MARÍA INÉS LORENZO
"Oí que hablaban, pero no pude escuchar bien sobre qué. ¿Pueden repetirlo?" Frases como éstas y similares se reiteran con mayor frecuencia y no solo entre los adultos mayores. Los jóvenes son ahora una de las principales víctimas de una enfermedad que casi duplicó las consultas en los últimos años, no tiene cura y puede llegar a ocasionar problemas de comunicación, concentración, aislamiento, insomnio, sordera o depresión: el Trauma Acústico.
¿De qué trata? Como explica Luis Schiavo, director de la Cátedra de Otorrinolaringología del Hospital de Clínicas, "es cuando se produce una lesión en el nervio del oído interno por ruidos de alta intensidad. Luego, y de acuerdo al daño ocasionado, disminuye en mayor o menor cantidad la audición de la persona".
Existen tres grados de Trauma Acústico, que sólo se pueden distinguir a través de un audiograma -examen que evalúa la capacidad auditiva-, aclara Schiavo.
Allí, las lesiones se miden en una frecuencia de 4.000 hertz. Si el daño producido por el ruido es leve, no se supera esa frecuencia (grado 1 o 2), y cuando la lesión es más grave, se alcanza los 4.000 hertz (grado 3).
Es normal que el oído de las personas se vaya deteriorando con el tiempo, pero lo que preocupa a los especialistas es que cada vez más jóvenes -en especial de entre 15 y 25 años- presentan problemas de audición.
La recurrencia no es casual y se debe a una tendencia propia de esa generación, en la que los Ipods y walkmans parecen casi una extensión de sus cuerpos. Las discotecas también juegan lo suyo por el volumen de la música, que a menudo supera la tolerancia del oído.
Si bien el Trauma Acústico afecta sobre todo a los adolescentes, no significa que sea una enfermedad propia de la vida moderna.
Aunque pasen desapercibidos, las bocinas de los vehículos, el tránsito continuo y los lugares de trabajo ruidosos son factores que también provocan patologías auditivas en personas de las más diversas generaciones.
DIGITAL. El oído está preparado para recibir ruidos que no superen los 90 decibeles (ds). Lo que sucede es que con el correr de los años se fabricaron aparatos de emisión de sonidos más agudos -la música digitalizada- que alcanzan los 120 ds, provocando severos daños al órgano auditivo.
Hasta hace algunos años era común que las personas encendieran su walkman u otro equipo de audio a un volumen bajo. Casi no había otro remedio, ya que al subir, se escuchaba con interferencias que no permitían percibir bien la melodía.
"Hoy, el nivel de saturación de la música está más lejos. Se puede subir y subir el volumen de un Ipod, que siempre se escuchará bien", explica el médico otorrinolaringólogo y músico Daniel Drexler.
Otro aspecto a tomar en cuenta como es la presión del volumen. "Los daños que se producen en el oído también dependen del tamaño del lugar", explica Drexler.
No es lo mismo escuchar música en un ambiente grande, donde el sonido se dispersa en el aire y entre la gente, que con auriculares colocados directamente sobre el oído. "Allí, la música se libera en un espacio reducido -unos 2 centímetros cúbicos- lo que ocasiona mayores lesiones", señala el médico.
DAÑO. La patología puede producirse en forma crónica, luego de una exposición de más de ocho horas a sonidos muy fuertes. Por otro lado, el Trauma Acústico agudo es el generado por ruidos puntuales, como una explosión o un disparo de armas.
En ambos casos, una vez que se lastima el nervio del oído ya no hay marcha atrás. Como expresa Schiavo, "el daño es irreversible".
El oído interno se encarga de transmitir los estímulos sonoros hacia el cerebro a través de células bastante sensibles (ciliadas). Cuando éstas se dañan, no se regeneran.
De ahí la importancia de prevenir la enfermedad. Los expertos aconsejan no exponer el oído a más de 90 ds, y no por más de una hora de corrido. "Se puede escuchar música en Ipods, sólo que más bajo y no por tanto tiempo de continuo", aclaran.
Ahora, ¿cómo darse cuenta si se superan esos decibeles? La receta es sencilla: cuando la música de Ipods o walkmans es escuchada no solo por quien tiene los auriculares puestos sino también por personas del entorno, significa que se superó el límite.
VARIABLES. Un mismo sonido o volumen de música, por ejemplo, no afecta a todos por igual. Como aclara Drexler, para que se produzca un daño en el oído hay que tener en cuenta tres variables: intensidad del ruido, duración en el tiempo, y predisposición auditiva individual.
"Diez personas pueden estar más de 7 horas y a 90 ds escuchando música o en una fábrica industrial, y sólo 5 llegan a desarrollar algún grado de sordera", explica.
¿Por qué sucede eso? Hay personas que tienen el oído más sensible que otras, explica el médico otorrinolaringólogo Alberto Chiarino.
Existen otros factores como el tabaquismo, las enfermedades cardiovasculares, diabetes o la edad, que pueden predisponer a la pérdida auditiva, agregan los expertos.
No es demasiado fácil saber si se padece Trauma Acústico ya que no produce dolor, aunque sí alguna molestia.
Los síntomas comienzan a manifestarse a través de zumbidos en el oído, hasta avanzar a una pérdida de audición que luego, si se mantiene el grado de exposición a volúmenes altos durante el tiempo, puede aumentar, dice Chiarino.
Pero se presentan otros dos síntomas fundamentales que, en la diaria, muchas veces son el blanco de bromas en reuniones familiares o de amigos. Se da en aquellas personas que tienen dificultad para escuchar a otras que hablan en tono bajo en lugares donde el ruido de fondo es mínimo, y a la vez tampoco toleran la música alta o los sonidos fuertes de fondo. "Los dos extremos molestan", expresa Drexler.
RUIDO TRABAJOSO. La prevención difiere según se trate de una persona expuesta al ruido laboral, el que se produce en centros de trabajo, o al ambiental, generado por una comunidad (transporte terrestre y aéreo, fábricas industriales, electrodomésticos, aparatos tecnológicos, y lugares recreativos cerrados o al aire libre).
En lo laboral, la prevención no se limita sólo al cuidado personal, como sucede con los jóvenes y los Ipods, donde es posible, en cuestión de segundos, bajar el volumen.
La doctora Samara Sanibo, experta en salud laboral, realizó un trabajo sobre el Trauma Acústico y asegura que "las industrias o empresas son quienes deben medir el ruido en el trabajo".Algunas lo hacen y otras no.
En Uruguay no existe una legislación que regule la intensidad del ruido en el ámbito laboral. No obstante, ocasiona serias repercusiones: "dificulta la comunicación entre la gente, acarrea malentendidos y aumenta la fatiga propia del trabajo", explica Sanibo.
Respecto al ruido ambiental, según la Organización Mundial de la Salud, cuatro de cada cinco habitantes de ciudades industrializadas presenta algún problema auditivo debido a los sonidos urbanos.
En el país no existen cifras sobre el tema; lo que se sabe es que se está al límite de pasar los niveles aceptados por el oído (90 ds), según informaron desde la Intendencia de Montevideo (IMM).
Por ello, la Dirección Nacional de Medio Ambiente está trabajando en la modificación de una ley -que existe hace alrededor de un año, pero es general y no tiene valores que determinen cuándo un ruido es fuerte o no- con el fin de reglamentar sanciones a empresas, fábricas y personas que generen algún tipo de contaminación acústica.
Por otro lado, y si bien la IMM controla desde hace unos años los niveles de música en distintas discotecas de la ciudad, en la gran mayoría, los sonidos alcanzan los 120 ds.
AISLADOS. El 80% de la información que recibe el cerebro viene de la vista y el oído. Por tanto, "el ruido tiene un efecto global sobre el sistema auditivo, y también sobre las estructuras nerviosas del cerebro", explica Drexler.
Algo nada menor ya que el oído es uno de los principales sentidos, y funciona las 24 horas del día; cuando se daña posteriormente se producen cambios morfológicos y bioquímicos, que alteran el funcionamiento del organismo, expresa Drexler.
Si una persona, por ejemplo, expone su oído todos los días y durante más de 8 horas a 90 ds, luego de cinco meses aproximadamente no sólo disminuirá su memoria, sino que también se alterará su carácter, le costará más concentrarse, y consecuentemente tendrá problemas para conciliar el sueño, indican los expertos.
Además, "la persona comienza a aislarse cada vez más y se siente inferior a los demás. No escucha bien por lo que tampoco se puede involucrar cien por ciento en una conversación", explica Sanibo.
Pero eso no es todo, porque la patología puede derivar en otros males. Según los especialistas, las personas de más de 40 años que tienen problemas cardiovasculares o arteriosclerosis, y exponen su oído a ruidos fuertes o súbitos, tienen mayores probabilidades de realizar un infarto.
Niveles de sonido, historia y algunos consejos
El nivel de volumen de una conversación en un ambiente cerrado entre dos, tres o cuatro personas, por lo general, no supera los 70 decibeles. En cambio, una charla de las mismas características pero en un lugar abierto alcanza los 90 decibeles.
Si una persona expone su oído todos los días y al menos un minuto a 120 decibeles (Ipod), seguramente se produzca una lesión en su oído.
La pérdida de audición producida por el ruido tuvo sus indicios luego de la Revolución Industrial. Desde entonces, y a medida que el mundo fue evolucionando, pasó a ser una patología muy frecuente, sobre todo en personas expuestas a ruido en el ámbito laboral.
Según la Organización Internacional del Trabajo, los trabajadores más expuestos a ruidos superiores a 90 decibeles son: los obreros de la construcción, militares, quienes mantienen contacto frecuente con máquinas eléctricas, y aquellos que trabajan en industrias siderúrgicas.
Para prevenir el Trauma Acústico en el trabajo se deben utilizar protectores auditivos, sugiere la doctora Samara Sanibo, experta en medicina laboral. Además, "habría que medir el sonido del lugar con un sonómetro y si se superan los 85 ds, alejar un poco las máquinas de la gente ", dice.
Medio ambiente condiciona la audición
Uno de los factores que más influye en los jóvenes en el momento de subir alto el volumen de sus reproductores musicales, tiene que ver con el medio ambiente.
El ruido registrado en Uruguay llega a 90 decibeles. Entonces, cuando una persona se encuentra en la calle, ya sea caminando o dentro de un vehículo, no tiene más remedio que subir el volumen de su Ipod, porque de lo contrario, se mezclan los ruidos del tránsito con la música del aparato.
"Es algo adictivo. Actualmente, para poder escuchar bien hay que estar sí o sí por encima del nivel de base que tolera el oído", expresa el médico otorrinolaringólogo y músico Daniel Drexler.
Sin ir más lejos, también sucede lo mismo dentro del ámbito laboral, estudiantil, en parques de diversión, en fin, en la mayoría de los rincones de la ciudad.
Asimismo, y según estudios realizados por la Intendencia Municipal de Montevideo, los puntos más ruidosos de la capital se registran en Av.18 de Julio, 21 se septiembre y Ellauri y Br. Artigas y Propios.
Desde hace cuatro años existe una línea telefónica nocturna (1950-1950) en la IMM, para que el público pueda denunciar ruidos fuertes provenientes de discotecas, espectáculos o lugares de trabajo con máquinas. Por noche, reciben siete quejas, informó la comuna. Si se prueba que el sonido es dañino, se multa a los responsables.
Según la Organización Mundial de la Salud, la pérdida de audición provocada por el ruido es una de las enfermedades más frecuentes y problemáticas de la actualidad.
Las cifras
13 Millones de personas mueren por año debido a ruidos altos, contaminación, peligros dentro del ámbito laboral, riesgos agrícolas, y efectos del cambio climático, según la OMS.
80% Es el porcentaje que representa la cantidad de personas que sufre alguna patología auditiva en ciudades industrializadas, por ruidos muy altos, según la OMS.
80% De la información que recibe el cerebro proviene de la vista y el oído. Si éste se daña, se producen cambios bioquímicos que alteran el funcionamiento del organismo.