle si no quería sumarse a La Tabaré, la banda que funciona como un muestrario algo anárquico y cambiante de las ambiciones artísticas de Tabaré Rivero y —al mismo tiempo—, una vidriera para que muchos otros músicos puedan hacer visible su talento.
Eso ocurrió en 2014 y Ferreira entró justo antes de que la banda se fuera de gira por España. No fue un proceso, no fue un comienzo paulatino, realizado paso a paso. Fue rápido, intenso y movido. “Hice lo que pude para asimilar todo eso. Y creo que me salió bastante bien”.
—¿En algún momento sentiste que todo iba demasiado rápido? ¿Se te dio por salir, por los excesos, por la noche?
—No. Tengo una personalidad que hace que no me vaya a los extremos.
—¿Sos introvertida?
—Y extrovertida. Tengo las dos facetas. ¿Sabés algo de astrología? A mí me encanta. Soy de piscis y el sol estaba en ese signo cuando nací y la luna también. También hay otros aspectos...
Sin embargo, ese bautismo profesional en la música no le hizo olvidar que lo que ella quería era cantar sus canciones y defenderlas como solista, con su nombre. Eso no era compatible, para ella, con su permanencia en La Tabaré.
—¿Cómo es irse, o ser echado, de una banda? ¿Es como una ruptura de pareja?
—Puede ser. A mí costó mucho tomar la decisión y transmitirla y hacer el movimiento. Estuve como un año, lo hablé en terapia. No me fui ofendida, dando un portazo. No hubo un descontento en particular. Solo que en un momento me di cuenta que no iba a cumplir con mis propias expectativas, de cantar mis canciones y transmitir mi mensaje.
Ahora que está caminando sola, empezó por sacar dos composiciones: la ya mencionada “Ofrenda" y, también, “El amor sabe andar", la primera canción que compuso, hace 13 años. Para ella, recuerda, fue un punto de inflexión haber compuesto esa canción. Descubrir que podía hacerlo le dio impulso y alimentó sus expectativas. Claro, nunca se iba a imaginar que a poco de empezar a andar sola, le iba a caer la pandemia encima. Ella, que vive de cantar en vivo, se vio privada de trabajar durante meses y meses. “Nunca me imaginé que iba a ser un corte como el que fue. Yo venía de tocar con la Banda Sinfónica de Montevideo y eso hizo que tuviera una tranquilidad económica... Cuando pasó, pensé que duraría un mes”.
—¿Cómo sorteaste ese temporal?
—No sé si lo sorteé. Fue un año re duro y frustrante. Fluctué entre la celebración y el enojo, pero... No fue algo nuevo. Siempre sentí que vivía en un sistema que tiene prioridades distintas a las mías, desde niña. Y esta situación, me parece, dejó en evidencia eso.
Cuando se explaya sobre las “prioridades del sistema”, Ferreira agrega: “Fue lo que más dolor me dio más allá de mi situación personal, de no poder cantar y expresarme en un escenario”. En esa parte, Ferreira se refiere a cosas como la situación económica en la que mucha gente se halla actualmente y que a ella le parece “injusta”. Pero de ese dolor y esa rabia, salió algo que a ella la ayudó: “Me ayudó a aclarar y entender prioridades propias en torno al mundo en el cual quiero vivir”.
Ese mundo es mucho más natural que urbano y con más espacios para la contemplación y la introspección, que para el amontonamiento de personas y construcciones. Uno, además, en donde se coman más verduras que animales (Ferreira volvió a ser vegetariana desde 2018 y lo había sido durante varios años antes).
Pero como pisciana que es, también expresa inconformismo por el hecho de lo que ella y otros entienden como una valoración excesiva del individualismo y casi que la obligación de “poder solo con todo”. Dice que le encantaría poder aglutinar a gente amiga en torno a una comunidad en la que se puedan ayudar cuando lo necesiten.
Por ahora, sin embargo, está haciendo casi todo sola. La casa en la cual vive, alquilada, es grande. Antes, la compartía con otros. Hoy, esos espacios parecen demasiado grandes para una mujer que no convive con nadie excepto su mascota, el perro Panzón. A los dos temas que ya publicó en plataformas digitales como Spotify le seguirán nuevas duplas de composiciones hasta llegar a tener un álbum. No hay fecha para culminar ese proceso. Ferreira no tiene siquiera el título de su debut como solista. Lo único que sabe es que en ese álbum van a confluir 13 años de canciones, desde “El amor sabe andar” hasta la última que grabe.
En ese sentido, el aún intitulado trabajo resumirá y sintetizará una vida musical dedicada al canto —Ferreira canta casi que por reflejo, como cuando conversa durante la sesión de fotos y, de repente, se pone a cantar acompañando a Tavares— y a la expresión arriba de un escenario. Y, también, una vida en la que cantó con tanta gente que a veces puede impresionar por la variedad de estilos. “Antes, cuando era una adolescente, por ahí no me animaba a bailar una plena o decir que me gustaba tal o cual cosa, por estar tan identificada con el rock. Ahora, si lo que escucho me transmite algo, me gusta y no me lo cuestiono”.

Sus cosas

A quienes son omnívoros, a menudo les resulta difícil imaginarse sacar por completo la carne de la dieta. No a Ferreira, que ya tiene años de práctica en comer sin carne y que, además, trabajó varios años en el sector gastronómico. “Hago unas rapiditas de avena y las relleno con verduras frescas y asadas. Me encanta”.

“Es más conocido por cómo toca la guitarra, por su faceta como instrumentista, en donde obviamente se destaca. Pero a mí también me gusta mucho como autor de canciones”, opina sobre Nicolás Ibarburu, uno de esos músicos uruguayos que es ineludible en el panorama: tocó con todos.

Ferreira elige el libro La voz como... de la argentina Nora Faiman como uno de sus absolutos favoritos. Faiman es una profesora de canto que ha venido a Uruguay para dar master class de canto. Ferreira, a su vez, viajó a Argentina para asistir a clases particulares de Faiman. “Es mi libro de cabecera”, cuenta la excantante de La Tabaré.