Mago Ariel: "Es más difícil hacer magia para chicos que para grandes"

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Mago Ariel 1

EL PERSONAJE

El ilusionista más famoso de Uruguay está cumpliendo medio siglo de carrera. Heredó la profesión de su padre (y muchos de sus secretos) y es el organizador de Festimagia.

Desde 1946 el nombre Ariel es sinónimo de magia en Uruguay. La marca registrada la inició Ariel Tabares Acosta, el primer mago en ir a la televisión y el que más tiempo estuvo sobre los escenarios: 64 años. Fue un autodidacta y un ilusionista con la mística de antes, que vestía capa y turbante en un claro homenaje a su principal referente, el británico Fu-Manchú. Con el correr de los años, su hijo Ariel Junior siguió sus pasos (a los 6 ya recibió de regalo su primera “bolsa mágica”), haciendo breves rutinas en los shows de su padre y luego desarrollando una carrera propia, que continúa hasta hoy con decenas de shows al mes en fiestas y eventos. Tras la muerte de su padre en 2010 y por su edad (tiene 66), Ariel dejó de utilizar el apelativo “Junior”. Desde hace décadas es un referente de la magia por mérito propio y en este 2022 viene celebrando 50 años en la profesión. Es dueño de una colección de juegos de ilusionismo como no existe otra en el país (algunos artilugios los heredó de su padre y tienen más de cien años). Y obtuvo varios premios en festivales y convenciones internacionales, en países como Argentina, México, Colombia, Perú y Portugal. También es el hombre detrás de Festimagia, un encuentro anual que, desde 2001, ha traído al país a referentes del ilusionismo de América y Europa.

“Mi padre empezó de una manera muy artesanal, con el ensayo y el error. Hizo giras por el interior hasta que se metió en una moda que empezó a aparecer: la de los cumpleaños infantiles y las fiestas privadas. Se hizo hiperconocido en todo el país. Trabajó en todos los canales de televisión e inauguró los viejos galpones de Canal 10 en 1956. Además estuvo en 64 carnavales, le encantaba subir a los escenarios de barrio y al Teatro de Verano”, recuerda el mago Ariel en charla con Revista Domingo. Y agrega: “Hacía un show que en esa época no se veía, con aparición de palomas, fuego y diferentes cosas. Y usaba muchos juegos de faquirismo; uno de ellos, que odié toda mi vida, era con clavos de 20 centímetros”.

Ariel padre se contactaba con magos de otros países para saber qué pasaba en el mundo del ilusionismo y conseguir los insumos para sus rutinas. Lo hacía por correo, no había otra forma, averiguando dónde había un club de magia y escribiendo cartas que en muchos casos no eran otra cosa que mensajes arrojados al mar en una botella. “No era como ahora que te wasapeás con David Copperfield o con un mago en China. Yo viví todas esas etapas siendo un niño. Y vivo las diferencias monstruosas que hay ahora. Tengo grupos de WhatsApp con magos de todo el mundo”, anota el ilusionista.

El mago Ariel, un referente de la magia en Uruguay

Hablemos de magia

Esto fue lo que le propusimos a Ariel. Y para hacerlo, era ineludible consultarlo sobre el famoso “Mago Enmascarado” (personaje televisivo interpretado por Val Valentino, quien reveló muchos de los trucos más famosos). Porque hay una verdad empírica: así como este ilusionista transgredió todos los códigos de ética de una profesión milenaria, también obligó a los magos a aggiornarse y subir la apuesta: “Yo opino como muchos: que fue una falta total de respeto, por un montón de razones. Se le faltó el respeto a las generaciones anteriores que se sacrificaron, trabajaron y sacaron de la nada una ilusión. Un juego de magia nace por alguien que lo piensa y lo fabrica. Para ello es necesario que trabajen artesanos, carpinteros, metalúrgicos, fotógrafos, escritores, expertos en computación. Este señor dejó sin trabajo a un montón de gente”. Según Ariel, Valentino, siendo un buen ilusionista, no tuvo éxito en el circuito de Las Vegas y “como una venganza” hizo lo que hizo.

El mago más famoso de Uruguay dice que cuando ve a algunos de sus colegas (no quiere dar nombres) se da cuenta de que lo que están presentado como una novedad ya fue hecho por otros. Y aunque -obviamente- descubre el secreto detrás de muchos trucos, asegura que prefiere ser un espectador más: “Me pongo muy mal si me doy cuenta, lo que quiero es que me engañe, que me fascine. No me interesa darme cuenta”, sostiene.

Ariel y Tusam
Ariel y Tusam .

Para niños y adultos

A los 15 años el mago Ariel Junior se presentó en un casting de un programa de Canal 4 llamado Completísimo y de ahí en adelante jamás dejó de realizar shows dentro y fuera del país. Pero originalmente su magia estaba orientada a los cumpleaños de niños (pese a que a los padres les fascinaba); hasta que a mediados de los 80, la cosa dio un giro. “Hoy trabajo en la misma cantidad para adultos que para niños. La cabeza del público cambió”, dice y asegura que lo que más les gusta a los grandes es la cartomagia, el mentalismo y la transformación de papel en dinero. Y a los niños la aparición de conejos y palomas.

—¿Qué es más difícil, hacer magia para un niño o para un adulto?

—Para un niño, sin lugar a dudas. El niño es transparente, no es diplomático. Si le gusta, le gusta. Y si no te lo dice.

—¿Y cómo maneja la honestidad brutal de un niño que le dice que sabe dónde esconde la paloma?

—-A esta altura me río, ya sé para dónde van a patear, son muchos años. Es el público más difícil, el más auténtico y también el más lindo. Nada se compara con la cara de fascinación de un niño. Los comentarios que te hacen son mi mejor paga, mi mejor regalo, mi mejor trofeo.

Mago Ariel padre.
Mago Ariel padre.

Siempre aggiornado

Ariel explica que tenga shows o no, trabaja todos los días en sus rutinas, dando clases de magia a niños (en su casa de Malvín) o haciéndole mantenimiento a los artificios que pertenecieron a su padre o que él ha ido adquiriendo en su carrera. “Son 50 años de trayectoria comprando material, más los 64 años de mi padre. Tengo aparatos de magia por todos lados. Algunos de ellos son muy antiguos y muy costosos”, asegura.

La magia se actualiza constantemente y es un arte que obliga a estar muy informado. “Yo soy un enfermo de la lectura, un ratoncito de biblioteca. Hay editoriales en Estados Unidos y en España que son solamente de magia. Y tenés una literatura mágica que es impresionante. Ahora el que es mal mago es porque tiene ganas de serlo. Los buenos magos son los que estudian y se esfuerzan”.

—¿Hay trucos que ya no tienen razón de ser, como cortar a una mujer en una caja con un serrucho?

—La gente se impacta igual. Pero después de lo que pasó con el Mago Enmascarado hubo que cambiar un montón de técnicas y cosas. Justo el año pasado se cumplieron 100 años del invento del juego de la mujer serruchada. Hoy se está haciendo con un cajón transparente y se ve en todo momento que no son dos mujeres y que la persona no se va para abajo. Es imponente, muy fuerte. La magia no tiene techo.

En medio siglo de carrera, Ariel ha tenido -como cualquiera en cualquier profesión- alguna mala noche, pero asegura que siempre guarda un as bajo la manga. “Nunca se dice lo que va a hacer un mago, eso está en la tapa de cualquier libro de magia. Yo no voy a decir que al sacar un pañuelo va a aparecer una paloma. Saco un pañuelo y si la paloma no sale por un problema técnico o porque se levantó de mal humor, tengo tres o cuatro salvavidas o resortes para hacer juegos solamente con el pañuelo”, explica.

Para muchos la magia no será otra cosa que llegar a fin de mes. Otros la verán en lo que hace Ronaldo con una pelota o en el hecho de que J. K. Rowling haya logrado que los niños vuelvan a leer con su saga fantástica de Harry Potter. Pero como bien lo recuerda Claudio “Cacho” Rivoira en el libro Marca Registrada, 50 años del mago Ariel (Editorial Rumbo), no es fortuito que en los cuentos infantiles de todas las épocas se alimente la imaginación. Aladino tenía una lámpara maravillosa y las varitas de las hadas madrinas convertían a Pinocho en un niño de verdad y a una calabaza y un grupo de ratones en un majestuoso carruaje tirado por corceles capaces de trasladar a Cenicienta al palacio. El mágico beso de un príncipe es el que libera a Blancanieves y la Bella Durmiente de sus respectivos maleficios. Y Alí Babá y sus cuarenta ladrones no precisaban llaves para que las puertas les cedieran paso: solo les bastaba pronunciar la frase “ábrete sésamo”. Desde la época de los faraones, los ilusionistas vienen fascinando al mundo. O haciéndonos escapar de él, como ocurre durante el tiempo en el que el mago más longevo de Uruguay se presenta ante su público.

Su padre, el festival y su ídolo

Su padre vestía capa y turbante, un claro homenaje a su ídolo Fu-Manchú. “Los hombres se estremecen y las mujeres se desmayan. ¡Emoción, intriga, suspenso!” Así se promocionaba aquel pionero de la magia charrúa, en tiempos en los que se apostaba a cautivar el interés del público a través del misterio y la intriga extrema.

Festimagia es un encuentro anual que desde 2001 ha traído al país a muchos magos de América y Europa. La próxima edición será el 3 y 4 de septiembre en el Teatro del Notariado. “Han venido, por ejemplo, muchas magas maravillosas. Traje directamente desde Los Ángeles a Tina Lenert. Fue un lujo, ella antes era mimo y hoy combina esa técnica con el ilusionismo”, anota Ariel.

Juan Tamariz es uno de los referentes del mago Ariel. Este español se ha especializado principalmente en cartomagia, magia de cerca y mentalismo. Utiliza el humor en todos sus números, muchas veces burlándose de su propio aspecto. Multipremiado, conocido internacionalmente y autor de varias publicaciones, tiene hoy 79 años y sigue haciendo shows.

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